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Su peligro, su cielo

Capítulo 3.

MAVE

Me siento muy avergonzada de inmediato. ¿De verdad está haciendo esto?

Pero él solo me mira, sin sonreír en absoluto, así que camino nerviosamente alrededor del mostrador, tratando de no tropezar, y me siento a su lado, conteniendo la respiración.

Él se estira, coge un platito del otro lado del mostrador y le pone algunas patatas fritas antes de empujarlo hacia mí sin decir nada.

¿Quiere que me las coma? ¿Cómo puedo comer cuando apenas puedo respirar?

Con cuidado cojo una patata mientras él mira al frente, aparentando ignorarme, pero acercando su platito de salsa para que pueda mojar.

—Gracias —digo muy suavemente, pero él asiente, manteniéndose en silencio. Todo esto es muy raro. No estoy segura si es algún tipo de prueba, pero hago lo que creo que quiere y me como las patatas.

Entonces me doy cuenta de lo hambrienta que estoy.

Pronto me olvido de que él está ahí y no noto cuando comienza a observarme después de terminarse su comida. Me como la última patata y suspiro suavemente. La verdad es que necesitaba eso.

—Tenías mucha hambre —dice, sorprendiéndome.

Lo miro y veo que me está observando de cerca mientras se toca el labio inferior con el dedo.

—Deberías comer más —dice.

Me sonrojo un poco e intento no mirarlo. No sé qué hacer mientras me mira tan de cerca, pero me siento extraña —no estoy segura si incómoda o no—.

Cuando se pone de pie, yo también lo hago, queriendo pasar de lo que sea que fue esto. Saca algo de dinero de su bolsillo y se acerca a mí.

—Jack no querría que le cobrara, así que es gratis, Sr. King —digo educadamente y bajo un poco la mirada.

Lo escucho reír suavemente, y se inclina cerca de mi oído.

—Lo sé. Esto es para ti. Buen trabajo... —Levanta mi placa de identificación que está justo sobre mi pecho izquierdo; en realidad no me toca, pero hace que se me ponga la piel de gallina—. Mave —dice con una suave risa.

Luego abre el bolsillo de mi delantal para poner el dinero dentro, con su mano rozando brevemente mi estómago, haciéndome sonrojar más.

Da un paso atrás, va hacia la puerta y la desbloquea, pero mira hacia atrás.

—Gracias. Por sentarte conmigo —dice en voz baja, pero frunzo un poco el ceño al notar cómo su voz suena diferente mientras se va sin decir nada más.

Me siento muy confundida. Meto la mano en mi bolsillo, saco la propina de cien euros que me dejó y me quedo de piedra. —¿Qué demonios?

Rápidamente, vuelvo a guardar el dinero en mi bolsillo y corro hacia la puerta, abriéndola y saliendo.

Miro calle abajo hacia el bar de los Lions. Jason está de pie bajo la luz de una farola, mirándome. Da una última calada a un cigarrillo antes de tirarlo a la calle y, sin expresión alguna, entra al bar.

—¡Oye! ¿Qué haces aquí fuera? —me grita Alice desde su coche. Ni siquiera noté que había llegado. Mira calle abajo hacia donde yo estaba mirando.

—Joder. Dame dos minutos —digo distraídamente y vuelvo rápidamente al restaurante para cerrar.

Mientras Alice nos lleva a casa, le cuento lo que pasó.

Se queda callada hasta que le digo que era Jason, y entonces se preocupa mucho más. Solo se dedica a ir mirando alrededor, revisando los espejos, lo que me pone nerviosa también.

Cuando llegamos a casa, a salvo, Alice cierra la puerta tres veces después de revisar el pasillo varias veces y luego va directamente a la cocina a buscar algo de vino.

Camino hacia la barra y me siento en un taburete mientras ella sirve dos copas y me da una, dándole un gran sorbo a la suya.

—Tienes que tener mucho cuidado, Mave. Sabes quién es él.
—Lo tuve, Ali, pero no podía decirle que se fuera. Ya sabes quién es.

Ella asiente, extendiendo la mano para coger la mía con una mirada preocupada—. ¿No te tocó? ¿No te quitó nada?

—No tenía nada que quitarme, Ali. Lo sabes. Tampoco me tocó. —Pero mi cuerpo ciertamente sintió como si lo hubiera hecho—. Aunque sí me dio la propina más grande de mi vida.
Alice mira el dinero mientras lo saco de mi bolsillo y lo pongo sobre el mostrador—. Madre mía, Mave —dice—. ¿No te parece raro? Los Lions no dan dinero, lo quitan. ¿Y si ahora quiere algo de ti?

Frunzo el ceño mirando el dinero. —No había pensado en eso.

Alice asiente de nuevo y aprieta un poco mi mano —Solo ten cuidado, Mave. Y no gastes el dinero. Mejor intenta devolverlo. En serio... son peligrosos.

Le doy una pequeña sonrisa, ahora apretando su mano también. —Lo sé. Estaré bien. Fue solo algo extraño de una sola vez.

Alice levanta una ceja. —Eso mismo dijiste sobre lo de los Lions de la semana pasada.

Le hago un gesto con la mano para restarle importancia —Todo estará bien.

