Alfa y Luna - Portada del libro

Alfa y Luna

Skylar Greene

Capítulo 6

JADE

Me despierto con una sonrisa en la cara. Hoy empieza un nuevo día para Julia y para mí. Hemos decidido ir al centro comercial a por ropa y cosas para el hogar.

Nuestra casa está vacía. Lo único que tiene son comestibles. Me meto en la ducha mientras Julia sigue durmiendo. A ella no le gusta madrugar, pero a mí sí.

Voy al armario y saco una camiseta de tirantes roja con unos vaqueros pitillo azules de cintura alta. Me pongo las converse rojas y bajo a la cocina a preparar el desayuno.

Miro en la nevera y saco huevos, salchichas y zumo. Preparo dos sándwiches de huevo y salchicha, y luego preparo dos zumos de naranja. Le grito a Julia que se levante a desayunar.

Le gusta la comida tanto como a mí. Baja las escaleras y luego refunfuña por haberse levantado temprano, mientras se llena la boca de comida. Cuando terminamos, yo limpio mientras ella se ducha.

Cuando vuelve a bajar, le pregunto si está preparada para el día de hoy. Asiente y nos dirigimos al coche. Llegamos al enorme centro comercial y recorremos rápidamente las numerosas tiendas.

Le digo que primero podemos comprar la ropa y luego el menaje. La primera tienda a la que llego es una bonita boutique que tiene toda la ropa que me gusta llevar.

Me pruebo distintos vaqueros, camisetas y vestidos para ver cómo me quedan. Cojo todo lo que quiero comprar y me dirijo al mostrador.

Julia está justo detrás de mí en el mostrador, esperando para pasar por caja. Decido esperarla en la puerta de salida.

Estoy a punto de salir por la puerta cuando veo al tío más guapo que he visto en mi vida. Me doy cuenta de que va con otros dos tíos detrás, pero no tienen nada que ver con mi chico.

Vale, no sé por qué he dicho «mi chico». No es mi chico. Pero no puedo quitarle los ojos de encima.

Es alto, más que yo. Yo solo mido 1,70, pero él parece que podría medir 1,80 o más. Tiene una piel morena preciosa, ojos azules y pelo negro azabache.

Parece que hace ejercicio todos los días y no se salta el día de piernas. La camiseta le abraza los brazos y marca sus abdominales. Parece que si se flexiona un poco, su camiseta podría rasgarse.

Sus pantalones se ciñen a los músculos de sus pantorrillas, y su mirada me provoca algo.

No puedo apartar los ojos de él. Ni siquiera me doy cuenta cuando Julia se acerca a mi lado. Entonces, de repente, se da la vuelta y se marcha sin decir nada.

Me quedo de piedra hasta que escucho a Julia

―Es guapo.

Pero solo puedo pensar en que es un maleducado por mirar sin decir nada. Sacudo la cabeza, intentando no pensar en él y nos dirigimos a las otras tiendas.

Por mucho que quiera olvidarme de él, su cara sigue apareciendo en mi mente. Ojalá no fuera así, porque ahora mismo no necesito a ningún tío en mi vida.

Probablemente ya ni siquiera quiera volver a salir con uno, sobre todo viendo cómo terminó mi última relación.

Después de comprar ropa, nos dirigimos a una tienda que vende muebles para el hogar. Compramos un sofá, sommiers y alguna cosa más. Llevamos horas comprando y ya estoy cansada.

A Julia le encanta ir de compras, así que podría seguir si no fuera porque le ruge el estómago. Nos dirigimos a un restaurante y decidimos comer algo antes de volver a casa.

Me alegro de que hayamos encontrado todo el menaje que necesitábamos. Los colchones deberían llegar hoy, pero los demás artículos llegarán mañana.

Me parece bien, porque significa que tendremos camas donde dormir esta noche.

***

A la mañana siguiente, me despierto muy descansada. Mi cama ―de matrimonio― fue muy cómoda anoche. Julia ha vuelto a dormir en mi habitación, pero no me importa.

Las dos pasamos por algo traumático y creo que tenemos que hablarlo pronto con alguien. Sé que sigo posponiendo la conversación, pero creo que esta noche hablaré con ella de ello.

Me pongo un maxivestido azul, unas zapatillas y bajo a preparar el desayuno. Preparo sándwiches de beicon y huevo con zumo de manzana y luego le grito a Julia que baje a comer.

Baja en camisón, engulle la comida y corre a ducharse. Los de la mudanza llaman por teléfono y me avisan de que llegarán pronto. Oigo el timbre y sé que son ellos.

Entran y empiezan a reorganizar las cosas como yo quiero. En cuanto Julia vuelve a bajar las escaleras, suena mi teléfono y veo que es la universidad.

Le digo que ayude a los de la mudanza mientras atiendo la llamada. Subo corriendo justo a tiempo para contestar.

Me comunican que podríamos empezar mañana y que solo nos quedarían dos clases para obtener el título.

Estoy muy contenta, porque eso significa que pronto habremos terminado y podremos empezar a abrir nuestro propio negocio.

Cuando vuelvo abajo, veo a los de la mudanza marchándose y a Julia sentada en el sofá encendiendo la tele.

Me siento a su lado y le digo que mañana podremos ir a la universidad y que solo nos faltan dos clases para graduarnos. Está tan emocionada como yo.

Después de ver un programa de televisión, le digo que tenemos que hablar de algo importante. Sinceramente, no sé cómo abordar el tema, pero sé que tengo que hacerlo.

Respiro hondo para situarme.

―Julia, creo que necesitamos ver a un terapeuta, tal vez juntas, y luego por separado también.

Me doy cuenta de que quiere decirme algo, pero levanto la mano para que me deje terminar de hablar primero.

―Sé que las dos hemos pasado por algo traumático, yo con el secuestro y tú con pensar que me habías perdido. Necesitamos ayuda, y creo que la terapia nos ayudaría.

»También quiero que sepas que tampoco me importa que duermas conmigo. Puedes seguir haciéndolo hasta que sientas que ya no lo necesitas.

Veo las lágrimas bajar por su cara y corroboro que tengo razón. Está asustada. Pensó que me perdía. Solo nos tenemos la una a la otra, y así ha sido durante algunos años.

―¿De verdad no te importa que duerma en tu cama, aunque tenga la mía?

Niego con la cabeza y la estrecho entre mis brazos. Llora un poco más y luego acepta ir a terapia. Le digo que lo investigaré y le contaré lo que descubra.

Seguimos viendo Real Housewives. Sé que es un programa de televisión basura, pero no puedo dejar de verlo. Es uno de mis placeres ocultos.

Pedimos comida para llevar en un restaurante chino. Yo pido pollo con sésamo y ella pollo General Tso, y esperamos a que llegue la comida.

No puedo evitar que el tipo de ojos azules siga apareciendo en mi mente. No dejo de pensar en cosas subidas de tono con él, y yo no soy así. Necesito alejarlo de mi mente.

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea