La compañera predestinada del Alfa - Portada del libro

La compañera predestinada del Alfa

A. Oliver

Capítulo 3

LAURA

Después de una hora corriendo por el bosque, Atenea se dirige hacia el claro y vuelvo a transformarme. El aire frío del invierno golpea mi cuerpo, pero es una sensación bienvenida contra mi piel caliente.

Mientras me visto, no puedo evitar pensar en el lobo negro de entre las sombras. Sus ojos están grabados en mi mente. ¿Qué estaba haciendo tan cerca de nuestro territorio? Mientras camino lentamente hacia la casa de la manada, mi mente no puede olvidarse de él, y me propongo contárselo a Sebastian o a Ewan.

Entro en el jardín y todos me reciben con los brazos abiertos. Después de todos los abrazos, cariños y charlas del estilo “te dije que no era para tanto” nos dirigimos a la casa.

Sentada con Carly y Georgia, noto unas tenues marcas de mordiscos en sus cuellos. Son mordeduras de compañeros, no perceptibles para los demás hasta después de su primera transformación. Es una de las razones por las que los humanos no saben de nosotros.

Y entonces me doy cuenta. Mis ojos se abren de par en par con incredulidad.

—¡Carly Alexis Barker! ¿Estás apareada?

Todo el mundo a mi lado salta ante mi reacción, y la cara de Carly se vuelve roja como un tomate.

Pongo su mano entre las mías y le sonrío cálidamente. —¿Por qué no me lo has contado? ¡Me lo cuentas todo! ¿Quién es él? ¿Es bueno contigo? ¿Es guapo? ¿Es bueno en la cama? Quiero todos los detalles, señorita.

Carly me sonríe torpemente y yo recorro la habitación. Todos han vuelto a sus conversaciones, y entonces mis ojos se posan en mi hermano. Aunque está hablando con Sebastian, puedo verle la cara. Le entra el pánico.

Y entonces lo huelo. Su olor. Está más cerca que él. Miro fijamente a mi hermano durante un breve instante antes de volver mi atención a Carly. Y de repente todo tiene sentido.

—¡Ew! ¿Ewan es tu compañero? ¿Mi hermano? ¿Él es tu compañero?

Ewan nos mira. No sé si está enfadado porque le hablo así a su compañera o si tiene miedo de que le arranque la cabeza.

Carly me agarra la mano y me obliga a volver a centrarme en ella. —Tres días después de mi primera transformación, tuve mi primer celo. Estábamos tomando el sol en tu jardín, ¿recuerdas?

Asiento con la cabeza, estupefacta, pero escuchando.

—Bueno, fui a la cocina a por algo de beber y tu hermano estaba allí. Nos miramos a los ojos y lo supe. Hubo una chispa instantánea, algo que nunca antes había sentido.

—Pero tú eres mi mejor amiga, y él es tu hermano. Sabía que estaba fuera de los límites, así que le dije que si me pedía ser su pareja, lo rechazaría. Pero se negó a pedírmelo. Me dijo que esperaría hasta que fuera el momento adecuado.

—Yo seguí con mi vida, pero el vínculo se hizo cada vez más fuerte hasta que no pudimos resistirlo más. Nos apareamos hace solo cuatro días, pero decidimos esperar hasta tu transformación para decírtelo. No queríamos arruinar tu noche.

Miro a mi hermano y veo la tristeza en sus ojos. Sé que siente que me ha traicionado. Pero el vínculo de apareamiento es algo que no se puede ignorar. Es nuestra creencia más poderosa y sagrada. Nuestro regalo de la Diosa de la Luna.

Sonrío cálidamente y abrazo a Carly con fuerza. —Me alegro mucho por ti. Mi mejor amiga está a punto de convertirse en mi hermana. Os quiero mucho a los dos.

Miro a mi hermano, que sonríe aliviado. Le sonrío con picardía. —Follarte a la mejor amiga de tu hermana... eso sí que es Pornhub, si me permites decirlo.

Sebastian se atraganta con la bebida y veo cómo se ríe bajo su ataque de tos. Mi hermano me guiña un ojo antes de levantarse para darme un abrazo.

