La segunda oportunidad del rey Alfa - Portada del libro

La segunda oportunidad del rey Alfa

Skylar Greene

Capítulo 6

FREYA

Nunca había estado en el reino de los hombres lobo, pero es precioso y grande. A pesar de lo enorme que es mi casa, todas las casas por las que hemos pasado parecen más grandes, y me pregunto cómo será la casa de la manada de Jasper.

Recuerdo que mi madre me contaba que cada comunidad de hombres lobo tiene una manada. Imagino que la manada del rey Ezra será enorme, ya que su comunidad tiene más hombres lobo que cualquier otra manada normal.

Después de atravesar un pueblo lleno de tiendas, que tendré que visitar cuando me instale, llegamos a una magnífica mansión en la que parece que cabrían varias casas. A ambos lados hay muchas casas normales para los miembros de la comunidad, tal y como me explicó mi madre.

El conductor aparca el coche y Jasper me coge de la mano mientras la gente empieza a salir de la casa de la manada. Se dirigen al otro vehículo para deshacer el equipaje y nosotros salimos, con la señorita Greta detrás nuestro.

Mientras Jasper nos lleva a la casa de la manada, no puedo evitar detenerme a admirar lo que me rodea. Justo en medio del alto techo hay una araña de cristal que ilumina todo el pasillo. En el salón hay un sofá enorme y un cuadro del lobo negro más grande que he visto nunca.

Me hipnotizan los vibrantes ojos verdes del lobo, la forma en que se pone a cuatro patas con una mirada feroz. Hay algo en la imagen que me atrae, aunque me doy cuenta de que la señorita Greta parece tenerle miedo.

Jasper nos indica que le sigamos escaleras arriba, rompiendo mi ensoñación. Cuando llegamos al segundo piso, le indica a la señorita Greta su habitación, y luego seguimos hasta el tercer piso, donde me dirige a la suya. Huele a él, pero también percibo el leve aroma de una mujer, y mi nariz se levanta.

Me doy cuenta de que mi equipaje aún no está aquí, y me alegro.

―¿Qué pasa, Freya? ―pregunta el príncipe.

―Hay que limpiar tu habitación ―Mira a su alrededor, claramente desconcertado―. Tu habitación está impecable, pero hay otro olor aquí que no es el tuyo.

Jasper olfatea y abre los ojos. Entonces me doy cuenta de que debe de estar acostumbrado a este olor si no lo ha notado, y la expresión de culpabilidad de su cara no hace más que confirmarlo.

―Me quedaré en otra habitación ―digo mientras me doy la vuelta y salgo de su cuarto.

Los rumores siempre decían que el príncipe Jasper nunca repetía con la misma mujer más de dos veces, pero ahora sé que es mentira. Esta mujer se quedó con él en su habitación. Y han pasado tanto tiempo juntos que ni siquiera se ha dado cuenta de que su olor aún permanece en su habitación.

Me sigue fuera.

―Freya ―empieza.

Sacudo la cabeza.

―No pasa nada, Jasper. Acabamos de conocernos, y estoy segura de que estuviste con otras antes de conocerme. Pero creo que es mejor que nos quedemos en habitaciones separadas por ahora.

Me coge de la mano, tira de mí hacia él y me rodea con sus brazos en un fuerte abrazo.

―¿Te quedarás al menos en este piso conmigo?

Asiento con la cabeza y él suelta un suspiro de alivio. Luego me apoya la barbilla en la cabeza.

―Antes de que se me olvide, la cuarta planta está prohibida. Mi hermano se aloja allí y no le gusta que la gente suba.

Vuelvo a asentir. Por lo que he oído, a mi tampoco me apetece estar cerca del rey Ezra.

***

Después de instalarme en la habitación opuesta a la de Jasper, bajo a buscar a la señorita Greta. Toco dos veces a la puerta y me abre.

―¿Cómo te estás adaptando? ―le pregunto.

Me hace un gesto para que tome asiento en la mesa de su habitación.

―Muy bien, señorita Freya. ¿Y tú?

Hago una mueca ante su pregunta y ella se da cuenta.

―¿Qué te pasa? ―pregunta.

Respiro hondo. Siempre he podido contarle cualquier cosa a la señorita Greta; ésa es una de las razones por las que le pedí que viniera conmigo. Eso, y que quería ver una cara conocida en este territorio desconocido.

―Tenía el olor de otra mujer en su habitación ―Me estremezco―. Olía a ellos dos juntos.

Estoy avergonzada. Dejé mi reino y mi hogar por Jasper, y ya tengo problemas con él.

La señorita Greta se muerde los labios.

―No puedo creer que hiciera eso. Debería haberlo sabido―. ¿Dónde te vas a quedar? Puedes quedarte en mi habitación conmigo, o podemos volver a casa.

Sabe exactamente qué decir para hacerme sentir mejor.

―Me alojaré en una habitación de invitados en el tercer piso ―respondo―. Sabía que no era virgen, solo que no pensaba que dejara dormir a otras mujeres alojadas en su habitación con él.

La señorita Greta hace un gesto pero no responde.

―Por cierto ―añado―, no se nos permite entrar en la cuarta planta. Allí reside el rey.

Los ojos de mi madrina se abren de par en par, pero lo disimula rápidamente y pasamos las siguientes horas hablando. Nuestra conversación solo se interrumpe cuando alguien llama a su puerta para decirnos que la cena está a punto de servirse.

La señorita Greta y yo seguimos al criado hasta el comedor, donde veo a varias personas sentadas, a ninguna de las cuales reconozco, ya que Jasper aún no me ha presentado a nadie. Sin saber qué hacer, echo un vistazo a la sala, que hace que la de mi casa parezca un cuarto de niños.

Al cabo de unos minutos, Jasper entra y mira a su alrededor, supongo que buscándome. Antes de que pueda fijarme en él, una chica rubia y pechugona pasa corriendo a mi lado y capto su olor. El mismo que había en su habitación.

La muchacha corre hacia el príncipe y salta a sus brazos. Le besa en los labios, y él le rodea la cintura con los brazos y se lo devuelve.

***

Después de ver a Jasper besar a esa chica en el comedor, corro a la habitación de la señorita Greta. No me sorprende que mi madrina me siga, pero sí que mi compañero no lo haga.

«Supongo que esa chica significa más para él que yo».

Lupa aúlla en mi mente.

―Vamos a matarla, Freya. Está besando a mi compañero.

―Lupa, él también la estaba besando. No es su responsabilidad frenarlo. Él debería frenarla... Él debería querer detenerla.

Mi loba gimotea, dolida porque yo estoy dolida. Después de todo, sentimos el dolor de la otra.

No puedo creer que decidiera darle otra oportunidad a Jasper después del fiasco con Penélope. No puedo creer que besara a otra chica delante de mí. La chica a la que huele su habitación.

Cuando llegamos a su habitación, la señorita Greta me frota la espalda mientras lloro. En un momento dado, me pregunta si debería llamar a mi padre, pero se lo prohíbo. Sé que tiene buenas intenciones, pero no quiero preocuparle. Me dio la opción de quedarme en casa y, tontamente, elegí a mi compañero. El hombre que no me ha traído más que dolor.

Jasper no aparece en la puerta de la señorita Greta hasta que mis llantos se han convertido en mocos. Afortunadamente, sin que yo diga nada, ella se niega a dejarle entrar. Suplica verme, pero no puedo soportar la idea de mirarlo ahora.

Al cabo de una hora o más, la señorita Greta consigue por fin que el príncipe nos deje solas. Agotada, mi madrina se acomoda en su cama para dormir, pero yo no puedo. No puedo dejar de pensar en Jasper y en esa chica juntos.

Al poco rato, siento un dolor agudo en el pecho y sé que se están besando de nuevo.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea