
Rota
Cuando Lily descubre que su novio la engaña el verano antes de su último curso, es sólo otra pieza rota en su ya decepcionante vida. Entonces conoce a Mason, que parece igual de roto por una razón diferente, pero juntos hacen suyo el verano y se disponen a completar una lista de promesas que juran no romper... y puede que surjan sentimientos por el camino. Pero su aventura de verano termina en desastre cuando Lily y Mason se dan cuenta de que son de escuelas rivales y compiten en equipos rivales. Peor aún, cuando un trágico accidente pone sus prioridades en perspectiva, ¿podrán Lily y Mason encontrar la manera de estar juntos, y les permitirán sus amigos -y los ultra competitivos equipos deportivos- tener el final feliz con el que sueñan?
Clasificación por edades: +18
1: Infiel
LILY
No puedo creer lo que veo. Oliver, con el pelo alborotado y sin camisa, y Leah, temblando en ropa interior, detrás de él. Mi novio y mi mejor amiga.
Siento cómo la ira me invade y lo único que logro decir es:
—¿Desde cuándo?
—Es la primera vez —dice Olly.
—Seis meses —suelta Leah al mismo tiempo.
Olly y yo llevábamos dos años juntos, y me lleva engañando con ella durante medio año. Los dos parecen asustados, como si pensaran que voy a agarrar un cuchillo de la cocina y hacerles daño.
Tal vez debería, pienso, pero en su lugar me voy sin decir nada más.
Salgo corriendo de su casa, me meto en el coche y conduzco sin rumbo hasta que me encuentro en mi lugar favorito para correr a las afueras de la ciudad. Entonces empiezo a caminar, sin importarme que aún lleve puesto un vestido y sandalias.
Estoy caminando por el lago, completamente sola entre los árboles, cuando por fin me permito llorar. Dos años tirados a la basura con ese imbécil. Toda mi vida parece una mentira. Qué manera tan horrible de terminar el verano.
Estoy llorando a moco tendido cuando doblo una curva del sendero y me quedo de piedra.
Allí, a unos seis metros, hay un chico saliendo del agua. Está completamente desnudo.
Por un segundo mi cerebro se queda en blanco. Es alto, al menos 1,90, y tiene hombros anchos. Su piel está bronceada por el sol. El agua resbala por sus fuertes músculos, desde los hombros hasta el abdomen, y más abajo...
Madre mía, estoy mirando demasiado.
—¡Lo siento! —digo con voz más aguda de lo normal.
Él levanta la mirada, sorprendido, y se cubre sus partes con las manos.
—¡Normalmente no hay nadie por aquí!
Me tapo la cara con las manos.
—No debería haber... —Me detengo, sin saber cómo terminar esa frase. ¿No debería haber caminado hasta aquí?
—¿Me pasas esos pantalones cortos? —me pide.
Miro hacia abajo y veo unos pantalones cortos rojos de correr sobre una roca cercana, con sus zapatillas y calcetines al lado. Después de lanzárselos, me doy la vuelta.
—Eh... no quería interrumpir... ¿tu baño? —digo en voz baja.
Él se ríe.
—En realidad me baño en casa, gracias. Estaba nadando después de correr.
—¿Desnudo?
—Normalmente no hay ningún mirón por aquí.
—¡No soy una mirona! No deberías estar nadando sin ropa aquí, es un lugar público...
Me giro para hablar con él pero me quedo sin palabras. Está caminando hacia sus zapatillas, con los pantalones cortos puestos, pero aún sin camiseta. Se sienta en la roca para ponerse los calcetines. Sus fuertes músculos de los brazos se mueven mientras se ata las zapatillas y caen gotas de agua de su pelo castaño y rizado justo por encima de sus brillantes ojos verdes. Cuando termina, levanta la mirada hacia mí, sonriendo, sin que le moleste que una desconocida acabe de verlo desnudo.
—¿Día difícil, princesa?
Su pregunta me sorprende.
—¿Qué?
—Parece que has estado llorando.
—No, estoy bien —le digo rápidamente.
—No lo parece —dice.
Miro de nuevo hacia el sendero, sintiéndome de repente abrumada por todo: la ruptura, la vergüenza, el hecho de que acabo de ver a un chico muy atractivo desnudo…
—Probablemente debería irme —digo.
—Soy buen oyente —dice, dando una palmadita en la roca para que me siente a su lado—. Cuéntame qué pasa.
—¿Por qué hablaría con un desconocido?
—¿Desconocido? Me has visto desnudo. Además, los desconocidos son los mejores guardadores de secretos.
Puede que tenga razón. No puedo contárselo a nadie que conozca. Olly es el chico más popular de mi instituto. La gente no se compadecerá de que me haya engañado, solo pensarán que soy tonta por permitir que sucediera durante seis meses. Podría ser agradable decirlo en voz alta sin dramas. Qué más da.
—Acabo de pillar a mi novio con el que llevaba dos años engañándome con mi mejor amiga —digo en voz alta.
Él silba.
—Eso es duro.
Empiezo a caminar frente a él.
—¡Lleva pasando seis meses! —grito, pateando una piedra, arrepintiéndome al instante cuando me hago daño en el dedo gordo—. No lo entiendo. ¡Teníamos una vida sexual activa! —Sacudo la cabeza—. Y mi mejor amiga... —susurro, sentándome junto al desconocido—. No me vas a hacer daño aquí, ¿verdad? —pregunto, insegura—. Veo programas de crímenes reales.
Él se ríe.
—No voy a hacerte daño.
—El último año va a ser horrible —digo, abrazando mis rodillas contra el pecho.
—Vas a Ridgewood, ¿verdad? —pregunta.
—Sí... —digo, preguntándome cómo me conoce. ¿Lo conozco?
Con una sonrisa juguetona, se señala a sí mismo y dice:
—Greendale.
Justo cuando pensaba que esto no podía ser más incómodo, el chico guapo desnudo al que le estoy contando mi vida va a mi instituto rival.
—Así que no deberíamos estar hablando.
—Cierto —dice—. Enemigos y todo eso.
—Aunque, tal vez no importe... Podría mudarme fuera del estado después de lo que ha pasado hoy.
—Odiaría que nuestro estado perdiera tanta belleza por el error de un imbécil.
¿Está... coqueteando? Lo ignoro.
—Simplemente no sé con quién voy a poder hablar en el instituto después de esto.
—¿No tienes otros amigos? —pregunta.
—Sí. Pero mi mejor amigo Harry está en el equipo de fútbol con Olly y probablemente dejará de hablarme. Ava quizás siga siendo mi amiga —Suspiro.
—Espera un momento... ¿Olly? No te referirás a Oliver Kingsley, ¿verdad?
—¿Lo conoces? —pregunto, girándome para mirar bien al desconocido, y sorprendida por lo bonitos que son sus ojos verdes.
—Somos algo así como enemigos —Hace una mueca.
—¿Eres Mason Cooper? —Frunzo el ceño, mirándolo de arriba abajo. No lo había reconocido sin casco.
—¡Sí! La versión de Oliver Kingsley en Greendale. Pero mejor jugador de fútbol y más guapo.
—¿También engañas a tu novia?
—No es engañar si no tienes novia.
—No, solo es ser un cabrón.
Se encoge de hombros.
—Vaya, así que realmente no deberíamos estar hablando —digo—. Esto volvería loco a Oliver.
—Bueno, ¿no es eso un plus? Te estás vengando de él hablando con el tipo que le pateó el culo a tu ex el año pasado.
—La pelea quedó en empate —digo, defendiendo a Olly por costumbre.
Mason resopla.
—¡Por favor! Todo tu instituto me odia porque se perdió tres partidos después de que le pateara el culo.
—Vale, quizás ganaste. Y quizás ahora me alegro —digo con una pequeña sonrisa.
Miro mis pies.
—Probablemente no quieras oír todos mis problemas personales —digo en voz baja.
—¿Bromeas? Me encanta oír lo mucho que la ha cagado Oliver —Mason se ríe—. Y necesito algo para distraerme.
—¿De qué necesitas distraerte? —pregunto antes de poder detenerme.
—De la vida —Suspira.
Levanto una ceja. ¿Qué podría significar eso?
—Eres Lily, ¿verdad? ¿La animadora? —pregunta, cambiando de tema.
—Lo soy —Aunque ahora estoy pensando en dejar el equipo cuando empiecen las clases.
—Lo odio. Solo me uní porque Leah... Oh Dios, estar en el mismo equipo que Leah... No puedo soportarlo. Querré darle una bofetada cada vez que tenga la oportunidad —me quejo, y Mason se ríe.
—No tiene gracia —digo.
—No la tiene —lo reconoce—. Me río porque pensaba que eras callada.
Aprieto los labios e inclino la cabeza hacia un lado.
—Te he visto en algún que otro partido. Nunca hablabas mucho con las demás —explica.
—¡Porque todas son unas arpías! —digo en voz alta, y él se ríe de nuevo y está de acuerdo.
—¿Y tú qué? ¿Quieres contarme algunos secretos o tener un colapso emocional frente a mí para hacerme sentir mejor? —pregunto.
—Quizás la próxima vez —Me guiña un ojo.
—¿Próxima vez? —Mis cejas se alzan sorprendidas.
—Tengo que irme. Pero puedes enviarme un mensaje si quieres hablar —dice, entregándome un iPhone negro.
Miro el teléfono y luego a él. ¿Habla en serio?
—Se supone que tienes que poner tu número —dice, y yo pongo los ojos en blanco mientras introduzco mi número.
—Gracias por escuchar —susurro mientras se lo devuelvo.
—Cuando quieras, princesa —Sonríe con tristeza, pateando una piedra con su zapatilla mientras se aleja.
Todavía lo estoy viendo marcharse cuando mi teléfono vibra. Es un mensaje suyo.
Me río y guardo su contacto como M. No quiero poner el nombre de Mason Cooper en mi teléfono.
Cuando llego a casa esa noche, me quito los zapatos y me tiro en el sofá.
Probablemente debería llamar a Ava. Es mi mejor amiga y la quiero, pero también es tan exagerada que no me apetece lidiar con ella en este momento.
Pienso en llamar a mis padres, pero ¿qué sentido tiene? No contestarán.
Parece que últimamente están más tiempo fuera por negocios que en casa.
Supongo que me quedé dormida, porque me despierta el sonido de mi teléfono. La pantalla marca las doce en punto.
—¿Hola? —contesto con voz adormilada.
—¿Te he despertado? —Escucho una voz masculina.
Aparto el teléfono para ver «M» en la pantalla.
—¿Mason? —pregunto, incorporándome en el sofá.
—Vaya, lo siento. Vuelve a dormir —dice con voz suave pero cansada.
—¿Quieres venir a comer pizza? —Le propongo el plan, recordando que tenemos una en el congelador.
No contesta y compruebo que no haya colgado.
—¿De qué tipo? —responde finalmente.
—De pepperoni.
—Mándame tu dirección por mensaje.
Rápidamente aparto el teléfono de mi oreja y le envío un mensaje de texto.
—Estaré allí pronto, princesa —dice casi inmediatamente después de que pulse enviar.
—Hasta ahora —susurro mientras meto la pizza congelada en el horno.
«Joder. ¿Qué demonios estoy haciendo? ¿Por qué estoy invitando a Mason Cooper a mi casa? Si Harry o alguien del instituto se entera, mi vida será un infierno».
Mi crisis interna no dura mucho, ya que a los pocos minutos Mason me envía un mensaje diciendo que está fuera.
Abro la puerta principal y lo encuentro de pie en mi porche vestido con una sudadera negra con capucha y pantalones cortos de baloncesto.