—Vale, vale. Ahora estás raro —le digo bromeando mientras rompo nuestro abrazo—. En realidad, quiero hablaros a los dos de algo que ha pasado en el bosque —digo dirigiéndome tanto a él como a Sebastian.

Tengo toda su atención. La preocupación, el pánico y la ira llenan sus rostros mientras esperan en silencio a que hable.

—Estaba en el claro y acababa de transformarme cuando oí un gruñido. Había un lobo negro enorme mirándome. No sé cuánto tiempo estuvo allí. No lo reconocí, pero no parecía peligroso. Me mantuve firme, le advertí que no se acercara y hui.

Ambos intercambian una mirada antes de volverse hacia mí.

Seb me pone la mano en el hombro. —Gracias por avisarnos. Nos ocuparemos de ello —dice con una cálida sonrisa—. Ahora ve a disfrutar del resto de la noche. Ewan, a mi despacho. —Ambos se levantan y asienten respetuosamente con la cabeza antes de salir de la habitación.

—Qué raro, pero bueno —resoplo para mis adentros mientras vuelvo con Carly.

—He cambiado de opinión —le digo—, no quiero todos los detalles, ni ninguna información sobre tu vida amorosa, muchas gracias.

La vida es realmente perfecta en este momento. No quiero que se acabe nunca.

JETT

Me siento en la cocina de la casa de invitados a beber un vaso de whisky barato. Por supuesto que es barato —sé que Sebastian solo ha llenado el bar de cosas baratas para cabrearme—, pero me relaja de lo que sea que esté sintiendo en ese momento.

No puedo sacarme a esa lobita blanca de la cabeza. Está ahí como un molesto y jodido zumbido dentro de mi cerebro, del que no creo que me aburra nunca.

Me enciendo otro cigarrillo y apoyo la cabeza en las manos, frotándome las sienes.

¿Qué coño me estás haciendo, pequeña?

Suspiro para mis adentros y me bebo el whisky que queda en el vaso.

Una voz atronadora grita en la puerta, y sé exactamente quién es.

Antes de que pueda decirles que entren, la puerta se abre de golpe. Los pasos de Ewan y Seb resuenan por toda la casa mientras se dirigen a la cocina, y me preparo para su ira.

—¿Qué coño hacías en el bosque, Black, mientras mi hermana hacía su primera transformación? —La voz de Ewan es grave y peligrosa cuando entra en la cocina y apoya las manos en la barra frente a mí.

—¿La viste desnuda? ¡Maldito pervertido!

Siento la rabia crecer en mi pecho mientras me pongo en pie y miro fijamente a Ewan. Sé que con un solo golpe podría dejarlo inconsciente una semana entera.

El pensamiento es tentador, pero mantengo la calma mientras Sebastian pone la mano en el hombro de Ewan, apartándolo de mí.

—Tranquilo, Beta. Cálmate. No hay necesidad de derramar sangre. Es la noche de tu hermana, ¿recuerdas? —Sebastian habla con un tono neutro, pero la furia que baila en sus ojos coincide con la de su beta.

—No sabía que había una primera transformación esta noche —digo, intentando calmar la situación—. Me advertisteis de que me alejara de la casa, no del bosque. Salí a correr. Cuando llegué, estaba en mitad de la transformación.

Levanto las manos para mostrar que no quiero pelear. —No la vi desnuda. Ya se estaba cambiando cuando llegué. Tienes mi palabra. —Ni una completa mentira, ni una completa verdad.

La forma de sus nuevas curvas está grabada para siempre en mis ojos, pero no puedo dejar que ni su alfa ni su hermano lo sepan.

Sebastian me mira fijamente, buscando cualquier señal de engaño. Le devuelvo la mirada, desafiándole a que me cuestione. Observo su rostro y veo el momento exacto en que acepta mi afirmación como cierta.

—No está mintiendo —le dice a Ewan—. Conozco a este idiota desde hace muchos años, y tienes mi palabra, Beta, de que dice la verdad.

Al cabo de un minuto, Ewan da un paso atrás y se pasa las manos por el pelo.

Me meto las manos en los bolsillos despreocupadamente.

Silencio, silencio incómodo, pienso mientras los estudio a ambos. Suspiro y me aclaro la garganta antes de tomar una iniciativa que nunca pensé que tomaría.

—Seb, escucha, quiero disculparme por lo que pasó con Georgia. —Le miro con probablemente la mayor humildad que he mostrado en mucho tiempo—. Estaba borracho y era un imprudente en ese entonces. Me pasé de la raya. —Trago saliva—. Lo siento de verdad y sinceramente.

Sebastian me mira, estudiándome. Su última mirada me dice que, una vez más, me cree.

—Fuiste imprudente. Fuiste un maldito idiota, pero te perdono. Y te agradezco la disculpa, Jett. Gracias —responde Sebastian, tendiéndome la mano.

Nos damos un apretón en señal de respeto y me vuelvo hacia Ewan. —Y tampoco tengo nada malo contigo, Ewan.

Ewan se limita a asentir, con una sensación de comprensión mutua entre nosotros. Me dirijo a la barra, saco la botella de whisky y otros dos vasos y nos sirvo una copa a los tres.

—Tendréis que perdonarme, pero no es el mejor whisky que he probado. El alfa me dio esta mierda, así que tendré que conformarme. —Miro a Sebastian con una sonrisa juguetona.

Levanta una ceja y sonríe. —Tenía que cabrearte de alguna manera. ¿Qué mejor forma de hacerlo que suministrarte whisky de mierda?

Me río entre dientes mientras les acerco sus vasos. Levantamos nuestras copas antes de bebérnoslas de un trago.

Ewan frunce el ceño ante el sabor. —Joder. Está malo de cojones —dice con voz tensa.

Los tres nos echamos a reír.

Sebastian me mira un momento antes de adelantarse para hablar. —¿Cómo lo llevas, Jett? La verdad —pregunta en tono sincero.

Pienso un momento antes de responder. He pasado por muchas cosas estas últimas semanas. Y si alguien pudiera entenderme y aconsejarme, ese sería Seb.

—¿Sinceramente? Ha sido una lucha constante, Seb. Me conoces, nunca fui amante de la responsabilidad. Y siendo el gilipollas que era, nunca escuché ni asistí a las reuniones a las que debería haber asistido para entender de qué va realmente dirigir una manada.

Suspiro y sacudo la cabeza antes de continuar. —Es estresante, como sabes, pero además tengo el problema añadido de mi primo, Kai, y se está convirtiendo en un grano en el culo.

Veo cómo la cara de Seb pasa de la comprensión a la preocupación. —¿Qué le pasa? ¿Y sabes por qué tu tío le ha enviado a él a las fiestas en lugar de asistir él mismo? Es todo tan raro… —dice Sebastian secamente mientras Ewan se levanta, sumido en sus pensamientos.

—No lo sé —consigo decir mientras me sirvo otra copa—. Desde la guerra, Kai se ha vuelto loco y peligroso. Muy peligroso. Hemos intentado seguirle la pista, pero es un bastardo escurridizo. Y con la reciente muerte de mi padre, estoy preocupado.

Miro a Sebastian y luego a Ewan. —De alfa a alfa, te sugiero que refuerces la seguridad con él cerca.

—Considéralo hecho —dice Ewan asintiendo con la cabeza.

Mientras sonrío, pienso en mi lobita. Más que nada, quiero que esté a salvo. El deseo de vigilarla de cerca mientras estoy aquí sale a la superficie. Me decido a apartar ese pensamiento de mi mente cuando Sebastian me interrumpe.

—Deberías salir a correr mañana, Jett. Despejar tu cabeza. Hay un sendero al norte. Es tranquilo y silencioso. Siempre me ayuda cuando estoy pasando por un mal momento —dice con genuina preocupación en su tono.

Asiento con la cabeza, aceptando la idea, pero también deseando volver a encontrarme con mi lobita. Se me dibuja una sonrisa en los labios al pensarlo.

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