Reina inesperada - Portada del libro

Reina inesperada

Sofia Landeiro

Capítulo 5

LEAH

—¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, mi querida Leah! —canta mi madre al irrumpir en mi habitación. Anoche volví a soñar lo mismo. Estoy obsesionada con querer sentir el pelaje del lobo gris plateado. ¿Me estoy volviendo loca?

Me siento en la cama y mamá me pone en el regazo una bandeja con todos mis alimentos favoritos para desayunar.

—Gracias, mamá —digo con una gran sonrisa.

—Lo que sea por ti, cariño. —Ella me devuelve la sonrisa y se sienta a mi lado. Compartimos el desayuno mientras hablamos de la vida, recordamos cosas y nos reímos. Disfruto de su compañía y sé que debería estar emocionada por mi cumpleaños, pero no lo estoy. Por fin ha llegado el día que llevaba tanto tiempo esperando, pero me siento distraída y fuera de mí.

—Tu padre era increíblemente fuerte, mental y físicamente, y veo mucho de él en ti —dice mamá, con los ojos llenos de lágrimas que no deja caer.

—Gracias, mamá —respondo mientras la abrazo. El timbre interrumpe nuestro dulce momento.

—¿Quién vendría tan temprano? —pregunto. Bajamos las escaleras y abro con cautela la puerta principal. Me sorprendo al ver que es Jake, que está en mi puerta con un ramo de flores.

Espero la increíble sensación de haber encontrado a mi pareja, pero no siento nada. Nuestras miradas se cruzan y... nada. Veo que mueve los labios, pero mi cerebro no registra las palabras. Siento como si todo se desvaneciera, y no es hasta que Jake me agarra del brazo que vuelvo a la realidad.

—Leah, ¿qué te pasa? —me pregunta. Parece preocupado.

—Oh, nada... Es que... No importa —respondo, confusa, intentando recuperar el equilibrio.

—Bueno, en fin, feliz cumpleaños —dice Jake, tendiéndome el ramo. Cojo las flores y veo que son mis favoritas: lirios rosas.

—Gracias —consigo susurrar.

—¡Eh, Jake! ¿Quieres entrar? —Mi madre se acerca a mí y me pasa un brazo por los hombros.

—¡Hola, señora Hartley! —Jake la saluda con una de sus encantadoras sonrisas—. No, gracias. Tengo que irme. Pero te veré esta noche en la celebración. —Me guiña un ojo.

Levanto la vista y asiento con la cabeza. —Nos vemos esta noche —digo sin comprender nada. La verdad está clara: Jake no es mi pareja. Tantos años suspirando por él y no es mío. Como en trance, le digo adiós con la mano, cierro la puerta y subo a mi habitación. Mi madre me pregunta algo, pero no capto su pregunta. Dejo el ramo en el escritorio, vuelvo a la cama y me tapo con las sábanas. Dejo que las lágrimas caigan por mi cara mientras lloro contra la almohada. Jake es todo lo que siempre soñé en una pareja. Es cariñoso, divertido, dulce y, para ser sincera, está increíblemente bueno. Pero se convertirá en el compañero de otra persona; otra persona podrá abrazarlo, amarlo y formar una familia con él.

Suspiro contra la almohada, que ahora está empapada por mis lágrimas. Supongo que lloro hasta quedarme dormida porque, de repente, me encuentro de nuevo en el bosque mágico, con el mismo vestido blanco. Respiro hondo y miro hacia el lugar donde siempre aparece el lobo gris plateado. Pero esta noche está vacío. La luna llena ilumina mi camino y empiezo a caminar hacia delante, alejándome del lugar donde siempre nos encontrábamos. De repente, mi olfato se llena del aroma más divino de almizcle masculino, miel y bosque. Camino más deprisa, hacia el origen de la fragancia, y cuanto más me acerco al linde del bosque, más fuerte se hace el aroma. Corro el último tramo, salgo de entre los árboles y me detengo bruscamente al ver dónde he ido a parar. Mis ojos se abren de golpe ante lo que veo. Estoy de pie en el borde de un prado de hermosas amapolas que brillan de un naranja intenso. Más allá, un largo muro de piedra se extiende alrededor de un gigantesco castillo.

Una rama se rompe detrás de mí y me doy la vuelta apresuradamente. Allí está el lobo. Sus ojos, que eran negros cuando nos conocimos en el bosque, son ahora de un cálido marrón dorado. Le sonrío, respiro hondo y susurro: —Hola.

El olor procede del lobo. Nos miramos a los ojos durante un momento y el lobo avanza unos pasos. Levanto la mano y se la pongo en la frente. Pequeñas chispas se extienden desde la palma de mi mano y recorren mi brazo. Retiro la mano y retrocedo sobresaltada, llevándome la mano al pecho. El lobo gruñe con desaprobación. Está a punto de dar un paso adelante cuando despierto de mi sueño.

—Cariño, ¿cómo estás? —me pregunta mi madre acariciándome el brazo.

—¿Mamá? —Me siento desorientada. El aroma a almizcle, miel y bosque perdura en el aire a mi alrededor—. ¿Hueles eso?

—¿Qué, cariño?

—El olor... El olor está aquí dentro. —Me siento en la cama.

—No huelo nada, cariño. ¿Te encuentras bien? —Mi madre me mira preocupada.

—No lo sé, mamá. A lo mejor me estoy volviendo loca... —Me rasco el cuero cabelludo y luego me paso la mano por la cara—. Probablemente solo necesito una ducha.

—Vale, cariño, date una ducha. Luego he pensado que podríamos ir a comprarte un vestido para el baile. Hoy hay rebajas en la Boutique Collins, así que será mejor que vayamos cuanto antes. —Me dedica una sonrisa tranquilizadora.

—Vale, mamá, bajo enseguida.

Me ducho rápidamente y me visto. Cuando salgo de la ducha, el olor ya ha desaparecido de mi habitación. ¿Me estoy volviendo loca de verdad? ¿Y de verdad sentí chispas cuando toqué al lobo? He oído hablar de las chispas que sienten los compañeros cuando se tocan. Pero, ¿cómo puedo soñar con mi pareja? ¿Es algo común?

Dejo a un lado todos los pensamientos sobre lobos, parejas y bosques mientras bajo las escaleras y me encuentro con mi madre en el pasillo. Me sonríe alegremente y yo hago todo lo posible por devolverle el gesto.

Tras un corto trayecto en autobús, nos bajamos y caminamos por el centro de la ciudad, en dirección a la Boutique Collins. Sé que la única forma de poder permitirnos un vestido elegante es comprarlo en rebajas, así que espero que podamos encontrar algo que me guste en la boutique.

Se oye un fuerte pitido cuando entramos en la tienda. Hay vestidos colgados por todas las paredes y percheros en los pasillos de la tienda. En una esquina, veo un gran cartel que pone Rebajas así que me dirijo a esa sección.

—¡Hola, chicas! —me dice Rosie. Es la propietaria y única empleada de la Boutique Collins.

—Hola, Rosie —responde mi madre amablemente, y me sigue hacia el rincón de las rebajas. Ojeo los vestidos y me detengo al llegar a uno blanco. Tiene unas preciosas mangas de encaje que continúan en el corpiño. La falda es de un tejido suave y ligero.

—Pruébatelo, cariño —me anima mi madre.

Asiento y llevo el vestido al probador. Me quito los vaqueros y la camiseta por encima. Me meto con cuidado en el vestido y deslizo los brazos por las delicadas mangas de encaje.

—¿Me ayudas con la cremallera? —le digo a mi madre. Me sube la cremallera y oigo su respiración agitada cuando me mira en el espejo.

El vestido es precioso. Me queda ceñido por encima del pecho y la cintura, y se ensancha a la altura de la falda. Doy vueltas y la falda se despliega a mi alrededor.

—Cariño, estás preciosa —me dice con lágrimas en los ojos.

—Mamá, no llores, por favor —le digo mirándola en el reflejo del espejo.

Se limpia los ojos y se sorbe los mocos, lo que me hace poner los ojos en blanco.

—¿Nos lo podemos permitir?

Mamá mira la etiqueta del precio, luego levanta las cejas y se muerde el labio.

—Ummm... sí, cariño. Si este es el vestido que quieres, entonces sí. —Me sonríe.

Sé que no podemos permitírnoslo. Dejaré la etiqueta con el precio y la meteré dentro del corpiño para que no se vea. Así podré devolverlo después del baile.

—Vale, pues comprémoslo —le digo sonriendo. Es realmente precioso y me siento como una princesa con él.

—¿Vamos también a por unos zapatos de tacón? —pregunta mamá.

—No, gracias. Voy a llevar deportivas. El vestido es lo suficientemente largo como para cubrir cualquier zapato que me ponga, y odio los tacones —respondo.

Le pagamos a Rosie el vestido, salimos de la boutique y caminamos hacia la parada del autobús. Dentro de unas horas vendrán María y Jake a casa, pero la verdad es que no me apetece celebrar mi cumpleaños.

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