Escapando del multimillonario - Portada del libro

Escapando del multimillonario

Kimi L. Davis

Capítulo 6

Llamé al timbre de la casa de mi prima Ingrid. La puerta se abrió un minuto después.

Estaba sorprendida. Para evitar que el Sr. Benson me encontrara, no le dije a Ingrid que iría de visita.

—Ha... ¿Hailey? Oh, Dios mío, ¿qué haces aquí? —dijo mientras me abrazaba con una fuerza que dificultaba mi respiración.

—Yo también me alegro de verte, prima —dije.

Me soltó y me miró de arriba abajo. —No lo entiendo. ¿Qué haces aquí? No llamaste, no mandaste mensaje… —dijo con un tono cauteloso. No la culpaba. Si se presentara en mi puerta de improviso, yo también sospecharía.

—¿Puedo pasar? Te lo contaré todo—dije.

—Oh, sí, por favor, pasa —empujó la puerta y me hizo pasar.

Dejé las maletas junto a la puerta y me dirigí al salón. Me tumbé en el sofá y suspiré profundamente. Por fin estoy lejos del señor Benson. No se le ocurrirá buscarme aquí. Buen trabajo, Hailey.

Ingrid trajo aperitivos y bebidas y se sentó a mi lado en el sofá. —Me gustaría ser una amable anfitriona y dejarte descansar pero tengo demasiada curiosidad, esto no es propio de ti. Así que empieza a hablar, señora—me exigió Ingrid, sin dejarme otra opción que contárselo todo. Y así lo hice.

Le conté sobre la adquisición de la empresa, del Sr. Benson y su comportamiento controlador, y el cosquilleo que me producía su contacto. Incluso le dije que esperaba que estar tan lejos hiciera que el Sr. Benson me dejara por fin en paz.

Ingrid me miró como si fuera un extraterrestre. —¿Tú... viniste aquí para esconderte de tu jefe? ¿El jefe que te hizo sentir viva por primera vez en tu vida? ¿El que hizo que tu corazón se acelere y tu estómago se llene de mariposas? ¿Ese es el jefe del que te escondes?—preguntó Ingrid con los ojos muy abiertos.

Asentí, confundida por lo que quería decir.

—¡Idiota! No se huye de la gente así. Sentimientos así son tan raros. Te aferras a esas personas con todo lo que tienes. Huiste de una oportunidad única en la vida, mujer estúpida —chilló.

¿Qué demonios? ¡No ella también! Pensé que me apoyaría.

Ingrid, el hombre es peligroso. Es tan poderoso que puede destruirme con un chasquido de dedos. Y no me refiero solo a mi corazón. Es tan rico que puede destruir mi vida entera. Vine aquí para evitar el peligro que lo rodea. Perdóname, pero no me gustan las lágrimas ni la sangre —espeté.

—No me des esa excusa, Hailey. No me vengas con que has venido aquí para «evitar el peligro». No has pasado suficiente tiempo con él como para saber si es peligroso. Oíste algunos rumores, te asustaste de los intensos sentimientos de lujuria que provoca en ti, y huiste. Y no voy a tolerarlo —dijo.

Resoplé y me crucé de brazos. —No entiendes..

—Oh, lo entiendo perfectamente, pero no lo toleraré. Usted, señorita, no se quedará aquí más de una semana. Volverá a Nueva York y le dará una oportunidad a este hombre. No aceptaré un no por respuesta —dijo Ingrid a los gritos.

Me levanté del sofá, con las emociones a flor de piel. —¿Sabes qué, Ingrid? Que te den. Pensé que mi prima me recibiría con los brazos abiertos, ofreciéndome un lugar donde pudiera volver a comenzar. Pero no. Quieres que vuelva con el hombre que me acosó, me amenazó y me hará la vida imposible. Pensé que eras mi familia, pero no, eres peor que un extraño. No te preocupes, saldré de aquí en un par de días.

Entré furiosa en el dormitorio de invitados y cerré la puerta de un portazo antes de ponerme a llorar hasta quedarme dormida.

***

A la mañana siguiente, me desperté pensando en el señor Benson. ¿Tenía razón Ingrid? ¿Me precipité al descartarlo?¿Me precipité al rechazar mis crecientes sentimientos? Pensé brevemente en él yendo a la oficina esta mañana y no encontrándome allí como me había ordenado. ¿Era esa la decisión correcta? ¿Realmente quería librarme de él para siempre?

Suspiré. No iba a encontrar las respuestas tumbada en la cama y mirando al techo. Salí de la cama y me vestí con unos vaqueros ajustados y un top amarillo brillante. Fui a la cocina en busca de Ingrid, pensando que debía disculparme, pero estaba silenciosa y vacía. Hmm, supongo que Ingrid no está en casa.

Después de buscar en la nevera y en los armarios y no encontrar nada para comer, decidí ir a la tienda de la esquina a buscar algo para desayunar.

Salí de la tienda pensando en cuánto tiempo me quedaría en Canadá y qué haría después, tan ensimismada que me sobresalté cuando una Range Rover negra se cruzó en mi camino y se detuvo justo delante de mí. Me sorprendí tanto que se me cayó la bolsa con la compra.

La puerta trasera se abrió y tragué saliva cuando el señor Benson salió del vehículo. Su traje negro se ajustaba a su cuerpo como si estuviera hecho para él. Y, al pensarlo, me di cuenta de que probablemente lo estaba. Sus músculos sobresalían bajo la chaqueta del traje y tuve que apretar el puño para no abanicarme.

—Hola, Srta. Pritchett—dijo mientras sus ojos recorrían mi cuerpo.

Suspiré con frustración.

—Sr. Benson —murmuré. Maldita sea. Me ha pillado.

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