Alfa y Luna 3: Su Luna encantada - Portada del libro

Alfa y Luna 3: Su Luna encantada

Skylar Greene

Capítulo 2

JAXON

Hoy era nuestro decimoctavo cumpleaños. Me desperté sonriendo, a pesar de saber que hoy no conocería a mi pareja. Me topé con Daniella en el pasillo, su cara se iluminó con una sonrisa tan amplia como la mía.

―Feliz cumpleaños, hermanita ―la saludé, recordándole nuestra diminuta diferencia de edad.

Nuestra familia estaba reunida en la cocina, esperando para celebrarlo con nosotros. Nos cantaron el cumpleaños feliz y nos colmaron de regalos. Apreciaba estos momentos, la cercanía de nuestra familia. Cuando Daniella y yo descubrimos a nuestros lobos con dieciséis años, le pedí que dirigiera la manada conmigo cuando papá pasara el relevo.

Ella se negó, diciendo que no quería ser Alfa. Dijo que era mi derecho de nacimiento, y que prefería trabajar en el hospital. A veces, egoístamente, deseaba que encontrara a su pareja dentro de nuestra manada, para que no tuviera que irse. Pero sabía que estaba destinada a cosas más grandes, aunque no fueran dentro de nuestra manada.

Papá me dio un juego de llaves y me encontré con un Jeep negro esperándome fuera. Jace, Jake Jr., Lucas y Mason subieron a mi nuevo coche y seguimos a Daniella y a las chicas a nuestro restaurante favorito de la ciudad. Nos sentamos en la mesa en la que solíamos sentarnos y discutimos los planes para la fiesta que teníamos esta noche.

Daniella y las chicas estaban enfrascadas en una conversación sobre compras. Rápidamente me vinculé mentalmente a Daniella, haciéndole saber que yo no me uniría a ellas. Acto seguido, Dakota empezó a rogarme que fuera con ellas de compras. Lo raro fue que Daniella no había mencionado todavía que yo no iría.

Daniella me vinculó mentalmente.

―No dije nada en voz alta. ¿Cómo pudo oírme? Mamá y papá dijeron que solo podríamos vincularlos mentalmente cuando ellos también tuvieran a sus lobos; para eso aún faltan tres años.

Agarré a Dakota del brazo y la llevé fuera, con Jace y Daniella siguiéndola de cerca. ―¿Escuchaste a Dani en tu cabeza? ―le pregunté.

Dakota asintió con la cabeza, lo que provocó un grito ahogado de Jace. Intenté conectarla mentalmente, pero no funcionó.

―¿Puedes oírme en tu cabeza? ―Negó con la cabeza y me volví hacia Daniella, con los ojos muy abiertos. Debía de ser parte de los dones de los que hablaban Shadow y Skye.

―Esto es raro… ―murmuró Jace.

―Ya sé que es raro, Jace. ―Asentí. Los tres se me quedaron mirando cuando Jace preguntó:

―¿Cómo sabes que he dicho que era raro?

―Uh oh.

Ignoré el comentario de Shadow, necesitaba averiguar por qué mis hermanos actuaban como si no hubieran oído a Jace decir que era raro.

―Acabas de decir que es raro ―le recordé.

―No, lo pensé, pero nunca lo dije. ¿Acabas de leerme la mente? ―Todos se me quedaron mirando, atónitos.

―Shadow, ¿qué está pasando? ¿Acabo de leerle la mente a Jace? ¿Es uno de los dones de los que hablabas? ¿Puedo leer la mente de otras personas? ―Skye se acercó a Shadow y abrió el enlace mental para que Daniella y yo escucháramos. Siempre han sido capaces de comunicarse entre ellos, incluso cuando Daniella y yo no lo fomentábamos.

―Hay cosas que aún no hemos hablado con vosotros, y creo que debemos hacerlo cuando estén mamá y papá ―dijo Skye y Shadow estuvo de acuerdo.

―Volvamos a casa entonces.

Sus palabras me pusieron nervioso. ¿Qué era tan importante que necesitábamos discutir en familia? Les dijimos a nuestros amigos que teníamos que volver a casa. Las chicas parecían decepcionadas, pero volvieron a subir al coche con Daniella. Los chicos no dijeron nada, lo cual agradecí. Necesitaba tiempo para pensar.

Intenté hacerme a la idea de todo lo que estaba ocurriendo. Hasta ahora, sabía que tenía premoniciones y que podía leer la mente. Estas no eran habilidades normales para los lobos. Sabíamos que nuestra madre había sido bendecida por la Diosa con premoniciones y la capacidad de leer auras malignas, pero la idea de que nosotros también tuviéramos dones era sorprendente. Siempre había pensado que mamá había recibido esos dones porque era una humana apareada con un lobo Alfa, pero ahora no estaba tan seguro.

Cuando llegamos a casa, mamá ya estaba pendiente. Siempre parecía saber cuándo algo nos preocupaba. Papá se acomodó en su silla, con mamá en su regazo. Siempre se sentaban así. Me pregunté si, cuando encontrara a mi compañera, a mí también me gustaría que se sentara en mi regazo todo el tiempo.

Papá nos preguntó qué había pasado, mientras mamá parecía asustada. Ella nunca parecía asustada. La miré y entonces oí lo que pensaba:

―Vanessa dijo que eran especiales y que tenían dones, ¿y si tenía razón?

―Shadow, ¿de qué está hablando mamá?

―Deberías preguntarle a ella.

A veces, Shadow no era de mucha ayuda. Noté cómo se burlaba un poco de mí, pero hice lo que me sugirió.

―Mamá, ¿por qué estás pensando en la tía Vanessa otra vez? ¿De qué dones hablaba?

Mamá exhaló temblorosamente, mientras papá la abrazaba con más fuerza.

―Tranquilo, cariño, todo saldrá bien ―dijo papá.

Odiaba ver a mamá así. Si estaba así de alterada, ¿podrían ser nuestros dones algo malo?

―Vanessa nos ha estado llamando con más frecuencia desde que os transformasteis. Cuando conoció a vuestra madre, ya en aquel entonces dijo que erais especiales, pero no profundizamos en lo que quería decir. Ella mencionó que podríais tener dones. Vuestra madre también tenía un don cuando se quedó embarazada. Que tuviera ese don nos ayudó a prepararnos para su secuestro, pero también le pasó factura. No quiere que paséis por lo mismo que ella ―explicó papá.

La historia del secuestro de mamá por los miembros de su propia manada y un acosador era la peor historia que habíamos oído nunca. Nos contaron la historia después de nuestra primera transformación. Fue un momento terrible para mamá y papá, pero lo superaron y nos tuvieron poco después.

―¿Qué pasó hoy? ―preguntó mamá. Jace explicó que Dani los había vinculado mentalmente en la cafetería, pero que ellos no habían podido volver a vincularla. Daniella añadió que, aunque yo no podía vincular mentalmente a nuestros hermanos, podía leer sus mentes. Estaba a punto de contarle a mamá lo de mi premonición, pero me callé.

No quería que mamá supiera que yo también tenía premoniciones. Ese don le había pasado factura y no quería que se preocupara de que yo también lo tuviera. Mamá dejó el regazo de papá y se arrodilló frente a mí. Me cogió la cara con las manos.

―¿Qué más puedes hacer? No me gusta que nos ocultéis cosas. Intentamos ser abiertos y sinceros con vosotros, y esperamos lo mismo de vosotros. Ayer me di cuenta de que algo os preocupaba, pero confiaba en que, si era importante, nos lo contaríais a vuestro padre y a mí. ―Tenía razón. Eran abiertos y honestos con nosotros, y esperaban lo mismo de nosotros.

