Alfa Malik - Portada del libro

Alfa Malik

Midika Crane

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Chapter
15
Age Rating
18+

Sinopsis

A Aria no le interesa tener citas esporádicas ni rollos de una nocha, está esperando a su verdadero amor. Pero cuando Alfa Malik, de la Manada del Amor, anuncia que va a celebrar una competición para encontrar a la nueva luna de la manada, Alexa, la mejor amiga de Aria, la convence para que se apunte. La admiten ante su sorpresa y se ve inmersa en una competición más feroz de lo que imaginaba. En estos juegos del hambre del amor, ¿saldrá victoriosa?

Calificación por edades: 18+

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50 Capítulos

Capítulo 1

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

Aria

—¿Sabes lo que necesitas? —pregunta Alexa con insistencia—. Sexo.

Levanto la cabeza y mi mirada encuentra a mi amiga, que está descansando despreocupadamente en mi cama, con una revista en la mano. Tiene la cabeza inclinada hacia delante y el pelo rubio desparramado por mis sábanas.

Alexa. Nuestros padres eran amigos antes que nosotras lo fuéramos. En preescolar, ella ya era súper intimidante, con miles de amigos y su propia piscina privada en casa.

Nuestra amistad fue algo forzada al principio, pero, el primer día de colegio, nos dimos cuenta de que nos necesitábamos la una a la otra, y desde entonces no nos hemos separado.

Sin embargo, me sigue intimidando. No solo es impecable, sino que es realmente segura de sí misma e impresionante.

Algunas personas me conocían como a la amiga de Alexa, ya que ella era mi pilar al que aferrarme cuando se trataba del mundo exterior.

Aunque nuestro aspecto era completamente diferente, en su mayor parte, se nos conocía como las dos A, y eso era todo.

—Yo no...

—Sí, tú sí —declara—. Lo dice esta revista.

La veo dar una voltereta para salir de mi cama, llevándose la mitad de las sábanas y la almohada. Me lanza la revista a la cabeza.

Abro la página que estaba marcada y veo un cuestionario con una serie de tres posibles respuestas por pregunta.

—Si miras aquí, dice que las chicas, a las que les gustan los libros, la repostería y que no salen los viernes por la noche, necesitan desesperadamente...

Cierro la revista de golpe, dejando que las páginas brillantes se me escapen de los dedos.

—Estás loca. La vida no va solo de sexo, va sobre encontrar a tu pareja perfecta, y descubrir el...

—Amor —termina, cortándome. Éramos realmente buenas completando las frases de la otra—. Sí, sí, lo entiendo.

Me levanto de donde estoy, arrodillada en el suelo, intentando limpiar la mancha que ha dejado el vino de Alexa, y tiro la revista sobre mi escritorio.

No sé cómo Alexa puede pensar que estas cosas funcionan, yo me niego a creer que una estúpida revista pueda dictar mi futuro.

—Estoy dispuesta a esperar a mi compañero, y si eso supone no salir a emborracharse y a follar por allí con desconocidos, entonces está bien —digo bruscamente.

Alexa pone los ojos en blanco y sube el volumen del reproductor de música, y eso no hace más que agravar la situación. No es la primera vez que tenemos esta conversación.

Siempre es así.

—¡Eres tan... aburrida!

—No —replico, echándome el pelo hacia atrás y enderezando los hombros—. Soy sensata y tengo los pies en la tierra.

Sus ojos vuelven a ponerse en blanco, y entonces Alexa se pone delante de mí, agarrándome por los hombros.

La seriedad en sus ojos se vuelve aterradora mientras me sacude ligeramente, como si tal vez así fuera a hacerme entrar en razón, pero creo que estoy actuando correctamente.

—Tienes que hacer locuras... —dice, levantando la ceja de la forma en que lo haría un asesino en serie para que le suplicaras por tu vida.

De repente, mira hacia mi escritorio, donde dejó su mochila nada más entrar. La veo rebuscar en ella, con las botellas de vino que ha traído tintineando.

—Está claro que estás borracha o algo así —murmuro, negando con la cabeza—. ¿Recuerdas cuando dejé que esos extraños entraran en mi casa para quedarse aquella vez?

—Y luego, ¿desaparecieron y me quedé con cara de idiota?

Eso ocurrió cuando Alexa trató de convencerme de que tener gente alojada en una de las habitaciones de mi casa para ganar dinero extra era una buena idea, pero se demostró que estaba equivocada.

Eso la hizo callar durante un tiempo. Hasta ahora...

—¡Mira! —dice, lanzando un trozo de papel al aire—. ¡Vas a solicitar esto!

Cojo el papel, donde hay impresa una foto del Alfa de la Manada del Amor. Sale muy guapo, a pesar de las cosas que todo el mundo sabe que hace.

Debajo pone algo sobre una especie de competición.

—Ha renunciado a encontrar a su pareja, ¡así que está organizando una competición para ver quién se convierte en la próxima Luna! Puede presentarse quien quiera, de cualquier manada, incluyendo esta. Podrías ser tú o yo.

Su entusiasmo no es contagioso. De hecho, arrugo la nariz. —No, gracias.

—Escucha, Aria, es el Alfa. EL Alfa —exclama, con las mejillas sonrosadas—. ¿Cuándo vamos a poder estar cerca de él, incluso en su cama?

—Nunca —refunfuño.

Alexa chilla de una manera que me hace daño a los oídos. Está enamorada de él desde antes de que lo nombraran Alfa, cuando se enteró de que tenía nuestra edad. No podía creerlo... ¿una competición por su amor?

—Exactamente. Si una de nosotras lo consiguiera, significaría riqueza y fama instantánea. Y... un Alfa sexy con el que...

Ella sigue. Y sigue hablando del hombre al que yo veo como a un líder, más que como a un amante. Sé que juega con muchas chicas, y eso no me gusta.

¿Por qué querría ir a competir contra chicas que lo quieren tanto como Alexa, cuando lo único que yo quiero es encontrar mi propia pareja?

—¿Pero qué pasa con mi compañero? Eso significaría renunciar a toda esperanza de encontrarlo —digo, exasperada.

—¡Qué pena…! ¡Estamos hablando de un Alfa, Aria! Yo me presenté ayer, ¡y tú también deberías hacerlo! —insiste, clavando el dedo en la página.

Tragando saliva, miro el pequeño escrito. Dos chicas de cada manada serán seleccionadas. Al parecer le vale todo, siempre y cuando tenga vagina, claro.

—Dos de cada manada —me hago eco—. Eso significa que tendríamos literalmente ~dos posibilidades entre un millón de ser seleccionadas.~

—Ese es el punto. La probabilidad de ser seleccionadas es tan baja, que realmente lo único que haríamos sería pasar el verano en esa manada —dice Alexa, tan emocionada que básicamente está temblando.

Suspiro, mirando por la ventana de mi habitación. La nieve cae tranquilamente, cubriendo las calles con el invierno perpetuo en el que vivimos.

El verano nunca llega aquí... y nunca me elegirían para algo así.

—Si lo hago, ¿te callarás? —pregunto.

Alexa aplaude alegremente. —¡Un millón de veces, sí!

—Bien —digo con ligereza—. Lo haré.

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