Monika S. Senderek
Mia
No podía parar de pensar en lo que acababa de pasar. ¿De qué alianza estaba hablando y por qué de repente se había enfadado tanto? Él debería sentir lo mismo. Esto no estaba bien, y desahogar su rabia conmigo no iba a mejorar las cosas.
Imbécil.
Puede ser guapo, puede ser Alfa, pero también era un idiota. ¡¿Qué iba a hacer yo ahora?! Por una fracción de segundo, tuve la idea de simplemente transformarme en loba y correr hacia el bosque.
Pero no podría recuperar mi ropa, y de todos modos, su manada me encontraría en cuestión de minutos. Ahí sí que estaría en serios problemas.
Finalmente, volví a la habitación, y tanto mi madre como mi padre me estaban mirando. Por suerte, él no.
Menos mal que mi copa de vino aún estaba llena; si no, tendría que ser una maleducada y abrir otra. Total, ¿a quién le importaría? Ahora yo vivía aquí.
Siento que mamá no deja de mirarme como si quisiera preguntarme si estoy bien. La ignoro y sigo mirando mi copa.
—Liam, ¿podemos hablar en privado? —Papá se levanta. ¿Por qué quiere hablar con él en privado?
—Claro, vamos a mi oficina. —Ambos salen de la habitación y mi madre dispara inmediatamente. Sabía que no se quedaría callada por mucho tiempo y que haría docenas de preguntas.
—¿Qué ha pasado aquí? Pareces enfadada.
—Lo estoy, pero no quiero hablar de ello, así que déjalo. —Sorprendentemente eso fue todo. No hizo más preguntas. Anna, la señora que nos sirvió la cena, viene a preguntar si necesitamos algo más.
Parece encantadora. No he visto a nadie más aquí, así que posiblemente esté gestionándolo todo ella sola.
—Gracias, estamos bien. —Le sonrío. Nos quedamos sentadas durante media hora, bebiendo y mirando nada en particular. Mientras tanto, recibo un mensaje de Ashlee.
Me río.
—¿Se divierten, señoras? —Papá levanta una ceja hacia mí. Sigue sonriendo. ¿Por qué está tan contento? Me pregunto de qué han estado hablando.
—Tengo escalofríos de la emoción —respondo sarcásticamente. Deja que esto termine, por favor.
»Entonces, creo que ya está todo arreglado, ¿no? Estoy vendida, la boda es el mes que viene, y después de eso, me mudaré aquí con todas mis cosas, mientras que tú tendrás un camello y dos cabras...
—Mia, por favor, no empieces. —Papá toma asiento junto a mamá.
—Tienes un sentido del humor muy interesante. —Liam levanta su vaso de whisky.
—Estás a punto de descubrirlo —respondo, pero mamá se mete en medio.
—Bien, creo que es hora de que nos vayamos. Liam, muchas gracias por... Una cena estupenda y por recibirnos. Te enviaré nuestra lista de invitados, y nos veremos el próximo mes entonces.
Los odio, de verdad. La palabra «boda» hace que mis rodillas se debiliten. Esto no está bien.
—Sois muy bienvenidos. Todo estará listo para entonces. —Le sonríe. Qué gesto más falso.
Me despido de Anna y salgo de la casa. De ninguna manera voy a ser amable con él y mentir sobre el placer que ha supuesto estar aquí y conocerle. Subimos al taxi y nos dirigimos al hotel.
Por la mañana tenemos un vuelo de vuelta a Idaho.
Una vez en casa, Lea no deja de bombardearme con preguntas, y siento que voy a estallar. Qué más le da si de todos modos lo conocerá el mes que viene, como todo el mundo.
—Oh, ¿al menos puedes decirme cómo era? ¿Es tan guapo como dijo Ashlee? —Me guiña un ojo.
—Discutible —digo, pero mamá, como siempre, debe intervenir.
—No la escuches. —Me señala y rápidamente añade—: Ha sido encantador, y es un niño muy guapo.
—¡¿Niño guapo?! ¡Me haces sentir como una pedófila!
Lea se ríe y me da un empujón en el brazo. La echaré mucho de menos.
Es verdad que en cualquier momento podría mudarse a vivir con Kai, pero aún así, estaremos a muchos kilómetros de distancia. El único lado bueno de todo este drama es que al menos podremos visitarnos.
—¡Cállate! —Mamá me golpea con un paño de cocina en la cabeza.
—Y diré algo más. Como anfitrión, fue grosero y horrible. ¿Qué clase de Alfa es si no tiene en cuenta la otra parte?
—¿Qué quieres decir? —Lea frunce el ceño. Mamá se había marchado, así que podía decírselo.
—Traté de convencerlo de que para ser aliados no necesitábamos casarnos.
—¿Y?
—Y no se lo tomó bien. En otras palabras, dijo que debía aceptarlo y ya está. —Desvío la mirada. No quiero que Lea vea que me afectó de alguna manera. Quiero decir, emocionalmente.
Obviamente no era cierto, ya que estaba destrozada, pero si se daba cuenta, empezaría a culparse a sí misma. Y no quería eso.
—En realidad me da pena. —Sonríe y me abraza.—Viviendo contigo bajo el mismo techo y apuesto a que es consciente de tu afecto hacia él. Enfatiza la palabra afecto.
Pongo los ojos en blanco.
—Todo el mundo siente pena por él. ¡No soy una mala persona! Sólo soy testaruda, pero él también lo es. Mira, simplemente lo evitaré. Tendré que encontrar un trabajo y mantenerme ocupada.
»En fin, Lea, será mejor que me vaya. Quiero correr junto al río para relajarme y dejar de pensar en todo esto.
—Claro, te quiero. —Me besa la mejilla y empieza a mandarle un mensaje a alguien. Apuesto a que se lo envía a Kai. De nuevo una pizca de celos nubla mis pensamientos. Yo no tendré eso. Ese tipo de relación por la que podrías morir.
Sonrisas rápidas, caras tontas, bromas, y luego la pasión que vuelve locos a las dos partes. Las primeras citas, los primeros besos… Me tocará fingir y acabaré discutiendo conmigo misma, o con él.
Me alegraba por ella pero no podía aguantar más. Salgo de casa y me dirijo hacia el bosque.
Rápidamente llego al claro de los ciervos. En el centro está el comedero. Aquí es donde suelo esconder mi ropa. Son casi las diez de la noche y no hay nadie.
Está oscuro y la única luz que hay es la de la luna. Inmediatamente me transformo en loba. La última vez que lo hice fue hace casi dos semanas, así que tengo que volver a acostumbrarme a la sensación que provoca de nuevo.
Corro por el bosque con entusiasmo. Mi visión como loba me permite ver todo con mucha claridad a pesar de estar en la oscuridad. Mi oído también es mucho más agudo.
Oigo pasos de animales, posiblemente de un ciervo mulo. Me vuelvo hacia el otro lado para evitar este extraño olor.
Como lobos, podemos cazar y comer carne cruda, pero es nuestra elección. No es que estemos impulsados por un deseo de hacerlo.
El único momento en el que no podemos controlarnos es durante el celo, que se produce una vez al año al comienzo de la primavera. Esa época del año es siempre una locura.
Puedes oler a sexo por todas partes, percibir la necesidad que nos empuja el uno hacia el otro como verdaderos animales.
Los que tienen compañeros o parejas son los afortunados; de lo contrario, tienes que ayudarte a ti mismo o encontrar a alguien que lo haga por ti.
He oído que, de alguna manera, si eres lo suficientemente fuerte, puedes ignorar ese sentimiento. Pues bien, yo no era así. Empecé a sentirlo cuando cumplí diecinueve años. Para todo el mundo es aparentemente diferente.
Durante mi primer celo, perdí mi virginidad con mi ex novio. Desde entonces me arrepiento.
Finalmente, llegué al río. Me meto dentro para refrescarme. Mi mente está despejada y siento que nada me preocupa por primera vez. El Sr. Boyle se ha ido de mi mente, y también el asunto de la boda.
En este momento soy simplemente feliz.
Cuando llego a casa, todos están durmiendo. Me ducho y me voy directamente a la cama. Mañana tengo que presentar mi renuncia en el trabajo. Otro paso que cambiará mi vida por completo.
Tengo la misma pesadilla. ¿Debo acostumbrarme a ella? ¿Significa algo si sigo teniéndola? Apuesto a que es por toda esta situación. Debe serlo.
Estoy pensando demasiado en todo esto, reaccionando de forma exagerada y por eso todo está manifestándose en mis sueños. Ya lo conozco demasiado bien, pero eso no impide que sienta escalofríos y sudores fríos cada vez que los tengo.
Se me seca la boca y necesito beber agua. Necesito ser más positiva; de lo contrario, me volveré loca.
Al día siguiente, como de costumbre, salgo bastante temprano, sin desayunar.
La mayor parte de mi turno son clases con niños de secundaria sobre los cambios ambientales y su impacto en las diferentes especies de animales. Durante mi descanso para comer, tengo la oportunidad de hablar con Katy, la directora del zoo.
—Hola, Katy, ¿puedo hablar contigo un minuto? —Me acerco a ella. Ella levanta la mirada y me invita a su despacho.
—¡Claro, entra! ¿Ha pasado algo? —Katy se sienta al borde de su escritorio. Estoy nerviosa, y ella definitivamente puede sentirlo.
—Yo... Quería agradeceros la oportunidad y la posibilidad que me habéis dado. Ha sido increíble formar parte de este equipo. —me sigue temblando la voz. Me encanta este trabajo, y ahora me veo obligada a dejarlo.
—¿Nos dejas? —Parece sorprendida.
—Sí, lo siento mucho. Realmente he disfrutado mucho aquí, pero el mes que viene me mudo a Montana, y ya sabes… —Intento sonreír, pero sé que parece falso.
—Oh, Mia, todos te echaremos de menos, qué pena. Lo lamento, pero aceptaré el aviso. Entonces, ¿cuándo nos dejas?
—Me mudaré a mediados de agosto, pero necesito tiempo para preparar todas mis cosas y planearlo todo. Así que quería que mi último día fuera a finales de julio, si te parece bien.
—Claro, voy a reprogramarlo todo. Prepararé una carta de referencia para tu futuro empleador. Puede que te resulte útil. —Me abraza.
Es una persona encantadora, y me da mucha pena dejar este lugar. He aprendido mucho durante este tiempo y lo he disfrutado mucho.
—Gracias de nuevo. Voy a volver al trabajo. Nos vemos. —Cierro la puerta de su despacho y me dirijo a la cocina, donde por fin puedo comer algo.
Los días pasan rápidamente. Mi madre está planeándolo y organizándolo todo, y le agradezco que lo haga, manteniéndome alejada de eso.
No podía ni quería molestarme pensando en el color principal que habrá en el banquete o en quién invitar. Esto no es una boda de verdad por el amor de Dios. Es un acuerdo. Es como sellar un trato.
Lo único que sigue preguntándome, junto con Lea, es sobre el vestido de novia. Para ser honesta, tampoco me importa eso.
Podría ir allí con el primer vestido blanco que alguien me dejase, pero mamá y Lea no quieren ni oírlo.
—Las dos entendéis que no importa lo que vaya a llevar, ¿verdad? —me puse a gritar.
¿Por qué debería sentirme relajada cuando todo el mundo está tratando de ponerme en este estado de ánimo feliz previo a la boda que en realidad nunca quise?
—Cariño, sabemos que esto no es lo que querías. Tampoco es lo que nosotras queríamos, pero vamos a divertirnos e intentar al menos fingir que lo disfrutamos. —Mamá se esfuerza por parecer convincente.
—Mamá, ya estamos fingiendo, y todo depende de mí. No me importa lo que me vaya a poner, y créeme, a él tampoco. Vamos a dejarnos de tonterías. Pediré algo por internet.
—¡No! ¡No puedes! —mi hermana levanta la voz—. Esta será probablemente tu única boda, la única oportunidad de comprar tu vestido de novia perfecto.
»Que le jodan a él, pero déjanos estar contigo mientras te pruebas todos esos vestidos. Déjanos juzgarte y decirte lo horrible que estás.
»No nos prives de eso…
Pude ver que realmente se preocupaba, y que todo esto era importante para ella. Tal vez, en realidad, tenían razón. Tal vez podría hacer una excepción sólo para la parte del vestido de novia.
—De acuerdo, pero iré a una sola tienda, a ninguna otra, y elija lo que elija, estaréis contentas con ello. —Les señalo con el dedo.
—Maldita sea, no... ¡Pero trato hecho! —Me abrazan.