Goldy Lomotey
Bajé las escaleras y vi la casa vacía. Abrí la boca para llamar a mis padres cuando recordé que se habían ido, de nuevo.
Saqué mi teléfono y marqué el contacto de mi madre antes de pulsar para llamarla.
Escuché mientras sonaba y, finalmente, el ridículo buzón de voz de mi madre, que a estas alturas ya me sabía de memoria, empezó a hablar —típico—.
Todavía atontada, cogí las llaves de mi coche y me aseguré de cerrar detrás de mí. Conduje hasta el instituto en silencio y apenas presté atención a mi entorno.
Estaba acostumbrada a estar sola, pero todo lo que había pasado, lo que nos hizo mudarnos aquí en primer lugar, me hizo pensar que quizás las cosas serían diferentes, tal vez incluso ellos serían diferentes.
Aparqué en otra plaza de aparcamiento y entré despistada en el edificio.
Fui directamente a mi clase, todavía medio vacía, y me senté en el fondo, en el lado opuesto al que sabía que se sentarían Alessandro y Giovanni.
Alessandro y Giovanni entraron juntos minutos después de que sonara el segundo timbre.
Mis ojos se fijaron en los de Giovanni, y me mordí el labio mientras él giraba la cabeza y volvía a hablar con Alessandro de lo que fuera que estuvieran hablando.
Giovanni se dirigió a su sitio mientras Alessandro se acercaba y se sentaba a mi lado.
—¿Qué? —pregunté, cruzando los brazos sobre el pecho.
—¿Por qué estás sentada sola? —preguntó Alessandro.
—Por nada —mentí encogiéndome de hombros. No quería contarle lo que había pasado hace un año y dos meses.
No quería decirle que me aterrorizaba estar sola en casa y que por eso solía encerrarme.
Alessandro entornó los ojos y estudió mi rostro.
—Mmm. Bueno, ¿por qué no nos has esperado a mí y a los chicos esta mañana? —preguntó Alessandro.
—No sabía que íbamos a conducir juntos de nuevo —dije encogiéndome de hombros.
—¿Por qué no has aparcado en el sitio de Gio? —volvió a preguntarme, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Por esa misma razón: porque es de Giovanni —dije en voz baja.
—Eso nunca te detuvo antes —comentó Alessandro con suspicacia.
—Estoy bien —dije, volviéndome hacia el frente.
—¿Es por Gio? —preguntó Alessandro.
—No. Él no hizo nada. Fue… Él es genial. Estaré bien, no te preocupes por mí —dije suavemente.
Alessandro fue a decir algo, pero la profesora se aclaró la garganta, captando la atención de todos y cortándolo.
Respiré profundamente mientras empezábamos a tomar notas. Teníaque recomponerme. Estaba acostumbrada a estar sola, y además, él habíadesaparecido y no había forma de que me encontrara aquí.
Cerré los ojos y me tranquilicé, y así, sin más, conseguí volver y estar presente. Sonreí y bromeé con Alessandro durante el resto de la clase, olvidando realmente lo que me había preocupado antes.
Finalmente, tras la clase, llegó la hora de comer.
—Nos vemos allí —le dije a Alessandro mientras empezaba a caminar hacia mi taquilla.
—De acuerdo —asintió con un movimiento de cabeza. Desde que Alessandro y yo cruzamos los ojos esta mañana, Giovanni no se había molestado en mirarme o hablarme.
Al doblar la esquina hacia donde estaba mi casillero, dudé en seguir al ver a la Barbie Malibú morreándose con un chico.
Me encogí de hombros y puse los ojos en blanco mientras continuaba hacia mi taquilla. Me quejé internamente al darme cuenta de que se estaban chupando la cara justo enfrente de mi casillero.
Me aclaré la garganta, pero ninguno de los dos se movió.
