
Durante las siguientes semanas, Julia y Blake se divirtieron. Julia solía quedarse en casa de Blake. Ahora que no trabajaba, podía dormir a pierna suelta durante el día y divertirse por la noche.
Las noches eran geniales, y aunque estaba molida de tanto ocio, necesitaba más ropa y decidió volver a casa.
Al entrar, una de las asistentas la detuvo.
—Señora, tiene que almorzar con el señor y su secretaria.
—¿Ahora mismo? —dijo Julia con cara de pocos amigos.
—Sí, señorita. Es por el evento de esta noche.
Julia fue a buscar a Alexander.
Alexander y Ava estaban sentados afuera. Julia se acercó y se dejó caer en una silla. Quería acabar con esto cuanto antes.
—Buenas tardes, Julia —dijo Ava con aires de grandeza.
Pero a Julia le importaban un bledo esos dos.
—¿Podemos ir al grano para que pueda seguir con lo mío?
Ava empezó a hablar, y Julia intentó prestar atención, pero sus ojos se cerraban solos.
—¿Julia?
Levantó la cabeza de golpe.
—Sí, lo he pillado todo.
Alexander ladeó la cabeza.
—Ni siquiera has oído lo que te he preguntado.
Julia se levantó y agarró el libro de la mesa.
—No hace falta que me lo expliques. Estaré lista esta noche. Que os aproveche.
Volvió al dormitorio y se metió en la cama.
—Julia... ¿Julia?
Julia abrió los ojos, y era Alexander.
—¿Qué pasa? ¿Ya están aquí? ¿Ocurre algo?
—Quería ver si estabas bien. Has estado durmiendo siete horas como un tronco. Tienes que prepararte para esta noche.
—Ah vale, estoy bien, cierra la puerta al salir.
Se puso un vestido corto y unos tacones, se maquilló, se peinó y se echó perfume. Ya estaba lista para salir.
Esta vez iba sola; se vería allí con Alexander.
Al llegar al evento, vio a Alexander y, como era de esperar, Ava estaba sentada frente a él.
Mientras Julia caminaba hacia ellos, notaba que todos la miraban y se preguntó si había metido la pata. ¿Había algo fuera de lugar?
Alexander también se giró y la miró de arriba abajo. Él también parecía sorprendido. ¿Lo había dejado en ridículo?
Llegó a su mesa, y Alexander se levantó y la besó en el hombro. Le apartó la silla y ella se sentó.
Miró alrededor buscando a un camarero para poder tomar una copa de champán.
—¿Julia?
—¿Sí? ¿He hecho algo mal?
—Estás... —Alexander se quedó sin palabras.
Ella asintió, y cuando vio al camarero, Julia le hizo señas para que se acercara, y así lo hizo. Cogió una copa, la movió y dio un sorbo.
Julia se preguntó si Blake ya habría llegado y echó un vistazo por la sala.
—¿Cariño?
Se volvió hacia Alexander y sonrió, pero su voz fue cortante.
—¿Qué quieres ahora?
—¿A quién buscas?
—¿Y a ti qué te importa?
—Soy tu...
—Sí, sí, ya lo sé. De todos modos, no los conocerías.
—Ponme a prueba.
—¿Por qué tantas preguntas esta noche?
—Está bien, como quieras.
Se giró hacia Ava y entonces vio a Blake. Julia le hizo señas para que se acercara.
Se abrazaron y Blake se sentó a su lado.
Julia se acercó más cerca de Blake y le susurró al oído:
—Es ella.
Blake asintió y se inclinó.
—Es guapa, pero tú estás para comerte.
—Anda ya.
—No, en serio, ¿no te das cuenta? Todo el mundo en la sala te está comiendo con los ojos, Julia.
—Qué gracioso... Todos menos este cabeza hueca —Movió la cabeza hacia Alexander.
Ambas se rieron, y Julia llamó al camarero para que trajera más champán.
Volvieron a llamar al camarero y le dijeron que dejara la botella.
—Es hora de empezar —dijo Alexander.
Blake volvió a su asiento, pero Julia preguntó:
—¿No puede sentarse aquí?
—No —dijo Alexander tajante.
—Vale, entonces iré con ella.
—No, no irás —la voz de Alexander era muy fría, y le sujetó con fuerza la rodilla.
—Te veré luego —le dijo Julia a Blake.
Blake sonrió y se fue a su mesa.
Julia sintió que Alexander le tocaba el pelo, y se volvió para sonreírle.
Él se inclinó.
—Es una lástima que la mujer más deseada de aquí pertenezca a un hombre que no la quiere.
Le besó la parte superior de la cabeza y se apartó. Julia se conmocionó por lo cruel que había sido. Se estaba burlando de ella y estaba siendo muy grosero.
Julia se acercó a Alexander. Puso su mano en su cuello, y cuando él se giró hacia ella, vio que la advertía con la mirada.
Pero le dio igual. Según él, tenía a la mujer más deseada, así que le daría exactamente eso.
Julia tiró de su cuello y le plantó un beso de película, y él tuvo que responder.
La luz era tenue, pero sabía que si alguien estaba mirando, los verían. Cuando se apartó, le sonrió dulcemente.
Eso le enseñaría a no hacerla enfadar sin motivo.
El discurso terminó, y después de eso, todos empezaron a hablar entre sí.
Alexander miraba a Ava, que parecía estar echando chispas. Julia se levantó y se fue a la mesa de Blake.
Pidieron más champán.
—Vi eso —dijo Blake.
—Él se lo buscó.
—¿Cómo?
Julia le contó a Blake lo que Alexander le había dicho.
—Menudo cretino.
—No me lo tienes que jurar.
Se rieron.
—Ya estoy hasta las narices de hablar de él y de su novia —dijo Julia.
—¿Crees que alguna vez tendrás un novio de verdad? —preguntó Blake.
—No lo sé, Blake. Tal vez. Quiero decir, sí que quiero estar con alguien, y está claro que Alexander no. Tendría que mantenerlo en secreto como él lo está haciendo.
—Deberíamos trabajar en eso.
—Julia…
Entonces vio que Alexander se acercaba. La sala empezó a dar vueltas. El alcohol estaba haciendo de las suyas.
—Baila conmigo —dijo Alexander.
Julia sabía que no podía decir que no. Alexander le cogió la mano y fueron a la pista de baile.