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Cover image for Perro callejero

Perro callejero

Dos es mejor

Zyon

Seán me acaricia la cabeza y me alborota el pelo mientras yo gimoteo, sin querer que se vaya. El hombre extraño, Axel, dijo que podíamos quedarnos hasta que Seán tuviera que volver al trabajo y luego nos iríamos a casa.

Sólo conozco una casa, y estoy deseando volver a ella.

Sí, mi lona está rota ahora y no tengo almohada, pero estaré bien.

Comienzan a hablar entre ellos mientras como, sólo se dirigen a mí para decirme que vaya más despacio o que beba agua.

Sé que Seán se preocupa por mí y por eso me pide que haga cosas, ya que lleva tiempo haciéndolo y me ha explicado que sólo quiere asegurarse de que no me pongo malo.

Parece que le gusta Axel, así que también lo escucho a él.

Axel no me hizo nada malo en su casa, pero aún no sé qué esperar de él.

—Vamos, no seas así, chico. Tengo que volver a trabajar para que puedas tener ese increíble plato de verduras y frutas. Así que, ¿qué tal si te quedas con Axel esta noche y me paso a visitarte mañana por la mañana?

Seán se ríe profundamente, me agarra suavemente de la mandíbula y me levanta la cabeza para que lo mire.

Me encanta Seán, es mi persona favorita del mundo.

Es el hombre más guapo que he conocido, aparte de Axel quizá, tiene unos bonitos ojos marrones, y su barba es lo más suave que he sentido nunca y me gusta mucho.

Cuando lo conocí me dio miedo y no me fiaba de él, pero me dio de comer y me habló en un tono suave y tranquilizador como si quisiera que no le tuviera miedo.

Ahora no me veo sin venir a verle y sentarme con él.

Pero el hecho de que quiera que me quede en ese lugar grande, aterrador y extraño me pone triste. Quiero mi callejón, mi hogar.

Seán tira de mí para que me coloque entre sus piernas mientras se sienta con Axel. Ya me he terminado la comida y el agua.

Me pasa la mano por el pelo y otra me toca la cadera mientras sonríe, pero veo que lo hace a la fuerza.

Sus ojos marrones tienen reflejan lo mismo que cuando me vio por primera vez; preocupación.

—Zyon, a stóirín, sé que quieres tu callejón, pero tienes que entender que no es bueno para ti vivir allí. Axel y yo, queremos que estés a salvo, y estás a salvo con él. ¿Puedes por favor quedarte con él?

La voz grave de Seán es suave y cuidadosa, lo que me hace prestarle atención.

Parpadeo mientras intento imaginarme otra noche en ese lugar. Y no puedo.

Estuve bien mientras escuché a Axel moverse por allí, pero luego todo se quedó en silencio y me asusté.

Estoy acostumbrado a oír siempre algún ruidito, como el de una rata arrastrándose por el suelo o el de una persona caminando a altas horas de la noche.

En aquel lugar no había nada que me ayudara a dormir, ningún sonido extra que no fuera ni demasiado alto ni demasiado bajo. Nada.

Seán debe ver mis dudas y suspira por la nariz.

—Sé que es un cambio, uno muy grande, y que tienes miedo. Te prometo que estarás bien. Axel estará ahí si algo te preocupa, pídele ayuda si necesitas o quieres algo. Vendré por la mañana a ver cómo estás. Confías en mí, ¿verdad?

Al instante, asiento con la cabeza. Confío en él más que en nada. Mi rápida respuesta hace que Axel suelte una risita y Seán sonría.

—Bien, yo confío en que Axel te proteja y cuide de ti. Así pues, ¿podrías quedarte con él, por mí y por mi cordura? Me preocupo por ti, chico.

Si Seán confía en Axel, entonces supongo que podría intentarlo.

Ha dicho que vendrá mañana por la mañana, así que sólo tengo que esperar.

—...De acuerdo.

Seán sonríe y me planta un beso húmedo en la cabeza mientras se levanta. Gimo y me lo limpio mientras Axel se ríe.

—Buen chico. Ahora tengo que irme, pero te veré a primera hora de la mañana. Adiós, a stóirín.
***

De vuelta al extraño lugar, Axel prepara otra cosa de esas —sándwich, creo que le llama— para que coma.

No dice mucho, y me alegro, prefiero examinar mi alrededor si es que voy a tener que quedarme aquí.

Hay una pared aterradora hecha de ventanas, delante de ellas hay un escritorio de madera con lo que sé que es un televisor, uno enorme, una mesita blanca con un libro encima y algo que parece un mini televisor.

El cómodo cojín en el que me desperté también es negro, con almohadas blancas, mullidas y suaves. Sinceramente, me encantan.

También hay pelusas en el suelo duro y oscuro, no me fío de no tropezar y caerme encima de ellas o de no resbalar, así que voy a gatas.

A Axel no parece importarle, sólo camina lo suficientemente despacio para que yo pueda seguirle el ritmo.

Parece simpático, pero la forma en que nos conocimos fue mala. Invadió mi callejón, derribó mi casa... no es una buena forma de caerle bien a alguien.

Aunque, hasta ahora, me ha dado de comer y me ha limpiado, me ha dejado dormir con una manta muy calentita y una almohada fantástica, y me ha llevado a ver a Seán.

Ha sido un día muy divertido. Estoy feliz de que viniera conmigo.

Darle comida y correr con él, enseñarle mi casa a la luz del día y que conociera a Seán. Fue increíble.

Quizá debería darle una oportunidad.

—Zyon, ¿quieres ver una película antes de acostarte? —Axel se sienta de repente a mi lado en el sofá, como lo llamó cuando volvimos.

Parpadeo al verlo. Nunca he visto una película, o si lo he hecho, no lo recuerdo. Asiento con la cabeza.

Axel sonríe, se levanta para ir hacia el televisor y se arrodilla, abriendo una pequeña puerta para sacar algo.

Observo cómo busca algo mientras tararea, y luego la saca y la coloca en algo debajo del televisor.

Cuando vuelve al sofá, me cubre rápidamente con una manta y se reclina colocando los pies sobre la mesa.

—Es una película de Disney llamada Vaiana. Creo que te gustará.

Sólo puedo asentir mientras el televisor reclama toda mi atención. Reproduce música e imágenes de personas diferentes, incluso animales, que hablan.

Me siento atraído por lo que dicen mientras me inclino un poco hacia delante, sin querer perderme nada de lo que ocurre.

***

Seán

Odio admitirlo, pero estoy nervioso.

Soy de los que se dejan llevar por la corriente, no pienso demasiado ni me pongo ansioso por nada. Lo que sucede, simplemente sucede.

Pero hoy estoy nervioso. El chico que encontré ya no me necesitará, ahora tiene a Axel.

No podré asegurarme de que coma, beba suficiente agua, consolarlo, nada.

Zyon ha supuesto un cambio nuevo, emocionante y encantador en mi vida.

Cuando nos conocimos yo estaba endeudado, tenía tres trabajos para pagar las facturas, atravesaba una dura ruptura con mi exnovio— y estaba deprimido.

Zyon me levantó el ánimo. Necesitaba a alguien que lo mantuviera.

Y aunque no podía sacarlo de la calle, me esforzaba por asegurarme de que comiera todas las noches.

Sin saberlo, me ayudó a superar la depresión y a superar a mi ex. Saber que tenía que preocuparme por él me empujó a esforzarme más.

Esforzarme por librarme de las deudas y encontrar un lugar lo bastante grande para dos.

Ahorrar dinero para comprarle ropa y los medicamentos que pudiera necesitar si enfermaba; cualquier cosa que pudiera desear o necesitar.

Cuatro años después, ya no tengo deudas, tengo un apartamento bastante bonito y sigo ahorrando dinero.

Aunque sólo tengo dos trabajos, ambos me consumen mucho tiempo: el turno de noche en Crossroads y el trabajo en la obra de nueve a cinco.