Se echa la capucha hacia atrás y sus rizos caen sobre su frente, por encima de sus brillantes ojos verdes.
«¿Cómo es posible que consiga que el atuendo más casual sea tan sexy?».
—Qué rápido —digo.
—Vivo a dos calles de aquí —Medio sonríe mientras abro más la puerta para que entre.
—Bueno... —digo alargando la palabra mientras nos sentamos uno al lado del otro en la barra de la cocina, con la pizza de pepperoni entre nosotros.
—¿Te sientes mejor? —pregunta, cogiendo un trozo.
—Sí —respondo honestamente. Llorar y dormir parecen haber ayudado.
—Ahora estoy más enfadada que triste —añado, dando un mordisco a la pizza.
—Antes parecías bastante enfadada —Sonríe mirándome.
Tiene una bonita sonrisa, pero no llega a sus hermosos ojos.
—Tú parecías... triste —digo—. ¿Hay algo de lo que quieras hablar?
—Prefiero simplemente distraerme —Suspira. Parece cansado, y no solo porque sea tarde.
—¿Quieres ir a nadar? —pregunto, levantándome mientras termino mi trozo de pizza—. Tengo piscina.
—No traje bañador. Aunque ya sabes que eso no es un problema para mí —dice con una sonrisa.
—No, supongo que no lo es... —digo, mordiéndome el labio nerviosamente.
—¿Qué me dices, princesa?
—Um... Nunca he hecho nudismo —suelto, mordiéndome el labio.
—¿No lo has hecho? —Me mira boquiabierto.
—Todas mis amigas lo han hecho, pero Olly siempre decía que me haría parecer una zorra —murmuro, sintiendo cómo me sonrojo.
—Es un idiota —Mason resopla, poniendo los ojos en blanco—. Vamos, princesa —Sonríe, poniéndose de pie.
—¿Ha-hablas en serio? —pregunto, mirándolo con los ojos muy abiertos.
—Prometo no mirar —Se ríe—. Vivamos un poco.
Una vez que estamos fuera, de pie al borde de la piscina, los nervios casi me pueden.
—¿De verdad no vas a mirar?
—Hice una promesa, ¿no?
—No se lo vas a contar a nadie, ¿verdad? —añado, girando la cabeza para mirarlo.
—¿Qué, decir que hice nudismo con alguien de Ridgewood? Eso sería un suicidio social, y en realidad quiero disfrutar mi último año.
Respiro hondo, cerrando los ojos mientras alcanzo la cremallera en la espalda de mi vestido.
Lucho por alcanzarla y resoplo. Estoy a punto de simplemente quitármelo por la cabeza, pero en su lugar siento los dedos de Mason rozar suavemente mi piel desnuda, y luego baja lentamente la cremallera de mi vestido.
Dejo que caiga al suelo y se amontone a mis pies. Las manos de Mason tocan la mitad de mi espalda, dándome escalofríos, y entonces me doy cuenta de que está desabrochando mi sujetador sin tirantes.
Una vez que mi sujetador se ha unido a mi vestido, respiro hondo de nuevo y me quito las bragas.
Miro a mi izquierda y me encuentro con el fuerte pecho desnudo de Mason. «Y esos abdominales... ¿Qué tipo de rutina de ejercicios hace este chico?».
Debe sentir mis ojos sobre él, porque se ríe.
—Estás mirando.
Mis ojos vuelven rápidamente a su cara mientras la mía se pone roja como un tomate.
—Yo nunca prometí no hacerlo.
—Touché —Fiel a su palabra, mira la piscina frente a nosotros; por fin parece que sonríe de verdad.
—¿Lista, princesa? —pregunta.
—Lista —digo y agarro su mano.
—Tres, dos, uno —cuenta en voz baja antes de que saltemos al agua fresca.












