—Perdona —dije, tocando el hombro del chico. Finalmente se separaron, pero al instante me arrepentí de haberlos molestado cuando unos ojos azules como el hielo se encontraron con los míos.
—¿Qué quieres? —preguntó Barbie Malibú. Me giré para mirarla y vi una sonrisa victoriosa en su rostro. Di un paso atrás y negué con la cabeza, encontrándome de nuevo con los ojos de Giovanni.
—Nada, perdonad que os moleste —dije, sintiendo que las lágrimas asomaban por mis ojos.
Giovanni apartó la cabeza mientras una única lágrima corría por mi mejilla. Me di la vuelta y empecé a caminar rápidamente hacia la cafetería.
Me limpié con rabia las lágrimas de las mejillas y me detuve cuando oí mi nombre detrás de mí. No me molesté en girarme. Ya sabía quién era.
Se puso delante de mí y trató de cogerme la mano, pero se la arrebaté y mantuve la mirada fija en el suelo.
No estaba llorando porque estuviera triste, sino más bien porque estaba herida y me sentía estúpida.
—Lo siento. Realmente no sé qué decir —dijo Giovanni, tratando de cogerme la mano de nuevo.
Di un paso atrás y me burlé. —¿Por qué? No es que estuviéramos juntos... Fue solo un error —dije, mirándolo.
Vi que el dolor se reflejaba en sus ojos, pero se fue tan pronto como llegó. Observé cómo ponía su habitual cara inexpresiva y se encogía de hombros.
—Sí, supongo que tienes razón —dijo metiendo las manos en los bolsillos. Asentí una vez como respuesta y pasé por delante para continuar mi camino hacia la cafetería.
Me senté junto a Alessandro, que estaba sentado fuera con el resto de los chicos. Sonreí a Dimitri y a Lorenzo y observé cómo Giovanni entraba también en la cafetería y miraba a su alrededor, buscándonos.
Finalmente nos vio, y giré la cabeza para mirar de nuevo a los chicos.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Alessandro cuando se dio cuenta de que ya apenas le prestaba atención.
—Nada —dije con una expresión vacía.
Alessandro abrió la boca para responder, pero la cerró rápidamente cuando Giovanni se sentó en el único asiento disponible. Para mi mala suerte, estaba justo a mi lado.
Me acerqué a Alessandro y mantuve la misma expresión inexpresiva en mi rostro.
—¿Dónde estabas? —preguntó Dimitri.
—Baño —mintió Giovanni.
Me burlé y puse los ojos en blanco. Los chicos me miraron confundidos mientras él evitaba mirarme.
—Che succede con lei? —preguntó Lorenzo. (¿Qué le pasa?)~.~
—Mi ha visto con Brittany —respondió Gio. (Me ha visto con Brittany)~.~
No tenía ni idea de lo que estaban hablando, pero solo podía suponer que estaban hablando de lo que había pasado en el pasillo.
Alessandro se levantó y cogió mi mano entre las suyas. Me levantó para que estuviera de pie y empezó a alejarme de la mesa.
—¿Adónde me llevas? —pregunté mientras me giraba y me despedía con la mano de Dimitri y Lorenzo. Giovanni se quedó mirando mis manos y las de Alessandro con una mirada fría, que obviamente ignoré.
Me di la vuelta mientras dejaba que tirara de mí.
—Me he enterado de lo que ha pasado con Brittany —dijo, deteniéndose frente a mi casillero. Supuse que Brittany era el nombre de la Barbie Malibú. Me mordí el labio y asentí.
—Lo superaré —dije, quitándole importancia como si nada.
Estudió mi cara y se pasó una mano por el pelo. —Todo esto es culpa mía. No debería haberle pedido que te invitara a una cita —dijo solemnemente.
Di un paso atrás conmocionada y respiré profundamente antes de hablar. —¿Le pediste que me llevara a una cita? —pregunté, despacio.
—Sí —dijo tímidamente.
—¿También le pediste que me besara?
—No. Fue todo cosa suya, lo juro —dijo, dando un paso más hacia mí.
—¿Por qué... por qué le pediste que me invitara a una cita?
—Porque vi la forma en la que os mirabais…
—¿Quieres decir con pura ira?
—¿Recuerdas cuando hablamos por primera vez? —me preguntó de repente.
—Sí, cuando salí de la ducha y empecé a poner música —dije asintiendo.
—¿Y cuando te enfrentaste a él en el aparcamiento? —preguntó.
—Sí —dije.
—Después de que te fueras, realmente sonrió. No prestaba atención a nada de lo que decíamos, y cuando te enfrentaste a él no pudo quitarse eso de la cabeza —dijo.
Levanté la vista cuando sonó el timbre y luego volví a mirarlo.
—Bueno, todo eso no tiene importancia a fin de cuentas. ¿Verdad? —pregunté mientras empezábamos a caminar hacia la clase.
—Algo en todo esto me parece raro —comentó mientras me seguía.
—¿Qué quieres decir?
—Nada —dijo, sonriendo falsamente. Nos detuvimos frente al aula, ya que llegábamos con un minuto de antelación, y esperamos fuera, frente a la puerta.
Alessandro y yo empezamos a hablar y a reírnos de todo y de nada mientras esperábamos a la profesora. Él miró por encima de mi cabeza hacia algo, y yo me giré para ver lo que estaba mirando.
El vestíbulo estaba vacío, aparte de la cola que esperaba a que la profesora abriera la puerta. Giovanni se estaba acercando a nosotros y yo no estaba dispuesta a enfrentarme a él.
Entonces decidí abrir la puerta de clase y entré y vi el cuerpo ensangrentado de la profesora tirado en el suelo. No pude evitarlo: grité, grité y grité un poco más.
Di un paso atrás y me choqué contra un pecho. Me giré para ver a Gio detrás de mí. Otros estudiantes comenzaron a entrar en el aula y empezaron a hacer fotos del cadáver.
Giovanni me rodeó con sus brazos y me atrajo hacia él y me puse a llorar. Cuando los alumnos empezaron a abrirse paso, me cogió de la mano y me llevó fuera.
Me indicó que me sentara en su coche y llamó a alguien por teléfono.
—La tengo. Necesito que uno de vosotros lleve su coche a mi casa —dijo. Tan pronto como dijo eso, mis ojos se dirigieron a mi coche, y sentí cómo se me rompía el corazón.
Entonces, abrí lentamente la puerta de su coche y comencé a caminar hacia el mío, mientras él me seguía de cerca.
—No… —susurré con incredulidad mientras me dirigía a la parte delantera de mi coche.
—«Aléjate de él. B» —ponia en el capó de mi coche.
Me giré y vi cómo se le ponía la cara pálida. Comenzó a dirigirse hacia el instituto y yo corrí y me puse delante de él para detenerlo.
—Quitate, Luna —gruñó.
—No —dije en voz baja.
—¿Cómo es que no estás cabreada? —preguntó, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Es solo un coche —mentí. Era solo un coche, pero alguien a quien quizá nunca volvería a ver me lo regaló, y eso era todo lo que tenía para recordarlo.
Pero esa persona tampoco habría querido que recurriera a la violencia. Quizá a la venganza, pero definitivamente no a la violencia.
—Luna... —empezó.
—No pasa nada, puedo lavarlo o algo así —dije encogiéndome de hombros.
Estudió mi rostro con cautela antes de asentir lentamente con la cabeza. —De acuerdo —afirmó mientras me llevaba de vuelta a su coche.
Me senté en el asiento del copiloto y apoyé la cabeza en la ventanilla mientras él salía del aparcamiento del instituto y empezaba a conducir.
Mientras miraba los árboles que pasaban, podía sentir que me quedaba dormida. Respiré profundamente antes de quedame dormida completamente.