Arri Stone
SEBASTIAN
Los Picos de Greystone eran una de las cordilleras de bosques y lagos más grandes del país y estaba dirigida por dos de las manadas más fuertes: la manada de Greystone Ridge y la manada de Río Rojo.
La carretera que atravesaba y rodeaba los lagos era conocida, con gente que la utilizaba para alejarse o para tomarse pequeños descansos o algún tiempo de tranquilidad necesario.
Muchos jóvenes venían de vacaciones antes de ir a la universidad porque querían un último respiro de libertad. Las cabañas y los lagos les proporcionaban la escapada que tanto necesitaban.
Había señales que advertían a los viajeros de la presencia de animales salvajes en libertad en la zona de la cordillera. La mayoría de las veces, nos apartábamos del camino de los viajeros cuando estábamos en forma de lobo.
―Sebastian~, ve a recorrer el perímetro; hoy llega un grupo de novatos. Quiero asegurarme de que el grupo de la cima se ha marchado~ ―nos dijo Hawk, mi Alfa, a través de un enlace mental.
Teníamos que asegurarnos de cuidar las cabañas; al fin y al cabo, nos aportaban algo de dinero.
La oficina principal, situada al principio de las carreteras de montaña, era la parte más alejada de nuestra frontera.
Allí se entregaban las llaves y los viajeros se dirigían a sus alojamientos.
Asociados a nosotros, teníamos un par de empleados dentro de nuestro estrecho círculo de humanos. Estaban bien pagados para atender a los visitantes que venían aquí, y solo interactuaban con uno de los oficiales de mayor rango de aquí, yo incluido.
Teníamos nuestra propia casa de la manada, así como varios refugios situados un poco más lejos y a lo largo de nuestros límites. Recorrí el perímetro.
Las tierras estaban divididas. Nuestra cordillera daba con el lago, un espacio que compartíamos con la manada de Río Rojo. Ellos tenían un bosque ligeramente más llano al otro lado.
Las dos manadas interactuaban poco, ya que siempre acababan en reyertas. Por ejemplo, la manada de Greystone Ridge tenía muchas cabañas, que alquilábamos a gente normal. Era una de nuestras formas de ganar dinero. Sin embargo, la manada de Río Rojo no tenía tantas cabañas como nosotros, pero se permitía el lujo de tenerlas alrededor de su lado del lago porque los terrenos eran más llanos.
Últimamente, había luchado por encontrar una compañera. Lo cierto es que estos dos últimos años han sido especialmente difíciles para todos.
Incluso había viajado por las afueras de nuestras fronteras con la esperanza de encontrarla en otra manada, pero no hubo suerte.
Mi Alfa me había estado presionando para que fuera a ver si había alguien en la manada de Río Rojo. Era la única vez que nuestras dos manadas se encontraban e interactuaban de forma personal; normalmente solo lo hacían por negocios.
Cuando alguien encontraba a su compañero, se esperaba que fuera ella ―la hembra― la que abandonara su manada y se uniera a la de su compañero. Esto, por sí solo, causaba problemas.
―Sebastian~, la temporada casi ha terminado. Tendrás que esperar otros nueve meses para ver si encuentras a tu compañera ~―Hawk me enlazó mentalmente mientras corría.
Mi Alfa estaba preocupado por mí, ya que aún no había encontrado a mi compañera. Todos sabíamos que una Beta fuerte fortalecería aún más a la manada.
―Lo he intentado, sabes que sí, pero ninguna hembra me ha atraído. Tampoco me ha excitado ninguna ―le contesté sin tapujos.
Había estado teniendo problemas, no es que quisiera admitirlo ante nadie, pero mi Alfa y Luna lo sabían desde hacía unas semanas, y mi energía sexual había estado tensa, por no decir otra cosa.
~―Escucha, ve a hacer la patrulla fronteriza y los controles de las cabañas, quema un poco de esa energía sexual reprimida que tienes. Cuando vuelvas infórmame. No quiero a la manada de Río Rojo cazando en nuestros terrenos.
~Corrí hacia el lago y a lo largo de las fronteras. A mi lobo le encantaba sentirse libre. Tenía que comprobar algunas de las cabañas y asegurarme de que el grupo de chicos que teníamos se hubiera ido.
Normalmente, los huéspedes se quedaban una semana, ocasionalmente dos. Cuando se iban, nosotros limpiábamos y preparábamos las cabañas para los siguientes huéspedes.
Así pues, di el visto bueno para que vinieran a limpiar las cabañas.
Algunas de las jóvenes que gestionaban las cabañas coqueteaban con viajeros; no es que fuera algo grave, pero al ser tan jóvenes, no tenían control sobre lo poderosos que podían llegar a ser.
Además, ahora estaba prohibido tener cualquier tipo de relación con un humano.
Tras un rápido enlace mental con Hawk para decirle que iba de vuelta, llegué a la casa de la manada cuando él apareció por el puerto de montaña que conducía a las cabañas de las parejas de la manada.
Era bastante obvio lo que había estado haciendo.
―¿Qué pasa?
Volví a mi forma humana y me dio unos pantalones cortos para que me los pusiera.
Echó un rápido vistazo a su alrededor para comprobar que no había nadie, y me echó el brazo por encima del hombro.
―Me han informado de que viene un grupo de chicas jóvenes. Las he alojado en la cabaña de Ridgetop porque las quiero lo más lejos posible del lago. No me fío de la manada de Río Rojo después de la cagada del año pasado.
»Quiero que las vigiles; asegúrate de que no haya lobos merodeando.
―Sí, ayer eliminé a dos jóvenes en nuestra frontera. He informado a Josh y a las otras patrullas fronterizas.
»Podemos decirles que se larguen cuando invadan nuestro territorio, pero lo cierto es que es en el lago desde donde tienen más control, que además fue donde ocurrió el incidente el año pasado.
Una chica, que se alojaba en una de las cabañas más cercanas al lago, más cerca de la
zona de la manada de Río Rojo, se había enamorado de Max, uno de los guerreros de nuestra manada.
Solo que cuando él la encontró con un tipo de la manada de Río Rojo, las cosas se descontrolaron. Se inició una gran pelea; se convirtieron en lobos, y ella quedó atrapada en el fuego cruzado.
Fue un baño de sangre, y la chica tuvo que ser declarada muerta por el ataque de un animal salvaje. Así que ahora teníamos prohibido cualquier relación o vínculo con los humanos, aparte de cuidarlos cuando vinieran a las cabañas y mantenerlos a salvo.
―Podrían llegar en cualquier momento después del mediodía, mantén los ojos abiertos. Tengo una reunión con el Alfa de la manada de Luna Negra; algo ha pasado y han atacado a una de sus jóvenes hembras.
»No tienen muchos miembros en su manada y, obviamente, nos han pedido ayuda porque la manada de Río Rojo no es de fiar.
―Sí, porque siempre quieren algo a cambio ―Enarqué una ceja.
―Me aseguraré de que las huéspedes estén a salvo ―Le di una palmada en la espalda―. ¿Te llevas a Estela contigo?
Era la Luna y una gran pacificadora entre las manadas; también calmaba a Hawk cuando se enfadaba por algo.
―Junto con dos guerreros, Jeffery y Wyatt ―Sacudió la cabeza y me giré para verlos llegar.
―Mantened a salvo a las chicas que están por llegar, es todo lo que pido, y por las razones que ya sabéis, mantened el mínimo contacto.
Se transformó en su lobo, y los otros dos le siguieron y desaparecieron.
Me fui a mi habitación de la casa de la manada, me duché y me cambié antes de dirigirme a la oficina de facturación. Podría ser una tarde larga, dependiendo de cuándo llegaran.
Entré y saludé a Linda, la chica que trabajaba detrás del mostrador.
Agitó las pestañas y yo me frustré por dentro.
―¿Es que nunca se rinde? ―Mi lobo gimió dentro de mi cabeza.
―¿Han llegado ya las nuevas? ―Me crucé de brazos con la esperanza de que entendiera la señal que le enviaba de que no me interesaba.
―No, todavía no ―Hojeó el libro de registros y echó un vistazo al lugar donde colgaban las llaves.
―Esperaré fuera. ―No me quedé esperando su respuesta.
Fuera, inhalé profundamente para limpiar mis pulmones del perfume de mierda que llevaba Linda.
―Debe de haberse rociado antes de que llegaras ―Tosió mi lobo.
Miré el reloj por décima vez, preguntándome dónde estarían esas chicas, cuando apareció un coche. Se detuvo y bajaron dos chicas.
―¡Lo hemos conseguido! ―La conductora sonrió.
―Solo después de perdernos tres veces ―La otra chica puso los ojos en blanco.
―Vamos a hacer el check in e ir a nuestra cabaña ―La conductora les hizo un gesto para que entraran. Otra chica salió del coche y las tres entraron para facturar.
Estaba seguro de que Alfa dijo que habría cuatro chicas.
Me volví hacia el coche y vi una cabeza de pelo negro apoyada en la ventanilla.
Estaba ligeramente abierta y, aunque podía oler todo lo que habían estado comiendo en el coche, un toque de vainilla me llegó a la nariz y me excitó.
Incliné la cabeza para ver mejor a la chica y algo se agitó en mi interior. Mi lobo saltó, excitado. ―¡Compañera! ―me gritó.
El tiempo se me congeló cuando ella se giró, abrió los ojos y se encontró con los míos; yo la estaba mirando fijamente. Se me paró el corazón y sentí que no podía respirar.
¿Cómo es posible que mi compañera sea una humana?