Nacida humana - Portada del libro

Nacida humana

A. Makkelie

Error de cambio

Kiara sintió que se le rompía la columna vertebral y se le saltaron las lágrimas. El dolor era algo a lo que estaba acostumbrada, pero eso no significaba que no doliera como un demonio.

Cada vez que la habían mordido, esperaba morir. Pero de alguna manera, nunca lo había hecho. Los huesos de sus caderas se rompieron. Mordió la rama para no gritar, pero era casi imposible.

Apretó los ojos, sabiendo que no podía hacer nada para detener el dolor. Los huesos de los brazos, las manos, los dedos y las piernas se rompieron y soltó un grito que le estrujó el alma.

No pudo soportarlo más. El dolor era demasiado. No podía mover el cuerpo y lo único que podía hacer era gritar. El «error de cambio» nunca había durado mucho, simplemente porque su propio cuerpo no dejaba que se produjera el cambio.

Sin embargo, era el doble de doloroso de lo que lo era para un hombre lobo la primera vez que se transformaba.

Blake se incorporó y se sentó recto en la cama. Miró a su alrededor para ver de dónde había salido aquel grito. Le temblaba la respiración e inmediatamente pensó en la chica.

¿Por qué no podía sacársela de la cabeza?

¿Era suyo el grito?

¿Le hizo daño Dominic?

Sacudió la cabeza y se levantó. ¿Por qué se sentía así?

¿Por qué sentía que tenía una conexión con ella?

Se quitó la camisa y salió, luego se quitó los pantalones y los calzoncillos.

Vale, Callum. Vamos. ~―Se transformó ensu lobo Callum, y empezó a correr.

¿No podías dormir? ~―BostezóCallum.

No. Necesito recuperarla. Necesito saber por qué esa manada la mantuvo cautiva.~

Callum esquivó un árbol.

Haz la pregunta que sé que tenemos en la cabeza. ~―Saltó por encima de un árbol caído.

¿Por qué me afecta? No puedo dejar de pensar en ella. Es humana; no puede ser mi pareja. Nunca se ha oído hablar de ella.~

Callum evitó otro árbol.

Tal vez no sea del todo humana. ~―Callum bostezó de nuevo.

No seas ridículo. ¡Si no fuera humana, lo habría oli… Espera!~

Mike corrió hacia el lago y miró a su alrededor para ver dónde estaba. Oyó un grito e inmediatamente le empezó a doler el pecho. Dejó escapar un aullido y corrió hacia el sonido.

Kiara oyó el aullido y supo que estaba cerca. No podía verla así. Si lo hiciera, sabría que ella era diferente de un humano normal. Pero, ¿qué podía hacer?

Sintió que los huesos de su cuerpo empezaban a curarse. Casi había terminado.

«¡Por favor, deja que se mantenga alejado!».

Mike no tardó en verla tendida en el suelo. Corrió hacia ella. Ella abrió los ojos y lo vio corriendo hacia ella.

Su columna volvió a su sitio y pudo volver a usar los brazos y las piernas. El dolor empezó a desaparecer cuando él se paró frente a ella.

Kiara se arrastró hacia atrás, pero su camino estaba bloqueado por un árbol. Aunque el «error de cambio» estaba hecho, seguía sin poder moverse como debía.

Las únicas partes que podía utilizar eran los brazos y las piernas, pero no las manos, los dedos ni los pies.

¿Cómo demonios sigue siendo humana? ~

No obtuvo respuesta.

Nic, ¿estás ahí? ¿Cómo diablos no es una salvaje? ~―Siguió sin recibir una respuesta.

¿Nic?~

No lo sé...~ ―Fue todo lo que Dominic pudo decir. Oyó un gruñido de lobo detrás de él y miró hacia atrás.

Hola, Dean.~

Dean era el lobo de Zack. Un gran lobo dorado con ojos azules. Era grande, pero no tanto como Mike. Miró a los dos lobos, sabiendo que todo estaba a punto de empezar de nuevo.

