Diferente - Portada del libro

Diferente

Katie Hines

Capítulo 7

Evelyn

Después de hablar con los músicos, subo al escenario y me pongo delante del micrófono. Me siento nerviosa; en realidad, decir que estoy petrificada es poco. Sólo he cantado delante de Julian.

No creo que tenga miedo escénico, pero nunca he estado frente a tanta gente. Fay tiene un micrófono auxiliar y comienza a hacer un anuncio.

—Hola a todos. Estamos aquí para dar la bienvenida a casa a Alfa Alex y felicitarle por heredar el lugar que le corresponde en su manada.

Hay vítores y gritos, hasta que Fay agita su mano, calmando a todos por un momento.

—Tenemos una banda maravillosa reservada para este evento y, por desgracia, el cantante está lidiando con alguna dolencia imprevista. Sin embargo, hemos encontrado una estupenda sustituta a la que he tenido que sobornar para que suba al escenario durante unas cuantas canciones. Por suerte, soy muy persuasiva.

Las risas fluyen por la sala, haciendo que el ambiente sea casi despreocupado.

Tal vez pueda hacer esto.

¡Así que dadles una cálida bienvenida y disfrutad del resto de la noche! —grita Fay mientras la multitud rompe a aplaudir.

Miro a la banda antes de cerrar los ojos. Quieren interpretar Tough Lover de Christina Aguilera. Por suerte, conozco esa canción, así que acepto.

Empiezo silenciando al público y manteniendo los ojos cerrados. Tengo que concentrarme en dar las notas adecuadas y no ponerme nerviosa mirando al público.

Mi voz es tan ronca y jazzística como la del original. No sueno exactamente igual que ella, pero soy igual de buena. Tal vez sea un poco engreída, pero sé que canto muy bien.

No es hasta que oigo los gritos y los chillidos que abro los ojos y veo las caras de asombro y las miradas de sorpresa del público.

Mis ojos se posan en Julian; me dedica un pulgar hacia arriba y se vuelve hacia Fay para rodearla con sus brazos. Ella me brinda la mayor de las sonrisas.

Sigo observando a la multitud y me detengo en un hombre en particular que parece extremadamente hipnotizado, con la boca ligeramente abierta. Le sostengo la mirada.

Si tuviera que describirlo, Alex parece paralizado, sin dejar de mirarme. No lo entiendo del todo, teniendo en cuenta que ya me ha oído cantar antes, pero continúo con el resto de la canción.

Intentar romper el contacto visual con él es más fácil de decir que de hacer, y no lo consigo hasta que Tessa se empeña en agarrarle la cara y bajársela para darle un beso.

Eso parece sacarnos a los dos de la burbuja en la que estábamos atrapados. Y la canción termina.

Todos gritan y aplauden. Mirando a la banda, asienten satisfechos, indicando que empiece la siguiente canción. Unas cuantas interpretaciones más tarde, me bajo del escenario y me voy corriendo al baño.

El hecho de haberlo hecho, de haber cantado delante de todo el mundo, no significa que no me haya puesto nerviosa ni se me haya revuelto el estómago.

Me arrodillo frente al inodoro, rezando para no vomitar. Eso es algo que no soporto. Es uno de los motivos por los que no bebo alcohol.

Quiero decir, ¿quién querría quedar destrozado y vomitar las tripas a la mañana siguiente? Yo no, eso seguro.

Una vez que sé que no voy a echar la papilla, me levanto, me lavo las manos y vuelvo a salir en busca de Julian y Fay.

No me he dado cuenta antes, pero ya se han marcado entre ellos. Bueno, es lógico; los lobos no pierden el tiempo. Encuentras a tu pareja y la marcas. Es simplemente la forma en que funciona.

El resto de la noche transcurre con bastante rapidez, ya que me cruzo con docenas de lobos de las manadas de los alrededores pero no encuentro a mi pareja, gracias a Alfa Alex.

Si no fuera por Alfa Ben, ninguno de ellos se habría acercado a mí. Estoy segura de que Alfa Alex sólo se ha estado comportando como el gilipollas de costumbre.

Es un poco desalentador que no haya encontrado a mi pareja, pero tengo fe en que la diosa de la luna me tenga reservada la pareja perfecta.

Por fin desvestida y recién duchada, me tumbo en la cama, esperando que el sueño me coja rápido, y me sorprendo gratamente cuando lo hace.

***

Apenas dos horas más tarde, llaman a la puerta y me despiertan. Me froto los ojos para concentrarme y murmuro algo parecido a un permiso para entrar, pensando que es Julian.

Mi sorpresa es mayúscula cuando entra nada menos que Alfa Alex, cierra la puerta tras de sí y toma asiento en mi cama. Sentada, lo miro con una ceja levantada.

Debe de ocurrir algo importante, si ha venido hasta mi habitación.

Juguetea nerviosamente con las manos, lo que me da tiempo para darme cuenta de que lleva el pelo revuelto en todos los sentidos, tiene ojeras y sólo viste un pantalón de deporte que le cuelga de las caderas.

Gracias a la luz de la luna que entra por mi ventana, un suave resplandor me ayuda a apreciar cada centímetro de su cincelado pecho.

Tiene un aspecto extremadamente propicio para babear, pero me obligaré a mí misma a no pensar en él medio desnudo en mi habitación cuando, literalmente, no llevo más que una camiseta grande y unas bragas.

—Alfa, ¿puedo ayudarte en algo?

Por fin se encuentra con mis ojos, gira su cuerpo para enfrentarlo al mío y me mira fijamente. Nos quedamos así, mirándonos a los ojos, durante lo que parecen horas; pero son solo unos minutos, si no segundos.

Se humedece los labios, antes de responder:

—¿Cantarías para mí?

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