
Lecciones ardientes
Aixa Loughty es una chica con pronunciadas curvas, escondidas tras sus atuendos holgados de secretaria que la invisibilizan para cualquier hombre que fije la mirada en su cuerpo.
Ella está enamorada del Ceo de Darketing Holdings… Jael Darkeyen.
Aixa se ha propuesto cautivar el frío corazón de aquel mujeriego e inalcanzable Ceo, a pesar de su inexperiencia en el campo de la seducción masculina, pero no se dará por vencida tan fácilmente. Así que no le queda otra alternativa que buscar un hombre dispuesto a mostrarle paso a paso qué debe hacer para conseguir seducir al dueño de sus fantasías nocturnas.
Iskender Rymer es uno de los compañeros de Aixa y el hombre que eligió para darle esas lecciones ardientes.
Iskender le mostrará a Aixa que su cuerpo voluptuoso es capaz de encender y seducir hasta el hombre más frío e inalcanzable.
¿Podrán mantener el juego según lo planeado, o acabaran por quemarse en la pasión que los envuelve en cada lección?
EL ENCUENTRO
Intento que el señor Darkeyen no me pille comiendo nuevamente. Él odia que sus empleados desobedezcan el reglamento interno de su compañía porque, según él, se puede crear una mala reputación para su nombre y el de su empresa ante el mundo de los negocios.
Lanzo un suspiro de tonta enamorada cuando veo su inmensa presencia que va y viene por su oficina, cerrando un contrato millonario por teléfono. Todavía puedo recordar como nos conocimos, y mis mejillas se enrojecen por lo vergonzosa que fue la situación.
Cuando ingresé a Darketing Holdings para cumplir con su máster de negocios internacionales como una de las afortunadas pasantes, tuve el infortunio de cruzarme con Jael Darkeyen. Venía distraída, leyendo las indicaciones de mi asesor, y choqué con un macizo cuerpo al que le terminé volcando el vaso de café que llevaba en la mano.
—¿Otra vez fantaseando con el jefe, Aixa? —me molesta Paulina Domenech, mi única amiga en esta empresa y la que soporta mis conversaciones sobre nuestro sensual Ceo—. Ya no soporto que suspires por ese idiota.
Paulina odia a Jael por el modo en el que me trata.
—El señor Darkeyen solo intenta que sea la mejor y se lo agradezco. La disciplina me ayuda a mejorar en mi trabajo.
Intento que cambie de opinión, pero Pau rueda los ojos como siempre que terminamos hablando de Jael.
—Así te ayude a convertirte en la mejor empresaria de todo el mundo, eso no le quita que siga siendo un cabrón gilipollas al que le gusta meterle el pene a cualquier tipa que vista de forma provocativa y tenga cuerpo de modelo —espeta con rabia. No sé qué pasó entre ellos, pero la aversión que siente Paulina por Jael no es normal—. Eres muy inexperta en muchas cosas, Aixa. No quiero que ningún tonto se aproveche de la gran y bondadosa persona que eres.
Es entonces cuando una idea cruza por mi cabeza… voy a conseguir a un hombre que me dé lecciones sobre cómo debo comenzar a jugar antes del sexo.
—No tienes de qué preocuparte, Pau. Ya tengo…
—Señorita Loughty, a mi oficina. ¡Ahora! —me grita el jefe desde su oficina.
Pau se despide de mí y regresa a su puesto de trabajo. Lanzo un largo suspiro y me pongo de pie mientras tomo mi agenda electrónica y aliso mi falda para quitar cualquier rastro de arrugas.
Miro por última vez a Paulina antes de entrar a la oficina del hombre de mis sueños.
Los párpados me pesan. Pasé toda la jodida tarde trabajando en conjunto con Jael para terminar la presentación que usará mañana en la junta con otro de los socios importantes. Él se ha ido hace unos minutos y yo me quedé para dejar mi lugar acomodado para el día de mañana.
La oficina está vacía y apago el ordenador. Recojo mi bolsa y la cuelgo sobre mis hombros. La cabeza me empieza a punzar y suelto mi castaño cabello para aliviar el dolor. Me dirijo a la puerta que conduce a las escaleras de emergencia para pensar a qué hombre debería contratar para mis lecciones. Estoy decidida a enamorar a Jael, porque es el único que llena mis expectativas.
Mis tacones resuenan en el sitio vacío y eso me llena de calma. Sigo bajando y el sonido de unos gemidos de placer me detiene por completo. El corazón se me acelera, y mis pechos se endurecen contra el sostén que llevo.
La curiosidad se dispara en mi cerebro y bajo lentamente los escalones para descubrir de quién se trata. Una mano me retiene y me lleva hasta el duro concreto. De pronto, siento cómo un gran y masculino cuerpo me arrincona contra la pared y lleva su mano hasta mi boca para evitar que descubran que estamos escuchando a la pareja teniendo sexo.
Subo la mirada para saber con quién estoy compartiendo este caliente encuentro. Los ojos azules del hombre me atrapan al instante, aunque lleve gafas. Un nuevo jadeo por parte de la chica inunda el ambiente, y yo trago saliva con fuerza.
El hombre esboza una sonrisa llena de complicidad que me deja sin aliento.
—Grita de placer todo lo que quieras. Nadie aquí nos escucha, nena —gruñe la voz de Jael Darkeyen.
Mi cuerpo reacciona ante esa orden y siento cómo el hombre me recorre con su mirada, sin ningún rastro de vergüenza. Agacho la cabeza con temor de que el extraño también piense que no soy lo suficientemente atractiva como para tocarme de ninguna forma.
—No hagas eso —habla con una voz gruesa que me eriza la piel.
Levanto la cara y ladeo un poco la cabeza, porque no entiendo sus palabras. Él retira su mano de mi boca y la pone a un lado.
Los gemidos de placer no me ayudan a pensar con claridad, y suelto lo primero que se me ocurre.
—¿De qué hablas? —musito.
—Bajar la mirada. Tienes un cuerpo delicioso, que para el hombre correcto puede ser un gran festín para disfrutar.
Sus palabras emborrachan mis pensamientos, y de pronto se me olvida el hecho de que sigo siendo una virgen a la que dejaron por una mujer más «experta y hermosa». Este es el hombre que quiero que me enseñe a cómo conquistar a Jael.
Los gemidos se dejan de oír y él se aparta de mi cuerpo sensible. Aclaro mi garganta para sonar más profesional. Necesito saber cómo se llama.
—Espero que esta situación se quede en secreto. No creo que al jefe le guste que se creen chismes de su vida privada en la oficina. Así que espero que no salga nada de lo ocurrido aquí, señor… —corto.
Él alza una ceja arrogante.
—Rymer. Iskender Rymer —se presenta y me tiende la mano. Dudo por un instante, pero decido tomarla. Una leve corriente eléctrica atraviesa cada fibra de mi cuerpo. Sus ojos se ensombrecen con nuestro contacto, y creo que no soy la única que lo sintió—. No se preocupe, señorita…
Usa la misma táctica que yo para saber mi nombre.
—Loughty. Aixa Loughty.
Iskender asiente y suelta mi mano.
—Mis labios se mantendrán cerrados. Es un placer haberte conocido, Aixa —responde.
Iskender se gira y comienza a bajar las escaleras.
Vuelvo a apoyarme contra la pared y suelto un suspiro. El día de hoy parece interminable, pero de algo estoy segura: Iskender me ayudará a lograr conquistar al único hombre que amo.










































