Tiffanyluvss
This is how an angel cries (Así es como llora un ángel)
Blame it on my own sick pride (Échale la culpa a mi orgullo enfermizo)
Blame it on my ADD, baby (Échale la culpa a mi déficit de atención, nena) ―Awolnation.
Canción del capítulo: «Sail» de Awolnation.
HARMONY
El fin de semana pasó tan rápido como el viento: no hubo rastro de Blaze, el dormitorio estuvo vacío y solo los chirriantes sonidos de personajes de animación me hicieron compañía.
Tenía la intención de irme a casa a pasar el fin de semana, pero mi madre tenía que ir a una convención de acampada de la iglesia.
Así que pasé el fin de semana sola en la residencia, haciendo la colada, leyendo manga y viendo un maratón de Ataque a los Titanes.
April me había propuesto que le acompañara a casa de Tia a pasar el fin de semana, pero no quería inmiscuirme en el espacio privado de nadie, así que decliné la oferta mientras le contaba la media mentira de que iba a volver a casa para el breve fin de semana.
Ella se lo creyó sin rechistar y se marchó después de ver un capítulo de la serie conmigo.
El beso me rondó la cabeza durante todo el fin de semana. Pero cada vez que resurgía en mi cabeza, me repetía lo que April me había dicho acerca de que solo era una parte de su ciclo narcisista.
Así que, después de un domingo de soñar despierta, volver a escribir en mi bitácora y reflexionar sobre mí misma, he llegado a la conclusión de que me mantendré alejada de Blaze Xander para siempre.
Mantendré las distancias hasta que nuestra breve interacción se desvanezca en la nada y volvamos a ser dos extraños.
Él es popular por aquí, así que pronto encontrará a otra chica con la que pasar el rato, y yo volveré a mi mundo tranquilo y distante al que realmente pertenezco.
«Sí, veo que ese plan podría funcionar».
Salgo de la residencia para dirigirme a clase con un vestido gris oscuro sin mangas y bolsillos bajos, el pelo recogido en un moño y un par de bailarinas blancas en los pies.
Me agarro a las correas de la mochila mientras avanzo por el pasillo vacío, el sol de primera hora de la mañana se cuela por las ventanas y esparce sus rayos dorados por el suelo resbaladizo.
Miro el reloj de pulsera y me alegro al ver que solo son las 7:20. Llegaré a clase de inglés antes de lo previsto.
Ya estoy notando los efectos positivos de no relacionarme con Blaze Xander.
Desde que lo conocí, he llegado tarde a mis clases o me he retrasado a la hora de terminar los deberes.
No es saludable ni para mi corazón ni para mi rendimiento académico, y estar cerca de él me impide concentrarme en mis estudios. No puedo permitirme distraerme; necesito mi título.
Es como si el universo jugara en mi contra, ya que al doblar la esquina detecto al instante a la persona de la que debería mantener las distancias.
Está de pie en la esquina de la escalera, con un gorro de lana cubriéndole el pelo oscuro y con una camiseta negra de tirantes holgada con amplias aberturas en las axilas.
Para completar, lleva unos joggers grises y un par de zapatillas Nike negras, y tiene las palmas de las manos pegadas a la cintura mientras mira hacia delante. Parece enfadado.
La curiosidad se apodera de mí. No parece estar bien, y siento la tentación de comprobar si se encuentra bien.
Compartimos la misma clase de inglés, así que evitarle hoy sería imposible.
«Solo le preguntaré si está bien. Eso es todo».
Mordiéndome el labio, empiezo a caminar hacia él, pero en cuanto estoy a punto de cruzar la esquina, mis ojos se topan con un hombre mayor.
Freno y retrocedo, colocándome detrás de la pared mientras agudizo el oído con interés.
―La señorita Fen dice que aún no has vuelto a verla, Blaze. ¿Por qué?
