Sir Ellious
Ava
Cruzo las piernas hacia un lado y luego hacia el otro mientras espero a que Hunter venga a recogerme, ha dicho que va a llevarme de compras.
No me malinterpretéis, no me importa perder un día de mi tiempo libre del fin de semana, ya que nunca salgo de esta habitación y no soy lo suficientemente estúpida; ya me intimidan lo suficiente mientras estoy en clase.
No lo necesito en mis fines de semana también. Sin embargo todavía estoy ansiosa por salir de casa, incluso si voy a estar con Hunter.
Este era Hunter del que hablábamos, el chico malo del colegio que hace lo que quiere con las chicas porque siempre se le tiran encima. Puede llevarme a cualquier sitio, a hacer cualquier cosa.
Por si acaso, he cogido un bote de espray de pimienta y lo he metido en el bolso para sentirme más segura.
Decido ponerme unos vaqueros negros rasgados en las rodillas y un top gris holgado con Bob Esponja que empieza a desvanecerse.
Es uno de mis mejores atuendos, normalmente no uso tejanos, pero es un dandi y quiero tener buen aspecto a su lado, porque él tiene pinta de afelpado y sexy y yo fácilmente puedo ser confundida con basura junto a él.
Hunter es como un Dios y todo el mundo sabe quién es más vale que intente verme medio decente a su lado, para no destacar como un pulgar dolorido.
Vuelvo a mirar mi teléfono, ¿por qué me molesto tanto? Es un estúpido calavera. Tal vez sea porque quiero saber cuál es su objetivo con todo esto y por qué me necesita a mí, la chica menos popular de la escuela.
Miro mi teléfono para ver si tengo algún mensaje nuevo.
Nada.
Me levanto y me aseguro de que tengo todo lo que necesito, incluido el bolso, aunque no sea gran cosa. Miro fijamente los tres billetes de diez que tengo en el bolso y que no he gastado en todo el verano.
Me pasé el tiempo trabajando en una biblioteca; se suponía que era un trabajo voluntario, pero me pagaron lo mínimo por los pocos días que estuve allí. Suspirando, lo vuelvo a meter en el bolso y mi teléfono suena.
Me acerco y lo miro.
Pongo los ojos en blanco ante su mensaje, pero procedo a salir por la puerta de todos modos, revisando todo una última vez y cogiendo mis llaves para poder cerrar ya que mi madre ya está en el trabajo.
Cuando salgo, me encuentro con un Aston Martin Vanquish de color naranja. Este hermoso coche está plantado en mi entrada. En mi casa. ¿No resulta increíble?
Podría hacer tantas cosas con la cantidad de dinero que cuesta este trasto...
Me quedo mirando el coche con nostalgia; sin duda es un vehículo de ensueño. Suspiro asombrada, pero el claxon deme devuelve a la realidad. Vuelvo a centrarme en el hombre que está detrás del volante.
Sintiendo que mis mejillas se calientan ligeramente, me dirijo a la puerta y subo. Es tan bonito por dentro como por fuera.
Después de echar un vistazo al coche, dirijo mi mirada a Hunter, ya que aún no hemos salido, y le dirijo una mirada interrogativa. Me sonríe antes de saludarme con esa voz tan sexy.
¿Acabo de pensar eso?
—Hola princesa, ¿te gusta lo que ves? —me lanza un guiño mientras yo niego con la cabeza.
—Sí, la verdad es que el coche es precioso, está bastante bien —admito. Él asiente, pero no dice nada y arranca el motor.
A los pocos minutos de iniciar la marcha, siento que las palabras salen de mi boca antes de que sea consciente de lo que está pasando.
—Vas a tener que abstenerte de llamarme princesa, imbécil.
Veo que sonríe ligeramente mientras su agarre se tensa en el volante haciendo que sus nudillos se pongan blancos.
Respira un poco antes de girarse para mirarme y sonreír.
—¿Cómo prefieres que te llamen, princesa?.
Puedo sentir toda la petulancia en su voz mientras dice esto, y sólo me dan ganas de darle un puñetazo en su bonita cara.
No sé de dónde viene esta violencia, tengo la sensación de que este tío saca lo peor de mí.
—¿Qué tal si me llamas por mi nombre? —propongo. Mi voz sale más áspera de lo que pretendía, pero necesito hacer entender mi punto de vista a este inútil.
—Sin problema, princesa.
Pongo los ojos en blanco ante esto y sigo mirando por la ventana ignorándolo durante el resto del trayecto.
