La vida de Kassia da un giro cuando conoce a su nuevo hermanastro, Grayson. Cautivada al instante por su imponente presencia, se ve navegando por un mar inexplorado de emociones. Un encuentro casual transforma su dinámica, dejando a Kassia a merced de una atracción creciente que desafía todas las reglas. Dividida entre lo que siente y lo que sabe que está prohibido, Kassia debe decidir si está lista para cruzar la línea o arriesgarse a perderlo todo.
KASSIA
—Kassia, te presento a Grayson —dijo mi padre mientras me presentaba a mi nuevo hermanastro—. A partir de ahora vivirá con nosotros.
Tragué saliva mientras miraba al chico que tenía delante. Era muy guapo. Parecía un poco mayor que yo, como si debiera estar en la universidad en vez de empezar su último año de instituto.
Grayson era alto, de casi un metro noventa, con un cuerpo atlético y esbelto. Sus brazos estaban repletos de tatuajes, y sentí curiosidad por saber cuántos más se escondían bajo su camiseta negra.
Me acerqué nerviosa, extendí la mano y me encontré con sus ojos verdes.
—Encantada de conocerte —dije.
Él miró mi mano, negó con la cabeza y apartó la mirada.
—Sé amable, Grayson —le dijo Emily, mi madrastra y su madre, con suavidad.
Entrecerró los ojos, pero extendió la mano y rodeó la mía con sus grandes dedos. Mientras nos saludábamos, me estremecí al sentir sus anillos metálicos sobre mi piel.
—Sí, igualmente —murmuró, mirándome por fin.
—Kassia, ¿puedes enseñarle a Grayson su habitación? —preguntó mi padre.
Asentí y sonreí.
—Claro. Sígueme.
Grayson no me devolvió la sonrisa mientras recogía su bolsa y me seguía de cerca. Podía sentir su mirada mientras subíamos las escaleras. Al llegar a la puerta de su habitación, la abrí y señalé hacia dentro.
—Esta es. Ahí está el armario, y esa es la puerta de nuestro baño compartido.
Pasó junto a mí, ignorándome mientras tiraba sus cosas sobre la cama. Lo observé mientras veía cómo echaba un vistazo a la habitación, abriendo puertas y cajones antes de entrar al baño sin decir nada.
Me quedé fuera, sin saber qué hacer.
«¿Debería esperarlo? ¿Debería darle algo de intimidad para que se instale?».
Después de un minuto más o menos, oí el inodoro. Grayson salió del baño, subiéndose la cremallera de los vaqueros. Me vio todavía de pie en la puerta.
—¿Te has quedado ahí plantada escuchando mientras meaba? —dijo enfadado, frunciendo el ceño.
Al instante, mi cara se puso como un tomate.
—¿Qué? ¡No! No dijiste nada... Yo… Yo quería saber si necesitabas algo antes de irme.
Se acercó a mí, inclinándose para que su cara estuviera cerca de la mía. Nerviosa por tenerlo tan cerca, me humedecí los labios.
—Avísame cuando la cena esté lista —dijo antes de cerrar la puerta.
Me quedé mirando la puerta antes de bajar las escaleras. No sabía qué pensar de mi nuevo hermanastro.
Emily y mi padre llevaban juntos un par de años pero se casaron hace solo unos meses. A mi padre le había costado seguir adelante después de que mi madre falleciera, pero Emily era muy buena y quería mucho a mi padre.
Ella levantó la vista cuando entré en la cocina.
—¿Qué tal Grayson? —preguntó, con cara de preocupación—. ¿Dijo algo sobre su habitación?
—No mucho —dije, encogiéndome de hombros—. Parece un poco borde, la verdad.
Ella frunció el ceño.
—Lo siento, Kas. Solo está molesto. Pasó algo entre él y su padre, pero ninguno de los dos quiere hablar de ello.
Mi padre la rodeó con el brazo para consolarla.
Me senté en uno de los taburetes frente a ellos.
—Nunca lo he preguntado, pero ¿cómo acabó viviendo con su padre?
Ella suspiró.
—El padre de Grayson es muy rico. Cuando me divorcié de él, le preguntamos a Grayson con quién quería vivir, y eligió a su padre. Era pequeño y realmente no entendía qué tipo de hombre era su padre —dijo, con los ojos llenándose de lágrimas.
Mi padre la abrazó y le dio un pañuelo.
—Intenté recuperarlo varias veces —continuó—. Pero no tenía mucho dinero después del divorcio, no lo suficiente para enfrentarme a su padre. Ojalá hubiera hecho más para recuperar a mi niño.
Aparté la mirada, sintiéndome mal por haber preguntado. Rápidamente me disculpé y les dije que Grayson quería que le avisara cuando la cena estuviera lista.
***
A la mañana siguiente, me desperté y entré arrastrando los pies al cuarto de baño. Me froté el sueño de los ojos y cuando levanté la vista, vi a Grayson de pie, completamente desnudo.
Su cuerpo estaba lleno de gotas de agua mientras salía de la ducha. Se pasó una mano por su pelo mojado mientras que con cada movimiento sus músculos se movían. Su pecho y abdomen estaban cubiertos de tatuajes negros, respondiendo a la pregunta que me había hecho el día anterior. Quería tocarlos y escuchar la historia detrás de cada uno de ellos.
Mis ojos siguieron las gotas de agua mientras bajaban por su cuerpo, sobre su pecho y abdomen hasta llegar a la gran cosa entre sus piernas. Intenté apartar la mirada pero no pude.
No tenía mucha experiencia, pero sabía que la de Grayson era grande. Me humedecí los labios.
«¿De verdad cabría eso dentro de alguien?».
Volví a mirarle a la cara. Ni siquiera intentó coger una toalla mientras me miraba con indiferencia. Caminó hacia el lavabo, aún completamente desnudo, y se puso espuma de afeitar en la barbilla.
Después de unos segundos, suspiró y me miró.
—¿Necesitabas usar el baño, o solo viniste para quedarte mirando?
Rápidamente aparté la mirada y me aclaré mi garganta; tenía la cara ardiendo de vergüenza. Volví a mirarlo, esforzándome por mantener mis ojos por encima de su cintura.
«Es tu hermanastro, Kas. No puedes pensar estas cosas sobre tu hermanastro».
—L-lo siento. No quise... Necesitaba hacer pis, pero usaré el baño del pasillo.
Él volvió a mirar el espejo, cogiendo su maquinilla de afeitar.
—Si necesitas mear, hazlo.
Dudé, miré rápidamente hacia abajo otra vez antes de sacudir la cabeza y correr al otro baño.
Cuando volví a mi habitación unos segundos después, todavía no podía dejar de pensar en el cuerpo desnudo de mi hermanastro; iba a tener que tener mucho cuidado con la puerta de Grayson.