***

Esa noche, acostada en la cama, no puedo dormir.

Tengo que admitir que Alice tenía razón. Es muy extraño que, en lugar de quitarme algo, Jason en realidad me diera algo, y no cualquier cosa. Me dio una propina de cien euros.

Pero tal vez no debería juzgarlo. Probablemente, me dio propina porque sintió lástima por mí. Obviamente tenía mucha hambre y sintió que tenía que alimentarme.

Suspiro, cerrando los ojos, esperando dejar de pensar en todo aquello, pero mi alarma suena y me hace gemir.

Me levanto de la cama y me preparo para el trabajo. No planeo contarle a Trixi ni a Jack lo que pasó; solo preocuparía a Jack y haría que Trixi se sintiera mal por dejarme allí.

Alice me deja en el trabajo y comienzo bien el día. Trixi también está mucho más tranquila que la última vez que la vi. Su cachorro se está recuperando después de la cirugía.

A la hora de la comida, hago mi descanso en la oficina vacía de Jack mientras Trixi trabaja detrás de la barra. Estoy a la mitad de mi ensalada cuando aparece en la puerta de la oficina, blanca como el papel.

—¡Cielos! ¿Estás bien? —le pregunto, muy preocupada.

—Em... no sé cómo decir esto... p-pero... —Mira por encima de su hombro, como si alguien la estuviera observando. Me pongo tensa.

—Trixi...

—El Sr. King está preguntando por ti... —susurra.

Trago la lechuga que tengo en la boca —¿Q-qué?

Ella asiente con un pequeño ceño fruncido.

—Lo siento... iba a mentirle, pero dijo que te vio entrar...

Asiento y aparto mi comida, ahora demasiado preocupada para comer —Gracias, Trixi —digo en voz baja mientras guardo mi comida en mi taquilla.

—Lo siento mucho... —susurra mientras paso junto a ella—. Mesa uno.

Asiento y camino por el pequeño pasillo. No puedo respirar cuando lo veo al doblar la esquina.

Respiro profundo, cojo cuatro menús y camino hacia la mesa de la ventana donde Jason y otros tres Lions están sentados.

Mantengo la mirada baja mientras dejo los menús y se me eriza la piel cuando veo las botas con pinchos debajo de la mesa.

—Mm, ahí está ella... —Esa horrible y profunda voz dice mientras me inclino un poco sobre él para entregar los otros dos menús.

De repente, su mano áspera azota mi culo de nuevo, esta vez apretándolo y sacudiéndolo. No grito, porque lo esperaba, pero aun así duele mucho. Es demasiado brusco.

—Mm, muñequita. Joder —dice mientras me enderezo. Su mano permanece en mi culo. Hasta que Jason habla.

—Quítale las manos de encima.

Esto hace que levante la mirada, pero él está mirando al hombre de las botas.

—Vamos, Jase. Le gusta, en serio. ¿No es así, preciosa?

No alcanzo a responder antes de que Jason hable de nuevo. —¿Acaso tartamudeé? Suelta a la maldita camarera y pide tu maldita comida.

—Joder, hoy no eres nada divertido —dice el tipo grande, y lentamente quita su mano de mi culo.

—Filete. Como me gusta. —Jason me mira directamente, con sus ojos clavados en los míos mientras asiento. Me dispongo a anotarlo, pero me detiene—. No es necesario. Tú lo cocinarás. Lo dice como si no tuviera otro remedio.

Asiento en silencio, y él mira por la ventana mientras los demás piden. Recojo sus menús, y cuando voy a coger el de Jason, lo retiene por un momento, mirándome fijamente —Solo el mío. Dale los de ellos al chef.

—Sí, señor —digo en voz baja.

Cogiendo su menú, me doy la vuelta y camino hacia la caja registradora. Trixi me lanza una mirada extraña mientras paso por el mostrador y entro a la cocina.

Le doy la orden al Chef con Lions escrito arriba para que sepa que todo tiene que ser perfecto. Él asiente nerviosamente, respirando hondo antes de empezar.

Mientras tanto, voy por la cocina, consiguiendo todo lo que necesito igual que anoche —incluyendo el brandy— y comienzo a cocinar el filete de Jason. El Chef me mira de manera extraña, pero afortunadamente no pregunta por qué.

Cuando la comida está lista, Trixi viene a la ventana al sonar la campana para recoger los platos. Allí, finalmente me ve terminando de hacer la comida de Jason.

—¡Mave, ¿qué estás haciendo?! —susurra en voz alta.

Niego con la cabeza, lanzándole una mirada que dice “te lo explicaré después” mientras limpio el borde del plato con un paño. Ella se va con el resto de la comida, y yo la sigo con el plato de Jason.

Trixi está dejando los platos cuando me acerco. Camino alrededor de ella y coloco suavemente la comida de Jason frente a él. De inmediato, coge una patata frita, la moja en la salsa y me mira como si estuviera esperando algo.

Abro la boca torpemente, sintiendo que otros clientes me miran mientras él me observa y estira la mano para poner la patata frita en mi boca.

Casi salto cuando siento sus dedos tocar mi pierna desnuda debajo de la mesa.

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