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El matrimonio concertado

Capítulo 4

Cuando Julia se despertó a la mañana siguiente, Alexander ya se había marchado. Otra vez.

Se dio una ducha y se puso a pensar en qué hacer cuando sonó su teléfono. Era Blake. Al menos tenía a alguien con quien hablar.

Julia se pasó el día relajándose y mandándose mensajes con Blake, conociéndola mejor.

Fue el mejor día que había tenido desde que se casó. Antes de la boda, le encantaba ir a trabajar todos los días. Se le daba bien y la hacía sentirse útil. Pero ahora sentía que no encajaba ni en su nuevo matrimonio ni en la empresa de Alexander.

Sin darle muchas vueltas, Julia le mandó un mensaje a Blake para ver si quería salir con ella la noche siguiente.

***

La noche siguiente, Julia se puso un vestido corto y unos tacones. Se dejó el pelo suelto y se maquilló y perfumó. No recordaba la última vez que se había ilusionado por salir.

Blake llegó a su casa y Julia corrió a recibirla. Fueron a la discoteca y nada más llegar, se dirigieron a la barra a pedir unas copas.

—¡Por la nueva libertad! —exclamó Julia.

—¡Por nosotras! —respondió Blake mientras brindaban y bebían.

Se fueron a la pista y empezaron a bailar. Pronto se vieron rodeadas de hombres atractivos.

Julia se acercó a un chico. Él puso las manos en su cintura y a ella le gustó. El contacto y la música la estaban excitando.

Después de algunas canciones y copas, Julia necesitaba un respiro.

—Voy al baño, Blake. Ahora vuelvo.

Blake asintió y siguió bailando con el chico con el que estaba.

Fue al baño y al volver a la pista, alguien la agarró del brazo. Se giró bruscamente y se topó con un hombre que no conocía.

—Alexander me dijo que te buscara —dijo el hombre.

—¿Para qué?

—Está aquí, y tu matrimonio peligra.

—¿De qué hablas?

—Por aquí.

—Espera, deja que avise a mi amiga.

—Blake, vuelvo enseguida, tengo que hacer algo rápido.

Blake le guiñó un ojo.

—Tómate tu tiempo.

Julia siguió al hombre hacia la parte de atrás de la discoteca, al reservado. Sabía que era para clientes muy adinerados.

Entraron en una sala privada y Julia se quedó de piedra al ver a Alexander allí. Ava estaba sentada frente a él, junto con otros hombres y mujeres.

¿Estaba teniendo visiones o era una pesadilla?

—Ven —dijo Alexander.

Julia caminó despacio hacia él. La atrajo para sentarla en su regazo y la rodeó con los brazos.

Le besó el cuello.

—He estado esperando a que volvieras.

—Recién casados —dijo uno de los hombres, y todos se rieron.

—¿No lo fuimos todos alguna vez? —dijo el otro hombre.

—Bueno, para nosotros todavía lo es —dijo una de las mujeres mientras besaba a su marido.

Julia quería gritar. Así no era como se suponía que iba a ser su noche. Quería bailar con su amiga y ligar con chicos, pero todo ese plan se había ido al traste. Por lo menos hasta que Alexander la dejara irse.

Pero no parecía que eso fuera a pasar.

—Mi esposa, mi secretaria y yo hemos planeado una sorpresa para todos ustedes. Solo dennos un minuto para ver si todo está listo.

—Siempre trabajando y haciéndolo bien, Alexander. Eso es lo que nos gusta de ti.

Julia se levantó y Alexander la cogió de la mano mientras salían a la otra sala privada.

—Qué sorpresa... —empezó Julia.

—Casi la fastidias —le dijo Alexander enfadado.

—¿Qué he hecho ahora?

—Suerte que no estabas bailando con otro tío.

—¿Como tú y Ava?

—No es momento para esto —dijo Ava de malas maneras.

—Creo que esta es una conversación entre mi marido y yo —le respondió Julia.

—¡No le hables así! —le gritó Alexander.

Julia suspiró y empezó a alejarse. No iba a aguantar esto. Había venido a divertirse y pensaba volver a la pista.

Dio dos pasos antes de que Alexander la agarrara del codo.

—Tenemos que volver.

Ella se zafó de su agarre.

—Ve con tu novia.

Se dio la vuelta para irse, pero Alexander la levantó y se la echó al hombro. Julia se retorció e intentó bajarse, pero él no la soltaba.

De vuelta frente a la puerta de la sala privada, la bajó.

—Vamos a hacer que esto funcione, Julia, así que me da igual si me estás maldiciendo. Mientras mantengamos nuestra parte del trato, no debería haber problemas.

—Sé que aún eres joven, pero seguro que entiendes que esto es importante —le dijo Ava con aires de superioridad.

Julia quería darle un bofetón. Sabía que Ava estaba siendo grosera y actuando como si fuera mejor que ella.

—Ava tiene razón, así que vamos.

Volvieron a entrar en la sala y había más botellas de champán.

—Esta fiesta es la leche —dijo uno de los hombres.

Julia se sentó en el regazo de Alexander y él la rodeó con los brazos.

Todos estaban hablando y riéndose. Algunas parejas se besaban.

