Reina inesperada - Portada del libro

Reina inesperada

Sofia Landeiro

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Chapter
15
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18+

Sinopsis

¿Cómo saber en quién confiar? Leah lleva enamorada de su mejor amigo Jake desde que tiene memoria. Está segura de que son compañeros predestinados. Antes de que pueda decirle lo que siente, es convocada a un baile de apareamiento para el cruel rey de los alfas, un hombre al que le han enseñado a temer desde niña. Pero a veces el monstruo no es quien crees que es... ¿Lo descubrirá Leah a tiempo para salvarse?

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35 Capítulos

Capítulo 1

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 4
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Capítulo 1

LEAH

Es la última semana de instituto, y tengo muchas cosas en la cabeza —cosas importantes—, pero aquí estoy, de pie junto a mi armario, incapaz de elegir entre dos vestidos diferentes. Mi mejor amigo, Jake, vendrá a recogerme dentro de diez minutos, como todos los días.

Cumplió dieciocho años hace un par de semanas, y mi decimoctavo cumpleaños está a la vuelta de la esquina. Espero que, en cuanto los cumpla, quede claro que somos compañeros. Llevo años soñando con el momento en que nos demos cuenta de que estamos hechos el uno para el otro.

Nunca hemos hablado de sentimientos más allá de la amistad —somos mejores amigos desde que tengo uso de razón—, pero sé que estoy enamorada de él. Espero que él sienta lo mismo.

Cojo un vestido verde con un estampado de flores y lo levanto para mirarme en el espejo de cuerpo entero. Soy más bajita y delgada que la mayoría de la gente de nuestra manada. Hoy llevo el pelo largo recogido en una trenza desordenada. Suspiro. No puedo tardar más en decidirme, así que este tendrá que valer.

Me lo pongo y bajo corriendo las escaleras hasta la cocina, donde mi madre se está preparando un sándwich para desayunar. Desde que murió mi padre, cuando yo tenía ocho años, estamos las dos solas.

—Hola, cielo —me saluda alegremente y me acerco para darle un beso en la mejilla.

—¡Buenos días, mamá! —le digo, cogiéndole el bocadillo que acaba de terminar de preparar.

—¡Eh! —Se ríe, intentando parecer enfadada pero sin conseguirlo.

—Me tengo que ir. Jake me está esperando. —Cojo mi mochila y salgo corriendo hacia la puerta principal. Salgo de casa y bajo por el camino de la entrada, comiéndome el bocadillo de un bocado.

Jake está aparcado delante de mi casa. En cuanto me ve, se inclina sobre el asiento del pasajero y me abre la puerta.

—Hola, Leah —me dice, y me dedica una sonrisa. Cualquier chica podría volverse adicta a esa sonrisa. Tiene el pelo rubio y corto, y un cuerpo de infarto, con músculos por todas partes. Subo al coche y me pongo el cinturón de seguridad para ocultar que me estoy ruborizando. No sé si entiende el efecto que tiene en mí.

—Ya faltan pocos días para tu cumpleaños. ¿Qué se siente al tener casi dieciocho? —Me guiña un ojo.

—Es genial. Estoy impaciente. Espero que vengas a mi fiesta —digo, jugueteando nerviosamente con el dobladillo de mi vestido.

—Por supuesto. No me la perdería por nada del mundo. —Jake me coge la mano y me la aprieta.

El corazón me da un vuelco y sonrío mientras miro por la ventana, soñando con el futuro.

He decidido estudiar medicina después del instituto. El sueño de mi vida es convertirme en médico de nuestra manada, y ahora que por fin he terminado los estudios obligatorios, puedo perseguir mi objetivo. Solicité ser aprendiz del médico de la manada y la semana pasada me enteré de que me habían aceptado.

Jake estaciona su furgoneta en el aparcamiento del colegio y la rodea para abrirme la puerta. Bajo de un salto y echo un vistazo al patio. Veo a la perfecta Sally cerca. Es la chica más popular del colegio y odio cómo mira a Jake.

Lleva molestándome desde primaria y no la soporto. Es la típica matona de instituto: rica, guapa y mala.

Cuando pasamos junto a ella, Jake la saluda cariñosamente, porque es una buena persona que se porta bien con todo el mundo. Pongo los ojos en blanco cuando le sonríe. ¿Por qué tiene que ser tan amable con ella? Es una persona horrible.

Le ofrezco mi mejor sonrisa falsa, luego pongo mi mano en el pliegue del brazo de Jake y tiro de él hacia el edificio de la escuela. Nuestras primeras clases son ciencias y matemáticas, y no me gusta llegar tarde.

La mayoría de los chicos del colegio creen que somos pareja, sobre todo porque estamos juntos todo el tiempo. Lo que no saben es que nunca hemos hecho nada romántico. Ni siquiera nos hemos dado nunca un beso en la mejilla. Estoy deseando que llegue mi decimoctavo cumpleaños para poder pasar de la amistad a algo más íntimo.

Durante la comida, nuestra amiga María se une a nosotros. María es la tercera de nuestro pequeño grupo de amigas. Ella y yo crecimos juntas y es como una hermana para mí. Es inteligente, divertida y una de las personas más cariñosas que conozco.

Los tres salimos juntos casi todos los días. Mientras comemos, charlamos sobre lo que hemos hecho el fin de semana y los planes para este.

—¿Os habéis enterado del baile que organiza el rey de los hombres lobo? —pregunta María con la boca llena de pan.

—¿Qué baile? —pregunto alzando las cejas. El rey nunca había organizado antes un baile.

—Sí, está invitando a todas las mujeres sin pareja de las manadas de todo el país. Espera encontrar a su pareja, la reina —continúa María.

Había oído historias sobre el rey. Era el líder de nuestro mundo. Cada manada tiene un alfa, por supuesto, y el rey los supervisa a todos. Todas las manadas cuentan historias sobre lo despiadado y violento que es. Una vez escuché que su lobo se había comido vivo a un hombre. Me estremezco solo de pensar en él.

Tiene treinta años. Es casi inaudito en nuestro mundo que alguien de esa edad no tenga compañero. Tan pronto como cumplimos dieciocho, podemos sentir a nuestra pareja si está cerca. La mayoría de la gente encuentra a la suya a los veintitantos.

Pero si tienes muy mala suerte, tu pareja puede haber muerto antes de tener la oportunidad de conocerla. O haber nacido en la parte equivocada del mundo y estar demasiado lejos el uno del otro. Aunque la mayoría de las veces, el vínculo entre parejas consigue uniros.

La compañera del rey probablemente esté muerta, pienso, sintiendo una punzada de tristeza por él. Estar sin pareja toda la vida debe ser muy duro. Pero entonces recuerdo todas las historias que se cuentan sobre él. Muchos padres lo utilizan como el hombre del saco, contando historias de terror sobre él a sus cachorros para que se laven los dientes o se coman todo el brócoli.

—Mierda. Imagínate la pobre chica que tenga la desgracia de ser su pareja —digo riendo nerviosamente.

—Cumples dieciocho años el sábado. El baile es el fin de semana siguiente, así que supongo que tú también estás invitada —dice María—. ¡Podemos ir juntas!

—¡Ja, ja, claro! Si no he encontrado a mi pareja antes —digo sonriendo. Sé que me estoy sonrojando otra vez, pero cuando miro a Jake, veo que está mirando el móvil. No tengo intención de ir a ese baile.

Después de comer, María y yo nos separamos de Jake. Él tiene historia y nosotras tenemos arte la próxima hora.

María me echa un brazo por encima de los hombros mientras caminamos hacia nuestra clase. —¿De verdad crees que Jake es tu pareja? —me pregunta sonriendo ampliamente.

—Espero que sí. No lo he hablado con él, pero espero que piense lo mismo.

María se ríe. —Pero entonces, ¿por qué no lo hablas con él? Ya sabes lo lentos que son los tíos. No se dará cuenta de que estás enamorada de él si no se lo dices. Y si se lo dices antes de tu cumpleaños, quizá pueda prepararse mentalmente para el hecho de que una de sus mejores amigas sea su pareja...

Probablemente María tenga razón. Tengo que hablar con él antes de mi cumpleaños. Es hora de armarme de valor y decirle a Jake que es el amor de mi vida.

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