
Era mi compañera.
Seguí repitiendo aquello mientras ella desaparecía por el camino hacia su cabaña. Mi lobo se moría por salir y olerla por sí mismo.
Me deshice de mi ropa y la escondí en una de las muchas bolsas que habíamos colgado en los árboles que rodeaban el lugar por si necesitábamos transformarnos rápidamente. Mi lobo corrió excitado ante la idea de ver a su compañera.
¿Cómo coño iba a decirle al Alfa que mi compañera era una humana? Los humanos estaban prohibidos.
Mientras estaba perdido en mis pensamientos, Tao pasó por el camino que había delante de ellas, y sus gritos llamaron mi atención.
Había tensión en el aire cuando dos de ellas se marcharon a algún sitio porque una se había peleado con la otra. Su cabaña estaba entre los árboles y yo me mantuve bien escondido.
Las otras dos se quedaron y de repente, Alice volvió al coche. Su sonrisa era cautivadora mientras descargaba las cosas y las llevaba al interior. Tao tenía la lengua fuera, jadeando.
Su excitación hizo que mi corazón latiera deprisa. Las que se habían ido volvieron y se reconciliaron ya que parecían tener una conversación amistosa. Alice se acercó a la ventana y la abrió. Estaba seguro de que sus ojos me estaban mirando directamente.
―Alice, ¿puedes ayudarme? No sé cómo vaciarlo sin que se caiga todo de la sartén ―gritó la otra chica.
―Claro ―Alice desapareció.
Mis oídos se agudizaron al oír su dulce voz. No podía verla. Mi lobo gimoteó, tratando de animarme a que me acercara y poder verla mejor.
Solo pude ver a una hembra moviéndose por la ventana y empecé a frustrarme. Quería verla. Mi lobo gimió, respondiendo a mis pensamientos.
Me había olvidado por completo de todos los que me rodeaban y salí de mi aturdimiento cuando Josh se me acercó dando saltitos.
Sacudí la cabeza y parpadeé. Lo miré mientras observaba a las dos chicas que se habían reconciliado y exploraban la cabaña.
~―¿Qué tenemos aquí entonces?
~Su tono me hizo saber inmediatamente lo que estaba pensando, y no necesité leerle la mente para averiguar su deseo sexual hacia ellas.
Le gruñí.
Josh, como yo, aún no había encontrado a su compañera, pero era diferente: él se metía en la cama con cualquiera para satisfacer sus necesidades sexuales. Yo, en cambio, era más selectivo con mis elecciones.
El lago era un lugar ideal para conocer a algunos de los viajeros alojados; era el foco principal entre las cordilleras.
Muchas veces, nuestro Alfa nos había dicho que nos mantuviéramos alejados de los humanos, pero tenía más que ver con los lobos más jóvenes y su incapacidad para controlar sus impulsos y su fuerza.
Josh tenía tendencia a desobedecer las órdenes y meterse en líos.
El ruido de los platos nos hizo volver la atención a las chicas, que se reían mientras comían. Aspiré el aroma de la comida.
Oímos a Hawk, nuestro Alfa, conectarse mentalmente con nosotros.
~―Reunión de la casa de la manada en media hora.
~Fue un enlace general para todos.
Tanto Josh como yo respondimos que estábamos a punto de ponernos en marcha cuando la puerta principal de la cabaña se abrió y Alice salió. Me dejó sin aliento, incluso en mi forma de lobo.
Me quedé con la boca abierta y se me cayó un poco de baba por la comisura. Miró a su alrededor y se sentó en el columpio del porche, se cruzó de piernas y abrió un libro para leer.
Me puse de pie rápidamente y mi corazón se aceleró al verla y latió con fuerza en mi pecho. Tao estuvo de acuerdo con mis pensamientos: no era posible que un lobo se apareara con un humano; siempre nos decían que eran demasiadas complicaciones.
Pero mi corazón y el suyo anhelaban estar con ella. Era algo que nunca antes había experimentado.
Josh se dio la vuelta y empezó a correr primero. Eché un vistazo rápido hacia donde estaba sentada Alice, con la cabeza levantada mientras miraba al bosque hacia mí.
Sabía que no podía verme, ya que estaba bien escondido, pero era como si me sintiera, o quizá yo estaba dándole demasiadas vueltas a las cosas. Tenía que hablar con Hawk cuando volviera.
Alcancé a Josh y volvimos corriendo a la casa de la manada. Entramos directamente después de ponernos algo de ropa. Todos estaban allí. Hawk salió con nuestra Luna Estela.
Recibió el apodo después de aparearse con nuestro Alfa, ya que en la noche de su ceremonia, una estrella fugaz cayó del cielo.
También tenía la habilidad de ser una estrella cuando se trataba de él. Podía domar su temperamento, llevarlo de un infierno furioso a la calma de un lago en un día perfecto.
―Tenemos noticias de que un lobo de la manada de Río Rojo ha estado merodeando cerca de nuestras fronteras; es conocido por causar problemas. Chicos, quiero que mantengáis a salvo a vuestras mujeres; ninguna de ellas puede merodear sola.
»En segundo lugar, tenemos algunas cabañas de vacaciones ocupadas para estas dos próximas semanas. Quiero patrullas regulares para mantenerlas seguras.
Hawk repasó otros detalles que repartió entre algunos de los principales guerreros de la manada.
―Bien, podéis iros. Seb, ¿puedo verte? ―Frunció el ceño mirándome.
Sabía de qué se trataría. Me quedé atrás hasta que todo el mundo se había marchado y solo quedábamos mi Alfa, mi Luna y yo.
―¿Qué está pasando, Sebastian? ¿Por qué no te reportaste antes con nosotros? ―Los ojos de Hawk estaban fijos en los míos mientras trataba de leerme.
El corazón ya me martilleaba en el pecho. Sabía que esto no les iba a gustar nada.
―No lo sé. Vi a una chica y me distraje ―Inspiré profundamente―. Era una humana ―Bajé ligeramente la cabeza.
―Tienes que alejarte de ella ―gruñó Hawk con los dientes apretados.
―Pero, ¿y si...?
―No es posible. Los humanos no pueden saber de nosotros. Mantente alejado. ¿Recuerdas lo que le pasó a la chica el año pasado? ―espetó Hawk y mi corazón se desplomó.
Luna retrocedió hasta la esquina y no dijo nada.
Normalmente se involucraba en todo y no podía entender su reticencia a no decir nada. Estaba seguro de que intuía algo. Pero negó con la cabeza cuando volví a hablar.
Decir que echaba humo era quedarme corto. No había encontrado a mi compañera en más de ocho años, desde que cumplí los dieciocho. La atracción hacia ella era muy grande.
Planeaba volver a su cabaña después de comer.
Tras ducharme primero, metí algo de ropa limpia y mis zapatillas negras en una mochila para poder transformarme al llegar.
Me transformé en mi lobo, cogí mi bolsa con la boca y me fui a verla. Por alguna razón me sentía atraído por ella y tenía que asegurarme al cien por cien de que era mi compañera.