―Sé que no encontraré a mi pareja pronto. Solo la encontraré cuando esté listo para tomar el control de la manada. Tuve un sueño que me lo mostró. ―No pasé por alto la mirada de mamá ni su aguda respiración cuando mencioné el sueño. Por eso no quería que lo supiera. Ahora se preocuparía aún más por mí.

Escuchamos cómo papá hablaba de que teníamos habilidades especiales que otros lobos no tenían, y cómo debíamos ser discretos con esto por el momento. Preguntó qué habían dicho Shadow y Skye sobre nuestros dones. Daniella dijo que Skye había estado callada últimamente. Les conté que Shadow me había dicho que habíamos sido bendecidos con dones, pero no especificó cuáles eran. Dijo que el sueño era uno de nuestros dones, así que sabía que el que había tenido se haría realidad.

Mamá se sentó en silencio mientras hablábamos. Odiaba ver cómo parecía apagarse después de que le contara mi premonición. Papá nos dijo que no usáramos demasiado nuestros dones porque no sabíamos si tendrían algún efecto sobre nosotros. Mientras él seguía hablando, yo intentaba escuchar de nuevo los pensamientos de mamá.

Estaba preocupada por nosotros y por nuestros dones. Estaba ansiosa por que la tía Vanessa viniera y nos ayudara a entenderlos.

―Mamá está muy triste.

―Lo sé, Shadow, y siento que todo es culpa mía. Si no tuviera el don de la premonición, ella no estaría tan triste ahora.

―No es tu culpa, Jax. Simplemente fuimos bendecidos por la Diosa de la Luna. Lo que mamá ve como una maldición podría ser una bendición para nosotros. ―Antes de que pudiera responder a Shadow, Dani nos enlazó mentalmente para que le diéramos un abrazo a mamá.

Todos saltamos y la abrazamos con fuerza.

Mamá insistió en que estaba bien, pero todos sabíamos que no era así. Se excusó para llamar a Vanessa y asegurarse de que todo estuviera listo para la fiesta de esta noche. Entonces, Papá se giró hacia mí.

―Le leíste la mente, ¿verdad, Jaxon?

Asentí, le dije que sabía lo preocupada que estaba por nosotros.

―Tu madre siempre ha sido una mujer fuerte. Sus premoniciones eran aterradoras y la hacían cuestionarse su propia fuerza. No puedo ni imaginar lo duro que debe de ser revivir tu peor pesadilla, sobre todo teniendo un hijo.

»Ha estado evitando pensar en esa época. Por eso, saber que tenéis esos dones le trae recuerdos que preferiría olvidar. No quiere que experimentéis lo que ella pasó.

»Pero estará bien. Disfruta de tu cumpleaños hoy y no te estreses por nada.

Papá me tranquilizó antes de ir a buscar a mamá a su habitación.

Más tarde, mientras todos descansábamos en nuestras habitaciones, sentí una repentina oleada de angustia que venía de Skye y Daniella. Corrí a su habitación, cruzándome con Jace por el camino.

A pesar de que Jace y Dakota eran cinco años más jóvenes, todos parecíamos compartir una conexión emocional. Sin embargo, Daniella y yo teníamos un vínculo más profundo, probablemente porque éramos gemelos y nuestros lobos también lo eran.

Le pregunté a Daniella qué le pasaba, pero se limitó a señalar a Dakota. Dakota me confesó que unos imbéciles de su colegio se burlaban de ella por parecer un chico.

Estaba pensando en cambiar su forma de vestir por culpa de ellos. Sentí un gruñido retumbar en mi pecho y mi aura Alfa se encendió.

―Dame nombres. ―Dakota se estremeció, y rápidamente traté de suprimir mi aura.

Entonces me di cuenta de que Dakota sentía algo por el tipo que estaba siendo un idiota con ella. Cogí a Jace y salimos de la habitación de Daniella, no sin antes decirle a Dakota que aún quería esos nombres.

