Marcada por el Rey Alfa - Portada del libro

Marcada por el Rey Alfa

Danni D

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Chapter
15
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18+

Sinopsis

Ariel es una mujer lobo de veinte años que sueña con convertirse en una guerrera de la manada. Al menos era así hasta que fue secuestrada por los cazadores hace dos años y utilizada como sujeto de prueba de horribles experimentos. Con la ayuda de la Diosa de la Luna, Ariel finalmente consigue su libertad. Pero encontrar a su compañero y retomar la vida donde la dejó puede ser aún más difícil de lo que imaginaba.

Clasificación por edades: 18+

Autor original: Danni D

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145 Capítulos

Capítulo 3

Ángel Caído

Capítulo 4

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Regalo de la Diosa

ARIEL

Me siento junto al sereno lago, a la sombra de las copas de los árboles, y me quito las botas, tirándolas a un lado.

Meto los pies en el agua y respiro aliviada.

Mis pies me están matando. Los ejercicios de entrenamiento son siempre insoportables, pero definitivamente me han endurecido, y hoy, por fin, todo ha dado sus frutos.

Ya no soy sólo una aprendiz...

Hoy, estoy oficialmente en el camino de convertirme en una guerrera de la manada en toda regla.

Contemplo con orgullo el tatuaje de la luna creciente en la parte interior de mi brazo: la marca de una guerrera.

Mi manada, la Manada de la Luna Creciente, tiene uno de los mejores programas de entrenamiento de guerreros y mi escuadrón se ha convertido en mi segunda familia.

Nos llamamos el "Escuadrón X" en honor a nuestro intrépido líder del equipo, Xavier.

Bueno, para ser justos, el nombre se le ocurrió a él, pero en realidad creo que es bastante pegadizo.

El sonido de bramidos y gruñidos guturales atrae de repente mi atención hacia los muelles cercanos.

Hablando del rey de Roma...

Xavier está entrenando con nuestro compañero de equipo, James.

Envía puñetazos a la velocidad del rayo en dirección a James, manteniéndolo desequilibrado, y luego salta en el aire y da una patada justo en su estómago, haciéndolo caer de culo.

Xavier se quita lentamente la camiseta para dejar al descubierto su tonificado torso y sus ondulantes músculos mientras se limpia el sudor de su reluciente cuerpo.

Mi Diosa, siempre olvido lo en forma que está...

Xavier le muestra a James una sonrisa arrogante. —Puede que hayas conseguido tu marca lunar, pero aún no eres rival para mí, Jamie.

Xavier empieza a hacer flexiones, y cuando me inclino hacia delante para ver mejor, casi me caigo de cabeza al lago.

Consigo recuperar el equilibrio justo a tiempo y me encuentro mirando mi reflejo en el agua.

Mi pelo castaño es un auténtico desastre, pero mis ojos amarillos oscuros destacan entre la suciedad de toda mi cara.

Cuando era joven, papá siempre decía que mis ojos parecían girasoles, así que empezó a llamarme su pequeño girasol hasta que protesté por un apodo tan femenino.

—¡No soy una flor, soy una guerrera! —gritaba indignada.

Así que empezó a llamarme su pequeña guerrera, y eso se le quedó.

De todos, es al que más ganas tengo de contarle primero la noticia de mi aceptación en el programa de guerreros.

Sé que estará muy orgulloso de mí.

Mi madre, por otro lado...

Cree que es desagradable que las chicas sean guerreras. Siempre me dice que debería ser más como mi hermana, Natalia.

A Natalia nunca la pillarían muerta con el pelo enmarañado y la cara sucia, siempre tan acicalada y correcta.

Cuando levanto la vista, me doy cuenta de que Xavier me está mirando desde el muelle. Me cohíbo al instante y trato de atusar los nudos de mi pelo.

Me pregunto si le gustan las remilgadas del tipo de mi hermana. Dudo mucho que yo sea su tipo.

Pero, madre mía, está muy bueno. Me lanza una sonrisa de satisfacción, y me doy la vuelta rápidamente, avergonzada.

Uff, ¿por qué parezco un maldito desastre ahora mismo?

Debería haber ido a las duchas después de mi sesión de entrenamiento, pero estaba muy emocionada por conseguir mi marca de guerrera.

—¿De qué demonios te quejas? —dice una voz arrogante, pero segura, desde detrás de mí.

—Siempre parece que acabas de luchar contra una manada de lobos; peinarte con los dedos no va a cambiar eso.

Oh Amy, nunca cambies.

Mi mejor amiga, Amy, se sienta a mi lado y me da un codazo en el hombro.

Me sorprende que seamos tan buenas amigas, dado que ella es más del estilo de Natalia que del mío, pero somos inseparables desde la infancia.

—¡He oído las noticias! Tenemos que salir a celebrarlo, perra —dice, metiendo los pies en el agua, junto a los míos.

—Sinceramente, estoy agotada —digo— Puede que tengamos que dejar la celebración para otra noche.

—Sí que estás más roja que un tomate —dice cuando de repente se da cuenta de que Xavier está desfilando por el muelle, sin camiseta—. Es por el entrenamiento o por él.

—No sé de qué estás hablando —digo, y mi cara se calienta.

—Por favor, dime que no estás enamorada de ese imbécil musculoso —dice Amy, sacudiendo la cabeza—. Sabes que sólo consiguió ese papel de líder del equipo porque es el siguiente en la línea para ser el Alfa.

—También es un buen luchador —replico, a la defensiva.

—¡Oh, mi Diosa, quieres que sea tu compañero! —dice Amy, burlándose— Quieres tener sus cachorros, ¿no?

—¡No quiero eso! —grito, salpicando agua sobre ella —¡No pienso en él de ninguna manera! La única clase de compañeros que somos es la de los compañeros de escuadrón.

—Supongo que lo sabrás con certeza cuando cumplas dieciocho años dentro de unos meses —responde ella, levantando las cejas.

Los hombres lobo sólo pueden reconocer a sus compañeros cuando ambos cumplen dieciocho años, así que potencialmente tiene razón; mi compañero podría haber estado delante de mis narices todo este tiempo.

Pero algunos lobos nunca encuentran a su pareja predestinada... y acaban apareándose con otros lobos en la misma situación.

Me entristece pensar en no encontrar a tu verdadera pareja.

—Piensa que tu pareja destinada podría ser cualquiera de esta manada —dice Amy, suspirando.

—O de otra manada —le respondo, corrigiéndola—. Nuestras parejas destinadas no siempre están tan cerca de casa. Aunque si la Diosa quiere, no tendremos que buscar demasiado lejos.

—Si mi compañero está en alguna manada remota, al otro lado del mundo, creo que podría convertirme a una nueva religión —dice Amy con una sonrisa.

Ambas estallamos en carcajadas y caemos de espaldas, tumbadas en la hierba. A medida que el cielo se oscurece, la luna en forma de mitad se vuelve clara.

—Supongo que tendré que esperar a ver qué me depara el destino —digo, sonriendo.

DOS AÑOS DESPUÉS

Siento que las cadenas tiran con más fuerza y lucho contra el impulso de gritar de dolor. Los grilletes de plata me muerden las muñecas en carne viva.

Uno pensaría que se acostumbraría al dolor después de dos años de ser tratado como un animal sin valor, un experimento científico, pero a veces se hace insoportable.

El primer año fue el peor...

Los experimentos: inyectar microdosis de acónito líquido en mis venas y analizar los efectos en mi cuerpo. Y en mi loba.

Al principio aprendí que la sensación de ardor que corría por mis venas era el acónito, ya que debilitaba y cortaba mi conexión con mi loba.

He estado un año entero sin mi loba. Sólo la siento débilmente en los rincones lejanos de mi mente, gimiendo de dolor y tristeza.

Nunca en mi vida me había sentido tan abrumadoramente sola.

Se llevaron a mi familia...

A mis amigos...

Y mi loba.

Mis ojos empiezan a cerrarse cuando el dolor es demasiado.

Siento una fuerte bofetada en mi ya magullada mejilla.

—No te desmayes todavía, zorra. Apenas hemos empezado hoy —Curt, el líder de los cazadores, clava sus sucias uñas en mi hombro.

—Vete al infierno —digo, haciendo acopio de la poca fuerza que me queda.

Los fríos ojos grises de Curt -por extraño que parezca- son lo único que me ha hecho seguir adelante. La idea de arrancarlos de su cabeza...

A menudo pienso en la primera vez que vi esos ojos, la misma noche en que me aceptaron en el entrenamiento para guerreros.

Me había quedado dormida junto al lago, y cuando me desperté, esos ojos se cernían sobre mí, mirándome con absoluta malicia.

Nuestra manada nunca había hecho nada violento a la humanidad, pero eso no importaba a los cazadores.

Todo lo que quieren es la erradicación completa de los hombres lobo.

Pero de lo que quieren de mí -por qué me han mantenido viva para experimentar conmigo durante dos años- no tengo ni idea.

—Creo que necesitas que te recuerden tu lugar, perra —dice Curt mientras coge una jeringuilla llena de líquido plateado.

—¡No...NO! —grito mientras me perfora la piel.

Mi columna vertebral comienza a estirarse y, un horrible ruido de crujido resuena en toda la habitación mientras mis huesos se rompen.

Está forzando a mi loba a salir de alguna manera, pero la plata está impidiendo que mi cuerpo se cure durante la transformación.

El dolor es irreal.

Siento que las costillas me perforan los pulmones y la sangre se derrama por la boca.

De hecho, se está derramando por varios lugares de mi cuerpo mientras mis huesos penetran en mi piel como un revoltijo destrozador.

—¡Joder, joder, joder! —Curt grita— ¡Creo que le he dado demasiado! ¡Doctor! ¡Venga aquí, joder!

Tengo muchas ganas de aullar por el dolor, pero lo único que consigo es un patético resoplido rasposo.

La habitación empieza a desdibujarse y a cerrarse a mi alrededor.

—¡Sacadla del puto establo! —Curt grita— No podemos perder a nuestro mejor sujeto de pruebas. ¡Está casi perfeccionada!

Mientras la oscuridad se instala, oigo una voz suave y etérea...

—No te rindas, hija mía —.

***

Vuelvo a estar sentada en la orilla del lago, como hace dos años, pero esta vez no es Amy la que está sentada a mi lado, sino una mujer a la que nunca he visto antes.

Es hermosa en todos los sentidos: ojos azul pálido, pelo largo y plateado que le cae por la espalda y una piel lechosa que casi parece brillar.

¿Quién es esta cautivadora mujer?

—Hola, Ariel. Me gustaría que nos encontráramos en mejores circunstancias —dice la mujer con calidez.

—¿Quién... quién eres? ¿Y cómo me conoces? —pregunto, confundida.

—Me llamo Selene, aunque algunos me llaman la Diosa de la Luna —responde con una suave risa.

Oh mi Diosa, la Diosa de la Luna. Santo cielo...

—No te pongas nerviosa, hija mía. Debo disculparme contigo.

¿La Diosa de la Luna se disculpa conmigo? Creo que no he sentido su presencia desde hace tiempo.

—Se supone que los cazadores nunca deberían haberte llevado —dice con calma, sin que su cálida sonrisa abandone su rostro.

—Pero mi hermana, Destino, puede ser bastante vengativa y tenía otro plan en mente. No solemos estar de acuerdo.

—Conozco el sentimiento —digo, pensando en mi propia hermana.

—Para corregir estos errores, te concedo un don: el don de la curación.

Selene se inclina hacia delante y me besa en la frente—. Que sanes tanto tu propio dolor... como el de los demás. Conozco una luz para los que más lo necesitan.

Cuando Selene se sienta de nuevo, pone su palma contra mi mejilla y sus ojos brillan.

—Una cosa más, Ariel. Esta no es la vida que he planeado para ti. Debes escapar de este lugar y encontrar a tu compañero.

—¿Mi compañero? Espera, ¿quién es mi compañero?

Siento un calor que recorre mi cuerpo mientras la Diosa comienza a desvanecerse.

—Encuéntralo, Ariel. Solo tú puedes curarlo.

***

Me despierto de golpe, todavía encadenada a la mesa de operaciones, aunque la sala está vacía.

¿Todo esto fue solo un extraño delirio febril?

Cuando la bruma del sueño empieza a desaparecer, una cosa queda clara.

Debería estar muerta.

Antes de desmayarme, todo mi cuerpo estaba roto, mis huesos sobresalían del cuerpo, perdía tanta sangre...

Así que imagínate mi sorpresa cuando, al estirar el cuello para mirar mi maltrecho cuerpo, descubro que...

Todas mis heridas han sido curadas.

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