Entremedias - Portada del libro

Entremedias

Cristina C.

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Chapter
15
Age Rating
18+

Sinopsis

Un año después de la muerte de su padre, Laurie se siente estancada en la vida. Cuando su mejor amiga, Mace, acepta un trabajo en Nueva York, esta convence a Laurie para que se una a ella. Laurie siempre ha querido trabajar en el mundo editorial y decide buscar el trabajo de sus sueños en la gran ciudad. En una fiesta acaba teniendo un encuentro sensual con un hombre, con el que vuelve a encontrarse en una entrevista de trabajo, en la que es él quien la contrata. Ella está decidida a no trabajar para él, pero él le asegura arrogantemente: «Trabajarás para mí, gatita».

Calificación por edades 18+

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37 Capítulos

Capítulo 1

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

LAURIE

«Haz algo con tu vida», me había dicho mi padre. ¿Qué significaba eso? ¿Cómo podría vivir sin él? Tantas preguntas sin respuesta. No podía seguir viviendo así.

Despertarme, asearme, vestirme. Abrir la pequeña librería de mi padre para saludar a los clientes habituales. Sonaba como el paraíso para algunas personas, pero esta ya no era la vida que yo quería vivir.

Era infeliz con mi vida. Muchos de mis sueños se esfumaron cuando mi padre falleció hace un año.

«Estoy muy orgullosa de la mujer en la que te has convertido, Laurie. Eres fuerte y apasionada. No dejes que nadie te quite esa fuerza. Me estoy muriendo. Ese es mi camino, pero no es el tuyo, cariño».

«No tienes que dejar de vivir por mi culpa. Quiero que vendas mi librería y sigas tus sueños. Serás infeliz si te quedas aquí».

«Va a ser duro dejarte, pero siempre estaré a tu lado en cada paso que des en la vida. Es una promesa, mi dulce niña. Ven y dame un gran abrazo. Te querré siempre».

Estas fueron sus últimas palabras antes de fallecer silenciosamente mientras dormía, en mis brazos. Lloré durante meses. No sabía cómo vivir mi vida sin él.

Ahora, mi vida estaba en piloto automático. Todo lo que hacía era porque debía hacerlo, no porque me gustara o porque quisiera hacerlo. Simplemente lo hacía sin quejarme, porque así me educó mi padre.

Soy una mujer fuerte e independiente.

Estaba mirando a través del gran escaparate de la librería cuando alguien entró. Una gran sonrisa apareció en mi cara. Sí, seguro que era mi sol.

―Hola, Mace ―la saludé desde detrás de mi escritorio.

―Hola, chica. ¿Qué llevas puesto? ―se quejó.

―Leggings y un jersey. ¿Qué tiene eso de malo? ―le pregunté frunciendo el ceño.

―Los leggings son geniales; tienes culo para ellos, pero el jersey te queda grande ―me dijo Mace con una sonrisa.

―Eres una zorra. Lo sabes, ¿verdad? ―Me reí.

―Sí, lo soy ―Se rio ante mi respuesta―. Tengo una buena y una mala noticia ―dijo emocionada.

―Vale, dame primero la buena noticia.

―Sabes que he tenido muchas entrevistas las últimas semanas y, de hecho, he recibido respuesta de mi primera opción.

Asentí para que pudiera seguir hablando.

―Y bueno, me quieren como su nueva empleada ―dijo con una amplia sonrisa.

―¡Guau! Eso es impresionante, cariño. ¡Felicidades! ―chillé mientras la abrazaba―. Entonces, ¿cuál es la mala noticia? ―le pregunté en voz baja.

―La empresa quiere que me traslade a Nueva York. Han abierto una nueva oficina y quieren que trabaje desde allí ―murmuró Macy.

―Oh, vale, sí. No sé qué decir ―Me quedé en silencio un momento. Nueva York estaba muy lejos. Pero necesitaba seguir sus sueños―. Me alegro por ti, Mace, pero voy a echarte de menos.

―He estado pensando mucho últimamente, y sé que no eres feliz aquí. ¿Por qué no vienes conmigo? Podemos vivir juntas, ya sabes. Puedes hacer entrevistas allí.

»Estoy segura de que conseguirás trabajo con tu expediente.

―No lo sé, Mace. No puedo dejar atrás la tienda. Papá trabajó muy duro para construirla desde cero. ¿No sería egoísta vender lo último que tengo de él?

―Claro que no, Laurie. ¿Cómo puedes pensar así de ti misma? Eres la chica más genuina, cariñosa y trabajadora que he conocido. Solo quiero que seas feliz.

»Renunciaste a tanto cuando cuidaste de tu padre… Y ahora que ya no está, sigues cuidando de su tienda. Esto no es lo que él quería para ti ―me explicó con cuidado.

―No sé qué hacer, Macy. Le echo tanto de menos ―dije mientras mis lágrimas se abrían paso.

―Lo sé, querida, lo sé, pero con el tiempo te sentirás mejor. Vente conmigo. Al menos piénsatelo, ¿vale? ―Me acarició el brazo suavemente.

―Vale, lo haré. Gracias por ser mi mejor amiga. Te quiero mucho ―dije con una pequeña sonrisa. La abracé por última vez y Macy se marchó, dejándome a solas con mis pensamientos.

«¿Qué debo hacer ahora? Ella es todo lo que tengo aquí». Mi madre falleció cuando yo tenía dos años de un ataque al corazón. Mi padre me había criado solo, así que solo lo tenía a él y a Macy.

No había tenido otros amigos en el colegio. Macy era la única que me conocía de verdad y me aceptaba por lo que era.

Macy era muy alta y delgada. Con su larga melena rubia, los hombres caían regularmente a sus pies. Pero ella no quería una relación.

«¿Para qué tener un compromiso si cada fin de semana puedes tener a un nuevo tío bueno en tu cama?», me había dicho una vez con una amplia sonrisa.

Yo, sin embargo, era una mojigata. En lugar de salir de fiesta los fines de semana, trabajaba en una pequeña panadería y por las noches estudiaba. Tras unos años de duro trabajo, obtuve mi título.

Siempre me ha gustado escribir, leer y explorar mundos desconocidos. Se me daba muy bien encontrar autores nuevos con historias prometedoras. Siempre ayudaba a mis compañeros en sus tareas cuando lo necesitaban.

Así era yo, siempre buscando el bien en la gente. Siempre queriendo ayudar en lo que podía.

Mis profesores me habían dicho que debería trabajar para una editorial, porque sabía reconocer el talento. Incluso yo misma era una escritora con mucho talento, pero nunca tenía tiempo suficiente para escribir un libro.

Quizá algún día podría volver a intentarlo, pero por ahora, necesitaba tomar una decisión.

Esto no era lo que yo quería para mi vida. Había estudiado tanto porque quería tener mi propia carrera. Trabajar duro por lo que quería ser siempre había sido mi objetivo.

Macy tenía razón. Mi padre no se habría alegrado de verme así. Quizá tenía que encontrar a alguien para que cuidara de la librería de mi padre, como siempre había hecho él.

Quizá entonces podría empezar de nuevo mi propia vida. Tenía veintiocho años, pero a menudo me sentía mucho mayor.

«Antes de que te des cuenta, la vida se habrá acabado», me había dicho siempre mi padre.

Tenía que escuchar sus consejos. Él me conocía mejor que yo misma. Me daría mucho miedo, pero daría el paso y seguiría adelante con mi vida.

Ya era hora de pensar en mi felicidad.

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