
—Nos iremos cuando termines de desayunar —digo, dando un sorbo a mi café.
—¿Irnos? —pregunta Emily—. ¿A dónde vamos?
Le sonrío. —A ver a mis suegros, por supuesto.
Sé que Emily debe estar volviéndose loca de preocupación, teniendo en cuenta que su madre se desmayó al ver mi aura.
Cuando volví a la ceremonia, anoche, su madre se estaba recuperando en una habitación trasera, pero todo el mundo dijo que se pondría bien.
No es la primera bruja que se derrumba tras ver mi aura, y estoy seguro de que no será la última.
—Entonces, ¿vamos a ver a mis padres?
Oigo la esperanza en su voz y asiento. —Pero come primero. Anoche no pudiste comer.
Doy otro sorbo a mi café. Era culpa mía que ella no comiera ni pudiera vivir la ceremonia. Pero en ese momento, no pude controlar a mi licántropo. Su posesividad se apoderó de mí, y ahora estoy pagando el precio.
Respiro hondo, inhalando el dulce aroma de las fresas con nata. Mientras viva, nunca podré separarme de ese aroma.
Kyle se aclara la garganta y vuelvo mi atención hacia él.
—¿Qué pasó en la reunión de anoche? —pregunta.
Pongo los ojos en blanco. —Era lo mismo de siempre. Todos temen que el Nigromante haya vuelto, pero nadie tiene ni idea de qué hacer al respecto.
—Tus pruebas te esperan... Presta atención —susurra Emily. Sus ojos están fijos en la distancia, como si estuviera mirando algo fuera de la visión normal.
Le toco el brazo para llamar su atención. —¿Qué es eso? —le pregunto.
Ella sacude la cabeza. —¿Qué pasa con el Nigromante?
—No es nada —digo con un movimiento de muñeca—. No te preocupes por eso.
—No es nada, Fabian —dice Kyle—. Ha habido informes de cadáveres reanimados atacando manadas, aquelarres y otros sobrenaturales. Es una amenaza real. Una que debes tomar en serio.
Me rio entre dientes. —Ahora mismo, todo son palabras. Tenemos tiempo para resolverlo.
—Eso decían hace cien años, cuando el Nigromante llegó al poder —dice Emily, con la mirada fija en mí—. Los cadáveres reanimados eran su especialidad. Empezó con uno aquí o allá. Nadie lo tomó en serio, lo que le dio tiempo para crear un ejército que atacaba a cualquier comunidad sobrenatural que encontraba. Los ataques con cadáveres podían ser mortales. Cada vez que un cadáver causaba una herida, esa persona era sometida a una horrible enfermedad, que la pudría de dentro a fuera. Se decía que el proceso era lento y doloroso. La criatura era indiscriminada. Ningún sobrenatural estaba a salvo. Ni siquiera los licántropos.
—¿Y ha vuelto? —pregunta Macy, con miedo evidente en su voz.
—No lo sabemos —digo—. Hasta ahora, todo son rumores. No hay pruebas de que el Nigromante haya regresado de verdad.
La mano de Emily se aferra a mi brazo. —¿Qué se dijo en esa reunión?
Sus uñas se clavan en mi carne.
Siento que mi bestia sube a la superficie, pero la contengo.
—La historia dice que el Nigromante desapareció y aniquiló un aquelarre entero. Ese aquelarre pertenecía al primer Gran Mago. Dicen que el Nigromante mató al primer Gran Mago y que buscaba succionar la energía vital de todos los seres, tanto humanos como sobrenaturales.
Sus uñas se clavan más profundamente, haciendo salir sangre. —El Nigromante intentó acabar con mi pueblo una vez. Yo seré la próxima Gran Maga. No dejaré que suceda de nuevo.
—Concéntrate —grita, devolviendo mis pensamientos a la conversación en cuestión—. Dime qué pasó en esa reunión.
Miro mi brazo y luego vuelvo a mirar a Emily. Asiento y ella me suelta el brazo.
—Tras la ceremonia de los Cazadores, los representantes de cada clan se reunieron para discutir los últimos rumores. La Gran Maga Cheryl asistió como representante del aquelarre. También hubo representantes de las hadas, vampiros, ninfas y hombres lobo. La reunión fue dirigida por Hagen, el líder de la Asociación de Cazadores. Son los mismos argumentos cada vez que nos reunimos: el Nigromante es una amenaza devastadora que hay que eliminar; no se puede lanzar un asalto contra el ser cuando nadie sabe cómo devuelve la vida a los cadáveres; la única cura conocida a sus ataques es una poción elaborada por la Gran Maga, lo que hace sospechosa su implicación en el grupo.
—¿Sospechosa? Tía Cheryl no es sospechosa —dice Emily—. Ella nunca se uniría al lado del Nigromante.
—Estoy de acuerdo contigo —digo—. La Gran Maga tiene un plan para ralentizar al Nigromante, lo que con suerte nos dará tiempo para idear algo que lo detenga por completo.
—¿Y? —dice Emily—. ¿Cuál es el plan?
—Cheryl cree que debemos impedir que el Nigromante entre en las tierras de los sobrenaturales. Sin acceso a nuestras tierras, no tiene acceso a nuestros muertos.
Emily asiente. —Significa que no puede reanimar los cadáveres.
—Exactamente.
—¿Pero cómo sugiere que eso ocurra? No se puede bloquear a todo el mundo para que no entre en las tierras de los demás.
Sacudo la cabeza. —¿Algo sobre sal y círculos? No lo entendí del todo.
—Espera —dice Kyle—. ¿Círculos de sal? Creía que la sal sobre los espíritus malignos era un mito.
—Eso es brillante —dice Macy—. La sal es la mejor defensa contra los espíritus malignos. Y los cadáveres reanimados albergan espíritus malignos.
—Significa que la sal funcionará contra los cadáveres —dice Kyle.
Emily vuelve a sentarse en su silla. —Si creas un círculo de sal lo suficientemente grande, con los hechizos adecuados, impedirá que los cadáveres vuelvan a la vida, frenando así el ascenso del Nigromante. Sin un ejército de muertos, es impotente.
Sonríe, y no puedo evitar pensar que está guapísima cuando su mente encaja las piezas.
—Tía Cheryl es un genio —dice—. Podría darnos a todos el tiempo suficiente para averiguar cómo acabar con el Nigromante.