El profanador de cunas - Portada del libro

El profanador de cunas

Shannon Whaley

Prima Hostia

RyderEstoy aquí
Ryder¿Tú?
PhillipsYendo ahora.
RyderNo envíes mensajes de texto mientras conduces.

LAUREN RYDER

Lauren se ajustó el abrigo al salir de su coche.

El clima era inusualmente frío para el mes de abril, pero eso no era lo que le estaba dando escalofríos.

Fueron los gemidos procedentes del coche patrulla del otro lado de la calle —los lamentos desgarradores e inarticulados entrecortados con «¡No! ¡No! ¡Mi bebé!»— que resonaban en Hell's Kitchen Park.

Lauren vio a Phillips ni bien cerró la puerta de su coche.

—Buenos días. ¿Estás listo? —preguntó.

Le guiñó un ojo, como siempre hacía cuando estaban a punto de entrar en una situación inquietante, como si dijera: «Te cubro las espaldas». Le agradaba que él esté allí.

Lauren y Phillips le mostraron sus placas a los agentes uniformados que bloqueaban la escena, y se agacharon bajo la cinta amarilla que rodeaba el parque infantil.

No me gusta a donde va esto, ~pensó Lauren.

Lauren vio al Dr. Mark Lennox, el médico forense en jefe de la comisaría, de pie junto al carrusel, con un cuaderno en la mano.

El sol de la mañana comenzaba a abrirse paso entre la oscuridad y, cuando Lauren llegó al lado de Lennox, proyectó una tenue luz sobre la imagen más espantosa que jamás había visto.

—Isabelle Mackintosh —dijo Lennox.

Se parece a Emma. ~

¿Cuántos años? —preguntó Lauren.

—Seis —dijo Lennox, confirmando lo que Lauren sospechaba.

El cuerpo sin vida de la chica estaba sentado en un camisón blanco, con el cuello de encaje manchado de rojo por la sangre. Estaba posada en el carrusel como si estuviera montada en él.

Sus ojos estaban abiertos a la fuerza.

Su boca, manipulada en una sonrisa torcida.

Dios, no. ~

Lauren había visto muchos horrores en su tiempo en el cuerpo, pero esto era diferente. Esto era material de pesadillas.

En realidad, nunca he tenido una pesadilla tan mala. ~

¿Causa de la muerte? —le preguntó Lauren a Lennox con la voz más firme que fue capaz de reunir.

—Herida de bala en la parte posterior del cráneo. Seccionó el tallo cerebral. Debe haber muerto al instante, por si eso te sirve de consuelo.

No sirve. ~

Lauren se agachó lentamente junto al cuerpo de Isabelle, con cuidado de no tocar nada que pudiera ser útil para el caso.

Miró más profundamente el rostro de pura inocencia, un rostro que nunca crecería más allá de este preciso momento.

Nunca más cumpleaños. ~

¿Tenía «casi seis»? ~

Lauren se enderezó y tragó, ocultando con esfuerzo lo molesta que estaba.

A Isabelle le habían robado el futuro.

Encontraré a quien hizo esto, ~El juramento de Lauren era a la niña. Y a sí misma.

Observó lo que parecían ser hematomas en las piernas, los brazos y la cara de la niña.

¿Podría ser postmortem, o ese monstruo la golpeó mientras estaba viva? ~

La lividez irregular indica que su cuerpo fue movido bastante después de la muerte —dijo Lennox, como si leyera su mente—. Al menos, esa es mi sospecha. Lo sabré con seguridad cuando la lleve al laboratorio.

Magulladuras postmortem... sigue sin servir de consuelo. ~

Así que probablemente la mataron en otro lugar y luego la transportaron aquí —respondió Lauren, tratando de ignorar el nudo que se formaba en su garganta.

Mientras seguía estudiando la escena, escuchó a Phillips hablando con Lennox.

—Esto es un desastre, hombre. Tenemos que limpiar esto y llevarla a la autopsia lo antes posible. Habrá niños caminando por este parque para ir a la escuela en una hora.

—Le diré a mi equipo que empiece a recogerlo todo —respondió Lennox, señalando con la cabeza a John Patel, su asistente.

—Nos encontraremos en el laboratorio en un rato —dijo Phillips.

—Deberíamos ir a hablar con la señora Mackintosh —le dijo Lauren a Phillips con temor.

—¿Quieres que me ponga al frente? —preguntó Phillips.

—No, yo me encargo esta vez" —respondió Lauren, dándole la espalda a la horrible escena. Phillips la siguió de cerca.

Mientras caminaba, Lauren hizo crujir sus nudillos, estiró los brazos, movió los dedos de sus pies... cualquier cosa para enviar energía a sus extremidades y alejarse del nudo que se le desplazaba desde la garganta hacia el estómago.

Se acercó al coche patrulla de la oficial Davis, donde la joven consolaba a la madre de Isabelle.

Había dejado de gritar, pero ahora tenía la cara enterrada en las palmas de las manos y todo su cuerpo temblaba descontroladamente.

—¿Sra. Mackintosh? —preguntó Lauren, extendiendo una mano y poniéndola con cautela en el hombro de la mujer.

La madre de Isabelle la miró con los ojos húmedos y muy abiertos.

—Mi nombre es Lauren Ryder. Soy la detective en el caso de su hija. Y este es mi compañero, Steven Phillips.

—Hola —contestó la señora Mackintosh, mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la manga—. Angela, por favor.

—Angela, sentimos mucho tu pérdida. Entiendo lo devastada que debes estar —dijo Lauren, aunque estaba segura de que no podía comprender la agonía de la madre en ese momento.

Y esperaba no tener que hacerlo nunca.

—La cosa es —continuó Lauren—, que para atrapar al monstruo que hizo esto, tenemos que movernos rápido. ¿Te importaría volver a la estación con nosotros para que podamos hacerte algunas preguntas?

Angela asintió.

—¿Tienes un marido? ¿Un compañero? ¿Alguien más que haya estado en su casa contigo anoche?

—Marido. Ha vuelto a casa con nuestro otro bebé. No pudo soportarlo, estar aquí… es demasiado.

—Entiendo. Hablaremos con él más tarde. Pero empecemos por ti.

Angela se metió en la parte trasera del coche de policía y el compañero de Davis, Matthews, empezó a conducir hacia la comisaría. Lauren y Phillips los siguieron.

STEVE PHILLIPS

Phillips, Lauren y Angela estaban sentados en el despacho de los detectives. Angela tenía las manos en torno a una taza de espuma de poliestireno, llena de té verde humeante.

Tomó un sorbo, exhaló y miró a Lauren.

—Tómate todo el tiempo que necesites —dijo Lauren con suavidad.

—Si no te importa, tomaré algunas notas —dijo Phillips, sacando un bloc del bolsillo de su chaqueta. Sonrió suavemente, mientras Angela asentía en señal de aprobación.

Angela volvió a respirar hondo antes de lanzarse a contar su historia. —Me desperté en algún momento de la noche. Alrededor de las cuatro, porque es cuando Bethany suele despertarse con hambre.

—¿Bethany? —interrumpió Lauren.

—Nuestra pequeña. Cumplió seis meses la semana pasada.

—Entiendo.

—La alimenté, la puse a dormir y...

Angela ahogó un sollozo.

Phillips miró a Lauren sabiendo que, aunque no lo demostrara, todo este asunto era agonizante para ella.

Pero Lauren era muy buena en su trabajo. Le tendió una mano a Angela para que la cogiera. Ella la tomó y continuó.

—Bueno, normalmente nunca compruebo a Izzy. Duerme muy bien. Pero decidí asomar la cabeza y, no sé, tuve algún presentimiento, supongo, y su cama... estaba...

No pudo contenerse más. Las lágrimas se derramaron por sus mejillas.

—Vacía, logró decir—. Busqué por todas partes. Desperté a Mike. Él buscó conmigo. Ella n-no estaba. Fue entonces cuando llamamos a la policía.

—¿Conoces a alguien capaz de hacer esto? ¿Alguien que podría querer atacar a tu familia?— preguntó Lauren.

—¿Cómo puede alguien hacerle esto a una bebé? ¿A mi bebé?

Angela se levantó de repente de su asiento. —Tengo que ir a casa. Mike está solo con Beth. Necesito estar con mi familia.

—Por supuesto. Solo una pregunta más— dijo Lauren con calma—. ¿Fue usted quien encontró a su hija esta mañana?

—Sí —respondió ella—. Yo y Mike... no podíamos dormir. Decidimos turnarnos para buscar en el barrio. Yo ya había rastreado ese parque un millón de veces. Pero cuando volví, ella estaba... estaba...

Angela gimió y se lanzó a los brazos de Lauren.

Permaneciendo donde estaba sentado, Phillips observó cómo Lauren la sostenía, un músculo saltando en la mejilla de Lauren.

Se separó de Angela. —Definitivamente, deberías ir a estar con tu familia. Los oficiales Davis y Matthews te llevarán a casa.

Lauren le entregó a Angela su tarjeta. —No dudes en llamarme si tienes alguna pregunta. O cualquier idea. De día o de noche.

Angela cogió la tarjeta y salió a trompicones de la habitación hacia Davis y Matthews.

Phillips sintió que su móvil sonaba y lo sacó del bolsillo.

LennoxBaja aquí lo antes posible.
LennoxTienes que ver algo.

Cuando Angela desapareció, Phillips se volvió hacia Lauren. —Nosotros también tenemos que irnos —dijo.

Lauren le miró interrogativamente, y él le puso la pantalla de su teléfono en la cara.

Salieron corriendo de su despacho y se dirigieron al laboratorio médico.

LAUREN RYDER

Solo tomaría un par de minutos llegar al laboratorio. Lauren rara vez se detenía a socializar, y nadie esperaba que lo hiciera. Sabían que solo iba por trabajo.

Sin embargo, antes de que los detectives llegaran, el teléfono de Lauren empezó a sonar.

LiamVen temprano si puedes, para ayudar a preparar.
LiamResulta que las mini magdalenas no se cocinan solas lol.

No. Maldición. ~

No quería defraudar a Liam por mensaje de texto, pero con este caso, no había manera de que llegara a la fiesta de cumpleaños de Emma.

Llamó a Liam.

—Oh, oh —fue lo primero que dijo él al responder.

—¿Qué?

—Nadie responde a un mensaje con una llamada, a menos que esté confundido sobre el plan o lo cancele. Y tú nunca estás confundida.

—Lo siento mucho, mucho, mucho, Liam. Quiero estar ahí más que nada, pero...

—Pero no puedes irte. Lo sé, lo sé. Se lo diré a Emma.

—Asegúrate de que escuche que lo siento y que iré...

Pero Liam ya había colgado el teléfono.

Lauren se entristeció al pensar en la cara de decepción de su sobrina cuando supiera que, una vez más, su tía había decidido quedarse en el trabajo en lugar de ir.

Una niña de seis años estaba muerta, y Lauren tenía que averiguar quién lo había hecho.

Llegaron al laboratorio. Lennox estaba claramente esperándolos. Tenía una expresión de dolor en su rostro.

—¿Qué es tan urgente? —Preguntó Phillips—. ¿Encontraste ADN?

—Todavía no —respondió Lennox—. Pero tienen que ver esto.

Se acercó a la mesa en la que Patel aguardaba junto al cuerpo de Isabelle.

Con los ojos cerrados y la cara limpia, casi parecía dormida.

—Prepárate —dijo el joven ayudante, mientras retiraba la manta blanca que cubría su pequeña y flácida forma.

En la carne de su estómago había dos palabras grabadas, sí, grabadas:

Prima Hostia. ~

Lauren solo había cursado un año de latín en la universidad, pero era suficiente para saber lo que significaba esa frase. Lo suficiente para darse cuenta de que, si no atrapaban pronto al asesino, seguramente habría otro cadáver.

Contuvo la respiración, mientras buscaba las palabras para estar segura. Sus peores temores se confirmaron.

Latín: Prima Hostia. ~

Español: Primera Víctima. ~

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