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El matrimonio concertado

Capítulo 2

La declaración de Alexander de que amaba a otra mujer entristeció a Julia, pero necesitaba que este matrimonio funcionara, así que no se daría por vencida tan fácilmente.

—¿Qué vas a hacer con Ava? —preguntó.

—¿A qué te refieres?

—Estás casado conmigo por conveniencia, ¿cómo va a funcionar esto?

—Fácil. Pasaré la mayor parte del tiempo con ella, y simplemente tú y yo fingiremos.

—¿Por cuánto tiempo?

—No lo sé, Julia. ¿Por qué tantas preguntas?

—Solo preguntaba. ¿Y yo qué? No tengo a nadie.

—¿Hay alguien con quien quieras estar?

—No.

—Entonces no hay problema.

—Cierto.

Se quedaron en silencio un momento antes de que ella añadiera:

—Podrías haberme avisado que llegarías tarde.

—¿Ahora tengo que avisarte? Sabes que este matrimonio no es real, ¿verdad?

—Lo sé, Alexander. Siempre me lo recuerdas. ¡Solo quiero saber dónde estás para poder explicarlo si alguien pregunta!

Alexander asintió.

—De acuerdo. Te avisaré la próxima vez.

Julia asintió, y Alexander se metió en la cama. Se sintió acalorada. Nunca antes había estado con un hombre en la cama, especialmente con un hombre semi desnudo que apenas conocía.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó Alexander de repente.

Le sorprendió que preguntara por ella.

—Veintidós.

—¿Y nunca has tenido relaciones o visto a un chico sin ropa?

—Vi a algún chico prácticamente sin ropa en natación.

—¿Por qué sigues siendo virgen?

—Eh, yo... No quiero… Supongo que no tengo a nadie.

—Eres guapa. Creo que podrías conseguir fácilmente que alguien se interesara en ti. Solo tendrías que mirarlos y harían cualquier cosa por ti.

—Tú no estás interesado en mí.

—Porque ya tengo a alguien. Eso es diferente.

—Cierto.

—No pensé que fueras tan inocente. Es sorprendente… —La miró detenidamente—. Por cierto, iremos a una fiesta este fin de semana. Necesitas vestirte bien.

—De acuerdo.

—No olvides que me estás representando.

—No te fallaré —le prometió.

Alexander se giró de lado, y ella apagó la luz y se acostó.

Mucho después de que Julia escuchara la respiración de Alexander ralentizarse, ella seguía despierta pensando en Ava. No dejaba de darle vueltas a cómo él había dicho que tenía a alguien. La forma en que hablaba de Ava era diferente. Parecía más amable, no tan duro.

Pensó en que ahora le tocaba ir a una fiesta donde probablemente se sentiría incómoda durante horas; sobre todo teniendo que seguir a Alexander.

Solo tenía que aguantar.

***

Llegó el día de la fiesta, y Julia se esmeró en arreglarse.

Se había ondulado el pelo, y llevaba un vestido largo y ajustado de color negro con guantes largos, un collar verde, pendientes a juego y un anillo.

También se puso horquillas verdes en el pelo y tacones altos.

Alexander entró, vestido y listo para salir. Ella sabía que había estado en casa de Ava pero volvió a casa para hacer el paripé y que fueran juntos.

—Vamos...

Ella se puso de pie y vio que él la estaba mirando.

No quería que fuera incómodo, así que se dio la vuelta nerviosamente y dijo:

—Estoy lista.

Cogió su pequeño bolso y se fueron.

***

Sentada en el coche, Julia se quedó mirando el cielo. La luna estaba brillante y especialmente bonita.

—¿Julia?

Se giró hacia Alexander.

—¿Sí?

—¿Estás callada porque estás nerviosa?

—No, solo estaba pensando en algo.

—No olvides cómo tenemos que actuar esta noche. Esta gente es importante, así que debemos comportarnos bien.

Ella asintió.

—¿Algo más?

—No.

Se giró y miró por la ventana hasta que llegaron a la fiesta.

Alexander salió primero para abrirle la puerta. Le tendió la mano.

Ella la cogió y salió del coche, y él puso su mano en la parte baja de su espalda mientras entraban.

Todo el mundo los miraba, pero ella intentó fingir no darse cuenta mientras saludaban a algunas personas y Alexander la presentaba.

En su mesa, él le apartó una silla para que se sentara. Estaba segura de que para cualquiera que los observara, él parecía un marido atento.

El camarero trajo champán, y ella cogió una copa. Otras personas llegaron y se sentaron en las mesas redondas.

Una mujer especialmente guapa con el pelo largo, rubio y ojos verdes se acercó y se sentó junto a Alexander.

De alguna manera Julia supo que era Ava.

Alexander sonrió a la chica.

—Ava, esta es Julia. Julia, esta es Ava.

Así que esta era la chica con la que Alexander había querido casarse. Por esto estaba tan molesto con ella.

Ava se volvió hacia ella.

—Encantada de conocerte, Julia.

—Encantada de conocerte también.

—Sé que esto no estaba planeado —dijo Ava.

—¿El qué no lo estaba?

—Que nos conociéramos aquí, así.

—Oh...

—No quería que nos conociéramos así, pero Alexander insistió.

—No tienes que darle explicaciones de nada —dijo Alexander.

Ava parecía amable, pero Julia podía notar cierta malicia en sus palabras. Un tono de orgullo en su voz. Estaba dejando claro un punto. Ella era la mujer más importante en la vida de Alexander.

Probablemente era cierto, a juzgar por cómo Alexander la miraba.

Julia se quedó sentada en silencio mientras Alexander y Ava hablaban como si ella no estuviera allí.

Lenta y silenciosamente, movió su silla alejándose de Alexander y de su novia, pero enseguida se sorprendió cuando Alexander puso su mano bajo su silla y la acercó de nuevo a él.

Estaba justo a su lado. Él puso su brazo izquierdo justo debajo de su pecho y su otra mano en su cuello, acercándola para que su boca estuviera junto a su oído.

—Compórtate y haz tu parte —dijo en voz baja.

Julia puso su mano en el cuello de él y susurró:

—Mira quién habla, haciéndolo obvio con tu novia. Háztelo ver tú antes de decirme qué hacer.

Se apartó y le dedicó una dulce sonrisa.

Comenzaron los discursos. Julia se esforzó por escuchar, pero estaba distraída.

Aunque el tono de las luces era bajo, podía ver a Ava y Alexander mirándose, y Ava parecía orgullosa.

Julia tomó más champán. Tuvo suerte de que estuvieran haciendo la presentación y de que las luces fueran tenues.

Todos rieron, y Julia se unió. Tomó otra copa de champán, pero cuando estaba a punto de beberla, Alexander se la quitó y la dejó.

Se inclinó hacia ella.

—Creo que ya has bebido suficiente.

Julia sonrió forzadamente y asintió.

Se quedó sentada en silencio, esperando que terminaran los discursos, perdida en sus pensamientos. Ni siquiera notó que el último orador había terminado hasta que vio a Alexander ponerse de pie frente a ella ofreciéndole su mano.

La tomó y la llevó a la pista de baile donde la sostuvo muy cerca. El alcohol y la música hacían que estar en sus brazos fuera muy agradable.

Ella lo miró. Le encantaba cómo olía. Sin pensarlo mucho, se puso de puntillas y lo besó.

Alexander le devolvió el beso, pero enseguida se apartó de ella.

Sonrió falsamente antes de limpiarse el pintalabios de la boca.

—No vuelvas a hacer eso nunca —dijo enfadado.

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