Pero ahora Zyon está al cuidado de otra persona, y me pone nervioso ver a mi chico en una casa con otro hombre.

Le prometí a Zyon que iría a visitarlo, y Axel, que parece muy amable y atento, me dijo que le gustaría hablar conmigo hoy después de nuestra pequeña charla de anoche.

Ya sé que el hombre es dueño de un club —me lo dijo—, pero al llegar al edificio en el que vive me doy cuenta de que es más rico de lo que pensaba.

Axel me envió la dirección por mensaje (me pidió mi número por si necesitaba ayuda con Zyon), y al subir en el ascensor me doy cuenta rápidamente de que vive en el ático.

Mencionó que el ascensor sube directamente al apartamento y que me estaría esperando allí.

Desgraciadamente, el trayecto no dura mucho y, antes de darme cuenta, la puerta se está abriendo para permitirme ver un piso brillante y lujoso.

Me hace sentir ligeramente desubicado.

Axel está de pie detrás de un sofá blanco, jugando con el mando a distancia del televisor, vestido con un pantalón de chándal y una camiseta negra de tirantes.

Cuando oye el ascensor se gira con una sonrisa amistosa, sus ojos azules se iluminan mientras se acerca.

Lo admito, Axel es un hombre atractivo. Rasgos afilados como de modelo, un cuerpo tan en forma como el mío pero visiblemente más pequeño.

Pelo corto, desordenado al estilo “recién salido de la cama”, la piel ligeramente bronceada.

—Hola. Zyon sigue dormido, creo que ver películas fue demasiado emocionante, se desmayó después de la cuarta.

Hace un gesto hacia el sofá, bajando la voz.

Sonrío ante la imagen mental de Zyon viendo películas. No creo que lo haya hecho nunca, y sé que se entusiasmaría con lo que le pusiera, aunque no lo entendiera del todo bien.

—¿Sólo el cuarto? Pensaba que se habría quedado despierto para verlas todas —me río mientras me acerco al sofá con una sonrisa más amplia.

Zyon está acurrucado contra una de las almohadas peludas, con una gruesa manta que le cubre hasta la nariz y el pelo extendido sobre los ojos.

Es absolutamente adorable, un cachorrito precioso.

Me inclino para apartarle suavemente un mechón de pelo del ojo y le subo más la manta hacia el hombro.

—Me alegro de que se haya quedado en el sofá, la otra noche se fue al suelo —susurra Axel desde mi lado. Siento sus ojos clavados en mí, observando cómo trato a Zyon.

Asiento con la cabeza, enderezándome para mirarle a los ojos. —Querías hablar.

No es una pregunta: fue lo que me dijo, y no quiero seguir usando a Zyon para posponerlo.

Necesito oír lo que quiere decir.

Axel asiente, señalando la cocina.

Lo sigo y me apoyo en la encimera mientras él se apoya en el mostrador de la isla y me mira fijamente.

—Significas mucho para Zyon. Me he dado cuenta. Y quiero que esté lo más cómodo y feliz posible. Siento que la única manera de mantenerlo seguro, sano y cómodo es que tú estés presente constantemente.

Asiento con la cabeza, pero le doy espacio para que continúe.

—Zyon ha contado contigo todo este tiempo, y confía en ti. —Vacila un poco antes de enderezar la columna—. Actúas como un dominante con él. ¿Lo eres?

Asiento con la cabeza: —Necesita directrices, horarios, normas. Traté de hacerlo con la comida, pero no podía establecer unas normas cuando no podía actuar con castigos o recompensas.

—Sí, esperaba que consideraras trabajar juntos para darle a Zyon lo que se merece. Dos doms serán mejor que uno para educar a un cachorro callejero, ¿no crees?

Antes de que pueda responder, Zyon se levanta, chilla y corre hacia mí, esquivando las alfombras, para rodearme el cuello con sus bracitos.

Me río mientras paso el brazo por debajo de sus rodillas y lo atraigo hacia mí.

—Definitivamente.

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