La Manada de Greystone Ridge - Portada del libro

La Manada de Greystone Ridge

Arri Stone

Capítulo 3: Extraños

ALICE

Volví a soñar con el lobo. No podía quitármelo de la cabeza.

El viaje hasta allí fue una pesadilla, tal y como pensé que sería. Tammy y Bella discutieron durante casi todo el trayecto y Cassie intentó mantener la paz. Yo me mantuve al margen; no necesitaban que les diera mi opinión.

Después de que Bella hiciera que nos perdiéramos por segunda vez, me quedé dormida pensando que nunca lo conseguiríamos.

Me desperté cuando las chicas dijeron que habíamos llegado. Sonreí por dentro cuando Bella dio un gritito de emoción.

El coche se detuvo y me tomé un momento para mí mientras todas salían corriendo. Mi corazón empezó a latir más rápido y una emoción extraña me invadió, pero no sabía que no era por las vacaciones.

Abrí los ojos y me encontré con un chico que me miraba fijamente. Sus ojos brillaban con un color avellana oscuro y me fijé en sus rasgos faciales. Robusto, pero apuesto, tenía una barba incipiente alrededor de la cara, como si no se hubiera afeitado en varios días.

Una acumulación de electricidad llenó mis venas hasta que todo mi cuerpo vibró. El hombre se quedó parado, sin moverse, como si estuviera tan conmocionado como yo. Parpadeé varias veces por si estaba soñando y tragué saliva.

Tenía la garganta seca y necesitaba beber algo. Conseguí apartar los ojos de él y encontré la botella de agua a mi lado.

Entonces, las demás salieron de la oficina, riéndose, y pensé en salir y estirar las piernas rápidamente.

Cuando salí, las demás estaban babeando por el hombre misterioso, sin quitarle el ojo de encima. Tragué el agua y dejé escapar un gemido satisfactorio, pues mi garganta estaba mucho mejor.

―Oh, estás viva ―Tammy se rio mientras se acercaba a mí, contoneando las caderas. Era su forma de llamar la atención, la de este hombre, que se quedó mirándome a mí por alguna razón. Pero entonces, Tammy se revolvió el pelo y se mordió el labio.

Puse los ojos en blanco y el hombre me sonrió. Me invadió una oleada de felicidad y excitación. Intenté no hacer ruido y apretar las piernas pero aquello no me ayudó en absoluto.

―Supongo que Linda os habrá dado un mapa. Si seguís esta carretera principal hacia arriba y cogéis la cuarta pista a mano derecha, llegaréis a vuestra cabaña ―dijo por fin el hombre.

―Está claramente señalizado. Si tenéis algún problema mientras estéis aquí, hay un teléfono en la cabina y podréis localizar a alguien en cualquier momento. ―Finalmente parpadeó y capté una chispa de color ámbar encendiéndose en sus ojos.

―Gracias ―Le sonrió Bella, pero él no me quitaba los ojos de encima, y yo cada vez me mojaba más entre las piernas por él―. Venga, vámonos. ―Y todas entramos de nuevo en el coche.

Cuando estuve a punto de entrar, noté una mano sobre la mía.

―No deambules sola cuando estés aquí. ―Estaba a centímetros de mi cara y estaba segura de haber tenido un mini orgasmo cuando sus dedos rozaron la parte superior de mi mano.

―Oh. ―Fue más un grito ahogado que otra cosa y me pareció que gruñó.

Bajó ligeramente la cabeza mientras hablaba con las demás.

―Puede haber animales salvajes, sobre todo de noche. ―Cuando volvió a levantar la cabeza, sus ojos se clavaron en los míos.

―No querréis que os devore una bestia salvaje, ¿verdad? ―dijo en voz baja, y yo estaba segura de que iba más dirigido a mí. Me soltó la mano y abrió más la puerta para que pudiera entrar.

Las chicas charlaban sobre lo que harían primero; yo me perdí en la mirada del hombre. Bella arrancó el motor y mi puerta se cerró.

Se apartó y le vi desaparecer en la distancia mientras Bella seguía avanzando. ¿Por qué me afectaba de un modo que nunca antes había experimentado?

―Vaya, sí que estaba bueno. ¿Creéis que dirige el lugar? ―Tammy soltó una risita.

―Parecía saber adónde íbamos ―respondió Bella mientras mantenía la vista en la carretera.

Pasamos la primera salida a la derecha.

―Dijo la cuarta salida, ¿no? ―Bella nos miró por el retrovisor.

​​―Sí, la cuarta salida ―murmuré mientras aún podía oír sus palabras vibrando en mi oído.

«No querréis que os devore una bestia salvaje, ¿verdad?», recordé. Mislatidos se aceleraron y el mismo cosquilleo cálido que había sentido al principio cuando lo ví me llenó.

Cerré los ojos e imaginé sus manos recorriendo mi cuerpo, pellizcándome los pezones con las yemas de los dedos…

―¡Ah! ―gritaron las chicas, y Bella pisó el freno de golpe, haciendo que el coche derrapara hasta detenerse.

―¡Mierda! ¿Habéis visto eso? ―Cassie se agarró al salpicadero delante de ella.

―Sí, definitivamente era un lobo ―Bella puso una mano sobre su corazón―. ¿Crees que estaremos a salvo aquí? ―Se giró para mirarnos a todas.

―El tipo dijo que nos ciñéramos al camino indicado; si era un lobo, estoy segura de que estaba cruzando la carretera para ir a algún sitio. ―De alguna manera, la idea de lobos corriendo cerca nuestro no me molestó.

Me había traído mi bloc de dibujo porque quería hacer más dibujos del lugar y sus alrededores.

―Oh, ¡así que en realidad le estabas escuchando, no solo te lo estabas follando con los ojos! ―me dijo Tammy, y no me gustó lo que estaba insinuando.

¿Creía que todos los hombres se tenían que sentir atraídos únicamente por ella? Cassie, por ejemplo, era mucho más guapa que ella, pero yo siempre me callaba cuando se trataba de cosas así.

Éramos grandes amigas, pero a medida que crecíamos, Tammy parecía creerse mejor que todas nosotras. Fue la única que besó a un chico de nuestro grupo, la primera en perder la virginidad y nada menos que con Leo Huck, al que todas deseaban.

No duró mucho, pero después de eso Tammy pensó que era lo más.

―Cállate, Tammy, que el chico no haya mostrado interés en ti no significa que tengas que pagarlo con Alice ―Bella alzó la voz al frente.

Me encantaba Bella. Era extremadamente vocal y no tenía pelos en la lengua. Nos quedamos en silencio.

―Ya hemos llegado ―Bella se desvió de la carretera principal por un camino pedregoso.

Al cabo de unos minutos, nos detuvimos frente a una preciosa cabaña.

Tammy salió y dio un portazo, marchándose enfadada.

​​―Oh, no seas tan infantil.

Cassie y yo les dejamos hacer; las cosas se arreglarían y todo volvería a la normalidad. Empezamos a sacar las bolsas del maletero y a llevarlas a la cabaña.

―Tenemos que guardar toda la comida y la bebida.

Cassie abrió la puerta ya que Bella le había dado la llave antes de correr tras Tammy.

―¿No dijo ese tipo que no nos saliéramos de las vías principales? ―Me mordí el labio mientras su cara aparecía en mi cabeza y me invadía la misma excitación que antes.

―Uf, Tammy puede ser tan dramática cuando se enfada ―Cassie puso los ojos en blanco y las dos nos reímos.

―Voy a preparar pasta para todas, me muero de hambre ―Se abrió camino por la cocina, sacando las cosas que necesitaba.

Saqué las cosas que quedaban del coche y decidí que Bella y Tammy podrían compartir habitación, mientras que Cassie y yo compartiríamos la otra.

Ambas habitaciones tenían preciosas camas de madera tallada con suaves sábanas, y yo diría que eran más grandes que una cama individual normal.

No tardó mucho y las otras dos aparecieron de nuevo. Dejé escapar un suspiro de alivio, pues no me hubiera gustado que pasara nada en la primera hora de estar aquí.

―Lo siento, no debería haber reaccionado como lo hice.

Tammy se me acercó y me dio un abrazo que yo le devolví.

―Estamos aquí para pasarlo bien. Será la última vez que estemos juntas antes de irnos a universidades diferentes. Lo siento, era guapo y estaba claro que le gustabas. Me puse celosa.

Me besó la mejilla, ahora en llamas.

―¿Crees que le gusté? Fue muy breve… ―me pregunté ya que no solía tener confianza con los chicos.

―No podía quitarte los ojos de encima; en un momento dado, pensé que iba a besarte.

Tammy soltó una risita. Me alegré de que todas hubiéramos vuelto a la normalidad.

―He puesto tus maletas en aquella habitación de allí ―Señalé la habitación de la izquierda. ―Deberías ver las camas.

Las barandillas y los escalones estaban tallados a mano. Tammy y Bella salieron corriendo a echarles un vistazo y yo fui a ver si Cassie necesitaba ayuda.

El vapor salía de una de las sartenes mientras ella removía una salsa en la otra. Abrí la ventana más cercana y, al contemplar el bosque, se me cortó la respiración al ver un lobo.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea