La saga de la profecía: El lobo negro - Portada del libro

La saga de la profecía: El lobo negro

H. Knight

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Sinopsis

Addison ha estado alejada de su manada tras años de viajes y entrenamiento. Ahora ha vuelto como una loba resurgida. Volver a casa significa enfrentarse a penas pasadas, viejas amistades y la dinámica de la manada, sobre todo con Jaxon, el futuro alfa. Empiezan a salir a la luz secretos enterrados durante mucho tiempo.

¿Podrán Addison y Jaxon superar el dolor del pasado o el peso de los secretos y las luchas de poder los separarán?

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41 Capítulos

Capítulo 1

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 3

Capítulo 4

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Capítulo 1

HACE SEIS AÑOS

Addison tiene dieciocho años y Jaxon veinte.

ADDISON

Me miré por última vez en el espejo. Llevaba un vestido de satén rojo que se me ceñía al torso, me abrazaba las caderas y me llegaba hasta los tobillos. Llamaba la atención y estaba completamente fuera de mi zona de confort. Luna Alaina y Hayden lo habían elegido para mí.

Luna Alaina y Hayden, su hija, se empeñaron en que fuera al baile. Yo, sin embargo, había intentado no ir poniendo todas las excusas posibles, pero mi tío intervino diciendo que era un momento importante en la carrera de cualquier estudiante de instituto y que no podía saltármelo. Así que cedí a regañadientes.

Mi pelo, normalmente largo y rubio, era ahora mucho más corto debido a la abundancia de rizos que Hayden me había marcado; era un peinado muy diferente a cómo lo solía llevar. Mis ojos azules resaltaban con el maquillaje neutro que me había puesto, haciéndome sentir un poco incómoda, ya que nunca antes me había maquillado. Me veía como una persona totalmente diferente.

Llevaba al cuello una sencilla cadena de oro. Sencilla como yo. Había pertenecido a mi padre y la había llevado hasta su muerte. Mi madre no la quiso después de su muerte, así que me la quedé yo... A decir verdad, era lo único suyo que me quedaba. Solo me la ponía en ocasiones especiales, y la noche del baile parecía una ocasión especial.

Me subí el vestido para mirar mis zapatos rojos. Nunca me había puesto tacones, pero Luna Alaina y Hayden dijeron que me vendrían bien, ya que Jaxon era mucho más alto que mi metro ochenta. Él medía metro noventa e incluso con tacones, apenas le llegaba al hombro.

Todavía estaba sorprendida de que él hubiera aceptado llevarme al baile. Sabía que Alfa Hale y Luna Alaina le habían convencido para que me llevara, junto con mi tío Braxton, pero el hecho de que aceptara me dejó estupefacta. Era vergonzoso, como mínimo.

Respiré hondo y me recogí el pelo detrás de la oreja antes de salir de la habitación y bajar las escaleras. La risa de mi tío resonó por toda la casa; supuse que estaba hablando con Alfa Hale. Cuando entré en el salón, Alfa Hale y Luna Alaina estaban allí de pie con enormes sonrisas. Braxton se dio la vuelta rápidamente y me sonrió.

―Estás preciosa, Addison ―dijo Braxton, tirando de mí para abrazarme.

―Estoy de acuerdo con Braxton ―dijo Alfa Hale, asintiendo y sonriéndome.

Era un hombre de pocas palabras, al menos conmigo, pero eso no significaba mucho, ya que yo nunca hablaba a menos que fuera necesario. Luna Alaina me abrazó; era un abrazo que solo una madre podía dar. Le devolví el abrazo con fuerza, sabiendo que los recuerdos de abrazos con mi verdadera madre nunca habían sido así.

―Estás impresionante ―Sonrió después de dar un paso atrás.

―Gracias.

―Ya estamos aquí ―dijo Hayden desde la puerta principal. Inspiré y me volví hacia ella. Hacía veinte minutos que se había marchado para ayudar a Jaxon a terminar de arreglarse.

Hayden sonrió y se apartó. Sentí que el corazón me latía más deprisa cuando nuestras miradas se cruzaron. Jaxon... Dios, era guapísimo. Me miró y parpadeó una vez, luego dos. Si no lo conociera mejor, diría que le sorprendió mi aspecto.

―Hola ―dijo con una inclinación de cabeza.

―Hola ―dije, juntando las manos delante de mí. Esto era incómodo.

―Vamos a haceros una foto delante de la chimenea ―dijo Luna Alaina, y Hayden se apresuró a colocarnos para la foto.

Me puse delante de Jaxon con sus manos en mi cintura. Nos sonreímos, o al menos yo lo hice. Entonces Hayden nos hizo ponernos uno al lado del otro con su brazo alrededor de mi cintura y su otra mano metida en su bolsillo. Uno de mis brazos estaba en su espalda y mi otra mano en su estómago. Después de unas cuantas fotos más, pudimos irnos.

Sentí que me había acalorado por la cercanía que había entre nosotros, pero enseguida me quité esa sensación de encima. No estaba acostumbrada a la atención. No es que no fuera guapa, sino que era el hazmerreír de la manada.

―¿Vamos? ―preguntó Jaxon, alzando las cejas. Podía sentir que él también se sentía incómodo, pero no estaba segura de si era por mí. Asentí y lo seguí fuera de la casa.

Me acompañó hasta su gran furgoneta negra y me ayudó a entrar en el asiento del copiloto.

―Gracias ―dije antes de que cerrara la puerta. Se apresuró a entrar en el lado del conductor y se marchó.

―Sé que esto es incómodo, pero quería darte las gracias por llevarme ―dije al cabo de unos instantes.

―Creo que mi madre estaba decepcionada porque no fui a mi baile de graduación, así que está usando el tuyo para compensarlo ―Se encogió de hombros.

―¿Por qué no lo hiciste? ―le pregunté, mirándole.

Parecía tenso. No estaba segura de si era por mí o si era otra cosa. Hasta donde yo recordaba, había estado tenso y melancólico. Sabía por qué... Había visto morir a su hermano delante de él.

Nadie hablaba nunca de ello, pero por lo que yo había averiguado, Jaxon había pasado rápidamente de ser un chico vibrante a uno tranquilo. Yo había llegado un año después del incidente. Braxton me había hablado un poco de ello un par de años después, y algunos miembros de la manada habían cuchicheado sobre el trágico suceso.

Unos canallas habían entrado en el territorio y habían atacado. Jaxon y su hermano, Conner, estaban corriendo por el bosque cuando uno de los canallas los encontró y mató a Conner antes de que pudieran detenerlo. Alfa Hale los encontró, atacó al canalla y lo mató, pero ya era demasiado tarde y Conner ya había muerto. Jaxon solo tenía trece años y aún no se había transformado... No podía haber hecho nada.

Había oído muchas historias al respecto y realmente fue un suceso traumático. Ojalá hubiera conocido a Jaxon antes de esto. Ojalá hubiera podido estar a su lado. No sé por qué, pero siempre me había sentido atraída por él. Nunca habíamos hablado mucho antes de esta noche, pero lo había visto mucho en los eventos de la manada y con mi tío Braxton después de mudarme aquí.

―No me pareció correcto. Sentí que era una falta de respeto hacia mi compañera ―dijo encogiéndose de hombros.

―Oh ―dije, asintiendo. Me sorprendió que se sintiera así. A la mayoría de los lobos no les importaban los sentimientos de sus compañeras antes de conocerlas.

―¿Por qué dejaste de buscarla? ―le pregunté.

Había viajado durante un año después de graduarse. Era típico de los lobos hacer esto una vez que se graduaban y tenían dieciocho años, pero él volvió con las manos vacías... No dijo nada. Braxton me contó que ni siquiera quería hacer el viaje, pero lo hizo a causa de sus padres.

―La encontré ―Se encogió de hombros. Lo miré, sorprendida.

―¿Por qué no estás con ella? ―pregunté en voz baja.

―Addie, hablemos de otra cosa ―dijo sacudiendo la cabeza. Addie... así me llamaba siempre que hablábamos.

Jaxon me había llamado así cuando nos conocimos. Yo solo tenía doce años y, tras la muerte de mis padres, no había hablado con casi nadie. Sorprendentemente, Jaxon fue el primero en hacerme hablar después de una semana de silencio absoluto y por eso me puso el apodo. Me gustó.

―Lo siento ―dije, apartando la mirada. Me sentía mal por haberme entrometido.

―No lo sientas. Es que es complicado. Mi familia y la manada no lo saben. Me gustaría que siguiera siendo así ―dijo negando con la cabeza.

―No diré nada, lo prometo ―le dije, apoyando la mano en su brazo. Tras unos instantes de silencio, me separé.

―Ojalá tuviera mi loba para poder encontrar a mi pareja… ―dije en voz baja.

No dijo nada, y no esperaba que lo hiciera. Era solo una declaración. Una declaración sincera, pero no había mucho que yo pudiera hacer. Si es que podía hacer algo. Después de unos minutos, nos detuvimos en el centro de convenciones de la ciudad. Era el lugar donde se montaban los conciertos y los eventos.

Aparcamos y entramos. En el instituto local había una mezcla de humanos y hombres lobo, y algún que otro ser sobrenatural al que el Alfa había dado permiso para asistir.

Entramos y nos hicimos una foto juntos. Jaxon se puso a mi lado y me rodeó los hombros con el brazo. Sonreí mientras el fotógrafo hacía la foto.

Casi todos miraron a Jaxon y murmuraron. El futuro Alfa estaba en el baile de graduación con una loba que no era realmente una loba. Las mujeres humanas lo miraban como si fuera un dios, que lo era. Era perfecto, siempre lo había sido a mis ojos.

―Odio que la gente me mire ―Jaxon puso los ojos en blanco mientras nos sentábamos en la mesa que estaba colocada lejos de todo el mundo.

―Yo también, aunque es una constante cuando eres diferente ―dije encogiéndome de hombros.

―Que no tengas una loba no significa que seas diferente o insignificante en la manada ―dijo mirándome a los ojos.

Era como si su mirada contuviera el mundo; sus ojos azul pálido eran perfectos y abrumadores. Creo que nunca antes me había mirado así.

―Bueno, los humanos creen que soy una friki, una empollona. El hecho de que me guste aprender no significa que sea una empollona, pero qué sentido tiene intentar demostrar lo contrario a esta gente ―dije, sacudiendo la cabeza.

―No sé por qué te tratan como a una paria.

―Bueno, ahora que estoy en el baile de graduación contigo, me ven como una puta sórdida ―dije, poniendo los ojos en blanco.

―¿Por qué?

―Tú eres el futuro Alfa, y yo no soy tu pareja. Ellas lo saben y me ven como una puta. Sobre todo porque ellas mismas te desean. Incluso las humanas.

―Bueno, me alegro de estar aquí contigo y no con una de ellas ―dijo, dedicándome una suave sonrisa.

Me quedé de piedra. El futuro Alfa nunca había sonreído, al menos que yo viera. Sin embargo, ahora estaba sonriendo. Le devolví la sonrisa, por supuesto.

Diosa, era impresionante.

―¿Acaso quieres estar aquí? ―preguntó.

―No, ni siquiera un poco. Braxton y Luna Alaina parecen creer que es un evento importante, pero yo no ―dije riendo suavemente.

―Vámonos ―dijo, poniéndose en pie.

―¿Y a dónde? ―pregunté, mirándole.

―Quiero enseñarte algo ―me dijo, tendiéndome la mano tras abrocharse la chaqueta.

―Vale ―dije, cogiéndole la mano.

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