La compañera esquiva del Alfa - Portada del libro

La compañera esquiva del Alfa

Lacey Thorn

Intenciones crueles

ORION

El alfa de la manada Amanecer Plateado estaba ansioso por complacer mi petición de visita, incluso con tan poca antelación, y no puedo decir que me sorprenda.

Habrá oído los rumores, y solo un tonto me negaría la entrada en términos amistosos.

En breve pasaré por aquí de camino a casa desde la costa, y además hace tiempo que estoy interesado en esta manada.

Es pequeña, tiene solo doscientos o trescientos miembros, pero tienen buena reputación entre sus vecinos y quiero saber cómo consiguen mantenerse a flote con tanta facilidad.

La manada Rosa creciente era patética en comparación y tenía más del doble de sus miembros. Si mis sospechas son correctas, intentará impresionarme esta noche con una demostración de fuerza.

Lo que no sabe es que, de paso, me va a regalar su manada.

En este momento todavía estoy indeciso. Después de todo, se necesita mucho tiempo y esfuerzo invadir una manada, y no puedo imaginar que todos sus lobos vayan a estar contentos con el cambio de gestión.

La pregunta es: ¿merecerá la pena la persecución?

Estoy harto de tomar tierras inútiles. Ya es hora de que consiga algo rentable, y mi gente solo se merece lo mejor. Si declina, bueno, no es mi problema.

Tendré que dejar mis intenciones muy claras y, quién sabe, quizá me la entregue.

Se rumorea que su Luna cumple años la semana que viene. Sería una pena que ocurriera algo que pusiera fin a sus celebraciones.

No soy de los que caen tan bajo como para matar a la pareja de otro alfa, pero él no lo sabe y lo prefiero así.

El caso es que con una reputación como la mía ya no tienes que hacer nada; todos dan por hecho lo peor y yo me aprovecho de ello.

Nunca se me ha ocurrido preocuparme por lo que piensan, y tampoco es que me haya esforzado mucho por ser bueno.

He robado manadas, he tomado tierras y he matado a gente que se me ha cruzado. Si eso me convierte en un villano, que así sea.

—Estamos a un cuarto de hora a pie, Alfa —me dice mi beta, Donovan, mientras inclina su cuello al acercarse a mí.

Es una formalidad en la que siempre he insistido, como mi padre y sus predecesores.

Donovan es mi mejor amigo, pero la jerarquía es lo que nos mantiene en pie.

Sin ella somos todos iguales, y eso no es una opción cuando se dirige una manada tan famosa. Quiero que crezcamos, no que nos quedemos en el camino, y necesito ser fuerte si quiero conseguirlo.

Los amigos son importantes para mí siempre que recuerden su lugar en la fila y Donovan nunca lo ha puesto en duda.

Por eso lo convertí en mi beta nada más llegar al poder, y desde entonces somos inseparables.

—Dile a los hombres que se vistan y caminaremos. Quiero inspeccionar las tierras mientras vamos —hace una reverencia y se gira antes de ir a transmitir mi mensaje.

Podría decírselos a través del vínculo mental, pero creo que es importante que los mensajes no vengan directamente de mí.

Cuanto más accesible soy, menos miedo causo, y sin miedo, siempre existe la posibilidad de un desafío.

Yo ganaría, por supuesto, pero nadie ha desafiado al alfa en la historia de nuestra manada y me niego a ser el primero. Mi padre se revolvería en su tumba y prefiero que siga muerto.

A medida que nos dirigimos hacia las luces en la distancia, mi lobo empieza a despertar en mi interior.

No entiendo su repentina necesidad de hacerse notar; literalmente, solo hemos estado corriendo por el bosque y me está costando mucho mantener el control aquí.

Me hago a un lado como si estuviera inspeccionando algo y hago un gesto a los demás para que continúen. Lo último que quiero que vean es a mí luchando por el control con mi propio lobo... y posiblemente perdiendo.

Es un fuerte joven bastardo y hasta ahora siempre hemos estado en perfecto acuerdo. ¿Se ha plantado algo en el bosque? ¿Algo para ahuyentar a los lobos intrusos?

No, no se atreverían a hacer algo así esperando mi visita, y ya habría dicho algo.

¡Déjame salir! grita, y aprieto los dientes mientras lo retengo dentro.

Nos hemos hecho más fuertes con nuestro nuevo régimen de entrenamiento y empiezo a arrepentirme de haber puesto tanto empeño en su forma de lobo y en la mía.

Nunca esperé que lo usara contra mí, pero mi padre siempre decía que había que esperar lo inesperado. Apuesto a que ahora mismo me está sonriendo desde el infierno.

—No te muevas —le gruño, mitad en mi mente y mitad en voz alta. Estoy demasiado preocupado por lo que puedan pensar mis hombres si me oyen.

¡QUIERO SALIR! grita, y mis mandíbulas empiezan a sangrar mientras mis dientes se expanden lentamente.

La transformación es como una segunda naturaleza para mí, pero una transformación forzada es algo totalmente distinto. Aún recuerdo el dolor de mi primera vez cuando era adolescente y no tengo intención de volver a pasar por eso.

—No —grito. Uso el recuerdo del dolor para reunir la fuerza que necesito para empujarlo de nuevo hacia adentro, y siento que mis dientes vuelven a encajarse en mis encías. Lo tengo.

¿Pero qué demonios acaba de pasar? ¿Qué le pasa?

Intento hablar, comprender de dónde ha surgido este repentino impulso, pero él se limita a ignorarme. Sabe que he ganado esta batalla y prefiere enfurruñarse a dar explicaciones.

La irritación de ambos me recorre y, de no ser por los pasos de Donovan que se acercan, habría soltado un gruñido.

En lugar de eso, me conformo con golpear un árbol y verlo caer al suelo. Más vale que no haya más sorpresas en esta visita, no me veo manteniendo el control durante mucho más tiempo.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea