No me conocéis

Siento que debería ser alguien. Soy una loba de la manada Media Luna aquí en Colorado, y tiene que haber algo más que esto, solo que... me han dicho que no soy nada tantas veces que empiezo a creerlo. Joder, hasta mi madre lo cree.

Tengo dieciocho años, casi. La semana que viene, el día de mi cumpleaños, me graduaré del instituto como mejor alumna de mi promoción, pero te garantizo que solo los profesores y el hijo del alfa saben mi nombre. Los profesores están obligados a saber quién soy. Después de todo, han sido los responsables de educarme durante los últimos años.

Damien, por su parte, probablemente negaría que existo si no fuera porque llevo dos años dándole clases particulares para que pueda graduarse y entrar en la universidad alfa, que exige notas excelentes. Lo ordenó el alfa, su padre, pero ni una sola vez reconoció mi existencia hasta que se descubrió que su precioso hijo suspendía en la escuela.

Ahora, en vez de una persona, soy más una herramienta. Me usan para que Damien pueda salir adelante.

Pero no importan mis planes. Cuando pregunté si la manada me ayudaría a pagar la matrícula de la universidad, el alfa me dijo que los fondos de la manada no se usarían para enviar lobos de bajo rango a la universidad. Según él, es un desperdicio de dinero para una loba que solo sirve para el trabajo doméstico.

Mi madre, por supuesto, nunca dice nada para defenderme. Debe importarle en algún nivel. Nunca ha abusado de mí ni nada parecido, pero la mayor parte del tiempo actúa como si yo no existiera. Y a veces me pregunto qué es peor.

Mi madre es inteligente y guapa. Pelo largo y rubio, ojos azules. Un cuerpo curvilíneo que cuida con esmero. Ella es la verdadera compañera del alfa. Su compañera predestinada. Pero su luna es su compañera elegida. Luna Diana es hija del alfa de una manada fuerte.

Una semana después de elegir a Luna Diana como compañera, el alfa conoció a mi madre, una loba débil de una pequeña manada que estaba siendo invadida por pícaros. Mi padre fue el alfa que respondió a la llamada de ayuda. Fue a la manada de Escudo de Plata y ayudó a entrenar y fortalecer la manada para luchar contra los pícaros.

Al conocer a mi madre, el alfa descubrió que era su compañera predestinada, así que, naturalmente, se la llevó con él y la instaló en una pequeña cabaña, donde podría estar con ella siempre que su lobo la necesitara.

Por supuesto, Luna Diana lo supo. El vínculo entre ella y el alfa se reveló constantemente cuando él la engañaba con mi madre. No puedo imaginar que fuera fácil para ella vivir a la sombra de una compañera predestinada, hasta que el destino intervino.

Poco después de traerla a la manada, mi madre quedó embarazada. También la luna. Damien, mi hermanastro y heredero alfa, nació una semana antes que yo.

Conocí la verdad sobre mí misma a los doce años. El alfa Marco DeLong, líder de la manada Media Luna, había pasado una tarde de sexo con mi madre. Ninguno de los dos se acordó de que yo estaba en la casa de campo ese día. No me encontraba bien, así que me quedé en casa y en mi habitación.

Después de su sesión de pasión, el alfa hablaba con mi madre sobre cómo Damien sería un alfa fuerte algún día y que debería transformarse pronto, siendo hijo de un alfa. Oí a mi madre preguntarle qué pensaba de mí, y él se rió.

—¿Ella? ¡Christine, ella no es nadie! ¡Tendrás suerte si nuestra hija se transforma! Es débil y estúpida. A veces me pregunto si realmente es mi hija.

Sus palabras hicieron llorar a mi madre. Ella nunca le engañaría. Pero confirmó mis sospechas. Él era mi padre. Después de todo, la luna me odiaba. Todavía me odia. Incluso me gruñe.

No creo que el resto de la manada lo sepa, pero, viendo cómo me tratan el alfa y la luna, el resto sigue su ejemplo. Nadie me habla, excepto los profesores que tienen que hacerlo y Damien, que necesita hacerlo si quiere sacar mejores notas.

Me llamo Lyric Johannes. Aquí, soy nadie. Un don nadie.

Soy la hija bastarda del alfa.