
Una vez que vuelvo a la casa, me apresuro tranquilamente a darme una ducha, afeitándome todo y asegurándome de oler lo mejor posible, antes de entrar de nuevo en mi habitación y cerrar la puerta.
Desde que cumplí 15 años nunca he cerrado la ventana, manteniéndola siempre abierta sólo para él.
Por eso no me sorprende que cuando me acerco a mi cama lo huela en ella. Me ha hecho esto muchas veces en el pasado. Cuando entro en mi habitación para dormir y mi cama huele a él; creo que sabe que su olor me ayuda a dormir.
Pero esta noche no voy a dormir. ¡No! ¡Esta noche voy a llamar la atención de mi compañero! Él ha estado jugando y ganando a este juego desde que yo tenía seis años, y hoy es el momento de que un nuevo ganador se presente en nuestro pequeño juego del gato y el ratón... así que muévete bebé porque un nuevo gatito está listo para jugar.
Agarro el cabecero de mi cama y la arrastro hasta que queda totalmente orientada hacia la ventana, lo que permite a cualquiera que esté allí la visión perfecta de mí a la luz de la luna. Dejo caer la toalla y me sitúo lentamente en el centro. Ahueco las almohadas y me pongo cómoda.
Cuando lo huelo junto a la ventana, sé que ha llegado el momento. Así que, lo más despacio posible, abro las piernas todo lo que puedo. Poniendo cada parte de mí completamente a la vista.
La habitación está en completo silencio, hasta que oigo el pequeño gemido que estoy segura que ha intentado contener. ¡Ya está! Ha llegado la hora.
Levantando el brazo, recorro con el dedo el collar que me regaló, hasta llegar a mis pechos. Pasando ligeramente los dedos por mis pezones, gimoteando ligeramente ante la sensación.
Mis pezones excesivamente sensibles se asoman, apuntando al cielo, deseando que los toquen.
Al pellizcarlos ligeramente, mis rodillas se sacuden mientras la inyección de lujuria recorre mi cuerpo, directamente hasta mi coño.
Mi excitación es tan fuerte en el aire que ya casi no puedo olerlo, pero sé que está ahí. Puedo sentir sus ojos sobre mí, acechando mis manos mientras se mueven por el cuerpo que fue hecho para complacerlo.
Una vez que mi mano izquierda llega a mi pubis, oigo su aguda respiración, tengo que contener mi risa porque es casi demasiado fácil.
Levantando la mano la pongo sobre mi rodilla, lo que me hace ganar un gruñido bajo de desagrado por su parte.
Al oír esto, suelto una pequeña risita, mientras deslizo mi mano por el muslo hasta llegar a mi coño chorreante.
Utilizando sobre todo mi dedo corazón, empiezo a hacer pequeños pero duros círculos alrededor de mi sensible clítoris, gritando con cada roce que hace mi dedo. El viento decide darse a conocer empujando el olor de su propia excitación alrededor de mi habitación, la mezcla de él y yo me envía a la sobremarcha mientras acelero el ritmo.
Me agita contra mis dedos la idea de que se dé placer a sí mismo mientras me mira.
La sensación mezclada con su olor es tan fuerte que me corro con fuerza en un gemido gritado, todo mi cuerpo se sacude casi fuera de la cama. Retirando la mano de mi clítoris me aseguro de limpiar algo de mi semen en mi dedo antes de meterme el dedo en la boca.
Apenas capto el gemido estrangulado que se le escapa, pero cuando lo oigo no puedo evitar gemir. Algo de saber que lo ha visto todo y que lo ha disfrutado me excita de nuevo.
Con todos mis movimientos no me he dado cuenta de que las almohadas se caían de la cama, así que cuando suelto el dedo con un chasquido, y mi brazo cae junto a mi cabeza, noto algo que no debería estar ahí.
Al sacar el hermoso pañuelo de seda blanca como la leche de debajo de mi cabeza lo inspecciono, tiene un impresionante bordado de hilo blanco y lo que parece ser dorado que recorre los bordes en un diseño tan complejo que se nota al instante que ha costado una fortuna.
Al inspeccionarlo más me doy cuenta de que tiene un nombre.
Soren.
Este es mi regalo de cumpleaños, su regalo para mi 21º cumpleaños es su nombre. Acercándolo a mi nariz, inhalo profundamente, aspirando el olor de él lo más posible. El movimiento me dio una idea.
Sonrío al apartar la tela de mi cara, me pongo de rodillas, cogiendo el trocito de seda y pasándolo por mi clítoris.
Al oir su rápida pero profunda respiración, puedo suponer que no se lo esperaba. Y mientras sigo apretando la tela, percibo un mayor olor a su excitación, lo que demuestra que se ha acercado más que nunca.
Saber que he conseguido que se acerque más que nunca, lleva mi nivel de excitación al máximo, y está siendo escatimado por sus rápidos y pesados pantalones.
Cuando por fin llego a mi punto álgido, por segunda vez esta noche mi cabeza se inclina hacia atrás y grito su nombre al cielo «Ohhh, Soren» corriéndome sobre su pañuelo. Me arrodillo allí, temblando por un momento con la cabeza todavía inclinada hacia atrás antes de nivelar mi cabeza con la ventana.
Me quedo sin aliento cuando todo lo que veo en la noche son dos ojos grises brillantes, con un anillo rojo vibrante brillando alrededor de ellos.
Sus ojos no se apartan de mí, mientras me recompongo. Una vez que he terminado de sacudirme, cojo el trozo de tela y lo pongo sobre la ventana.
—Buenas noches Soren. —Sale en un gemido sin aliento. Antes de darme la vuelta aún completamente desnuda y meterme en la cama.
No tarda en volver a captar mi atención —Estás jugando a un juego muy peligroso, mi pequeña Lux —su voz es áspera y ronca. Claramente aún está perdido en la lujuria de lo que acabo de hacer y mostrarle.
Riendo me siento una vez más mirando por la ventana. Ya no puedo ver sus ojos pero eso no detiene mi comentario que sé que él escucha. —Oh cariño, pero son los mejores juegos.
Con un guiño a la nada, me tumbo de nuevo en la cama dispuesta a dormir antes de que el hermoso sonido de su risa se apodere de la oscuridad.
—Sí que lo son Lux, sí que lo son