Aunque ya éramos mayores, seguía siendo protector con mis hermanos. Sabía que Dani hablaría con ella sobre ese chico y me pondría al corriente más tarde.

―¿Qué te pasa con tu aura? ―me preguntó Jace cuando llegamos a mi habitación. Me encogí de hombros.

―No lo sé. ―La verdad es que no lo sabía; nunca había sido tan intensa.

―Quizá sea porque hoy has cumplido dieciocho años ―sugirió.

―Sí… Podría ser eso. Si sigue haciéndose más fuerte, superará a la de papá. Aunque no hay ninguna más fuerte que la suya. Bueno, quizá la del Rey, pero el aura de ningún Alfa supera a la de papá.

Tenía razón. El aura de papá era la más poderosa entre todos los lobos Alfa. Era tan potente que incluso los Ancianos se inclinaban ante él, un respeto normalmente reservado para el Rey.

Me pregunté si mi aura superaría alguna vez a la de papá.

Cuando terminé de hablar con Jace, decidí prepararme para la fiesta. Aunque sabía que no encontraría a mi pareja esta noche, quería tener buen aspecto.

Me puse un traje negro entallado y me cepillé el pelo antes de encontrarme con Daniella en el pasillo. Por la forma en que iba vestida, me di cuenta de que esperaba encontrar a su pareja hoy.

Nos dirigimos al jardín, donde la fiesta estaba en pleno apogeo. Nuestros padres nos presentaron, y no pasó mucho tiempo antes de que un enjambre de hijos de Alfas se nos acercara, esperando que fuéramos sus respectivos compañeros.

Por suerte, me había entrenado para controlar mis emociones, porque la forma en que algunas de las chicas se lanzaban sobre mí era irritante. Sus pensamientos empezaron a invadir mi mente, provocándome dolor de cabeza. Algunas fantaseaban con aparearse con un apuesto Alfa, mientras que otras me hacían cuestionar su cordura.

«Es tan guapo. Despertar con esa cara cada día sería un sueño». «Ojalá fuera mi compañero, así nuestros hijos serían preciosos». «Tal vez si me acuesto con él, me elija como su pareja». «Rechazaría a mi pareja por él sin pensarlo». «Me pregunto si sabe que estoy embarazada. Si me acuesto con él, podría decir que el bebé es suyo. Mi padre me matará cuando se entere».

―Shadow, ¿cómo puedo bloquear estos pensamientos? Ya no los soporto.

La cabeza me latía con fuerza y me fui a la casa de la manada para calmar mi mente.

―Podemos intentar lo que hicimos cuando aprendimos por primera vez a enlazar mentalmente. Centrarnos en crear un bloqueo mental para solo oír los pensamientos de la gente que queramos.

Hice lo que me sugirió Shadow: intenté levantar una barrera mental para bloquear los pensamientos circundantes. Al cabo de unos minutos, todo quedó en silencio y me di cuenta de que había funcionado.

―Buen trabajo, Jax. Yo también te ayudaré con el bloqueo mental, ya que este don aún es nuevo para nosotros. Una vez que le cojamos el truco, ya no necesitaremos bloquear los pensamientos.

Volví a la fiesta, notando la expresión aliviada de Daniella cuando me vio. Estaba rodeada de chicos que intentaban sacarla a bailar.

Dejé salir un poco de mi aura mientras me acercaba a ella. El público se sorprendió al ver que me acercaba a Dani.

La multitud que la rodeaba se dispersó, haciéndome sonreír.

―Gracias a Dios. Empezaban a ponerme de los nervios ―me dijo. Me reí cuando Dakota y Jace se unieron a nosotros.

Pasamos el resto de la fiesta con nuestros amigos, haciendo todo lo posible por no quedarnos a solas con aquellos interesados que solo querían que los eligiéramos como compañeros.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea