De camino al altar - Portada del libro

De camino al altar

E. L. Koslo

Capítulo 6: Primer año de universidad

MAYO

—No puedo creer que solo nos queden unas pocas noches en este lugar.

Era la primera vez que veía a Alison medio emocionada por algo. Por lo general, era tranquila y me costaba imaginarla de otro modo.

Iba a echarla mucho de menos durante el verano.

—Parece un poco surrealista que casi hayamos terminado un año entero. Voy a echar de menos este lugar —asentí.

—¿Vas a echar de menos nuestro minúsculo dormitorio que huele ligeramente a moho y los baños comunes? —Ahí estaba la compañera de piso que conocía y amaba.

—Vale, no. No voy a echar de menos esa parte. Pero voy a echaros de menos a ti y a Trevor. Y a todos los amigos que hemos hecho.

—Yo solo espero que pase rápido. Mi verano va a ser tan aburrido… Lleno de esa gente mezquina con la que crecí —se quejó Ali.

Yo no estaba segura de lo que me depararía este verano. Trevor iba a estar ocupado la mayor parte del tiempo.

—¿No hay ningún amigo al que te haga ilusión ver? —pregunté. Desde las vacaciones de primavera no había visto a Davis, y me hacía ilusión ponerme al día con él.

—La verdad es que no. Los conozco a todos desde que íbamos en pañales. Los listos no vuelven al pueblo, y los otros nunca se fueron.

—Puedes venir a visitarme si quieres. Mis únicos planes son pasar el rato con Davis, y dar algunas clases en el centro comunitario.

Se estremeció. —No sé cómo puedes soportar enseñar a niños.

Me reí al ver la cara de asco que puso. Por un momento pensó que quería enseñar, pero después de unas cuantas observaciones poco satisfactorias, cambió rápidamente de opinión.

—Es arte. Todo el mundo se divierte con el arte.

Comencé a ayudar en el centro comunitario cuando estaba en el instituto, pero este verano iba a poder dar algunos cursos para principiantes.

Otra ventaja sería el acceso ilimitado al la biblioteca y un descuento en la cantina.

—A menos que se te dé fatal y tu profesor de dibujo te anime a buscar una carrera que no implique tus pésimas habilidades para la ilustración.

Se había matriculado en uno de mis cursos de introducción al dibujo, suponiendo que como cubría sus requisitos básicos de bellas artes sería fácil.

—Te dije que sería más difícil de lo que parecía. —Todo el mundo pensaba que dibujar personas era fácil, pero había que contornear y equilibrar la luz, cosa que resultaba bastante complicado.

—Al menos tus dibujos tenían forma de persona.

Me eché a reír al recordar la reacción del primer modelo ante su ilustración. No sabía cómo dibujar sombras y contornos, así que parecía un dibujo lineal abstracto.

Luego estaba la sospechosa zona en blanco en medio del papel, donde ella se había negado rotundamente a dibujar su regazo descubierto.

—No tenías que haberte preocupado por herir sus sentimientos. Están acostumbrados a que la gente los mire desnudos.

Al modelo ni siquiera le había importado que el aula estuviera llena de chicas de primer año riéndose a carcajadas. Simplemente se desnudó con orgullo y lo dejó todo al aire.

—Lo sé. Pero esperaba que el pobre al menos tuviera algo digno de ser dibujado, me decepcionó. —Ella trató de mantener una cara seria, pero ambas nos disolvimos en carcajadas.

—Hablando de cosas dignas. —Su ceja arqueada me puso seria rápidamente.

Una noche le había confesado lo torpe que era mi vida sexual. No era mala, pero tampoco buena.

Trevor siempre me hacía sentir respetada y cuidaba de mí, pero no tenía mucho aguante.

—No vayas por ahí.

Me había asegurado que perder mi virginidad valdría la pena, pero el sexo seguía siendo un punto de frustración para mí.

—Oh, vamos. ¿No se supone que esto es de lo que se habla con las amigas? —A Alison le encantaban los cotilleos, así que se moría por diseccionar la actuación de Trevor.

—Le quiero. Es un buen chico.

—Sé que lo es. ¿Pero has intentado hablar con él de nuevo?

Con la cara roja y las manos temblorosas había intentado hablar con él sin faltarle al respeto, pero no había salido bien.

Las cosas no habían sido lo mismo desde entonces. Ningún hombre quiere oír que es decepcionantemente rápido en la cama.

—No. Es lo que hay. —Sacudí la cabeza—. No quiero volver a tener esa conversación.

Se encogió de hombros y me miró con simpatía. —Tal vez sea hora de cortar por lo sano.

—¿Qué demonios, Ali? —Su solución a las situaciones difíciles era siempre largarse—. ¿Estás diciendo que debería romper con él porque se corre demasiado rápido?

—Bueno, quizás no sois compatibles sexualmente.

—No puedo contigo.

En serio.

—Solo intento darte un consejo de amiga. Si no hay química, probablemente no sea el adecuado —dijo con cautela—. Si estás con la persona adecuada, debería surgir de forma natural.

Entendía lo que decía, pero éramos compatibles en otros aspectos. Trevor era mi mejor amigo. Podíamos hablar durante horas. Me sentía más cerca de él que de cualquier otro chico, incluso de Davis.

Mi teléfono sonó anunciando la llegada de algunos mensajes y lo saqué del bolsillo.

DavisLibertad, dulce libertad...
Davis¿Cuándo vuelves a casa?
KristaMe quedan dos exámenes. Estaré en casa el sábado.
DavisNo puedo esperar a verte.

Sonreí ante su mensaje y abrí el otro que me había llegado.

Trevor¿Nos vemos después de tu última prueba? Tengo algunas noticias.

Habíamos planeado salir a desayunar antes de que mis padres vinieran a recogerme, pero no me disgustaba pasar más tiempo juntos. Sería duro estar lejos el uno del otro todo el verano.

~KristaClaro. ¿Cómo va el estudio?
~TrevorVa. Tengo que volver a ello.

—Deja de ignorarme —Alison hizo un puchero—. Terminemos de empaquetar esta mierda para que podamos ver una película.

—Qué pereza...

Me había estado insistiendo toda la semana para que hiciera la maleta y estudiara para que no lo hiciéramos todo en el último momento.

—Todavía tengo que estudiar para mi parcial de mañana.

—Vale, vale. —Bajé una pila de perchas y empecé a doblar mi ropa en las bolsas de lona que me llevaría a casa en unos días.

—Estoy deseando tener un armario más grande el año que viene. —Sus ojos tenían esa mirada soñadora cada vez que hablaba de nuestro apartamento del año que viene.

—No olvides tu propio baño también. Esa es mi parte favorita: se acabaron los baños comunes.

—¡Sí! No más chanclas en la ducha.

—Estoy feliz de haber encontrado un lugar decente a poca distancia.

A ninguna de las dos nos interesaba seguir viviendo en la residencia. Teníamos ganas de dejar de ver a Kim y todo su séquito.

Habíamos alquilado un apartamento de dos habitaciones cerca del campus para el año que viene, pero esperábamos que fuera un lugar donde pudiéramos quedarnos a largo plazo.

—No es que no te quiera, pero estoy deseando tener la intimidad de mi propia habitación.

—Lo mismo digo, chica. —Asentí pensativa.

***

—Hola, pasa. —El dormitorio de Trevor se parecía al mío ahora, con una pila de bolsas cerca de la puerta y una pared prácticamente en blanco.

—¿Dónde está Joel?

Me cogió de la mano y tiró de mí hacia abajo para sentarme en el borde de su cama. —Ha salido con unos amigos a por pizza.

—¿Quieres decir que tenemos tiempo a solas? —Sonreí mientras me inclinaba hacia delante para besarle en la mejilla. Me cogió la mano mientras se sentaba rígido, pasando sus largos dedos por los míos.

—Y bien, ¿cuál es esa noticia? —pregunté con curiosidad. No estaba actuando como siempre.

—Esta semana he descubierto algo sobre el año que viene.

Su voz sonaba preocupada. Me pregunté si se estaba replanteando seguir en la fraternidad. Dijo que le gustaba, pero que odiaba todo el tiempo que tenía que dedicar a sus actividades.

—¿Es algo de la fraternidad? Creía que ya te habían asignado habitación.

—Bueno, en cierto modo también afecta, pero es algo de lo que hablamos hace unos meses.

—Dímelo de una vez. Estás muy raro. —Estaba empezando a ponerme un poco nerviosa.

—Tenían algunas plazas libres en el programa de estudios en el extranjero para el próximo semestre.

—Vale... —Me quedé a medias. Lo habíamos hablado un poco, pero recuerdo que me dijo que ni siquiera sabía si quería porque era un gran compromiso y trastocaba sus planes aquí.

—Me iré a Londres, al menos el primer semestre, a principios de agosto.

—Vaya, has entrado. Es increíble. —Estaba en la lista de espera de un programa de estudios en el extranjero para una iniciativa de salud mundial con sede en Londres.

—Estoy muy emocionado, pero... —Sacudió la cabeza y exhaló un fuerte suspiro.

—¿Qué pasa? —Me puse de lado para mirarle y vi cómo se desinflaba.

—Ni siquiera estoy seguro de cómo decir esto. —Su voz era baja pero nerviosa, quebradiza hacia el final.

—Solo dilo. —Le pasé los dedos por el pelo y se apartó de mí.

—Esto no es justo para ti. —Espera... ¿Qué?

—¿De qué estás hablando? —Cuando lo hablamos, acordamos seguir con una relación a distancia.

—Tengo esas prácticas este verano, y sé que se suponía que iba a ir a visitarte una semana, pero ahora que me voy en agosto.... —Se interrumpió mientras se alejaba de mí.

—Oh. —Me estaba dejando.

Su rostro estaba lleno de arrepentimiento. —Krista, lo siento.

—¿Estás rompiendo conmigo? —susurré mientras lo miraba incrédula. Llevábamos juntos todo el curso escolar, casi diez meses, y él quería tirarlo todo por la borda.

—No creo que pueda tener una relación a distancia durante tanto tiempo. Si el otoño va bien, podría quedarme todo el año, y...

—Para ya. —Levanté la mano, temblando mientras procesaba que estaba haciendo esto justo antes de irnos a casa. Supongo que al menos tuvo la decencia de esperar hasta que terminaran mis finales.

—Yo...

—¡Para!

Me apartó la mano y se quedó sentado, con cara de escarmentado.

—¿Eso es todo?

Asintió con la cabeza gacha.

—¿No crees que debería poder opinar? No me importa la distancia. También estamos ocupados ahora, pero hemos hecho que funcione.

—Podríamos hablar por Skype o algo así. Puede que incluso nos haga más productivos, sin la distracción de...

Empezó a negar con la cabeza y mi voz se entrecortó.

—No.

—Oh. Oh... —Eché un largo vistazo a su perfil, comprendiendo por fin lo que decía—. Ya veo. TÚ ya no quieres esto. Ya no me quieres.

—No es que no te quiera. Solo creo que es mucha presión para los dos mantener algo que quizá no valga la pena.

—Vaya. ¿En serio? —Me levanté y me volví hacia él, con rastros de veneno en mi voz —. No te preocupes. No te preocupes. Ahora lo entiendo. Crees que no valgo la pena.

—Krista...

—No. —Levanté la mano—. No. Nada de Krista. Me voy a ir. Y vas a borrar mi número. No puedo creer que desperdiciara todo este año contigo.

—No quería hacerte daño —suspiró, como si fuera a echarse a llorar.

Mi primera reacción había sido de tristeza, pero ahora estaba pasando directamente a la ira.

—Acabas de decirme que no merezco el esfuerzo de una conversación sobre una relación a distancia. Lo que sientes por mí está más que claro —siseé mientras se me escapaba una lágrima por el rabillo del ojo.

No estaba segura de si era por la rabia o por la tristeza, pero necesitaba irme. Ahora.

—Adiós, Trevor.

Me volví hacia su puerta antes de que cayeran las primeras lágrimas, cerrándola tras de mí mientras me dirigía a los ascensores.

Mi visión era borrosa cuando me apresuré a doblar la esquina, y no reparé en él hasta que una gran mano se cerró en torno a mi muñeca.

—¿Krista?

Levanté la vista y vi a Cory con cara de preocupación. No lo había visto desde antes de los finales. Tenía el pelo revuelto, pero parecía relajado. También debía de haber terminado los exámenes.

—Suéltame —balbuceé mientras las lágrimas corrían por mis mejillas, el dique por fin se rompió.

—Oye, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras?

—Déjame en paz —le supliqué mientras intentaba apartar el brazo de su cálida mano. No necesitaba un testigo de mi crisis, sobre todo sabiendo que sería el compañero de habitación de Trevor el año que viene.

—¿Qué ha pasado? ¿Trevor te hizo algo? ¿Tengo que ir a encararme con él?

—No. Suéltame y déjame en paz. Y dile a tu estúpido compañero de fraternidad que olvide que alguna vez me conoció.

Esperaba no volver a ver a Trevor. Podía guardarse su enorme polla y buscarse otra chica a la que mantener insatisfecha.

—¿Habéis roto?

Solté un fuerte sollozo y él me atrajo suavemente hacia su pecho, acunándome la nuca.

—Voy a tomar eso como un sí.

Respiré entrecortadamente mientras sentía el suave algodón de su camiseta humedecerse con mis lágrimas. No podía creer lo ingenua que había sido.

—Es un idiota. Supongo que te lo dijo.

Eché la cabeza hacia atrás y le miré a los ojos mientras sus manos se posaban en mis hombros. —¿Lo sabías?

—Tuvo que contarlo para mantener su membresía —se encogió de hombros—.Y tuvieron que meter a otro tío a nuestra habitación para cuadrar los números.

—¿Desde cuándo lo sabes?

Trevor había actuado de forma extraña antes de los finales, pero yo lo había atribuido a que necesitaba estudiar. Ahora todas las piezas empezaban a tener sentido. Me lo había estado ocultando activamente.

—Desde el lunes. ¿Por qué?

Apreté la mandíbula y sus ojos se abrieron de par en par.

—¿Te lo acaba de decir ~ahora~? Lo ha sabido desde hace semanas.

—Déjalo. No importa. Necesito...

Di un paso atrás y sus manos cayeron. Me limpié la humedad de las mejillas con el dorso de la mano mientras moqueaba.

—¿Quieres ir al comedor? ¿Hablar un rato? —Sus ojos azules estaban llenos de preocupación mientras me miraba. Le agradecí la preocupación, pero estaba demasiado cerca de todo esto.

—No.

—De acuerdo. Tienes mi número si necesitas algo. —Cory asintió mientras se metía las manos en los bolsillos de los pantalones cortos.

—Solo necesito espacio. Dile que no me hable.

Asintió y se balanceó sobre sus talones, sin dejar de mirarme con recelo. —Le transmitiré el mensaje.

—Gracias. Lo siento. —Señalé con la mano la gran mancha húmeda en el centro de su camiseta.

—No pasa nada. —Sonrió—. Cuídate, Krista.

—Tú también. Que tengas un buen verano. —Intenté sonreír, pero estaba segura de que probablemente había fracasado estrepitosamente. Al menos no me había maquillado esa mañana.

Asintió y me di la vuelta, escapando hacia los ascensores. Esperaba que mis padres llegaran lo suficientemente rápido. Necesitaba alejarme de este lugar.

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