El viaje no fue incómodo, sólo hubo un silencio cómodo después de nuestra pequeña conversación. Después de unos veinte minutos, llegamos al centro comercial. Digo veinte minutos como si estuviera cerca.
No es así. Normalmente se tarda una buena media hora pero con este increíble coche y las malas prácticas de conducción de Hunters, nos ahorramos diez minutos.
Salgo del coche tan pronto como nos detenemos, agradecida. He pasado todo este tiempo agarrada al asiento mientras íbamos a toda velocidad. Rezo para no haber causado daños en la tapicería porque dudo que pueda permitirme el lujo de pagar por ellos sin vender un brazo y una pierna y posiblemente un riñón. Parece que todo está bien.
Entramos en la gran superficie y recibimos algunas miradas extrañadas.
Como podéis imaginar Hunter se deja ver con muchas chicas altas, delgadas y muy guapas (aunque la mayoría son todo apariencia) así que podéis imaginar la sorpresa de la peña cuando le ven con alguien como yo, una tía promedio.
Estoy muy
Entro nerviosa; sigo tanteando con los dedos.
Las miradas que recibimos son la prueba de que ya no podré ser invisible y esconderme en el caparazón que me he construido para protegerme de los peligrosos del mundo.
Me está demostrando que no puedo volver atrás desde que entré en la galería comercial.
Ya no podré mimetizarme con las taquillas de la escuela o con las paredes cuando los profesores pasen, esconderme mientras Jessica tome por asalto los pasillos para aterrorizar a alguien, normalmente a una servidora.
Entrar en el centro comercial resulta sorprendente, sólo había estado aquí unas pocas veces ya que no tenemos mucho dinero. La mayoría de mi ropa procede de tiendas de caridad y no hay muchas en este sitio, uno de los lugares de compras más grandes que hay y eso significa que cuenta con las tiendas más grandes y más populares para atraer más clientes.
Miro a mi alrededor y veo que Hunter me observa para ver mi reacción, percibiendo que claramente no había estado aquí desde hacía mucho tiempo. Le sonrío mientras empezamos a caminar.
A medida que avanzamos, veo que en los escaparates se exponen hermosas prendas y rebajas de verano para atraer a más gente y hacer que se gasten más dinero.
Sonrío por el hecho de que las rebajas estén en marcha, al menos podré permitirme algo. Seguimos caminando hasta que nos encontramos frente a una peluquería.
El exterior está decorado con un fondo rosa pálido y una letra cursiva que dice ‘Salón de Belleza Kathryn’. Siento que mi corazón se acelera. No quiero que me corte el pelo, mi padre y yo siempre lo hemos preferido largo.
Siento tristeza cuando el pensamiento aparece en mi cabeza al imaginarme con un corte bop y el pensamiento golpea el miedo en mi corazón.
Me detengo una vez que estoy dentro del establecimiento.
Es una peluquería pequeña y coqueta con dos lavabos para lavar el pelo y tres puestos para cortarlo, lo que para mí no tiene sentido porque sólo hay dos puestos de lavado.
Hace años que no me cortan el pelo, la última vez que me lo cortaron fue antes de que muriera mi padre y eso fue hace dos años.
Pensar en papá hace que se me salgan las lágrimas, pero las contengo porque no quiero llorar aquí en medio con Hunter a mi lado.
Volviendo mi atención a la peluquería, me doy cuenta la presencia de una joven.
Tiene el pelo negro y corto; le cae hasta los hombros y ayuda a enmarcar su cara en forma de corazón con los mismos ojos esmeralda que Hunter.
Su piel es pálida y tiene las mejillas ligeramente sonrosadas, que la hacen parecer una persona realmente chispeante y cálida. También es más o menos de mi estatura, quizá unos centímetros más alta, en torno al metro setenta.
Cuando nos ve entrar se le ilumina la cara como a un niño en Navidad y sus ojos brillan con picardía.
—¡Hunter! —prácticamente grita su nombre y yo sonrío al verla correr hacia él y darle un gran abrazo que él devuelve, aunque parece ligeramente incómodo, mirándonos a la joven y a mí alternativamente.
Ella finalmente me hace girar, sus ojos deslumbrantes y penetrantes en los míos.
—Hola, tú debes de ser Ava, yo soy Kathryn. Soy la prima de Hunter —se presenta. Asiento al darme cuenta, por eso tienen los mismos ojos.
Aunque la mirada de Kathryn parece más viva y fiera, mientras que los ojos de Hunter son fríos y reservados.
Sonrío y asiento mientras me arrastra hasta una de las sillas sin preguntarme si quiero que me peinen o no.
