Rota - Portada del libro

Rota

Evelyn Miller

El juego

LILY

Han pasado tres semanas y cinco días desde la última vez que hablé con Mason. Han pasado tres semanas y tres días desde la última vez que vi a mi madre. Ni siquiera sé cuánto tiempo ha pasado desde que vi a mi padre.

Los echo de menos a todos.

Pero a quien más echo de menos es a Mason. Han sido tantas las veces que he cogido el teléfono para llamarle o enviarle un mensaje, pero cada vez que tengo la tentación me detengo.

Esta noche Ridgewood juega contra Greendale el primer partido de la temporada.

―¿Estás bien? ―me pregunta Harry mientras caminamos juntos hacia la cafetería.

―Estoy bien ―Finjo una sonrisa. En el último mes, la he perfeccionado.

―Sigues diciendo eso, pero no te creo ―dice, deteniéndose y apoyándose en una taquilla.

―¿Es por Oliver? ―pregunta, y pongo los ojos en blanco.

―Conocí a alguien ―Suspiro, apoyándome a su lado―. Me enamoré de él, pero se acabó ―susurro, pensando en la sonrisa de Mason, en su risa, en su cuerpo.

―Cariño… ―Harry suspira, tirando de mí hacia sus brazos―. ¿Quieres que le haga entrar en razón? Incluso le pegaré si sirve de algo ―dice, dándome un apretón.

―No servirá de nada ―murmuro, devolviéndole el abrazo, deseando que sí―. Me voy a casa ―Resoplo, luchando contra las lágrimas.

―Vendrás al partido, ¿verdad? Jonah dijo que vendrá ―Se sonroja ligeramente.

―No me lo perdería ―Medio sonrío.

―Te enviaré un mensaje ―me grita mientras camino por el pasillo hacia la puerta principal.

Cuando llego a casa, me meto directamente en la ducha, la enciendo a máxima temperatura y me siento en el suelo, rodeándome las piernas con los brazos.

―Lily ―dice una voz antes de que cierre el grifo.

Levanto la cabeza y veo a Ava agachada frente a mí; está claramente preocupada.

―Vamos ―me dice suavemente mientras me envuelve los hombros con una toalla.

Dejo que me ayude a levantarme y me lleve a mi habitación.

Me siento en el extremo de la cama mientras ella me seca el pelo.

―Gracias ―le digo entre dientes.

―Lily, no puedes dejar que Oliver te afecte ―Suspira, sentándose a mi lado.

―No es por Oliver ―Suspiro.

―¿Tu madre? ―pregunta, levantándose y rebuscando en mi armario.

―Sí ―miento.

―Puedes quedarte conmigo cuando quieras ―me ofrece, sacando unos vaqueros negros, una camiseta blanca de manga larga y mi jersey rojo.

―¿Puedo contarte un secreto? ―me pregunta, empujando la ropa sobre mi regazo.

―Por supuesto ―Asiento con la cabeza, tirando de la manga larga por encima de mi cabeza, sin molestarme en ponerme un sujetador.

―¿Tienes un piercing en el pezón? ―Jadea mirando mi pecho ahora cubierto.

―Sí… ―murmuro, pensando en la cara de Mason cuando me lo hice―. ¿Cuál es tu secreto? ―pregunto, cambiando de tema, envolviendo la toalla alrededor de mi cintura y cogiendo unas bragas.

―Creo que Leah se acuesta con él ―susurra.

―¿Oh? ¿Qué te hace decir eso? ―pregunto, tirando de mis vaqueros.

―Estoy casi segura de que los vi besándose después de clase ―dice mientras vuelvo a sentarme a su lado.

―Oh bueno, supongo que estas cosas pasan ―Me encojo de hombros.

―¿Estás preparada para salir? Jonah se reunirá con nosotros allí ―Ava cambia de tema poniendo los ojos en blanco.

―Casi ―digo, me pongo las zapatillas y cojo algo de maquillaje. Me pinto rápidamente dos líneas de colorete en las mejillas y luego en las de Ava.

―Ahora estamos listas ―Sonríe.

Cuando Ava entra con su coche en el aparcamiento, enseguida veo el coche de Mason al otro lado.

―Jonah está junto a las gradas ―dice Ava, pulsando su teléfono.

―Ve a buscarnos un sitio. Yo voy a mear ―le digo antes de dirigirme al baño.

Cuando salgo del baño, mi teléfono empieza a sonar en el bolsillo. «M» parpadea en la pantalla, haciendo que se me acelere el corazón y me suden las palmas de las manos.

―¿Mason? ―susurro, respondiendo a la llamada.

―Siento decepcionarla, princesa ―responde una voz desconocida.

―¿Quién es? ―pregunto, moviéndome para colocarme detrás del pequeño edificio de ladrillo, frente al vestuario de los visitantes.

―Liam. Soy un amigo de Mason ―dice.

―¿Por qué me llamas? ―pregunto, mordiéndome las uñas.

―Cogí su teléfono y leí sus mensajes ―responde con frialdad.

―¿Y bien…?

―¿Pasó el verano contigo? ―pregunta con curiosidad.

―Un poco ―respondo, pateando una piedra con el pie.

―¿Y por qué dejaste de hablar con él? ―pregunta despreocupadamente, y yo me muerdo el labio.

―Es complicado ―Me encojo de hombros aunque él no puede verme.

―Estoy seguro de que no ―afirma con naturalidad.

―No, lo es ―murmuro, con ganas de llorar. ¿Por qué las cosas tienen que ser así? Ojalá no hubiéramos tenido que dejar de hablar. Ojalá hubiéramos podido seguir como estábamos en verano.

―¿Estás llorando? ―me pregunta mientras me seco una lágrima.

―Tal vez ―murmuro, apoyando la cabeza contra la pared y mirando al cielo oscuro.

―¿Cuánto sabes de Mason? ―pregunta por lo bajo.

―¿Qué quieres decir? ―pregunto, aclarándome la garganta.

―Me refiero a lo de Callum ―afirma, y todo mi cuerpo se congela―. A juzgar por tu reacción, te lo ha contado.

Frunzo el ceño y miro a mi alrededor. Veo a un jugador de Greendale con el número cincuenta y cinco en el pecho que me mira con el ceño fruncido al otro lado del aparcamiento.

―¿Qué reacción? ―respondo, intentando sonar lo más despreocupada posible.

―Estoy bastante seguro de que te estoy mirando ―afirma Liam.

―No. Estoy en casa ―miento, esperando que me crea.

―Mira, voy a ser sincero contigo ―dice y por un momento me asusto pensando que va a venir hacia aquí.

―Mason está... Mierda ―sisea. Veo a Liam mirando hacia la puerta que se acaba de abrir; ahí está Mason con cara de furia.

―¿Qué coño estás haciendo? ―Oigo la voz de Mason a través del teléfono mientras le veo acercarse a pisotones a su amigo.

―Estamos destinados a estar en el campo ―dice antes de que la línea se corte y yo deje de escuchar.

Miro a los dos hablar mientras vuelvo a guardar lentamente mi teléfono en el bolsillo. Intercambian unas palabras antes de que Liam empiece a caminar de vuelta a los vestuarios, Mason le sigue de cerca.

Tengo tantas ganas de gritarle.

Cuando los dos están dentro, me dirijo a las gradas.

Cuando llego a las gradas, ya están llenas. Por suerte, Ava y Jonah me han reservado un asiento al final de una fila en el centro.

―¿Por qué has tardado tanto? ―pregunta Ava, inclinándose sobre Jonah para mirarme.

―La cola era larga ―miento, mirando a los jugadores de Ridgewood que están calentando, sin rastro de los de Greendale en el campo.

―¿Por qué no han salido aún los Greendale? ―pregunta Jonah, mirando entre nosotras.

―Ni idea. Quizá estén demasiado asustados para salir ―Ava se ríe.

―Probablemente ―Se une a su risa, mirando al campo.

―Ahí está Harry ―digo, señalando el número sesenta y ocho de Harry.

«En realidad quería el sesenta y nueve, pero el instituto no se lo permitió, así que se conformó con el sesenta y ocho».

―¡Por fin! ―Resopla el hombre sentado frente a mí cuando los jugadores de Greendale salen de debajo de las gradas.

Mis ojos se encuentran al instante con el número doce. Está de pie a un lado hablando con el cincuenta y cinco, Liam.

―Ese es Mason, el quarterback, y el que está a su lado es Liam, el running back. Son los mejores jugadores del equipo y los peores ―Oigo que le explica Ava a Jonah.

―¿Así que odiamos más a esos dos? ―pregunta con cara de confusión.

―Sí ―Asiente mientras los jugadores empiezan a calentar―. He oído que su hermano murió y ahora está mentalmente jodido, así que probablemente pierdan ―añade, haciéndome fruncir el ceño.

―¿Cómo murió? ―pregunta Jonah, y quiero gritarles a los dos que se metan en sus asuntos.

―He oído tres formas distintas: ahogamiento, atropello y accidente de coche, así que puedes elegir ―Se ríe, y necesito toda mi fuerza de voluntad para no levantarme y darle un puñetazo en la cara.

―Eso es muy triste ―dice Jonah.

―Oh, ya se le pasará.

―¿Qué coño te pasa? ―pregunta incrédulo―. ¿Crees que es gracioso? ―suelta Jonah.

―Todo lo contrario, en realidad ―digo, lanzándole a Ava una mirada de «¿hablas en serio?».

Pasado el rato, resulta que Jonah sabe menos de fútbol que yo.

Me pregunta cuáles son las reglas, y a lo largo del partido me pregunta qué está pasando, pero lo único que realmente puedo decirle es cuando alguien marca un touchdown o consigue algunos puntos.

Necesito todas mis fuerzas para no levantarme y empezar a aplaudir cuando Mason marca tres touchdowns. Nunca me había dado cuenta de lo buen jugador que es.

Cuando se acerca el final, Jonah me mira con cara triste.

―No vamos a ganar, ¿verdad? ―pregunta, y yo niego con la cabeza. Es imposible que Ridgewood pueda remontar. Greendale nos ha aplastado.

Una vez que suena el pitido final, algunos de los jugadores de Ridgewood tiran sus cascos al suelo, incluido Harry, mientras los jugadores de Greendale lo celebran.

―Realmente pensé que Mason iba a apestar. Quiero decir, he oído que se ha puesto muy en forma, pero con lo de su hermano pensé que estaría débil ―dice Ava mientras nos dirigimos hacia su coche.

―¿Quieres callarte? ―suelta Jonah.

Ava pone cara de haber recibido una bofetada y yo me muerdo el labio para contener la risa.

―Sabes que somos las mejores amigas de Harry, ¿verdad? Podemos hacer que te deje así de rápido ―escupe, chasqueando los dedos.

―Inténtalo, zorra ―afirma, sin importarle su amenaza.

―Da igual ―Pone los ojos en blanco―. Lily, ¿quieres que te lleve?

―Harry dijo que me llevaría ―miento.

Sin decir una palabra más, Ava se aleja hacia su coche.

―No la soporto ―gime Jonah mientras nos dirigimos hacia el coche de Harry.

―Tiene las mejores intenciones ―digo―. A veces ―añado, frunciendo los labios.

Jonah y yo hablamos un poco más; nos quedamos apoyados en el coche de Harry mientras le esperamos. Mis ojos no dejan de mirar hacia los vestuarios, con la esperanza de volver a ver a Mason.

―¿Nena? ¿Qué haces aquí? ―pregunta Harry, haciéndome apartar los ojos de la puerta.

―Ava estaba siendo una zorra ―le explico, haciendo que ponga los ojos en blanco.

―Típico ―Resopla, abre el coche y deja la bolsa en el asiento trasero―. Cooper estaba que ardía esta noche ―comenta, señalando con la cabeza hacia donde yo estaba mirando.

Por donde salen Mason y Liam.

―Ni siquiera estaba haciendo sus típicas bromas de mierda normales ―dice Harry refiriéndose a Ava mientras inconscientemente yo doy un paso más cerca de Mason.

―¿Qué número era? ―Oigo preguntar a Jonah, pero no oigo la respuesta de Harry porque Mason ha girado la cabeza y me mira directamente.

Deja de caminar y necesito toda la fuerza de voluntad para no correr hacia él y lanzarme a sus brazos.

―¡Oye, Cooper! ―grita Harry, sacándome de mi trance―. ¡Buen partido! ¡No podrás con nosotros la próxima vez! ―vuelve a gritar, levantando el pulgar.

Mason asiente con la cabeza antes de que Liam le diga algo, lo que le hace mirarle.

―Me siento mal por él ―Harry suspira mientras veo a Mason subirse a su coche y a Liam sentándose en el asiento del copiloto.

―¿Quieres venir a la fiesta? ―pregunta Harry mientras nos subimos a su coche.

―Claro ―acepto, con ganas de emborracharme para olvidarme de Mason.

―Oliver estará allí ―dice, mirándome por el retrovisor.

―No me importa ―Sacudo la cabeza. Oliver ya no me importaba un carajo.

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