H. Knight
ESTELLA
Había pasado una semana desde que Beta Levi me permitió quedarme con la manada, y estaba muy agradecida. Me había hecho muy amiga de Olivia y de otros miembros, sobre todo de los guerreros y de algunas de sus compañeras.
La gente parecía respetarme desde que derribé a Kenton.
Pensar en ello me hizo reír. Agradecí que no me hubiera molestado desde entonces, y Bell se sintió aliviada.
Algunos de los otros guerreros incluso me habían dejado entrenar con ellos. Sentí que me habían acogido muy bien, y no me lo esperaba.
Pero seguía pareciendo que faltaba algo. Aún no había sido capaz de descifrar el qué, y me estaba empezando a molestar. Tampoco había dormido bien desde que llegué.
Algo le pasaba a mi loba y no conseguía averiguar qué era.
Bell había estado callada, y yo no podía soportarlo. A veces se portaba mal, pero no era tan habladora como antes de dejar mi antigua manada. Seguí tratando de llegar a ella, pero no obtuve nada a cambio.
―Estella ―Me miró Kenton mientras entraba en la manada. Puse los ojos en blanco y lo ignoré mientras me dirigía a la cocina.
En ese momento me dirigía a hablar con algunos de los guerreros para ver si podía entrenar con ellos hoy.
―¡Ed! ¡Tess! ―grité mientras caminaba hacia ellos después de encontrarlos en la cocina.
―¡Hola! ―dijo Tess, dándome un abrazo, y Ed me saludó con una sonrisa.
Ed es uno de los guerreros que también está pensando en presentarse al puesto de tercero al mando. Tess y Ed tienen más o menos mi edad y son compañeros. Me he hecho muy amiga de ellos, lo que me ha sorprendido.
―¿Vas a entrenar hoy con nosotros? ―preguntó Robin, acercándose a nosotros.
Robin también tiene mi edad y es el hermano gemelo de Tess. Se parecían, pero eran completamente opuestos. Era divertidísimo ver cómo se comunicaban entre ellos.
―Supongo ―Me encogí de hombros con una sonrisa.
―Buenos días ―dijo Beta Levi mientras se acercaba a nosotros―. ¿De qué habláis?
―Estella entrena hoy con nosotros ―dijo Robin con una sonrisa.
Me di cuenta de que estaba ligeramente enamorado de mí, pero era tan dulce que decidí no decir nada.
―Suena divertido ―Beta Levi sonrió.
―Estella ―Olivia me agarró y tiró de mí. Me arrastró hasta el tercer piso antes de soltarme.
―¡Necesito tu ayuda! ―dijo, tirando de mí hacia Beta Levi y su habitación.
―¿Con qué? ―pregunté, preocupada. Parecía un poco angustiada y no entendía lo que estaba pasando.
―Levi y yo vamos a salir esta noche. Necesito tu ayuda para elegir un conjunto ―dijo mientras empezaba a rebuscar en su armario. Casi suspiré aliviada cuando me di cuenta de que no era nada grave.
Me reí de sus frenéticos movimientos. Me había contado que, desde que el Alfa se había ido, Levi no había estado tan atento a sus necesidades, y ella no sabía qué hacer.
Levi era su primera relación, y parecía que todavía se ponía tímida y nerviosa cuando estaba con él, aunque les pasaba a ambos cuando estaban cerca el uno del otro. Era adorable, por no decir otra cosa.
―Cálmate ―le dije, mirando la ropa que ya me había tirado.
―¿Qué tiene esto de malo? ―pregunté, levantando un vestido rojo.
―No lo sé ―dijo, mirándolo fijamente.
Olivia era muy joven, acababa de cumplir diecinueve años. No tenía a su madre ni a su padre cerca para preguntarles por ese tipo de cosas, y me alegré de poder ayudarla.
Su hermana y el resto de su familia estaban en su antigua manada. Su padre era el Alfa de Monte Cameron.
―¿Qué tiene de malo? ―le pregunté.
―Es que no sé. No me gusta ese vestido ―Suspiró.
―¿Por qué no? El color es perfecto para ti, y estoy segura de que te quedará sexy ―dije, lanzándole el vestido.
―¿Estás segura? ―preguntó ella.
―¡Sí! ―grité―. Confía en mí. Sé lo que les gusta a los hombres ―Le guiñé un ojo.
―Vale ―Sonrió suavemente, colgando de nuevo el vestido.
―¿Vendrás a ayudarme a vestirme más tarde? ―me preguntó, poniéndome ojitos de cachorrito.
Me sentí como si fuera la hermana pequeña que nunca tuve.
―¡Por supuesto! ―Sonreí antes de darle un abrazo.
―Gracias ―Sonrió y me devolvió el abrazo.
―Levi te está buscando ―dijo, tirando de mí escaleras abajo. Siempre me arrastraba por toda la casa, y ni la manada ni yo parecíamos impedir que lo hiciera.
―Ahí estás ―dijo Robin con una sonrisa―. ¡Beta Levi dijo que es hora de entrenar! ―Sonrió. Siempreestaba emocionado por algo, y parecía contagiármelo.
―¡Vamos a entrenar! ―grité antes de salir con él de la casa de la manada tras despedirme de Olivia.
***
―Maldita sea ―dijo Ed mientras recuperaba el aliento―. ¡Después de que el Alfa vea lo que puedes hacer, no podrá echarte!
―Eso espero ―Sonreí y aparté la mirada. Aún no estaba segura de lo que quería hacer, pero sabía que tenía que averiguarlo antes de que llegara el Alfa.
―¿Te gusta estar aquí? ―preguntó Robin, captando mi atención.
―Sí ―Me encogí de hombros, mirando entre él y Ed.
―Eso no ha sido muy convincente ―dijo Beta Levi, acercándose a nosotros con Kenton detrás.
―Quiero decir, no me gustó tener que dejar mi antigua manada, pero aquí estoy. Me ha gustado mucho conocer a todo el mundo, pero no sé ―Suspiré.
―¿De qué no estás segura? ―preguntó Ed. Ed era muy bueno leyendo a la gente, y yo sabía que sería una buena habilidad si acababa siendo el tercero al mando.
Si de mí dependiera, ni siquiera cabría ninguna duda entre él y Kenton.
―Mi loba… ―dije, pasándome las manos por mi largo pelo castaño―. Ha estado inquieta, y no sé por qué y no lo entiendo ―dije.
Rápidamente aprendí que llevar camisetas escotadas cerca de los chicos, especialmente de los que no estaban emparejados, era una mala idea.
No podían concentrarse durante el entrenamiento y, aunque era más fácil ponerlos en el suelo más rápidamente, no me ayudaba a mejorar mis habilidades.
En mi antigua manada, nadie se molestaba en mirarme, sobre todo porque yo era la hija del Alfa y él los mataría. También pensé que Beta Ryan amenazó a más de uno si me miraban.
Siempre me estaba protegiendo de alguien o de algo.
―Bueno, esperemos que todo se solucione ―dijo Robin con una sonrisa comprensiva.
―Sí ―Suspiré.
Ed asintió y miró hacia otro lado, aunque parecía que quería decir algo más. Beta Levi me miró con una expresión extraña, como si supiera algo que yo ignoraba, pero no lo cuestioné.
―Tengo que ir a por Olivia. Gracias por invitarme al entrenamiento de hoy ―dije, despidiéndome de ellos antes de correr hacia la casa de la manada.
―¡Ahí estás! ―Tess dijo mientras bajaba las escaleras―. Olivia está flipando.
Subí corriendo las escaleras y me encontré con Olivia caminando de un lado a otro por la habitación.
Era adorable que estuviera tan nerviosa por su cita con Beta Levi. Envidiaba esa parte de tener un compañero.
A veces era difícil estar cerca de ellos y de otras parejas porque eran felices y tenían a su media naranja. Yo no la tenía.
Olivia se relajó al verme y yo le sonreí.
―Me he duchado y no sé qué hacer con el pelo y el maquillaje ―soltó agarrándome las manos.
―Está bien ―le dije, tratando de calmarla―. ¿Qué tal si te rizamos el pelo y hacemos algo natural con el maquillaje?
―De acuerdo ―Ella asintió.
Tess y yo la ayudamos a prepararse.
Olivia tenía el pelo largo y castaño rojizo, que era ondulado por naturaleza, así que añadir rizos creaba más volumen.
Sabía, por la forma en que Beta Levi la miraba que, a sus ojos, era la más guapa, pasara lo que pasara, así que mantenerla lo más natural posible me pareció adecuado.
―Guau ―dijo, mirándose en el espejo cuando terminamos de arreglarle el look.
Llevaba el pelo suelto y rizado y solo un poco de maquillaje para que se vieran sus rasgos naturales.
El vestido rojo le llegaba justo por encima de las rodillas. Le ceñía el torso, pero le quedaba suelto y le caía por la cintura.
―Estás perfecta ―dijimos Tess y yo al mismo tiempo y luego nos reímos la una de la otra.
―Estoy muy nerviosa. No hemos salido desde que Alfa se fue hace casi dos semanas y Levi no ha hecho más que estar estresado todo el tiempo; realmente quiero que esta noche salga perfecta ―explicó, caminando hacia nosotras.
―Será perfecto ―Sonreí con seguridad.
Oímos que llamaban a la puerta y Tess fue a abrir. Beta Levi se quedó allí de pie buscando a Olivia.
―Buenas noches ―gritamos Tess y yo mientras bajábamos juntas las escaleras.
Beta Levi no fue capaz de apartar los ojos de Olivia en cuanto la vio.
―Estella ―dijo Kenton, bloqueando mi camino.
Se paró en el último escalón con los brazos cruzados sobre el pecho. Tenía una mirada decidida que no me gustó nada.
―¡Hasta luego! ―Tess gritó antes de salir corriendo a buscar a Ed.
Quise pedirle que me esperara, pero decidí que era inútil.
―¿Qué? ―pregunté una vez que llegué al final de las escaleras. Mi loba se agitó como queriendo decir que estaba enfadada.
―Esta noche mando yo ―Sonrió.
No me creí ni una pizca de lo que decía, pero ignoré el impulso de decir algo.
―¿Y? ―Puse los ojos en blanco.
―Ven conmigo ―me dijo, agarrándome del brazo y arrastrándome por la puerta trasera de la casa de la manada hacia el bosque.
Me aparté de su agarre. No quería estar a solas con él. No me fiaba de él y me sentía muy incómoda a su lado, sobre todo ahora.
Bell me arañaba desde dentro hacia fuera, y no entendía por qué.
―Sígueme ―me dijo, mirándome con una sonrisa.
No sabía exactamente lo que sentía por él, pero le seguí de todos modos. Iba en la misma dirección en la que Bell parecía empujarme.
Siguió caminando hacia la línea de árboles y continuó unos metros más hasta que nos sumergimos en el bosque.
Bell gemía en mi cabeza y seguía rascándose. Algo... se acercaba.
―Aquí ―Se dio la vuelta y me agarró de la cintura mientras me empujaba contra un árbol.
Bell gruñó, pero la impresión me hizo callar.