El abuso.

La tortura.

¡¿Cómo demonios sigue siendo humana?! Hemos oído cómo se rompían sus huesos desde la casa de la manada.~

No lo sé.~ ~Ni siquiera Nic lo sabe. Pero no es un ser humano normal. No puede serlo.~

Mike la miró y la vio estremecerse.

Obviamente tiene miedo de los lobos, pero ¿por qué? Hay tanto que no sabemos de ella, y todo en ella parece raro.~

Dean avanzó y se detuvo junto a Mike.

Oye, Mike, ¿has notado su olor? ~―Se miraron el uno al otro.

Lo sé. No huele.~

Todas las criaturas del mundo tenían un olor. Un lobo siempre podía captar uno, y sabría con qué clase de criatura estaba tratando, pero ella no tenía ninguno.

Ni siquiera un pequeño y desvanecido rastro de olor.

El suspense la estaba matando. Sabía que estaban hablando entre ellos y que se trataba de ella, pero no saber lo que decían la estaba matando.

Vuelve a la manada. Me aseguraré de llevarla de vuelta ~―dijo Mike.

Dean agachó la cabeza y volvió corriendo por donde había venido.

Mike se centró en ella.

Nic, sé que estás sorprendido. Yo también, pero...~,―No tuvooportunidad de terminar la frase.

No es que esté sorprendido, Mike. Es solo que no sé qué demonios es, y eso me frustra~.―Mikey Kiara se miraron.

No voy a averiguar nada mientras seamos un lobo. Mike, transfórmate.~

Mike caminó detrás de un árbol y volvió a transformarse en humano. Dominic cogió un par de pantalones que Dean le había dejado y se los puso.

Salió de detrás del árbol. Estaba hipnotizada por el hermoso hombre semidesnudo que tenía delante. Tuvo que mantener la boca cerrada para no babear.

―¿Te gusta algo de lo que ves?

Salió del trance.

―No, ¿debería? ―Dominic sonrió satisfecho y caminó hacia ella.

Tenía marcado el abdomen y una preciosa piel clara. Llevaba el pelo negro revuelto y sus ojos color avellana parecían preocupados pero también severos. Se agachó junto a ella.

Quería moverse, pero sólo podía mover los brazos. Las piernas le habían vuelto a fallar y aún no había recuperado la sensibilidad en las manos.

―¿Cómo es que sigues siendo humana? ―le preguntó Dominic.

Tenía dos opciones.

Una: podría contarle la verdad y probablemente la matarían.

Dos: podía mantener la boca cerrada y probablemente sería torturada hasta que le contara todo.

Siempre había querido que la mataran, pero ahora, tal vez tenía la oportunidad de ser libre para vivir con los humanos algún día.

Ser torturada era algo a lo que estaba acostumbrada, y tal vez la mantuvieran con vida el tiempo suficiente para que pudiera planear una fuga. Tenía que intentarlo.

Kiara le miró, pero no dijo nada. Sus ojos destellaban anaranjados, como el sol poniente. Había líneas rojas en ellos que los hacían parecer ardientes.

Se quedó inmóvil, sabiendo inmediatamente a qué se referían.

La mayoría de las veces, los ojos de un hombre lobo eran iguales tanto si era humano como si era lobo.

Pero cuando sus emociones eran demasiado fuertes, cambiaban a su verdadero color, el que mostraba su rango en la manada.

―Eres un Alfa ―susurró para sí misma, pero se dio cuenta de que él la había oído.

―Sí, lo soy, y tú no eres solo una humana, ¿verdad?

Kiara no pudo decir nada. Sabía que tenía que ser alguien importante en la manada, pero no esperaba que fuera el Alfa.

Se le llenaron los ojos de lágrimas y bajó la mirada. No quería que él pensara que era débil, lo que habría sido mucho más fácil si realmente pudiera moverse.

