Vendida al alfa - Portada del libro

Vendida al alfa

Kelsie Tate

Capítulo Tres

Thomas dio un paso al frente. Seguía siendo tan inexpresivo como cuando Autumn lo vio por primera vez.

—Manada de la Alta Montaña, hace dos días, liderasteis un ataque en las fronteras de la Manada de Luna Roja en un intento de recuperar tierras que creéis que son vuestras.

»Ese ataque ha roto el tratado que se había formado anteriormente con nuestra manada, supervisado por el rey, Alfa Elijah, por lo que se ha iniciado una guerra.

»El rey está indignado por las acciones de vuestro Alfa y las vuestras mismas. Pero el rey ha elegido ser misericordioso.

»Tenéis dos opciones: recibir un castigo y una multa, o declarar la guerra contra la manada de Luna Roja y los ejércitos del rey.

»Os hemos traído esto para que conozcáis las consecuencias de vuestros actos irreflexivos. »Os doy diez minutos para decidir si queréis continuar con la guerra que habéis empezado.

Thomas se sentó en una silla junto a un pálido Alfa Warner en la parte delantera de la sala mientras la manada estallaba en murmullos y opiniones.

Cada lobo se volvió hacia sus familias y amigos, intentando decidir si la guerra merecía la pena. Al cabo de diez minutos, Alfa Warner se puso en pie y la sala volvió a quedar en silencio.

—Bien, Manada de la Alta Montaña, he escuchado vuestros pensamientos sobre este asunto. —El Alfa frunció el ceño, sin querer decir las palabras que estaba a punto de pronunciar.

—Aceptaremos las consecuencias de nuestras acciones. Dile al rey Elijah que aceptaremos su castigo.

Thomas asintió. —Informaré a su majestad y luego volveré para aceptar su pago.

Alfa Warner asintió con el ceño fruncido antes de volver a su asiento. La manada murmuraba nerviosa entre sí, preguntándose cuál podría ser el castigo.

Autumn estaba nerviosa, sabiendo que el precio a pagar sería muy alto. Pero cualquier cosa era mejor que la muerte y el sufrimiento provocado por una guerra.

Anteriormente, cuando las dos manadas habían estado en guerra, habían sido años llenos de violencia y ansiedad.

El tratado se había formado para que nada parecido volviera a ocurrir. Hasta que el Alfa Warner decidió dejar que su ego se interpusiera en la seguridad de la manada.

Autumn en su interior cuando oyó a su loba llamar al Alfa idiota.

Thomas entró unos minutos después. —He informado al rey Elijah de vuestra decisión. Ha retirado las fuerzas que ya tenía preparadas para enviaros.

»En términos de castigo, Alfa Elijah requiere que la mitad de los guerreros sean enviados por un año a servir en la manada del rey.

La sala estalló en fuertes jadeos y gruñidos cuando la gente se dio cuenta de lo que les esperaba. Sus familias estarían separadas durante un año y la manada no tendría suficientes hombres.

—¡Eso es ridículo! ¡No podemos proteger a nuestra manada con la mitad de nuestros guerreros fuera! —Warner gritó, con la cara cada vez más roja.

Beta Thomas se giró hacia él. Le miró con frialdad y de manera desafiante haciéndole ver que se había pasado de la raya.

—Tú te lo has buscado. —Se volvió hacia la sala—. Ahora la multa.

Alfa Warner asintió y, con un gesto desdeñoso de la mano, miró hacia delante, hacia la multitud de la manada.

De repente, Autumn sintió que la agarraban por los brazos y la tiraban de la silla. Dos grandes sicarios de la manada la sujetaban con fuerza y ella empezó a defenderse.

—¡¿QUÉ ESTÁIS HACIENDO?! ¡SOLTADME! —gritó Autumn, agitándose y pataleando para que la soltaran.

La arrastraron hasta la parte delantera de la sala de reuniones ante el Alfa y la Luna.

—Esta chica nos debe una deuda de cientos de miles de dólares. No tenemos dinero para pagar la multa que nos ha impuesto el rey Elijah, así que ofrecemos a la muchacha a cambio de que sirva en vuestra manada hasta que él considere saldada la deuda.

Thomas frunció el ceño. —Deberías haberlo pensado antes de romper el tratado. La multa es de un millón de dólares. ¿Estás diciendo que esta chica vale tanto?

Luna Joella dio un paso adelante, con los ojos llenos de lágrimas falsas.

—Esta chica significa mucho para nosotros y para nuestra manada.

»Es una pérdida que difícilmente podremos soportar, pero sabemos que la seguridad de nuestra manada es más importante que nuestros sentimientos.

—¡¿Qué?! —Autumn escupió—. ¡Mentirosos! ¡Lo único que no podrás soportar es tener que lavar tu maldita ropa! ¡No podéis venderme para saldar un error que vosotros mismos cometisteis!

Thomas entrecerró los ojos antes de asentir. —El intercambio tendrá que servir. Esperemos que el rey Elijah sea comprensivo. Escoltadla fuera de aquí. Nos iremos inmediatamente.

Los ojos de Autumn se abrieron de golpe al darse cuenta de la realidad.

El miedo se apoderó de ella mientras gritaba pidiendo ayuda. —¡Por favor! ¡No dejéis que lo hagan! ¡Que alguien me ayude! ¡Por favor! —Autumn gritaba y suplicaba mientras las lágrimas corrían por su rostro.

Buscó compasión en los ojos de alguno de sus compañeros de manada, pero todos le dieron la espalda. Autumn pataleó y luchó contra los brazos que la sacaban de la sala de reuniones.

Cuando llegaron al exterior, la soltaron de forma tan brusca que cayó al suelo.

—Por favor, no corras; no tengo ningún interés en perseguirte —habló Thomas fríamente mientras se colocaba junto a ella—. Entra en el coche.

—¡No! —Autumn escupió al suelo cerca de sus pies—. No soy una propiedad que se pueda vender. No me iré contigo.

—¿Dejarás que tu manada sufra y muera en una guerra evitable porque tú, egoístamente, no te subes al coche? —preguntó Thomas mientras la miraba de reojo.

—Me vendieron para pagar una elección estúpida que ellos mismos tomaron. No son una manada para mí —gruñó.

Thomas la miró sorprendido. —Bueno, pequeña Omega, el trato ya está hecho. Ahora, ¿vas a subir al coche o tendré que atarte al techo?

Autumn lo miró con el ceño fruncido antes de erguirse y entrar en el coche. Miró por la ventanilla y contempló los terrenos de la manada, el lugar al que había llamado hogar desde que tenía uso de memoria.

Autumn siempre había imaginado dejar este lugar, liberarse de la deuda que estaba pagando y, por fin, formar un hogar en otro sitio.

Nunca imaginó que tendría que marcharse porque la habían vendido para pagar otra deuda. Ni muchísimo menos que volvería a ser propiedad de otra persona.

—Te gustará trabajar en el palacio —dijo Thomas mientras se alejaban—. Son mucho más agradables que en este lugar.

—No es probable... —murmuró Autumn.

Thomas se rió. —Eres terriblemente franca para ser una criada.

Ella le ignoró y volvió a mirar por la ventana, esperando encontrar alguna forma de salir de este lío.

«De una prisión a otra...»,refunfuñó su loba.

«Encontraremos una forma de salir de esto. No seré una criada el resto de mi vida», pensó Autumn mientras se alejaban de Alta Montaña y se acercaban a su nuevo hogar.

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