Mi guerrero - Portada del libro

Mi guerrero

Arri Stone

Capítulo 3

Ella le rodeaba el cuello con el brazo y él la sujetaba por la cintura con el otro.

La mano de Gareth se había deslizado fuera de su boca mientras tiraba de ella a través de la puerta. A estas alturas, Opal tenía la garganta seca por haberla tenido tan tapada cuando intentaba gritar en voz alta.

Era como si tiraran de ella en dos direcciones. Sabía junto a cuál quería aterrizar.

El agarre de Gareth se hizo más débil, y Warrior estaba ganando. No estaba usando su fuerza, ya que no quería hacerle daño.

Ahora, sus dos brazos rodeaban su cuello y sus ojos estaban cerca de los de él. Al mirarlos pudo sentir cuánta pureza irradiaban. Y el no es que se estuviera encariñando, tan solo se había dado cuenta que ese hombre no era bueno. No sólo para ella, sino para ninguna mujer.

A medida que el agarre de Warrior a su alrededor se hacía más fuerte, ella se aferraba más a él. Finalmente se soltó de Gareth, y Opal se perdió en los brazos de Warrior.

—Gracias. —Fue apenas un susurro mientras ella lo abrazaba con fuerza. No la conocía de nada, pero algo le hacía desearla.

—Pagarás por esto, lo sabes. ¡Me pertenece! —Gareth salió corriendo bajo la lluvia.

Warrior la sostuvo en sus brazos. —Ahora estás a salvo.

Ella no quiso soltar a quien ahora consideraba su salvador.

Warrior la llevó hasta la sala de prácticas. Kitt le estaba esperando.

Se encogió de hombros ante él y la tumbó en el sofá de la esquina de la sala. Como no quería quitarse la ropa mojada, la cubrió con una toalla suya.

Sus ojos se cerraron y su respiración se volvió superficial.

—¿Qué estás haciendo, tío?

—Yo qué coño sé. Pero tú también lo viste... No podía dejar que se fuera con él, la habría matado.

—Sí, ví su mirada. No parecía un buen tipo. —Kitt se pasó la mano por la cara.

—Había algo en él que no me gustaba.

—¿Querrás decir que has sentido algo por una chica a la que no conoces? —Kitt negó con la cabeza.

Warrior miró a Kitt. Le conocía desde hacía mucho tiempo. Había entrenado con él. Sabía lo que había pasado la última vez, y Warrior prometió no dejar que una mujer volviera a afectarle.

Pero por alguna razón, cuando Warrior miró a su bella durmiente, lo sintió en el corazón: era diferente. Pero trató de no darle importancia.

—No. Estoy bien, tío. Continuemos.

Continuaron con el entrenamiento de Warrior durante otra hora. Warrior tenía una gran pelea en otro estado contra el hombre al que no quería volver a ver.

—Has estado bien. Sólo recuerda mantener esa mano izquierda arriba.

—Lo siento, tío. Sí, mano izquierda arriba. —Estaba distraído, no podía dejar de pensar en la mujer que había caído en sus brazos.

—No me digas que te ha afectado. —Kitt se había dado cuenta.

—No tío, sólo… No sé, sólo estoy preocupado por ella, supongo.

—Estará bien. Me aseguraré de contactar con algún amigo suyo o algo así.

—No puede volver con él.

—Lo sé, tío. Lo he visto. —Ambos se pusieron a discutir sobre lo que tenía que pasar con ella. Ni siquiera sabían su nombre.

—Espera a que se despierte. Parece agotada.

Kitt miró a Warrior, que estaba muy preocupado; podía ver cómo echaba de menos sentir ese amor que solo un tipo de persona puede darte.

Aquella zorra de Kayla le había jodido bien, y no iba a dejar que otra persona entrara en su vida y le liara la cabeza de nuevo.

Él era Warrior, el luchador, el imbatible, salvo aquella vez, y Kitt no iba a permitir que eso volviera a ocurrir. Especialmente cuando era Luciano contra quien lucharía de nuevo.

Cinco años desde aquel día, y la primera vez que ambos se reencontraban.

—Vamos, Warrior, sabes que no puedes dejar que una chica te afecte de nuevo.

—Lo sé, tío, es que… No sé si acabo de ver algo en sus ojos.

—Has estado trabajando mucho estas últimas semanas. ¿Por qué no te tomas un descanso y yo me encargo de ella cuando se despierte?

Warrior miró hacia donde dormía Opal. Por alguna razón, aún sentía una punzada en el corazón por ella.

Sabía que Kitt tenía razón. Warrior se había estado preparando para esta lucha durante los últimos cinco años; no podía dejar que una mujer se interpusiera en su camino.

Al oírla gritar en sueños, Warrior se preocupó, acercándose a ella. Estaba temblando, y los gemidos que escapaban de su boca le conmovieron.

Le acarició la frente, echándole hacia atrás el pelo que le había caído sobre la cara. Ella pareció tranquilizarse con su tacto y volvió a calmarse, pero para él eso sólo empeoraba las cosas.

—Bella dama, ¿quién es usted?

La miró, con los ojos llenos de pena, sabiendo que en cuanto despertara, desaparecería.

Kitt se acercó y apoyó una mano en el hombro de Warrior.

—Estoy seguro de que estará bien.

—Hmm...

—Tenemos que pensar en la pelea. No puedo tener tu concentración en otro lugar.

—Sí, lo sé. Es que...

​​—Deja de pensar en ella. Es una extraña que salvaste de un loco bastardo.

Terminaron su entrenamiento y Warrior fue a ducharse. Cuando volvió, ella ya se había ido.

Algo le trastocó por dentro. No tuvo oportunidad de verla antes de que se fuera, ni siquiera de saber su nombre.

—¿Adónde ha ido?

—Se despertó aterrorizada. Me las arreglé para decirle que estaba a salvo aquí. No paraba de preguntarme dónde estabas. Le dije que te estabas cambiando.

»Le di el dinero que me dijiste que le diera para que al menos pudiera ir a algún sitio lejos de este lugar.

—Gracias, tío, esperaba haberla visto antes de que se fuera. —Warrior se quedó mirando el espacio donde ella había estado.

—Lo siento… Solo dio las gracias y se fue. Creo que quería irse de aquí.

Cuando Opal se despertó, al principio se asustó porque sólo vio a un hombre. Kitt le había dicho que el otro tipo que le había ayudado se estaba cambiando. En realidad, ella quería quedarse, quería verlo de nuevo.

Pero Kitt le dio dinero y la despidió, diciéndole que Warrior no necesitaba distracciones.

Se marchó con el dinero, encontró la estación de autobuses y cogió el primer autobús que salía de allí. Pensando en si volvería a ver a Warrior, su guerrero, su salvador.

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