―¿Cómo es que sigues siendo humana? ―preguntó Dominic. La misma pregunta. La misma ausencia de respuesta. Oyó un ruido sordo y supo que provenía de Dominic. Su lobo se estaba frustrando.

Kiara se miró las manos e intentó mover los dedos. Nada.

Cerró los ojos y se concentró en sus pies. Intentó moverlos y funcionó. Se concentró en sus manos e intentó mover los dedos de nuevo.

―¿Cómo es que sigues siendo humana? ―volvió a preguntar. Su voz sonaba severa.

No estoy prestándole atención.~

¡Transfórmate!~

Ella ordenó a sus dedos, y ellos la escucharon. Abrió los ojos y le miró directamente.

―Vete a la mierda ―dijo. Agarró una rama que tenía al lado y se la clavó en el hombro.

De dónde sacaba la fuerza era un misterio. Gruñó y retrocedió. Con todo lo que tenía, se levantó y empezó a correr.

Sus piernas aún eran un poco desobedientes, y la lluvia tampoco la ayudaba, pero tenía que hacerlo. Tenía que alejarse de él.

Corrió como si su vida dependiera de ello, y así era, pero no era lo bastante rápida.

Dominic la agarró del brazo y la estrelló contra un árbol. Todo su cuerpo empezó a dolerle de nuevo y sintió que la sangre le corría por la cara.

Cayó de rodillas y parpadeó hasta que su visión dejó de ser borrosa. Dominic la agarró del cuello, tiró de ella y la empujó con fuerza contra el árbol.

Le miró el hombro y vio que la herida se cerraba. Le agarró la muñeca y supo que había llegado el momento.

―¡Deja de hacerte la fuerte y contesta a mi pregunta! ―le gritó. Ella siguió sin contestar. Tiró de ella hacia delante y la golpeó por tercera vez contra el árbol.

Lo único que vio fue el lago que empezaba a desdibujarse.

Callum se conectó mentalmente con Spencer, que salió corriendo al mismo tiempo que Callum volvía a casa. Se transformó, y Blake caminó hacia Spencer.

La desnudez era algo a lo que todo hombre lobo estaba acostumbrado.

―¿Qué pasa, Alfa? ―preguntó Spenser.

Blake se puso los pantalones que estaban en el suelo.

―¿Encontraste una manera de recuperarla?

Spencer negó con la cabeza.

―No; no hay manera de que podamos llegar detrás de sus fronteras.

Blake gruñó, haciendo que Spencer retrocediera un poco.

―Tenemos que traerla de vuelta ―Blake pasó junto a Spencer.

―Alfa ―dijo Spencer. Blake se dio la vuelta―. Mi mordedura ya debe haber hecho su trabajo. Es imposible que siga viva.

Blake se acercó a Spencer.

―Lo está. Y no tiene olor ―Spencer parecía confundido, pero sabía que Blake tenía razón.

―No es humana. Es otra cosa más, y tenemos que descubrir el qué. Y pienso averiguarlo. ¡Tráela de vuelta ahora! ―Blake gruñó la última parte, haciendo que Spencer agachara la cabeza.

Blake entró, seguido de su Beta, y todos los canallas inclinaron la cabeza al verlos.

―¿Qué has averiguado sobre la manada? ―le preguntó Blake a uno de los canallas rastreadores.

―Algunos lobos han estado allí cuando no estábamos en la casa de la manada ―respondió el canalla.

―Se llevaron algunas pertenencias, pero no sabemos qué. No encontramos nada de la chica. Ni ropa, ni pertenencias, nada que indique que estuvo allí.

Los ojos de Blake se volvieron de un color como el fuego, como un Alfa, y el canalla inclinó la cabeza.

―¡Debe haber algo allí que pueda darnos una pista! ―Gruñó en voz alta.

Todos los canallas dieron un paso atrás. Blake se volvió hacia Spencer.

―Encuéntrala. Tráela de vuelta, ¡aunque sea lo último que hagas! La necesito, ¡ya! ―Gruñó de nuevo.

Spencer asintió con la cabeza y retrocedió rápidamente. Blake sabía que estaba siendo duro con su manada, pero la necesitaba de vuelta. Tenía que recuperarla.

Dominic miró a Kiara a sus pies. Su pelo pelirrojo empezó a teñirse de rojo sangre. Sintió un dolor por todo el cuerpo y sus ojos volvieron a la normalidad.

«¿Qué le duele?».

Se miró el hombro, que estaba completamente curado, sin una cicatriz. Miró algo desconcertado a Kiara.

«Eso no puede ser...».

Levantó su cuerpo inconsciente y empezó a caminar de vuelta a la casa de la manada. Sintió el mismo dolor cuando ella gritó de dolor, y ahora esto.

―¿Qué eres y por qué me afectas? ―le susurró, sabiendo que ella no podía oírle.

―¿Tenías que tratarla así? Es solo una humana.

―¡No, no lo es! Es algo más, ¡y voy a averiguar el qué!

―¿Te estás escuchando? ¡Podría haber muerto por las heridas que le hiciste cuando la golpeaste contra un maldito árbol! ―Escuchó cómo decía una voz de mujer.

―¡Ella me apuñaló! ―Ahora, escuchaba la voz de un hombre. Una voz familiar.

―¿Eso te da derecho a que por poco mates a un humano? ―No era una voz familiar.

«¿Quién es ella?».

―¡No quiero matarla!

Dominic.

―¿Entonces en qué demonios estabas pensando?

―Yo…

―¡Dejad de gritar, los dos! Está aquí tumbada con dos heridas en la cabeza, ¡y que os quedéis gritando junto a su cama no va a ayudar a que se recupere! ―dijo otra mujer.

Mientras tanto, Kiara abrió lentamente los ojos y vio una luz blanca y brillante. Su visión era borrosa.

―¡Asegúrate de que se despierta! ―dijo Dominic.

«¿Por qué demonios está él aquí?».

Giró un poco la cabeza y gimió de dolor. Todas las voces dejaron de hablar y vio tres formas cada vez más claras.

Allí estaban Dominic; una mujer con bata blanca, probablemente la doctora de la manada; y otra mujer, más mayor, que miraba a Kiara con expresión preocupada.

«¿Quién es?».

Kiara no quería quedarse para averiguarlo. Se apoyó en los codos para intentar levantarse, pero el dolor de cabeza era demasiado.

―Recuéstate, querida. Tienes dos heridas en la cabeza y probablemente una conmoción. Necesitas descansar ―La doctora la ayudó a tumbarse―. Soy la doctora Rosa. Pero todo el mundo me llama Doc.

Kiara le dedicó una pequeña sonrisa. Se llevó las manos al estómago y se dio cuenta de que seguía llevando la misma ropa. Sin saberlo, dejó escapar un suspiro de alivio.

―Doc, ¿puede llevar a Cora afuera? Necesito hablar con la chica ―dijo Dominic. Kiara miró a Dominic, cuyos ojos volvían a ser normales.

Cora le dirigió una mirada severa, pero obedeció. Doc y ella salieron por la puerta y Kiara se quedó a solas con Dominic. Otra vez...

―Siento haberte hecho daño ―dijo. Ella enarcó las cejas. No se lo esperaba.

―Pero no me diste opción. Voy a averiguar lo que eres y por qué Blake te torturó. Depende de ti que sea fácil o difícil.

¿Acababa de amenazarla?

―Descansa ahora. Volveré mañana.

Reunió todas sus fuerzas para formar una frase.

―Yo…

Antes de que pudiera decir lo que quería, él la cortó.

―No puedes huir de nuevo. Ya me he asegurado de eso ―Miró hacia el extremo de la cama, donde había una cadena.

Se quitó lentamente la manta y vio el otro extremo alrededor de su tobillo.

―¿En serio me has encadenado a la cama? ―preguntó. Él sonrió satisfecho, no dijo nada y se marchó.

«Voy a matarlo».

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