Castigada por el Alfa - Portada del libro

Castigada por el Alfa

B. Luna

Capítulo 4

RAINIER

Le dije que haría bien en alejarse de mí y esa es la verdad. No importa lo hermosa que sea.

Lo perfecta que sería para mí. Vi el miedo en sus ojos cuando le dije quién era. Tiene razón en tenerme miedo.

Hace cinco años maté a mi padre y tomé la posición de alfa, y he seguido matado desde entonces. He hecho lo que tenía que hacer y no me avergüenzo de ello.

Mi lobo está enojado por haberla dejado como lo hice. Quería que la reclamara tan pronto como la vimos. Ni siquiera sé si quiero una compañera.

Mi lobo gruñe ante ese pensamiento y agarro el volante con tanta fuerza que mis nudillos se vuelven blancos.

—¿Todo bien, Alfa? —Toby pregunta desde el asiento trasero.

Asiento con la cabeza y eso es suficiente para cerrar cualquier otra conversación. Llego a un pequeño motel a unos cinco minutos del bar.

En cuanto nos registramos, me dirijo a mi habitación y cierro la puerta tras de mí.

Me tumbo en la cama de mierda del motel y cierro los ojos. Pronto, los recuerdos de la infancia asaltan mi mente.

Mi pobre madre. Tenía un corazón tan bondadoso; que Dios la tenga en su gloria. Sé que ahora camina con la luna. Traté de salvarla, pero no fui lo suficientemente fuerte.

Mi madre siempre me dijo que mi pareja sería mi salvación, que sería el pegamento que me mantendría unido.

Mi mente vuelve a pensar en el bar y en ese ignorante macho humano que la insultó. Mi lobo quería la sangre de ese macho y estoy bastante seguro de que se fue con un brazo roto.

Pensé que eso seguramente la asustaría, pero parecía más preocupada por mí que otra cosa.

Me limpió la sangre de los nudillos con mucho tiento y cariño, como si quisiera cuidar de mí.

¡Carajo! Lo arruiné todo antes de conocerla. Estoy seguro de que pertenece a la manada de Northridge. Tal vez me encuentre con ella mañana.

Tal vez si sabe lo que es bueno para ella, se alejará de mí.

Nunca podría permitirme hacerle daño.

Vinculo mentalmente a mis gamma y guerreros y les digo que se reúnan conmigo en el aparcamiento a las 9 en punto. No sé lo que va a pasar mañana, pero tengo que mantener mi mente fría.

No puedo dejar que se interponga en mi propósito de estar aquí. Conseguiré esa tierra de una manera u otra. Mi manada la necesita.

Finalmente, me duermo con un sueño desagradable lleno de pesadillas de mi infancia.

Al abrir los ojos me doy cuenta de que todavía está oscuro. Me levanto de la cama y rebusco en mis pantalones el móvil.

Lo encuentro y compruebo la hora. Las 4 de la mañana.

Los viejos hábitos son difíciles de erradicar, supongo.

Cojo algo de ropa de una de las bolsas que traje anoche y me meto en el baño para darme una ducha rápida.

Después de prepararme, salgo del motel para tomar un café y desayunar en la cafetería de enfrente.

Al abrir la puerta y entrar, veo a Toby sentado en una mesa hablando con una camarera.

—Buenos días, Alfa —dice cuando me acerco a ellos.

Tomo el asiento vacío en el lado opuesto de la mesa.

—Buenos días —respondo.

La camarera sonríe amablemente mientras toma nuestros pedidos y se va.

—¿Dormiste bien? —le pregunto.

—Podría decirse que sí —dice, sonriendo. Conociéndole, ha encontrado una hembra para pasar la noche, pero no quiero ni saberlo.

Toby y yo fuimos inseparables en una época.

Nacimos con dos días de diferencia hace veintiocho años. Fuimos juntos a la escuela, nos entrenamos juntos y luchamos codo con codo para defendernos.

La gente siempre pensó que éramos hermanos en lugar de mejores amigos.

Es la única persona que sabe como realmente era mi padre y la única que entendió el por qué tuve que matarlo.

Después de tomar el título de alfa de mi padre, nos distanciamos. Nada fue igual para mí después de eso.

La camarera vuelve con dos tazas y una cafetera. Después de llenarlas se va de nuevo, y nos sentamos en silencio durante unos momentos antes de que él hable.

—¿Así que esa era tu compañera en el bar anoche? —pregunta, tomando un trago de café.

Asiento con la cabeza y me paso la mano por el pelo.

—¿Qué vas a hacer con ella? —continúa.

—No lo sé —respondo con sinceridad.

Toby aún no ha encontrado a su pareja. Solía ir de viaje a diferentes manadas cuando éramos más jóvenes.

Se esforzaba tanto por encontrarla. Me sentía tan mal por él cada vez que volvía a casa con esa mirada suya desesperada. Después de un tiempo, se dio por vencido.

Observó su café y no dijo nada más.

La camarera nos trajo la comida y comimos en silencio. Cuando por fin salimos de la cafetería, nos dirigimos hacia Northridge.

Volvemos a cruzar la calle y vemos que Jay y Damon están esperando junto al coche.

De camino al territorio de la manada de Northridge, sólo puedo pensar en una cosa. Ella.

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