J.A. White
EMILY
Me despierto con olor a beicon y café. Aún no abro los ojos porque sé que la luz de la habitación me va a hacer daño.
Alguien me abraza por detrás y me mete la mano en la teta izquierda por debajo de la camiseta. Abro los ojos despacio y giro la cabeza. Es Madison, que me rodea la cintura con el brazo y me sujeta la teta.
—Querida, ¿qué estás haciendo? —pregunto.
—Shhhh, estaba soñando que tú, yo y Ben hacíamos un trío —dice con una risita.
—Ugh —digo mientras me siento en la cama y veo que las dos llevamos camisetas sin nada más.
—¿Qué pasó anoche? ¿Nos acostamos con Kevin?
—¿Tal vez fue con Ben? —dice Madison.
Salgo de la cama y me fijo en la camiseta que llevo. Al menos me cubre cuando me pongo de pie. Las dos empezamos a bajar las escaleras y seguimos el olor del café preparándose.
—Buenos días, señoritas. ¿Cómo dormimos anoche? —pregunta Kevin.
—¿Dormimos? —Me detengo a mitad de la frase y me señalo con el dedo, luego a Madison, luego a las dos a la vez.
—Si estás tratando de preguntarme si me acosté con una de vosotras o con las dos, la respuesta es no. Dormí en el sofá aquí abajo —dice.
—Entonces, ¿Ben tenía algo que hacer? —pregunta Madison.
—Lo dudo. Anoche lo dejaste solo en el jacuzzi. La última vez que lo vi, estaba dormido en una tumbona junto a la piscina, desnudo.
Miré a Mads y di un gran suspiro de alivio.
—Si no te importa que pregunte, ¿qué hice durante toda la noche?
Pone dos tazas de café delante de nosotras y vierte café recién hecho en ellas.
—¿Nata y azúcar? —pregunta.
—No. Me gusta fuerte y negro, por favor —le digo. Madison suelta un sonoro bufido cuando me doy cuenta de lo que acabo de decir. Entierro la cara en la mano.
—Bueno, bebiste mucho. Luego me lo contaste todo, incluso tus profundos y oscuros secretos de querer cometer un asesinato. Luego me contaste en detalle todas tus contraseñas del trabajo.
»Y por último, pero no menos importante, cada fantasía sexual que querías hacerme.
Mi cabeza golpeó la barra del desayuno.
—Oh, casi lo olvido. Te desnudaste y perseguiste a todos mis amigos intentando que te tocaran los abdominales —dice.
—¿Me estás tomando el pelo? —pregunto.
—Sí.
—¿Qué?
—Sí, estoy de broma. Todo eso nunca ocurrió —dice riéndose.
—Eres un gilipollas —digo sonriendo.
—¿Y qué hice yo anoche? —pregunta Madison.
—No lo sé, tendrás que encontrar a Ben y preguntarle.
Madison termina su café.
—No sabrás por casualidad dónde está nuestra ropa, ¿verdad? —pregunta Mads.
—Yo sí —dice mientras señala con el dedo a Madison—. Toda tu ropa estaba en el jacuzzi. La tuya estaba en la piscina. Así que anoche me adelanté, la recogí toda y la lavé.
»Está doblada en mi baño, subiendo las escaleras.
Miro a Madison y asiento con la cabeza.
—Ahora volvemos. Vamos a vestirnos y bajamos enseguida. Quiero desayunar algo. Me muero de hambre —le digo.
Cuando Mads y yo nos damos la vuelta, miro a Kevin y me subo la camiseta para que vea mi culo, guiñándole un ojo. No llevo bragas.
Entramos en el baño de Kevin y allí está, toda nuestra ropa lavada y bien doblada.
—Sabes qué, Mads, recuerdo la mayor parte de la noche, y ni siquiera me siento avergonzada por nada de lo que hice. —digo mientras nos vestimos.
KEVIN
Momentos después bajan las chicas, completamente vestidas. Ben ya está desayunando. Madison lo ve y corre hacia donde está sentado, dejándose caer a su lado.
Empiezan a susurrarse cosas al oído, pero no consigo oír nada de lo que dicen.
Pongo un plato delante de Emily. Huevos revueltos, bacon, patatas fritas y tostadas.
—Hacía mucho tiempo que nadie me preparaba el desayuno —dice.
—Sabes, eres más que bienvenida a quedarte a dormir cuando quieras. Incluso puedo mimarte con mi comida —le digo mientras la miro comer.
—No es ninguna broma, este hombre sabe cocinar —dice Ben mientras se mete huevos revueltos en la boca.
—Tengo una pequeña confesión —le digo cuando levanta la vista con el beicon en la boca.
—¿Cuál? —dice.
—Me contaste que finalmente ayer firmaste los papeles del divorcio y que te pidió que te fueras.
—¿Yo dije eso? —dice ella.
—Sí. Dijiste que ibas a quedarte en casa de Madison y dormir en su sofá. Así que si quieres, puedes quedarte aquí. Yo no muerdo. Incluso podrías elegir tu propia habitación, todas tienen su propio baño.
La veo dejar de comer. Puedo notar que se lo está pensando. Me mira.
—Me encantaría, pero no puedo. Te conozco, pero apenas te conozco. ¿Sabes lo que quiero decir? —dice.
—Sí, pero mi oferta sigue en pie si alguna vez cambias de opinión.
Por mucho que quiera que se quede, sé que es lo correcto. Miro a Ben, que tiene una sonrisa estúpida en la cara mientras Madison tiene las dos manos en su entrepierna.
—¿En serio? —digo mientras Emily los mira con una pequeña risita.
***
Ben entra en casa y deja su bolsa en el suelo. Se dirige a la cocina.
—Oye, tío, ¿por qué tienes esa cara tan triste? —pregunta mientras abre la nevera y saca una cerveza, la abre y la lanza sobre la encimera.
—No lo sé. He estado pensando en Emily. Espero no haberla asustado ofreciéndole vivir aquí. ¿Fui demasiado rápido después de que ella firmara los papeles? —Me levanto y cojo también una cerveza.
Volviendo a sentarme, continúo: —La verdad, no intenté nada con ella. Intentaba ser un buen anfitrión y respetuoso, no es que tú sepas de lo que hablo.
—Tal vez deberías haberlo intentado… —dice.
—Ese no es mi estilo, sólo el tuyo. —Doy un trago a mi cerveza.
—Bueno, en otro orden de cosas, no está contenta en casa de Mad —dice Ben.
—¿Por qué dices eso?
—Porque puedo verlo en su lenguaje corporal —dice.
—Espera, ¿cómo lo sabes?
—Me he estado quedando allí desde la semana pasada, desde la fiesta. Madison y yo hemos estado follando mucho allí. Joder, ¿te puedes creer que ahora somos pareja?
»He venido a coger algo de ropa antes de volver allí.
—¿Sois pareja? Mierda, ahora se va a acabar el mundo —digo riéndome.
—Lo que sea. Puedo verlo en sus ojos cuando vuelve a casa del trabajo. No está contenta —dice Ben.
—¿De quién estamos hablando?
—De Emily, joder. Tú estás mal, ella está mal. Traétela aquí y follatela de una puta vez —dice Ben mientras hace un movimiento juntando los dedos.