Blaze pone los ojos en blanco y se frota los labios con una mano, molesto. Tiene la mandíbula bien apretada y una expresión maliciosa.
―Creo que deberías ir a verla. Sería lo mejor.
Blaze dirige su mirada al hombre que tiene delante y parece tan aterrador que se me pone la piel de gallina.
―Ya te he dicho que no voy a volver allí, ¿estás sordo, joder?
Me estremezco ante la obscenidad de su lenguaje y observo cómo actúa el señor que tiene delante.
El hombre parece tener unos cuarenta años, pero no puedo explorar bien sus rasgos y su aspecto porque está de perfil.
Sin embargo, las arrugas en la esquina de sus ojos muestran que es lo suficientemente viejo como para ser el padre de Blaze, y sin embargo él, acaba de usar una palabra tan impropia que me parecería extraño que lo fuera.
Al parecer, tiene cero modales o respeto por los mayores que él.
―¿Por qué no? ―pregunta tranquilamente el hombre anónimo, metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones pulcramente planchados―. Todavía no estás mejor, así que tienes que verla, Blaze. Es por tu salud.
―¿Por qué necesito ver a una terapeuta? ―Se cruza de brazos, con las cejas caídas mientras mira con desprecio al adulto―. ¿Eh? ¿Estoy loco? ¿Parezco estar loco?
Una vez más, su vocabulario grosero me sorprende, pero no tanto como la pregunta que acaba de formular.
«¿Terapeuta? ¿Por qué necesita ver a un terapeuta?».
El hombre infla las mejillas con frustración, y me doy cuenta de que está realmente preocupado por Blaze.
―Deberías ir este fin de semana.
―No, tengo una fiesta este fin de semana. No voy a ir así que ni lo sueñes ―suelta Blaze y empieza a caminar en mi dirección.
El hombre se alborota el pelo y se gira hacia Blaze.
―No me des la espalda, Blaze. Soy tu padre.
Jadeo.
«¿Ese es su... padre?».
Sin dedicarle ni una mirada más, Blaze sigue avanzando hacia mí, y yo me quedo paralizada por el pánico, insegura de hacia dónde correr y escapar.
Miro a mi alrededor frenéticamente, deseando desesperadamente poder desaparecer ahora mismo.
«Se va a enfadar cuando descubra que he oído su conversación».
Al darme cuenta de que es demasiado tarde, agacho la cabeza avergonzada mientras espero a que me diga de todo, pero, para mi sorpresa, pasa de largo como si yo no estuviera allí.
Es imposible que no me haya visto, así que es evidente que ignora mi presencia.
Con ganas de disculparme, me doy la vuelta rápidamente y le agarro del brazo.
―Blaze...
―¿Qué, Harmony? ¿¡QUÉ!? ―me grita, y lo suelto temblorosamente mientras doy un paso atrás, con los ojos escociéndome de inmediato por la rabia que desprende su voz.
«¿Por qué me grita exactamente?».
Su mirada se clava en la mía. Aparto los ojos de él y en ellos se acumulan lágrimas de humillación.
―N-nada...
Dice algo en voz baja, molesto, y se marcha, dejándome sola en el pasillo, con la sensación de que debería haberse ocupado de mis propios asuntos.
***
Tengo los ojos y la nariz enrojecidos mientras miro el cuaderno en el que tomé notas durante la clase del señor Jones.
No hace falta decir que lloré un rato en el pasillo como una niña pequeña después de que me gritara. Principalmente porque nunca nadie me había señalado con tanta rabia.
A veces, mi madre se enfada si no lavo los platos a tiempo o algo así, pero no estoy acostumbrada a que alguien me mire con la mandíbula apretada, me abra las fosas nasales y me levante el tono de voz.
Por otro lado, supongo que puedo entender que se enfade. Escuché por casualidad información delicada que ciertamente no me incumbía.
Probablemente me enfadaría igual si alguien descubriera que se supone que estoy viendo a un terapeuta. Eso no es algo que me gustaría anunciar.
«¿Quizá me merecía que me gritara así?».
Me muerdo los labios y miro hacia donde se sentó Blaze en nuestra última clase. Ya han pasado treinta minutos y no está aquí; probablemente no asista.
Recuerdo cuando me dijo que normalmente llegaba una hora tarde o no llegaba, y teniendo en cuenta lo enfadado que estaba esta mañana, no creo que aparezca hoy.
El aburrido discurso del Sr. Jones probablemente le pondrá de mal humor.
Vuelvo a concentrarme en mi cuaderno, oigo abrirse la puerta y todo el mundo arrastra los ojos en esa dirección.
Blaze entra en la sala con su gorro y su mochila colgando del hombro izquierdo.
La población femenina de la clase empieza a cuchichear y a sonrojarse, claramente deleitándose con su aparición.
Sin embargo, la expresión del Sr. Jones es todo lo contrario: parece muy disgustado. Creía que a los profesores de aquí no les importaban los retrasos.
―Llega tarde, señor Xander ―dice cruzándose los brazos contra el pecho.
Me estremezco al pensar en la respuesta de Blaze, pero, para mi sorpresa, sus labios esbozan una sonrisa jovial.
―Culpa mía, señor Jones. No volverá a ocurrir.
Sin darme cuenta sonrío aliviada. Vuelve a ser el de siempre.
Espero no volver a ver su lado más enfadado y extraño. Y si ocuparme de mis asuntos es la forma de asegurarlo, haré la vista gorda a todo lo que no me concierne.
El señor Jones sigue enfadado a pesar de las disculpas de Blaze, pero decide dar por zanjado el asunto mientras retoma la clase.
Blaze se acerca a mi lado de la sala, ignorando a las chicas que se deshacen en halagos hacia él. Se sienta a mi lado y, como de costumbre, su aroma fresco y limpio me impregna.
Mantengo los ojos fijos en mi cuaderno y decido no mirar en su dirección para no provocar otra respuesta agresiva.
«Sus gritos hacen que sea mucho más fácil mantener las distancias, ¿eh?».
Pero entonces apoya los codos en la mesa y sonríe hacia mí.
―Buenos días, Harmony ―Su tono es sereno y desenfadado, y me produce confusión.
No lo entiendo. ¿No estaba enfadado conmigo esta mañana? Y ahora sonríe como si no acabara de gritarme en el pasillo.
―Buenos días ―murmuro. Mi respuesta es casi inaudible. No solo porque estamos en medio de una clase, sino también porque todavía estoy un poco dolida por cómo me ha gritado antes.
Al darse cuenta, suspira mientras se sienta y saca su cuaderno de ejercicios de la mochila. ―¿Estás enfadada por lo de esta mañana?
Sacudo la cabeza, negándome a mirar en su dirección.
―No.
―Tienes los ojos rojos. ¿Has estado llorando?
Me pongo rígida y le miro antes de volver la cara.
―No.
―No me mientas, Harmony. No pasa nada por estar enfadada. Cualquiera lo estaría ―continúa, y alzo la vista para ver si el señor Jones nos está mirando.
Me dijo que me mantuviera alejada de él, así que conversar con él en clase me incomoda un poco.
―Solo estaba... cabreado. No era mi intención.
Percibiendo eso como una disculpa, lo miro y suspiro.
―Bueno, siento haber oído lo que no debía.
Él no dice nada a esto, solo mira hacia otro lado y abre su cuaderno. Concluyo que no quiero seguir hablando de lo que he oído esta mañana.
Parece que es un tema muy delicado para él y lo respetaré. Está mejor cuando sonríe y, la verdad sea dicha, su ceño fruncido me asusta.
Intento cambiar de tema, con la esperanza de levantarle el ánimo.
―He oído que el nivel uno de inglés es solo para los de primero. ¿Por qué lo haces en segundo?
Vuelve a sonreír e interiormente suspiro aliviada cuando se tapa la boca con la palma de la mano, se inclina hacia mí y me bendice con su agradable aroma corporal.
―Bueno, tengo que hacerlo este año porque el año pasado no pude soportar hacer esta estúpida asignatura. Es aburridísima y el señor Jones hace que sea mucho peor.
Me río un poco. Su lenguaje vulgar aún me afecta, pero su afirmación es demasiado acertada para que le preste atención.
―Sí, no mola mucho, la verdad ―Arrugo la nariz, y él abre los ojos de forma espectacular.
―¿No mola mucho? Apesta mucho, Harmony. Es tan pesado. He oído que engaña a su mujer con una universitaria.
―¿En serio?
―Sí, les pillaron follando en...
―¡Blaze Xander! ―El Sr. Jones grita su nombre, y yo hundo los hombros mientras dirigimos nuestra atención al profesor, claramente enfadado.
Nunca antes me habían pillado hablando en una clase, así que me produce cierta ansiedad, pero Blaze parece estar acostumbrado, ya que sonríe con picardía, echándose perezosamente hacia atrás en su silla con las piernas bien abiertas.
―¿Sí, Sr. Jones?
El profesor aprieta tanto la mandíbula que las venas le palpitan en las sienes, y de repente tengo la impresión de que le guarda rencor personal a Blaze por alguna extraña razón.
El temperamento que reflejan sus ojos parece mucho más que odio.
―Está distrayendo a mi alumna de primer curso ―dice con severidad. ―¿Cree que lo que tiene que decir es más importante que mi lección?
Blaze se muerde el labio inferior, luchando por no reírse.
―Mis disculpas.
Sé que no lo ha dicho en serio; ha sonado poco sincero.
El señor Jones también debe de haberse dado cuenta, porque se lleva las palmas a la cintura y suelta un sonoro suspiro. Baja la mirada, pensativo y de repente vuelve a mirar con decisión.
―Creo que debería buscarse otro asiento, Xander.
Frunzo el ceño. No hablo con nadie más en esta clase y, aunque debería mantener las distancias con Blaze, me ayuda a sobrevivir en esta aburrida clase.
Me encanta el inglés, pero el señor Jones es suficiente para hacer que hasta Shakespeare odie la asignatura.
Blaze no dice nada durante un rato, y entonces me fijo en cómo golpea ligeramente el escritorio con el dedo índice. Ahora me doy cuenta de que hace ese gesto por costumbre.
―¿Por qué debería hacerlo? ―desafía, y la clase jadea ante su respuesta. No sé por qué sigo sorprendiéndome después de haber visto lo grosero que ha podido llegar a ser con su padre esta mañana.
El señor Jones le mira con furia.
―Porque lo digo yo. Es una mala influencia para esa jovencita. Y no quiero que la lleve por ese oscuro y repugnante camino suyo.
Me estremezco ante sus palabras antes de mirar a Blaze. Su sonrisa jovial ha desaparecido por fin, sustituida por una mirada oscura que me produce escalofríos.
«Esa mirada. Me da mucho miedo».
―Así que levántese y busque otro asiento. ―El señor Jones continúa con los dientes apretados, y yo desearía que dejara de hablar. La energía que desprende el chico que tengo al lado no me gusta nada.
Blaze se sienta en su silla y sigue golpeando la mesa con el dedo índice. Algo en ese gesto me parece extremadamente siniestro.
―Señor Jones... Con el debido respeto... Ni siquiera escucho a mi propio padre ―empieza con un suspiro―. Entonces, ¿qué le hace pensar que voy a hacer caso a lo que usted me diga?
Me quedo boquiabierta.
¿Acaba de...?
La clase está asombrada, y yo me quedo muda. Aunque el enfrentamiento de esta mañana con su padre ya ha revelado que habla como le da la gana a quien le da la gana.
El señor Jones le fulmina con la mirada, pero no parece sorprendido. Quizá no sea su primer cara a cara.
―¡Levántese ya! ―insiste, subiendo rápidamente los escalones centrales hacia nosotros.
Blaze no dice nada y lo miro, dándome cuenta de que tiene las cejas muy juntas. Parece a punto de perder los nervios en cualquier momento y la ansiedad crece en mi interior.
Trato de tranquilizarlo para apagar el fuego.
―No pasa nada, Blaze. Solo intenta provocarte.
No me responde, su dedo sigue golpeando el escritorio a mayor velocidad mientras su mano contraria se introduce en el compartimento abierto de su mochila.
Y entonces lo veo. Un cuchillo. Un cuchillo brillante y afilado que se esconde en la oscuridad de su mochila; lo está apretando con fuerza con la palma de la mano.
«Oh, Dios. ¿Por qué tiene un...?».
―¡Levántese! ―grita el hombre, y Blaze hace ademán de levantarse, probablemente para apuñalar al profesor cuando yo salto rápidamente de mi asiento.
―Me moveré, me…
―¡Siéntate, Harmony! ―me grita Blaze, e inmediatamente le obedezco. La mirada severa que me dirigió esta mañana ha vuelto a aparecer y estoy muerta de miedo.
Se levanta, midiendo al señor Jones, y me doy cuenta de que se cierne sobre la cabeza del profesor sin esfuerzo. Blaze es alto, haciendo que el profesor no parezca más que una hormiga debajo de él.
Mis ojos buscan el cuchillo en sus manos, pero por suerte no lo lleva. Suspiro aliviada, exhalando por la boca.
―Creo que debería volver a la pizarra y dar su clase ―ordena en voz baja con una clara sonrisa de satisfacción en la cara.
«Una sonrisa espeluznante».
El señor Jones entrecierra los ojos, y yo rezo para que haga lo que dice, porque empiezo a darme cuenta de que Blaze probablemente no esté en su sano juicio.
―Por su bien y el de su mujer ―añade Blaze.
En su tono se percibe una fuerte amenaza y un destello de peligro reluce en sus ojos azules y oscuros. El Sr. Jones también parece darse cuenta, traga saliva y aparta la mirada del muchacho que tiene delante.
Su expresión de enfado no cambia, pero ha decidido perder la guerra desde que se da la vuelta y vuelve a bajar la escalera alfombrada.
Blaze se deja caer de nuevo en su silla, recostándose con una sonrisa mientras el señor Jones reanuda su lección como si nada hubiera pasado.
La clase está tan desconcertada como yo e intentamos volver a concentrarnos.
Me tiemblan las manos y las piernas mientras miro a Blaze, que tiene la mirada perdida y mira al frente.
Se me pasan un millón de cosas por la cabeza y las preguntas que más me asaltan son: ¿Por qué lleva Blaze un cuchillo en la mochila? ¿Quién lleva un cuchillo a clase?
El Sr. Jones estaba siendo grosero sin duda, pero el hecho aterrador de que Blaze pareciera como si fuera a apuñalar a su profesor en un santiamén me asusta profundamente.
«¿Quién es este tipo?».
***
La clase por fin termina sin que nadie muera apuñalado y me siento más que aliviada.
Mientras todos los alumnos se levantan de sus asientos, Blaze me mira mientras meto mi cuaderno en la mochila.
―¿Adónde vas ahora, Harmony?
Lo miro. Me está sonriendo, como si no acabara de tener un altercado casi sangriento con su profesor.
«¿Es bipolar?».
Parpadeo rápidamente y vuelvo a centrarme en mi mochila mientras cierro la cremallera.
―Creo que tengo otra clase.
―¿Crees?
Lo miro mientras extiende un brazo sobre mi silla.
―¿No estás segura?
―No, quiero decir, sí, estoy segura. Tengo Ficción Internacional.
Se frota la barbilla.
―¿Qué coño es eso?
―Supongo que tiene que ver con libros y escritura... Cosas así.
Asiente con la cabeza.
Frunzo los labios mientras me levanto de mi asiento, y él se levanta también, colocando su mochila sobre el escritorio antes de agacharse para atarse los cordones de sus zapatillas Nike negras.
―Srta. Skye, ¿puedo hablar con usted? ―me dice el Sr. Jones desde su podio, con expresión seria.
Blaze se endereza y vuelve a apretar la mandíbula. Realmente no le gusta este hombre.
―Um... ―Aparto la mirada de él y la dirijo a mi profesor―. Claro.
―Te espero fuera ―anuncia Blaze mientras se echa la mochila al hombro y se aleja.
Me dirijo hacia el señor Jones, cuyos ojos siguen a Blaze cuando cruza la puerta.
―Señorita Skye, creo que ya se lo advertí antes ―empieza enarcando las cejas―. Se arruinará juntándose con un chico así.
Suspiro sin saber qué decir. Últimamente he desobedecido las palabras de todo el mundo, así que no tengo excusa que presentar. No sé por qué me cuesta tanto alejarme de él; no sé qué demonios me ha hecho.
―No es una buena persona, y caerá en una zanja si sigue saliendo con él. Sí, es guapo y joven y vibrante, pero no sabe de lo que es capaz ese joven.
Me revuelvo sobre mis pies, deseando que esta conversación termine rápido. Me siento culpable ante mí misma y ante todos porque por muchos consejos que reciba sigo sin poder alejarme de él.
―Si no me hace caso, Skye, tendré que pedirle al director que le haga cambiar a otra clase de inglés.
Frunzo el ceño. ¿Por qué está llevando esto tan lejos? No tiene por qué hacerlo. Sé que sus intenciones son buenas, pero al fin y al cabo, creo que tengo derecho a tomar mis propias decisiones. Echar a Blaze de la clase es un poco excesivo.
―No, no es necesario ―Sacudo la cabeza.
―Sí que lo es. No es más que un delincuente sin futuro. Sin metas, sin ambiciones. Es una pérdida de tiempo y espacio y pronto se dará cuenta.
«Guau. Es muy fuerte que alguien diga eso de otra persona».
―No debería juzgar así a la gente, Sr. Jones. ―Las palabras salen de mis labios antes de que pueda contenerlas.
Parece sorprendido de que haya respondido con eso, y yo estoy igual de sorprendida por mi repentino acto de audacia. Últimamente me estoy saliendo bastante de mi carácter.
Entonces suelta un fuerte suspiro.
―No le estoy juzgando. ¿No ha oído los rumores sobre lo que pasó con esa chica con la que salió hace unos meses?
Entrecierro los ojos desconcertada.
«¿Esa chica con la que salió hace meses?».
Él detecta que no tengo ni idea y vuelve a suspirar.
―Escuche, es usted guapa, Harmony. Me gusta desde que puso un pie aquí. Solo... Manténgase alejada de ese chico, ¿de acuerdo?
Se acerca a mí, mucho más de lo que debería mientras baja la voz.
―Quiero que siga siendo tan inocente y pura como es.
Veo sus ojos clavarse en mi boca y un brillo inidentificable destella en sus iris.
―¡Harmony! ―La súbita exclamación de Blaze hace que el señor Jones dé un paso atrás, con una mirada culpable cubriéndole el rostro―. ¡Te estoy esperando!
―Adiós ―murmuro, y me doy la vuelta apresuradamente, sintiéndome un poco rara por la proximidad a la que se encontraba.
«¿Por qué esa interacción me pareció tan extraña? Hay algo en la forma en que el Sr. Jones me miraba que no me cuadra. Tal vez estoy dándole demasiadas vueltas».
Me reúno con Blaze en el pasillo y descubro que está de espaldas y con los codos apoyados en la barandilla.
Está contemplando el frondoso césped de la escuela con los ojos entrecerrados.
Mis delicados pasos hacen que se dé la vuelta, apoyando la parte baja de la espalda en la barandilla de hierro y mostrando un semblante agresivo.
―¿Por qué estaba tan cerca de ti? Deberías alejarte de él; le gusta follarse a sus alumnas.
Me estremezco. Es un poco brusco, pero no me parece descabellado; hace un momento estaba siendo muy raro. Su invasión del espacio personal ha sido muy inapropiada.
Blaze niega con la cabeza, pasándose los dedos por el pelo.
―Espero que sepa que si alguna vez intenta algo contigo, con gusto le reventaré la garganta.
Su afirmación es fría y despiadada, y me hace pensar inmediatamente en el cuchillo que lleva en la mochila.
Le miro, intentando no mostrar ninguna forma de duda en mis facciones.
―¿De verdad harías eso?
Me mira fijamente, con una sonrisa en la cara mientras se mete una mano en el bolsillo. ―¿Debo responder a eso con toda sinceridad?
Asiento con la cabeza.
―Sí.
Se pasa la lengua por la comisura de los labios y gira la cabeza para mirar a lo lejos, a su lado, donde los estudiantes se reúnen en el exterior.
―No quieres saberlo, Harmony ―dice finalmente, volviendo la vista hacia mí, y yo ladeo la cabeza con interés.
―¿Por qué?
Se le dibuja una sonrisa en la boca cuando se acerca a mí, y yo controlo el reflejo de dar un paso atrás.
Me asombra la brusquedad con la que puede cambiar sus emociones; casi como si tuviera un botón que pudiera encender y apagar fácilmente.
De repente me coge de la mano e intento no estremecerme.
―Te diré mi respuesta. Pero en privado. ¿Te parece un buen trato?
Asiento un poco y se ilumina como si no hubiera estado desahogándose sobre degollar a su profesor.
―Ven conmigo entonces.
«No, no. Creo que no».
Se da cuenta de mi expresión indecisa y se ríe.
―No te haré daño, Harmony.
―Lo sé... Es solo que...
―Tampoco volveré a besarte ―Vuelve a pasarse la lengua por los labios, y mis mejillas se tiñen de rojo.
―No... No es eso lo que estoy pensando.
―Claro ―Se ríe―. Como si...
Luego, en silencio, me mira fijamente a los ojos durante un rato. Como si estuviera ejecutando en silencio algún mantra convincente.
Su mirada es tan hipnótica y hechizante, que me paraliza los pies y me arrastra a sus interminables profundidades. Y entonces, de repente, mis labios se separan mientras palabras imprevistas salen de ellos.
―Vale, iré ―susurro.
«Guau. ¿Acabo de decir eso?».
―Eso es lo que pensaba ―dice casi inaudiblemente, provocándome un escalofrío en la espalda.
Parpadeo, sin saber por qué he aceptado su sugerencia. Me siento como en un capítulo de The Vampire Diaries en el que Damon mira a los ojos a Elena y la obliga a hacer lo que él quiere.
―¡No te preocupes, será increíble! Venga, choca esos cinco ―Su sonrisa se multiplica por diez mientras levanta la palma de la mano en señal de invitación a chocar los cinco.
Me río un poco. ¿Qué edad tiene, cinco años?
―¿Hablas en serio?
―Sí, venga.
Pego mi pequeña mano a la suya y él sonríe mientras baja la palma.
―Baja los cinco.
Me río, y él se ríe entre dientes, sacudiendo los hombros al hacerlo.
―¡Vamos!.
Tímidamente golpeo mi mano contra la suya y él entrelaza nuestros dedos, sonriéndome mientras me arrastra con él hasta el aparcamiento.
Maybe I’m a different breed, so blame it on my ADD, baby (Tal vez soy de una raza diferente, así que échale la culpa a mi déficit de atención, nena) ―Awolnation