Julia vio su oportunidad. Se giró un poco para quedar de lado. Alexander la miró con expresión confusa.

Julia le rodeó el cuello con los brazos y se inclinó hasta que sus labios se encontraron.

Alexander empezó a devolverle el beso y la cogió por la cintura. Ella sabía que él quería que parara.

Julia finalmente se apartó. Por el rabillo del ojo, pudo ver que Ava los observaba atentamente.

—Julia —susurró Alexander y le hizo un gesto para que se inclinara—. Ni se te ocurra empezar con estas tonterías.

—¿Qué tonterías? —preguntó ella haciéndose la tonta.

—Sabes de lo que hablo, así que compórtate.

—¿No fuisteis tú y Ava los que dijisteis que necesitaba interpretar mi papel? Pues entonces...

Julia se inclinó y le dio un beso en el cuello. Pudo sentir su corazón latiendo a toda prisa, pero le dio igual cómo se pudiera sentir Alexander.

Volvió a acercarse. Esta vez, se aseguró de que el beso fuera profundo.

Julia pudo sentir que estaba duro y se movió un poco, justo sobre su parte íntima. Las manos de Alexander fueron a su cintura y la mantuvieron quieta.

Entonces se levantó y le susurró a Alexander:

—Necesito ir al baño.

Antes de que pudiera responder, ella ya estaba fuera, dirigiéndose a la pista de baile para buscar a Blake.

—¿Dónde te habías metido? —preguntó su nueva amiga.

—Larga historia.

Blake le dio un chupito y Julia se lo bebió de un trago, luego un segundo y un tercero. Volvieron a la pista y, por fin, pudo sentirse libre.

—Ay madre —gritó Blake por encima de la música—. Estás en un lío.

Julia se giró y vio que Alexander se dirigía hacia ella. Se le abrieron los ojos como platos. Empezó a caminar rápido alejándose de él entre la multitud.

No estaba de humor para que Alexander y sus interminables exigencias se interpusieran en su momento. Era la primera y única vez que podía pasarlo bien.

Tropezó entre la gente, chocando con todo el mundo, diciendo «Perdón» una y otra vez cuando por fin estuvo fuera.

—Eres preciosa —le dijo un hombre.

Julia se sintió mareada cuando la mano de la persona en cuestión se deslizó bajo su codo. Ella intentó apartarse.

—Suéltame.

—No, vamos a divertirnos.

Ella trató de resistirse.

—No, para —El hombre la agarró y la acercó con fuerza contra él. Julia empezó a entrar en pánico y a forcejear.

—¿Qué coño? —De repente, el tipo estaba tirado en el suelo, y ella pudo respirar. Se giró y vio a Alexander, que lo había derribado.

—Nos vamos —dijo enfadado.

Al ver que no se movía, la levantó y la metió en el coche. Le dijo al conductor que llevara a Julia a casa y volviera a por él más tarde, luego cerró la puerta.

Julia sabía que Alexander volvería con Ava.

Cuando llegó a casa, fue al baño y toda su energía desapareció. Se dejó caer en el suelo. Se quedó allí mientras la habitación parecía dar vueltas a su alrededor.

Pensó en la vida tan triste que tenía, sin nadie que la abrazara y la consolara.

No tenía ni idea de cuánto tiempo había estado tirada en el suelo antes de que se encendiera la luz.

—¿Qué haces? —preguntó Alexander en voz alta.

Julia se sobresaltó al oír sus palabras.

—¿Por qué estás sentada en el suelo y a oscuras? —volvió a preguntar.

—Yo... —empezó a decir mientras se le quebraba la voz.

—Está bien. Yo estaba allí —Era la primera vez que le decía algo amable. Se inclinó y la levantó del suelo.

La cogió en brazos como si no pesara nada para ponerla en la cama. Le quitó los tacones, y a Julia le encantó esta nueva faceta que estaba viendo.

—No me mires así, Julia. Nunca seré tuyo.

—Lo sé.

Julia ni se molestó en cambiarse. Empezó a arrastrarse hacia la cama, luego gritó cuando Alexander la agarró por el tobillo y la arrastró hacia atrás.

—Ni de coña vas a acostarte sin cambiarte esa ropa.

—¿Por qué no?

—Julia, no voy a dormir con tu mugre de la discoteca.

—Pediré al servicio que laven y cambien la ropa de cama mañana.

Alexander la levantó y se la echó al hombro, luego la dejó caer en el vestidor.

—Cámbiate.

Julia lo hizo. Cuando volvió a la habitación, Alexander estaba en la cama solo en ropa interior.

Se metió en la cama y miró de reojo a Alexander mientras se mandaba mensajes con Blake. Sabía que él se estaba mandando mensajes con Ava, pero no podía evitarlo.

—¿Puedes dejar de mirarme, joder? —dijo él.

—No lo haré.

—¿Por qué?

—Puedo hacer lo que quiera, Alexander.

—¿Así que crees que porque te eché una mano, ahora nos vamos a enamorar?

—Yo...

—Ava es más que suficiente para mí y la única para la que tengo ojos. Buenas noches.

Julia estaba destrozada. Realmente, Alexander nunca la vería de esa manera ni querría estar con ella.

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