Marcello Mafia - Portada del libro

Marcello Mafia

Belle Dowson

La partida de póker

LUCA

¡Niente! —Luca se sentó en el escritorio de su casino, Nic se sentó enfrente y se quedó mirándole mientras éste arrojaba una carpeta manila de color marrón sobre la mesa. (¡Nada!)

—¿Cómo es posible que no hayas encontrado información sobre ella? —gritó antes de encenderse un cigarrillo y dar una larga calada.

Luca estaba enfadado: le había encargado a su primo y segundo al mando, Nic, que buscara cualquierinformación sobre ella, y sin embargo no había conseguido nada.

—Su pasaporte es falso —explicó Nic, y esto hizo que Luca se mostrara muy receloso—. Pregunté por ahí sobre ella. Siobhan la trajo de París. Nadie sabe nada de ella. —Nic se sintió incómodo al saber lo que esto podría significar.

—Pasaporte falso… ¿Podría estar infiltrada? —Luca se sintió un poco mal al pensar que ella podría ser una policía encubierta. Apagó el cigarro y se puso su chaqueta.

—¿A dónde vas? —preguntó Nic cuando Luca pasó junto a él. Al no obtener respuesta, le siguió por la escalera hasta el aparcamiento donde Ric estaba de pie, junto a un coche.

—Siobhan. Ella debesaber quién demonios es esa chica—soltó Luca mientras se metía en el asiento trasero del todoterreno. Ric lo condujo hasta al club Dublín.

El Dublín era el club legítimo, por encima del Salón Veneciano y allí es donde encontraría a su madrina.

—Hola, Luca. —Siobhan ni siquiera levantó la vista al oír a su ahijado entrar en el despacho.

—¿Hayley Tate? —Siobhan dejó el bolígrafo y miró a Luca cuando dijo el nombre de Hayley.

—¿Qué pasa con ella, Luca? —le preguntó mientras observaba cómo se desabrochaba el botón de la chaqueta y se sentaba en la silla frente a ella.

—¿Dónde la encontraste? —preguntó. Su tono era cortante y odiaba perder el tiempo.

—¿Por qué te importa, Luca? —presionó ella.

Su rostro se enfrió al mirar a su madrina, una mujer por la que sentía el máximo respeto. Ella le ayudó a criarse cuando perdió a su madre y su padre estaba demasiado ocupado siendo el jefe.

—Tiene una identificación falsa, eso nos pone nerviosos a mí y a mi familia —murmuró.

Siobhan negó con la cabeza.

—Sí, tiene un pasaporte falso y un visado falso. Lo sé porque yo se los di.

Luca no podía creer lo que le estaba diciendo.

—Su verdadera identidad sólo llevará a los que realmente quieran encontrarla directamente a ella. —Siobhan suspiró.

—¿Quién quiere encontrarla? —preguntó.

Siobhan no era uno de sus hombres a los que pudiera dar órdenes, pero en su mente, todos estaban bajo su control. Siobhan negó ligeramente con la cabeza y Luca se puso tenso.

—Mi objetivo es proteger a Hayley, ella está bajo mi protección.

Luca suspiró.

—Sabes lo que eso significa, Luca Marcello, ella está bajo la protección de la familia. —Le recordó su promesa de proteger a Siobhan y al club, lo que incluía a Hayley.

Luca se levantó y fue a marcharse, pero Siobhan habló.

—No es un juguete, Luca, no creas que puedes jugar con ella —le advirtió.

Luca negó con la cabeza antes de salir de la oficina. Sabía que tendría que averiguarlo él mismo.

HAYLEY

A Hayley no le gustaba demasiado trabajar en el turno de mañana, pero era un turno extra, así que no iba a refunfuñar demasiado. El club siempre estaba más tranquilo durante el día, había menos chicas pluma.

No había nadie en los podios, sólo algunas prostitutas y aquellas mujeres que se turnaban en el escenario principal.

Había intentado olvidar todo lo que había pasado la noche anterior. No quería que le recordaran lo débil que había sido y cómo la salvó Luca Marcello.

No era una idiota, sabía quiénera Luca Marecello; todos lo sabían y era alguien de quien debía mantenerse alejada.

Pero él tenía su navaja y ella estaba decidida a recuperarla.

—¡Hayley! —Georgia, una chica joven, se acercó a ella—. Me hago cargo para que puedas tomar tu descanso.

Se sintió aliviada mientras le daba las gracias y salía a la zona trasera. Como siempre, la puerta estaba abierta, y salió a tomar un poco de aire fresco.

—¿A quién has cabreado para conseguir el turno de mañana? —le preguntó alguien. De repente, se giró y vió que dos hombres se acercaban a ella.

El tipo que había hablado tenía una sonrisa descarada y los ojos de color avellana; enseguida cayó en la cuenta de que era Frankie.

Detrás de él estaba Luca, y se le revolvió el estómago al recordar la verdad que le dijo la otra noche. Frankie se acercó a ella primero.

—Necesito pasta, así que cogí un par de turnos extra —explicó, y cuando Luca se acercó, sus ojos se fijaron en los de ella.

—Una chica del Veneciano tiene otras formas de conseguir más dinero. —Él levantó una ceja. Ella sintió que se le volvían a revolver las tripas.

—Nunca me verás con una pluma. —Resopló. Tenía claro que no se vendería por dinero, no era como Arianna o incluso Ava. Sencillamente no lo haría.

Luca se rió y negó con la cabeza. Aunque el hecho de que tuviera una pluma facilitaría las cosas, él tenía una idea mejor, una en la que la Pequeña Señorita Sin Pluma podría ganar dinero con la ropa puesta.

—No quise decir eso, pero sería una buena manera.

Se rió, y Hayley sintió cómo bajo su máscara se estaba poniendo muy roja, pero trató de serenarse. Luca se dio cuenta y eso hizo que el diablo que llevaba dentro sonriera.

—Estoy echando una partidita de póker con unos socios en la Sala de Reuniones Uno, y necesito una camarera. El dinero extra se añadirá a tu paga y cualquier propina que hagas es tuya, obviamente.

Hayley no podía permitirse el lujo de decir que no a la posibilidad de ganar más dinero, de hecho, era la chica del Veneciano que menos dinero ganaba ya que no se acostaba con nadie. Así que esta era su oportunidad de recuperar lo que no ganaba habitualmente.

—Le diré a Siobhan que te necesito, y Frankie te explicará todo en la sala de reuniones.

Hayley vio como Luca se alejaba, dejándola con Frankie.

—Al dinero extra, Hayley, lo llamamos dinero del silencio —explicó Frankie mientras conducía a Hayley a la Sala de Reuniones Uno.

Frankie quería asegurarse de que podía confiar en Hayley, asegurarse de que era consciente de lo que podía oír y de lo importante que era su silencio para la familia.

Se dio cuenta de que ella estaba asimilando todo lo que él decía y esto le dio esperanzas.

—Hablaremos de negocios, dinero y familia. Servirás bebidas y cigarros. Luca y yo no usaremos tu nombre real; él simplemente te llamará bella.

Hayley asintió mientras comprobaba que había copas, vasos, hielos y bebida de sobra.

***

Se puso detrás de la barra mientras veía a Luca y a otros dos hombres entrar en la sala con un crupier. Esos señores eran muy amables con Luca; él se refería a ellos como su «familia». Ella les sonrió cuando la reconocieron.

Bella, una ronda de whisky. —Luca la miró y ella asintió comenzando a traer las bebidas mientras los hombres, incluido Frankie, tomaban asiento.

—Me alegro de verte, Altera, tanto tiempo… —El hombre mayor se dirigió a Frankie. Frankie le respondió con un saludo.

¿Altera? Hayley pensó que debía ser su apellido.

Hayley recorrió la mesa repartiendo los vasos de whisky, dirigiéndose a Luca en último lugar. Él cogió la copa de su mano y su corazón se aceleró cuando su mano rozó la suya. Jadeó ligeramente, sin dejar de mirarle a los ojos. Eran hipnóticos.

Aquel simple roce le había provocado algo, algo que ninguno de los dos esperaba. Inmediatamente sus ojos se apartaron primero de mala gana, mientras ella negaba con la cabeza y se alejaba de la mesa.

Se repetía a sí misma que el tipo era malo, problemático. Sin embargo, algo en su interior se había quemado como una chispa.

Hayley observó cómo jugaban varias partidas; había muchísimo dinero en la mesa.

Los hombres hablaban principalmente en italiano, así que ella no entendía mucho. Se acercaba a rellenar los vasos cuando se quedaban vacíos y, la mayor parte del tiempo, observaba cada partida con interés.

La ragazza è bellissima, Luca. —Los ojos de Luca parpadearon de Gino a Hayley, que estaba ocupada limpiando la barra. (La chica es hermosa, Luca).

Sì, ma sfortunatamente non è una ragazza delle piume,—Luca contestó mientras observaba sus preciosas curvas, su cuerpo gritaba ser tocado. (Sí, pero desgraciadamente no es una chica de pluma).

Tutte le ragazze possono piegarsi, se hai il talento. Gino se rió mientras colocaba otra mano ganadora sobre la mesa—. Sólo necesitas talento, Luca. (Todas las chicas se acaban agachando si uno tiene el talento).

Hayley observó las siguientes manos. Luca era realmente malo jugando al póker, o tal vez este personaje Gino era realmente bueno.

Se fijó en todas las partidas. Alguna vez, cuando era jóven, su padre y su tío le habían hecho jugar al póker, e incluso ella sabía que no se podía tener tanta suerte.

Mientras seguían jugando, dejó de prestar atención a los jugadores y se centró en el crupier.

Lo observó durante unas cuantas partidas y dedujo que estaba barajando en falso, en beneficio de Gino. Este tipo estaba estafando a Luca y a Frankie.

¡Bella!

Podía percibir que el tono de Luca se volvía más agresivo. Se quedó mirándola cuando le tendió el vaso de whisky. Ella asintió y él volvió a dejar el vaso sobre la mesa. Escribió rápidamente una nota en una servilleta.

«El crupier está barajando en falso», fue todo lo que escribió antes de poner las bebidas en la bandeja junto con su nota en la servilleta. Mantuvo la bandeja alejada de cada jugador mientras colocaba las bebidas, dejando a Luca para el final.

Bajó la bandeja y se tomó su tiempo para recoger el vaso usado y sustituirlo por la nueva bebida. Luca se sintió molesto al ver cómo se entretenía en sustituir su bebida.

Pero cuando se fijó en la nota, sus ojos se dirigieron a los de ella, y luego observó cómo volvía a la barra. Entonces él se fijó en el crupier; ella tenía razón, estaba barajando en falso. Todos estaban haciendo trampas.

—Cariño.

Hayley miró a Luca expectante.

—Quiero whisky del Ben Wyvis. Sé un ángely ve a la bodega y tráenos una botella.

Sus ojos se encontraron firmemente con los de Hayley. Ella asintió, sin decir nada, y salió rápidamente de la sala.

Miró entre todos los hombres de la mesa, su lado oscuro empezaba a tomar el control. Su ira y el sentimiento de traición le dominaron.

—No tolero a los tramposos, Gino. —Sacó su pistola y disparó tres tiros, uno para Gino, otro para su amigo y otro para su crupier tramposo.

—Bueno —Frankie rompió el silencio después de los tres disparos—. Creo que has ganado esa mano, Luca. —Frankie suspiró mientras tiraba sus cartas sobre la mesa empapada de sangre.

—¿Cómo demonios lo has sabido? —preguntó Frankie mientras se levantaba de la mesa y sacaba su teléfono para organizar un equipo de limpieza que limpiara el desastre de su jefe.

Observó cómo Luca se dirigía a la barra y sostenía la nota de Hayley en la servilleta.

—Vaya, lleva con ella un cuchillo, sabe de póker y es un poco intrépida. Ojalá llevara una pluma. Frankie no pudo evitar sentirse impresionado mientras se ponía el teléfono en la oreja y hablaba con Ric al otro lado.

Luca también lo estaba; se sentía atraído por esa mujer. Quería sacársela de la cabeza; quizás un buen polvo podría solucionarlo.

Era una chica sin más, nada especial. Pero lo cierto es que había algo en ella, algo de luz que atraía a su oscuridad.

Salió del estudio y se dirigió a su bar. De camino se encontró con otra chica que le explicó que Hayley le había dicho que se iba a casa. Luca se dirigió a la zona exclusiva para el personal, donde la vio caminar hacia la salida trasera, vestida con ropa normal.

HAYLEY

Hayley quería marcharse. Cuando él le pidió que saliera, se quedó frente a la puerta y había oído los tres disparos; sabía que Luca Marcello, el jefe de la mafia, los había matado. Y ella había contribuido en eso, por eso quería alejarse.

—¡Hayley!

Él la llamó, pero ella no se detuvo. Continuó, empujando la puerta y saliendo hacia la calle. Luca la siguió.

—¡Hayley!

Él volvió a gritarle. Finalmente, ella suspiró y se giró hacia él.

—Gracias —dijo sinceramente mientras se acercaba a ella.

—No fue nada. —Negó con la cabeza mientras se alejaba

—Sí que fue algo. Evitaste que quedara como un completo idiota —explicó—. Déjame llevarte a tomar algo, estoy seguro de que te vendría bien una copa.

Él tenía razón, le vendría bien una copa, pero no confiaba en él.

—No me fío de ti —dijo simplemente, y él se rió. Hacía bien en no confiar en él, sabía que no debía confiar en nadie.

—No te pedí que confiaras en mí. —Se encogió de hombros antes de acercarse y poner su mano en la parte baja de su espalda, atrayéndola hasta el todoterreno donde se encontraba Nic dentro.

Como un buen caballero, Luca mantuvo la puerta del coche abierta, pero al mismo tiempo era un obseso del control y se aseguró de que ella entrara en el coche sin darle más opción.

Nic los llevó a un bar exclusivo y los esperó fuera. El corazón de ella iba a mil por hora: ese tipo acababa de disparar a varias personas, era un jefe de la mafia y ella estaba muerta de miedo por él.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea