Galatea logo
Galatea logobyInkitt logo
Obtén acceso ilimitado
Categorías
Iniciar sesión
  • Inicio
  • Categorías
  • Listas
  • Iniciar sesión
  • Obtén acceso ilimitado
  • Asistencia
Galatea Logo
ListasAsistencia
Hombres lobo
Mafia
Multimillonarios
Romance abusón
Slow burn
De enemigos a amantes
Paranormal y fantasía
Picante
Deportes
Universidad
Segundas oportunidades
Ver todas las categorías
Valorada con 4,6 en la App Store
Condiciones de servicioPrivacidadImpronta
/images/icons/facebook.svg/images/icons/instagram.svg/images/icons/tiktok.svg
Cover image for El Alfa y Doe 2

El Alfa y Doe 2

Capítulo 2.

DOE

Me dolía mucho el estómago.

—¿Dónde está Ace? —pregunté, con un nudo en la garganta. Recordé que mi madre le había pedido a mi padrastro que lo buscara.

No quería a Ace cerca. Tenía miedo de lo que pudiera hacer ahora que yo conocía su secreto. ¿Me haría daño? ¿Lastimaría a mi madre?

Mi madre me tomó de la mano.

—Ace está en camino. No te preocupes. Sólo le pedí que se diera una ducha rápida. No quería dejarte sola por mucho tiempo. Pero has despertado justo cuando él se fueva. Tu cuerpo, probablemente, sabía que no estaba cerca.

—No, mamá, no es eso... Ace... Ace es un...

No sabía cómo explicarle lo que vi. ¿Quién me creería si dijera que vi a mi novio convertirse en lobo y matar a un hombre?

Escuché pasos apresurados por el pasillo y se me hizo un nudo en el estómago.

Ya era tarde.

Ace entró en mi habitación del hospital y sentí una mezcla de emociones al verlo.

Nunca lo había visto tan desmejorado en los doce años que lo conocía.

Su pelo castaño oscuro estaba revuelto y húmedo, goteando sobre su camisa blanca y pantalones mojados. Tenía la barba crecida y unas ojeras enormes.

Había adelgazado. Su cara se veía demacrada. Parecía enfermo.

Una parte de mí quería ayudarlo. ¿Cuánto tiempo llevaba sin dormir o comer bien? ¿Nadie lo estaba cuidando? Parecía que iba a desmayarse en cualquier momento.

Sin pensarlo, me incorporé, queriendo decirle que se acostara a mi lado y descansara. Tal vez, podría pedirle a mis padres que le trajeran algo de comer y...

Me detuve, sorprendida por mis pensamientos. ¿Qué me pasaba? ¿Por qué quería olvidar lo que hizo sólo porque se veía triste?

Me obligué a sentir miedo en lugar de preocupación, lo cual no fue difícil cuando vi sus ojos. Estaban muy negros, no del azul oscuro de siempre.

No era la primera vez que veía los ojos de Ace de un color diferente, pero era la primera vez que entendía lo que significaba.

La parte animal de él se escondía detrás de sus ojos, observándome e intentando tomar el control.

Recordé la última vez que vi a Ace, cuando su lobo mató al secuestrador Elías. Tenía sangre en la boca mientras se acercaba a mí.

Recordé ver sus huesos romperse y cambiar mientras se transformaba de lobo a humano frente a mis ojos.

No me di cuenta de que me estaba alejando de Ace hasta que casi me caigo de la cama. Me agarré como pude, pero me dolió mucho la pierna. Solté un grito de dolor.

Ace se movió rápidamente, tratando de ayudarme.

—¡No! —grité antes de que pudiera alcanzarme—. No me toques —dije entre lágrimas.

Ace se detuvo en seco, con una expresión de profunda tristeza y preocupación. Levantó las manos para mostrar que no me haría daño.

—Doe, cariño, está bien —su voz sonaba suplicante—. No me acercaré si no quieres. No tienes por qué temerme. Por favor.

Negué con la cabeza.

—Eras un... Te convertiste en... un...

—Un lobo —dijo—. Me viste cambiar de mi forma de lobo. Soy...

Respiró profundamente.

—Soy un hombre lobo. Pero no tienes que temerme. Esto no cambia nada. Sigo siendo yo. Seguimos siendo nosotros.

Retrocedí cuando dio otro paso hacia mí. Casi me caigo de nuevo, así que me aferré a las barandillas de la cama.

Si mi pierna no estuviera lastimada, habría estado al otro lado de la habitación, tratando de averiguar cómo sacar a mis padres y a mí sin que Ace nos detuviera.

Ace se detuvo otra vez.

—Me quedo aquí. No me acercaré si eso es lo que quieres.

Parecía que le dolía decir eso.

Miró a mi madre que seguía de pie junto a mí.

—¿Podrías ponerte detrás de ella, por favor? —le pidió amablemente—. No quiero que se caiga de la cama y se lastime más.

Mi madre hizo lo que le pidió y me sentí un poco mejor. Quería estar entre ella y Ace, por si acaso.

Vi a mi padrastro parado detrás de Ace, observándonos, listo para intervenir si fuera necesario.

Quería que se pusiera detrás de mí como mi mamá. Mis padres no sabían lo peligrosa que era esta situación. El peligro en el que los había puesto.

—No voy a lastimarte —dijo Ace—. Nunca te haría daño. Lo sabes.

Pero yo ya no estaba segura. Ya no sabía de lo que era capaz.

Apreté con fuerza la mano de mi madre detrás de mí. Sabía que estaba confundida. Mi padrastro también. Probablemente, escucharon «hombre lobo» y pensaron que Ace y yo habíamos perdido la cabeza.

—Lastimaste a Elías —dije—. Tú... lo mataste. Te vi hacerlo.

El rostro de Ace se endureció.

—Te estaba apuntando con un arma, Doe. Le disparó a Mitchell. Te estaba protegiendo.

—¡¿Matando a alguien?! —respondí—. ¡Ese no es el tipo de protección que quiero!

Tal vez, sólo estaba muy asustada, pero pensé que debía haber otra forma de detener a Elías sin matarlo.

Elías tenía bondad en el fondo. No quería lastimar a nadie realmente. Sólo estaba asustado. Lo que le hizo a Mitchell estuvo mal, pero matarlo tampoco era la solución.

Nadie tenía que morir. Matar nunca debería ser la primera opción.

—Ni siquiera dudaste antes de matarlo. —Mi voz tembló al decir —: Eres…, eres un monstruo.

Ace hizo un sonido de dolor. Mis palabras lo hirieron profundamente.

—Sé que eso es lo que piensas ahora. Y tal vez tengas razón, pero voy a esforzarme al máximo para demostrarte que no es cierto.

—No. No te lo permitiré.

—¿Qué quieres decir?

—Me mentiste. Todo el tiempo que nos hemos conocido, doce años enteros, nunca me dijiste la verdad. ¿Cómo puedes pensar que querré estar contigo, que volveré a confiar en ti alguna vez, ahora que sé esto? ¿Cómo puedes creer que me sentiré segura a tu lado otra vez sabiendo de lo que eres capaz?

Pensé que los ojos de Ace estaban tan oscuros como podían estar, pero me equivoqué. El negro comenzó a extenderse hacia la parte blanca de sus ojos.

Sus dientes crecieron, cortando su labio inferior, y sus músculos se hincharon bajo su piel.

Hizo un sonido de rabia, cerró los ojos con fuerza y apretó los puños. Un espeso pelo negro apareció en sus brazos.

Mi padrastro caminó hacia Ace.

Mi corazón casi se detuvo. Mi padrastro no entendía lo que estaba pasando. No sabía que Ace estaba a punto de convertirse en un lobo furioso y podría matarnos a todos.

—¡No! —grité, tratando de advertirle.

No fui lo suficientemente rápida. Cuando mi padrastro puso su mano en el hombro de Ace, este se dio la vuelta y le mostró los dientes, soltando un gruñido amenazador.

Mi padrastro se mantuvo sereno, mirando a Ace sin miedo.

—Controla a tu lobo —dijo Joe con voz firme—. Dorothy no necesita verte cambiar ahora mismo.

Ace respiraba con dificultad y gruñía. Sacudió la cabeza como si estuviera luchando por controlarse.

—Ace —insistió Joe—, sé que lo que dijo Dorothy enfureció a tu lobo, pero tienes que dominarlo.

Puso ambas manos en los hombros de Ace y lo sujetó con fuerza.

—Estás asustando a tu compañera, Alfa. Mírala, está aterrada. Necesita que ahora seas humano.

Eso finalmente captó la atención de Ace. Se giró rápidamente para mirarme.

Sus ojos se suavizaron. Sus músculos volvieron a la normalidad. Sus dientes regresaron a su tamaño habitual y sus ojos recuperaron su color azul de siempre.

—Lo siento —dijo en voz baja—. Mi lobo está más fuerte que yo en este momento. Te prometo que sólo quiere cuidarte y hacerte sentir mejor. Simplemente, lo demuestra de una manera extraña.

Vaya que sí.

—Lamento haberte asustado —repitió Ace. Pude ver en su rostro que realmente lo sentía.

Lo observé mientras me recostaba en la cama. Me dolía mucho la cabeza. Sentía como si mi cerebro se estuviera hinchando dentro de mi cráneo.

Lentamente, me volví hacia mi padrastro, pensando en lo que había dicho.

Él lo sabía.

Joe me miró y pude ver que se sentía culpable y avergonzado.

—¿Lo sabías? —dije en voz baja—. ¿Sabías que Ace era un hombre lobo?

Él miró a mi mamá como si no supiera qué decir. La miré a ella.

—¿Los dos lo sabían? —dije con voz débil.

No dijeron nada, pero su silencio lo confirmó.

¡Oh, no! Sentí que iba a vomitar.

—¿Todos lo sabían menos yo?

—¿Por qué no nos sentamos? —dijo Joe—. Creo que es hora de que hablemos.

Continue to the next chapter of El Alfa y Doe 2

Descubre Galatea

Quincy atrapadaPalomita Libro 1: PalomitaTres. La familia perfectaEn el clubLuna bendecida

Últimas publicaciones

Mason - Spin-off: ImpulsoTres. El número perfecto - Bonus: Blanco y doradoEspíritu navideñoEn la cama con el vampiroTruco o trato picante