—Entonces, ¿tienes alguna idea en mente? —pregunta. Me lo pienso unos segundos antes de negar con la cabeza, ya que nunca me he molestado en cambiar mi pelo; simplemente suelo dejarlo en su color marrón normal.
—No quiero que me cortes mucho el pelo, me gusta largo. Aparte de eso, puedes hacer lo que quieras —le digo con tono serio. Ella asiente y se pone a trabajar.
Lo lava y lo seca antes de empezar a cortar mis hermosos mechones. Contengo un pequeño sollozo al ver cómo parte del cabello cae al suelo mientras los recuerdos de mi padre bailan en mi cabeza.
***
Dos horas después, ha terminado y yo me alegro por ello: apenas puedo sentir mi trasero al haber estado sentada durante tanto tiempo sin poder moverme. Ridículo.
No tengo ni idea de lo que me ha hecho en el pelo, ya que no me ha permitido mirar en el espejo después de comprobar lo nerviosa que estaba al principio. Por fin destapa el espejo y me quedo boquiabierta.
Me ha recortado el pelo ligeramente pero no demasiado, como le he pedido, de modo que ahora me llega hasta la mitad de la espalda con movimientos oscilantes, y me ha añadido reflejos naturales en todo el cabello para que resalte más y deje de parecer tan apagado y muerto.
También me lo ha rizado con ondas playeras, para darle un poco más de elasticidad y brillo, como en las revistas.
Estoy absolutamente enamorada de mi pelo, tan vivo y brillante. Lo único que quiero hacer es pasar mis manos por él, pero no me apetece estropear la obra maestra que la prima de Hunter ha creado para mí.
Incluso me ha maquillado ligeramente. Tengo los labios de color rosa melocotón y una ligera capa de base de maquillaje con sombra color carne en los párpados. Aparentemente, ha hecho más cosas, pero no sé qué exactamente: el caso es que estoy alucinada.
Ni siquiera parezco yo. Mis pómulos lucen más pronunciados y mi cara da la impresión de tener más color que al llegar.
En general, me gusta todo el look porque es natural y me hace parecer alguien diferente, pero en el buen sentido.
El maquillaje no está apelmazado en mi cara y no tengo ninguna burda línea limítrofe que indique que mi cara y mi cuello son de un color completamente diferente.
Hunter ha salido mientras yo estaba en el sillón y aún no ha vuelto.
Suspirando, le envío un rápido mensaje de texto pensando en que probablemente estará besuqueándose con alguna otra chica, tras aburrirse por lo mucho que estaba durando el proceso.
Me vuelvo hacia Kathryn, que me mira ansiosamente a la cara tratando de interpretar mi reacción.
—¿Te gusta? —su voz sale nerviosa y le tropiezan las palabras, tal vez ligeramente temerosa de que diga que lo odio.
Una sonrisa se extiende por mi rostro mientras hablo.
—¡Me encanta Kathryn, muchas gracias! Aunque tienes que explicarme cómo me has maquillado y cómo me has rizado el pelo sin esfuerzo, porque no tengo remedio. No es que nunca me hayan interesado este tipo de cosas, pero supongo que no he tenido a nadie que me enseñe a hacerlo. Luego vi a todas las chicas de sexto curso y eso me hizo desistir de aprender.
Se ríe de mi pequeño discurso sobre las chicas de mi instituto, pero acepta darme algún consejo.
El timbre de la puerta suena y me doy la vuelta para encontrar a Hunter entrando. Levanta la vista y me mira fijamente con la boca ligeramente abierta.
Rápidamente se recupera y me sonríe con esa sonrisa de lobo que tiene.
—Vaya cambio, princesa —aprecia. Me sonrojo pero le doy las gracias rápidamente a Hunter antes de volver a dirigirme a Kathryn.
—¿Cuánto te debo? —pregunto. Ella sonríe antes de negar con la cabeza, con la risa en los ojos.
—¿No te lo ha dicho Hunter? Ya lo ha pagado —responde. Sacudo la cabeza pero le doy un abrazo y le doy las gracias una vez más antes de salir del local con Hunter detrás.
Puedo sentir sus ojos sobre mí mientras salimos, pero hago lo posible por ignorarlo mientras pienso en lo que Kathryn acaba de decir.
Me pregunto por qué ha pagado por mí, pienso antes de ser arrastrada de mis pensamientos mientras Hunter me guía hacia una tienda llena de ropa de verano con la mano colocada en la parte baja de mi espalda.
Puedo con esto, me digo a mí misma. Aunque estoy segura de que es mentira, mientras miro las temidas puertas del infierno.