Raven Wimberley
RUBY
Hoy ha sido un día de locos. No esperaba encontrarme con dos moteros cabezas huecas. He visto muchos en mi vida. Al taller de mi padre solían venir un montón. Mi padre era un as arreglando motos, pero a mí se me dan mejor los coches grandes y viejos. Aunque todavía sé cómo reparar motos. Cuando mi padre se jubiló, la mayoría de sus clientes no querían que una mujer les arreglara sus máquinas.
Por eso tengo que apañármelas con los coches de los vecinos y echar una mano a quien no sea sexista. A veces hasta me hago pasar por secretaria, contestando con cuidado y diciendo que el mecánico está comiendo con un cliente. Es una pena, lo sé.
Por suerte, di con este libro. Ahora tengo que estudiarlo y arreglar este coche para poder pagar las facturas a tiempo.
Mis padres dejaron de currar y se mudaron lejos para vivir con unos amigos y tener su espacio. Mi hermana vive con su futuro marido a unas dos horas de aquí. Así que me las apaño sola en nuestra vieja casa, intentando salir adelante.
Estoy en casa con dos teléfonos cuando suena el móvil del trabajo. Las llamadas del taller van a un móvil que compré solo para eso.
—Taller de Big Stan. Soy Ruby. ¿En qué puedo ayudarle?
—Hola, Ruby. Soy Steve. ¿Puedo llevarte mi vieja camioneta?
—Hola, Steve. Claro que sí. ¿Cómo están Tammie y los niños?
—Bien, bien. ¿Tus padres están contentos donde se mudaron?
—Parecen felices. Ya los conoces. Trae la camioneta cuando quieras y me pondré manos a la obra. Tengo que colgar. Necesito estudiar sobre motores eléctricos para este coche.
—Vale, cariño. No estudies demasiado, y ven a cenar con nosotros algún día. A Tammie no le gusta que estés sola. Sabes que eres como nuestra hija.
—Ay, gracias, Steve. Lo haré. Lo prometo. Adiós.
—Adiós.
Adoro a Steve y Tammie. Son los mejores amigos de mis padres y viven cerca. Crecí con sus hijos y era más cercana a su hijo mayor, Robert. Solíamos jugar al fútbol juntos fuera, e incluso a veces echaba una mano en el taller.
Sin embargo, hace mucho que no lo veo… Pienso en los viejos tiempos antes de que vuelva a sonar el teléfono del trabajo.
—Taller de Big Stan. Soy Ruby. ¿En qué puedo ayudarle?
—¿Ruby? ¿La chica guapa de la librería, Ruby?
Mi corazón da un vuelco. Es esa voz agradable del guapo motero de hoy, Damien. ¿Por qué está llamando? Antes de que pueda decir nada, él habla de nuevo.
—Por favor, no cuelgues. Este es el cuarto taller al que he llamado.
Por fin puedo hablar. —¿Puedo ayudarte en algo? ¿El hombre que estaba contigo necesita otra lección sobre cómo arreglar coches?
Se ríe, un sonido profundo y bajo, y tengo que agarrar el teléfono con más fuerza para no dejarlo caer. —Quería disculparme por él. A veces Dozzer habla sin pensar. Ha sido un grosero.
—Gracias. Lo aprecio, pero estoy acostumbrada a eso.
Hay silencio en el teléfono, y me doy cuenta de que debería estar preguntándole sobre cualquier problema que tenga. —Dijiste que soy el cuarto taller al que has llamado. ¿Necesitas algo? Si no lo tengo aquí, probablemente pueda pedirlo para ti.
—Bueno... —se ríe de nuevo— Primero, déjame decir que no intento molestarte. Pero me gustaste, y me preguntaba si podría invitarte a salir alguna vez.
Mientras escucho a Damien por teléfono, un hombre en el fondo grita: «¡Dáselo, nena!» y una mujer se ríe.
Damien rápidamente cubre el teléfono, pero aún puedo oírlo decir: «¡Shh! ¡Silencio!»
Se me cae el alma a los pies. Siempre duele. Por supuesto que es otra broma. Herí los sentimientos de su amigo, así que él tiene que herirme a mí.
—Mira —digo—. ¿No crees que estás demasiado grande para estos jueguecitos? Tu amigo estaba siendo un patán. No significa que tú también tengas que serlo. No estoy interesada.Cuelgo antes de que pueda decir algo más y dejo el teléfono sobre la mesa. Respirando hondo, intento no llorar. Ha pasado un tiempo desde que esto sucedió, pero en serio, ¿cuánto puede aguantar una chica? No puedo ganar porque soy una chica, y no puedo ganar porque soy gorda y fea. Ya lo pillo.
Me levanto y doy vueltas por la habitación, tratando de calmarme. Tengo demasiado trabajo que hacer para dejar que esto me afecte. Sacudo la cabeza, me siento y trato de concentrarme en estudiar sobre motores de corriente continua. Tengo que trabajar en ese coche y tenerlo listo para el martes, o no podré pagar algunas facturas.
Mi teléfono hace un sonido y me quedo de piedra. No puede haber conseguido mi número personal, ¿verdad? Mirando el teléfono, veo que es un mensaje de mi mejor amiga June, y me relajo.
Intento volver a leer, pero sigo pensando en Damien. Por fuera, parece perfecto, pero después de la llamada telefónica... ¿Realmente pensó que sería lo suficientemente tonta como para creer que podría gustarle? Además, ya ni siquiera intento salir con nadie.
Decido dejar el libro por esta noche y voy a darme una ducha antes de acostarme. Estoy cansada y he tenido problemas para dormir. Reviso todas las cerraduras y ventanas, me aseguro de que la casa esté segura antes de subir.
En la cama, sigo dando vueltas. ¿Por qué no puedo quitarme a ese tío de la cabeza?