Entremedias - Portada del libro

Entremedias

Cristina C.

Capítulo 4

LAURIE

―Eh, ¿qué pasa? Pareces nerviosa ―dijo Macy frunciendo el ceño.

―No, es que hay un hombre mirándome y no sé cómo comportarme ―le dije mientras jugaba con mi pelo.

―Está ahí de pie en la barra; ¿te das cuenta? Lleva un traje gris oscuro con camisa de vestir blanca y corbata negra ―le dije un poco dubitativa.

―Sí, creo que me doy cuenta. Oh, espera, no. ¿Es un hombre mayor? ¿Le veo canas? ―Se rio burlonamente.

―No, estoy bastante segura de que el hombre no tenía canas. Tiene el pelo castaño oscuro, peinado hacia atrás ―le dije.

―Vaya, sabes describirlo muy bien ―Ella soltó una risita.

―Oh, cállate ―Me reí.

―No, no veo a nadie mirándote. Miradas al azar, sí, pero nadie te está mirando en este momento, así que ya puedes relajarte ―dijo Macy con una sonrisa burlona.

―¿De qué estáis hablando, chicas? ―Michael volvió a nuestra mesa después de venir del baño.

―Nada ―Le sonreí nerviosa.

―Vale, lo entiendo; estabais cotilleando sobre mí, ¿no? ―se burló.

―Sí, Macy me ha dicho que tienes un buen culo ―Me reí entre dientes.

Macy estalló en carcajadas y yo me uní a ella.

―Vale, bueno, gracias por el cumplido, Macy. Yo también creo que tienes un buen culo, si vamos a ser sinceros en todo ―dijo Michael con una amplia sonrisa.

Dios mío, qué gracioso. La cara de Macy se puso roja de la vergüenza.

―Vale, vosotros dos, se nota que os gustáis mucho ―les dije, esperando que se dieran cuenta y vieran que eran estupendos el uno para el otro.

―Laurie, ¿te importa si llevo a tu mejor amiga a bailar? ―Michael me preguntó con consideración.

―No, en absoluto, es toda tuya ―Le sonreí y luego le dirigí una sonrisa tranquilizadora a Macy.

―¿Estás segura? ―preguntó en voz baja.

―Sí, vete. Yo esperaré aquí y me divertiré mirándoos ―Solté una risita.

―Me alegro de haberte arrastrado conmigo a esta fiesta. Hoy estás más divertida ―dijo con una gran sonrisa.

―Sí, por una vez has hecho algo bueno ―Me reí. Michael me sonrió por mi respuesta. Macy me negó con la cabeza y desaparecieron en la abarrotada pista de baile.

Se me escapó un suspiro. Estaba dando un sorbo a mi vino cuando sentí que alguien se colocaba detrás de mí. Casi se me cae el vino al suelo cuando un hombre se aclaró la garganta.

Giré sobre mis talones para mirar fijamente aquellos ojos castaños oscuros y me quedé muda por un momento.

―Hola ―me saludó el hombre, que seguía mirándome como si fuera la única mujer de la Tierra.

Me aclaré la garganta y devolví el saludo cortésmente.

―Hola.

La tensión entre nosotros estaba muy presente en estos momentos. Era el mismo hombre que me había estado mirando antes. «¿Qué quiere de mí?», pensé para mis adentros.

―No eres muy habladora ―dijo impaciente.

―Tú tampoco ―respondí, molesta por su comentario.

Frunció el ceño ante mi respuesta y una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

―Es verdad ―dijo en tono juguetón.

Rápidamente volví la mirada a la pista de baile, con la esperanza de ver a Macy. Me puso nerviosa sentir que me estaba mirando. Rápidamente di un sorbo a mi vino.

―¿La hago sentir incómoda, señorita...?

―Me llamo Laurie, y sí, me haces sentir incómoda ―respondí. Sus ojos me recorrían por todas partes; sobre todo mis labios recibieron especialmente un poco más de atención.

Este hombre era tan guapo que conseguía hacerme sentir como una adolescente otra vez. No sabía cómo pensar correctamente. Sus preguntas me resultaban difíciles de responder.

Era demasiado para mí estar a su lado.

Mirarlo a los ojos era una tarea de lo más difícil en estos momentos. Sentía cómo se me sonrojaban las mejillas bajo su mirada penetrante, así que bajé la vista y jugueteé con los dedos.

Era muy alto y de constitución atlética. Su traje le quedaba perfecto. Era un traje hecho a medida; seguramente necesitaba que así fuera porque con sus enormes brazos tenía que ser difícil encontrarle una talla. Me di cuenta de que tenía que pasar mucho tiempo en el gimnasio.

Empecé a imaginármelo en calzoncillos, con el torso desnudo. El sudor goteando desde su pecho hasta su...

―Estás guapísima, Laurie. ¿Cuál es tu apellido? ―me preguntó, y en un abrir y cerrar de ojos, estaba de nuevo en la fiesta de máscaras, de pie frente a este hombre misterioso.

―Prefiero reservarme mi apellido, y gracias, ¿señor...? ―pregunté en voz baja.

―Jeremy ―respondió con una pequeña sonrisa. Este hombre era carismático a más no poder. ¿Sabía que podía atraer a cualquier mujer de esta sala con solo mirarla?

Mis piernas podrían haberse derretido bajo su mirada misteriosa. Su máscara negra impedía verle toda la cara. Sus labios y sus ojos eran perfectos.

Con sus pómulos afilados, podría haber sido modelo.

«Sí, es modelo, seguro», pensé para mis adentros. Me reí por su respuesta. Tampoco me dijo su apellido.

―Quiero bailar contigo, si te apetece ―me sugirió, casi dándome la sensación de que no era una sugerencia, sino más bien una orden.

Volví a mirarle a los ojos para ver si tenía alguna mala intención o algo por el estilo, pero no pude ver nada. Aunque no llevara máscara, seguiría siendo un hombre misterioso.

―Sí ―respondí firmemente con la cabeza alta.

«¿Qué coño acabo de hacer? ¿Por qué no dije que no? Podría darme un puñetazo ahora mismo. Ahora tengo que bailar con él, me tocará y se pondrá cerca de mí y…».

«¿Cómo me mantendré erguida en sus brazos si ni siquiera puedo mirarle a los ojos durante unos segundos? Bueno, supongo que ahora lo averiguaré».

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea