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Piel de lobo

Capítulo 4

MERA

Mera se sentó junto a la hoguera. Contempló el baile de las llamas y disfrutó del sonido de la madera quemándose.

El mercadillo había sido una experiencia divertida. El jarrón que le regaló Rubén tenía un buen sitio en su habitación, y él se puso increíblemente contento cuando lo vio allí.

Después, habían cenado, y ahora, estaban aquí.

Era junio, así que aún hacía buen tiempo. Vivían en el centro de Noruega, donde aún quedaban algunos bosques.

Si iban más al norte, podrían ver la aurora boreal. Eso era definitivamente una cosa que iba a hacer.

Puede que incluso más de una vez.

Solo llevaba allí un día, pero ya sabía que le encantaba el lugar. Se sentía más en casa de lo que nunca se había sentido viviendo en Utah.

Fue como si algo se despertara en sus huesos y supiera que éste era su lugar.

Sus ojos se fijaron en el oscuro bosque y oyó una lechuza. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y enseguida volvió la vista hacia el fuego.

No había mentido cuando les dijo a los chicos que no le gustaba ir al bosque y que no iría sola.

Desde el ataque, se había mostrado reacia a entrar en ellos, y sabía que era un miedo del que no iba a librarse pronto.

―¡Mera!

Mera dio un pequeño respingo en su asiento y miró sobresaltada a su madre.

―¿Dónde estabas con tus pensamientos? Te he llamado por tu nombre como diez veces ―dijo mientras le daba a su hija una taza de té.

―Lo siento, estaba soñando despierta, nada más.

―Con el hijo del alcalde, probablemente.

Mera se atragantó con el té y tosió mientras derramaba el resto sobre sus pantalones.

―Oh, cuéntame más ―dijo su madre juguetonamente mientras miraba a Mitch.

―No, no te va a contar más porque no hay nada que contar ―dijo Mera mientras dejaba la taza ya vacía y se secaba la barbilla con la camisa, que también estaba mojada.

Mitch se echó a reír.

Mera lo fulminó con la mirada antes de patearlo de la silla.

―Gilipollas.

―En serio, ¿qué pasa con el hijo del alcalde?

Mera miró a su madre.

―Nada. Le vi una vez y apenas hablamos. Tiene pinta de ser un mocoso que consigue lo que quiere, y ya sabes que odio eso, así que de verdad que no hay nada que contar.

Juraría haber oído un gruñido detrás de ella y miró hacia el bosque oscuro.

Un escalofrío le recorrió la espalda al tener la sensación de que alguien la observaba.

―No sabía que tenían un hijo.

La atención de Mera volvió a centrarse en su madre.

―Sí, parece que sí. Voy a cambiarme de ropa ―dijo mientras se levantaba.

Algo dentro de ella quería entrar en casa lo antes posible.

―¿Por qué? ―preguntó Mitch mientras volvía a sentarse en su silla.

Ella lo miró y vio la sonrisa en su cara.

―Porque un gilipollas me hizo tirarme toda la bebida encima pero, créeme, se arrepentirá ―dijo Mera y entró en casa.

Se dirigió a su habitación y cerró la puerta tras de sí. La ventana daba al bosque y caminó lentamente hacia ella.

«Esto es una tontería. No tengo nada de qué preocuparme. Mis padres nunca me llevarían a un lugar donde hay lobos».

Miró por la ventana y no vio nada que indicara que hubiera algo ahí fuera.

Suspiró y se dio la vuelta. Cogió su pijama y se dirigió al baño para darse una ducha rápida.

Se lavó, se secó y se fue directamente a la cama. Se tumbó y volvió a mirar a la ventana.

Efectivamente, no había nada que contar sobre Killian, pero no podía negar que se había sentido rara al verle.

Era como si el universo hubiera decidido juntarlos mientras Killian caminaba hacia ella.

«Si no hubiera sido por Synne, ¿qué habría pasado?».

Cerró los ojos y suspiró.

KILLIAN

―Vale, ve a ver cómo está ―dijo su madre mientras le miraba.

Killian la miró interrogante.

―Cariño, me alegro de que hayas vuelto y todo eso, pero me da la sensación de que te fuiste de nuevo en cuanto pusiste los ojos en Esmeralda.

»Ve a verla y vuelve para que pueda hablar con mi hijo y saber dónde ha estado todos estos meses ―dijo Synne.

Killian suspiró y se echó hacia atrás en la silla mientras miraba la chimenea.

―Lo siento. Es que...

Gimió y se pasó las manos por la cara.

―¿Por qué tiene que ser humana? Lo hace todo mucho más difícil.

Synne y Adrien se rieron.

―No es tan difícil ―afirmó Adrien.

Killian lo miró.

―Bien, entonces, ¿dónde está la madre de Rubén y Aksel?

Adrien suspiró y miró a Viggo, que también le miraba.

Killian también lo miró y vio la expresión de dolor en su rostro.

―Lo siento, Viggo.

Viggo suspiró.

―Está bien. Pero tienes razón. Tener una pareja humana es más difícil que tener una que sea un hombre lobo como nosotros.

»Hombre lobo o no, ella sigue siendo tu pareja, y no hay nada que puedas hacer al respecto más que aceptarla.

»Además, que Mera no sea una mujer loba puede ser algo bueno ―dijo Adrien antes de dar un sorbo a su whisky.

―¿Por qué es algo bueno? ―dijo Killian mientras apoyaba la cabeza en la silla en la que estaba sentado.

―Significa que puedes redimirte. Los dioses quieren que seas Alfa, Lian. Darte una compañera humana lo demuestra ―dijo Adrien.

Killian suspiró y sacudió la cabeza con incredulidad.

«Típico de mi padre encontrar algo en mi vida y darle la vuelta para que funcione a su favor».

Eso era algo que odiaba de su padre, pero también lo convertía en un gran Alfa.

Algo que pensó que nunca podría seguir.

―Sí, papá, estoy seguro de que a Odín no le importaría si soy Alfa o no ―dijo mientras cerraba los ojos y suspiraba.

―¿Quién era el otro tipo?

Killian abrió los ojos y, como todos los demás, miró a Aksel. Esa era la pregunta que también le rondaba por la cabeza.

El hecho de que su compañera lo tocara y corriera hacia él en cuanto lo vio fue algo por lo que aún quería matar a ese tipo.

«Mi pareja debería reaccionar así conmigo, no con otro».

Un gruñido brotó de su garganta.

Ken y Edvin se miraron e intentaron contener la risa.

Killian vio sus caras y se dio cuenta de lo mucho que intentaban no mirarle. Se levantó y caminó hacia los dos.

―Hablad ―ordenó.

―Es su hermano, tío ―dijo Edvin con una risita.

Killian gimió y volvió a su silla.

«Vaya, estuve a punto de matar al hermano de mi compañera. Sí, todo esto del vínculo va a ser divertido».

Synne también se rio y se levantó para acercarse a su hijo. Le cogió la cara y le miró a los ojos.

―Acércate a ella, pero no te muestres. Observa cómo es y deja que el vínculo haga el resto. Estar cerca el uno del otro solo lo refuerza.

Sonrió a su madre cuando se apartó y volvió a levantarse.

Salió de la casa de la manada y se adentró un poco en el bosque. Se desnudó y se transformó en lobo.

Siguió el olor de Mera, que aún flotaba en el aire, y se dirigió a la cabaña que estaba a las afueras del pueblo.

Se aseguró de permanecer oculto en el bosque al ver una hoguera.

―Lo siento, estaba soñando despierta, nada más.

Su voz llenó sus oídos y tuvo que contenerse para no correr hacia ella y marcarla inmediatamente.

Se acercó un poco más y vio a Mera, a su hermano y a sus padres. Le pareció que ya conocía a toda la familia.

«¿Por qué sigue resurgiendo este sentimiento?».

―Con el hijo del alcalde, probablemente ―Oyó decir a su hermano, y Mera se atragantó y derramó todo su té al toser.

Killian soltó una leve risita, que sonó como un gruñido muy bajo y suave. Sabía que era por el efecto que ella tenía en él.

―En serio, ¿qué pasa con el hijo del alcalde? ―preguntó su madre después de que Mera echara a su hermano de la silla.

Killian también sentía curiosidad y se preguntaba qué diría de él.

―Nada. Lo vi una vez y apenas hablamos. Parece un mocoso que siempre consigue lo que quiere, y sabes que odio eso, así que realmente no hay nada que contar.

Killian no pudo evitar gruñir ante su comentario.

La vio mirar en su dirección y se maldijo por gruñir.

«¿Realmente piensa en mí de esa manera? Eso sí que ha sido una buena primera impresión… Una que tengo que arreglar».

Killian desconectó de la conversación y se limitó a mirar a su compañera. Era realmente perfecta y deseaba tenerla entre sus brazos.

La vio levantarse y caminar hacia su habitación.

Los latidos de su corazón se habían acelerado desde el gruñido; él pensó que se debía al vínculo, pero la forma en que corrió hacia su habitación demostró que era algo más.

Caminó lentamente hacia la parte trasera de la casa mientras permanecía oculto y la vio mirando por la ventana.

«Tiene miedo de algo. Tiene miedo del animal que gruñó».

La oyó abrir la ducha y, poco después, vio apagarse la luz de su habitación.

Suspiró y corrió de vuelta a la casa de la manada.

***

Aksel estaba sentado en el porche y vio a Killian transformarse y caminar hacia él; le tiró unos pantalones de chándal.

Killian resopló y se los puso.

―¿Y? ¿Es ella todo lo que siempre esperaste? ―dijo Aksel mientras él y Killian entraban.

―Sabes que lo es, tío.

»Pero solo piensa que soy un mocoso, y cuando gruñí accidentalmente, se aterrorizó, y se fue escopetada a su habitación ―dijo mientras tomaba un sorbo de agua de la botella que le había dado Aksel.

―Tal vez tenga miedo de los lobos. Tampoco le gusta ir al bosque. Dijo que nunca iría sola ―dijo Aksel.

Killian suspiró y se apoyó en la mesa.

―Otra cosa que hace más difícil tener una pareja humana.

Aksel resopló.

―Freyja no elige a nuestros compañeros porque sean fáciles. Los elige porque estamos hechos el uno para el otro ―dijo mientras le daba un golpecito en la espalda a Killian y se alejaba.

«Tiene razón. La diosa no juntaría a nadie sin estar segura».

―¡Diviértete en la ducha! ―añadió Aksel.

Killian puso los ojos en blanco ante el comentario, pero también sabía que no podría dormir si no lo hacía.

Suspiró y se dirigió a su habitación.

MERA

Mera daba vueltas en la cama, pero dormir era algo que no le estaba resultando posible.

Sus pensamientos iban constantemente a Killian, y no sabía por qué.

Se levantó y se dirigió a la cocina. Cogió una botella de agua y bebió un sorbo.

Se miró el brazo y suspiró.

Esta vez no eran sus pesadillas las que la obligaban a pasar una noche en vela; era un chico que había conocido una sola vez.

Se acercó al sofá y encendió la televisión. Apareció el canal de noticias y la señora hablaba en el idioma que aún tenía que aprender.

«¿Por qué aquí la gente habla en inglés cuando no es su lengua materna?».

Hizo zapping por los canales hasta que apareció una película. Era una antigua que no había visto antes.

No solía ver películas como ésta, pero era lo único que echaban con actores ingleses, así que no tenía muchas opciones.

Suspiró, cogió una manta y se quedó en blanco viendo la película con subtítulos en noruego, pero sus pensamientos iban constantemente hacia él.

«¿Por qué no puedo sacarlo de mi cabeza?».

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