Galatea logo
Galatea logobyInkitt logo
Obtén acceso ilimitado
Categorías
Iniciar sesión
  • Inicio
  • Categorías
  • Listas
  • Iniciar sesión
  • Obtén acceso ilimitado
  • Asistencia
Galatea Logo
ListasAsistencia
Hombres lobo
Mafia
Multimillonarios
Romance abusón
Slow burn
De enemigos a amantes
Paranormal y fantasía
Picante
Deportes
Universidad
Segundas oportunidades
Ver todas las categorías
Valorada con 4,6 en la App Store
Condiciones de servicioPrivacidadImpronta
/images/icons/facebook.svg/images/icons/instagram.svg/images/icons/tiktok.svg
Cover image for La CEO

La CEO

Debería dejarlo

SCARLETT

—El Sr. Peters ya llegó. Nos llamará en breve y los presentaré. El Sr. Peters es muy particular, pero te explicará todo.

Es lunes, y me pasé el fin de semana evitando pensar en todo ese asunto en el que el padre al que apenas conocía ha muerto y yo heredé una empresa.

Discutí conmigo misma sobre si era apropiado presentarme a ese trabajo o si debía rechazar la oferta tardíamente, alegando un conflicto de intereses.

Pero aquí estoy. Supongo que, hasta que tome una decisión sobre Roberts Enterprises, por lo menos debería cumplir mis compromisos actuales.

—Gracias —le digo a la jefa de contratación, una dulce mujer de pelo rizado llamada Mary. Mientras hablo, mi teléfono empieza a sonar en el bolso—. Oh, lo siento.

—No hay problema —sonríe—. ¿Por qué no atiendes mientras aún tenemos un poco de tiempo?

—Gracias —saco el móvil del bolso y veo el nombre de Beth—. Hola, ¿qué pasa?

—Hola. ¿Qué tal tu primer día?

—Acabo de llegar. Pronto me reuniré con mi jefe.

—¡Oooooh, sexy hombre misterioso!

—Cállate, Beth.

—¿Sabes algo de Nic?

—No. ¿Por qué iba a hacerlo?

—¡Quizá porque te ama! Matt lo dijo —así que supongo que ella y Matt son oficialmente algo ahora.

Ahora mis tres amigas parecen estar saliendo con los tres amigos de Nic, lo que hace más difícil justificar haber salido corriendo de la limusina de Nic sin dejar que me invitara a salir.

Pongo los ojos en blanco. —Me tengo que ir. Adiós, Beth —sin esperar respuesta, cuelgo.

Cuando no estaba pensando en mi padre y su empresa, pensaba en Nic. No he dejado de pensar en Nic desde que me dejó en la acera de mi edificio.

Obviamente es un jugador, y sé que solo me rompería el corazón. Pero si olvidarse de él es la decisión correcta, ¿por qué apesta tanto?

Suena un timbre y Mary se levanta.

—Oh, esa es nuestra señal —dice con una sonrisa—. Ahora, no seas tímida —abre de un empujón las puertas, dejando al descubierto un despacho grande y oscuro.

Todas las paredes son negras, igual que todos los muebles. Me recuerda un poco al apartamento de Nic. Sonrío para mis adentros, preguntándome si Nic habrá puesto esa enorme vela rosa en su dormitorio después de nuestro día juntos.

Probablemente no. Probablemente la compró para complacerme y la tiró a la basura en cuanto llegó a casa. Y este no es el momento de pensar en Nic.

Mi nuevo jefe está de espaldas a la puerta. Parece alto, como medio metro más que yo. Lleva un traje negro y tiene el pelo castaño. Eso es todo lo que puedo decir desde aquí.

Mary se aclara la garganta. —Sr. Peters, permítame presentarle a su nueva asistente, la Srta. Miller.

Me adentro en la habitación cuando mi nuevo jefe se da vuelta. Cuando se gira, lo primero que veo son esos dos ojos azules penetrantes que me resultan tan familiares.

—¿Scar? —dice. Suena sorprendido.

—¿Nic? —pregunto, sintiéndome como un ciervo en los faros.

Mary se aclara la garganta. —¿Se conocen?

Sí. Dios mío. ¡Me acosté con mi jefe!
—Mary, vete —dice Nic, sin romper el contacto visual conmigo.

—Sí, Sr. Peters.

Me quedo completamente helada. Seguramente, este tipo de cosas solo ocurren en las películas cutres y en las novelas cliché. No me doy cuenta de que Nic sigue en la habitación hasta que lo tengo enfrente.

Me coge por los hombros y me sacude ligeramente. —Scarlett —dice, asombrado.

—Debería renunciar —suelto.

—¿Por qué? —la expresión de Nic se vuelve enfadada.

—Nic. Dominic. Sr. Peters. Quienquiera que seas. No puedo trabajar aquí. No ahora.

—Explícate, Scarlett —gruñe Nic.

—Me has visto desnuda —digo, cubriéndome rápidamente la cara con las manos. Nic me quita las manos. Su expresión se suaviza por un momento, y luego se funde en una sonrisa burlona.

—Sí. Te. Vi.

—¡Nic!

—Vamos, Scar, esto es perfecto. Si Mary te contrató, debes estar calificada para el trabajo. Esto significa que te veré todo el tiempo y tendré una gran asistente.

—¿Así que no tienes problema en haberte acostado con tu asistente?

—No tengo ningún problema con que mi novia sea mi asistente —replica.

—¿Novia? —pregunto en un tono débil.

—¿Qué?

—¿Crees que soy tu novia?

Se burla. —Scar, dormí contigo. Pasé el día contigo. Compré esa ridícula vela solo porque te hacía sonreír. Huiste antes de que pudiera invitarte a salir como es debido, pero que aparezcas así en mi despacho tiene que ser cosa del destino. Tú... Eres. Mía.

Me ruborizo y me muerdo el labio inferior.

—Dios, Scar, no hagas eso. Si no, tendremos que bautizar este escritorio.

Suspiro. —Por eso exactamente no puedo trabajar aquí, Dominic. No es profesional.

—No me importa lo que sea profesional, y Dios, ¡di mi nombre otra vez!

—Dominic —susurro, y él rodea mi cintura con sus brazos. Caigo sobre su pecho, atraída por él. Sus labios presionan mi cuello y me siento gemir.

Vamos, Scarlett, ¿en serio?
—Me deseas, ¿verdad, nena? —murmura Nic en mi piel. Quiero gritar «¡Dios, sí!», pero me muerdo la lengua—. Te quedas con el trabajo —dice, ahora con autoridad—. Eres mía. Tienes el resto del día libre. Prepárate para esta noche.

—Espera, ¿qué? —me echo hacia atrás, confundida—. ¿Qué hay esta noche?

—Nuestra cita. Te llevaré a una cena romántica. Luego, volveremos a mi casa y te follaré tan fuerte que terminarás gritando mi nombre completo.

Sus palabras me debilitan las rodillas. Siento calor entre las piernas. —Dominic —susurro, en un tono apenas audible.

Nic tiene los ojos vidriosos de lujuria. Sonrío. Me hace sentir bien poder afectarlo así con una palabra, con una mirada. Como si tuviera poder sobre él. Pero él tiene el mismo poder sobre mí, y eso es peligroso.

Por no mencionar que no sabe nada de todo lo que pasa con Roberts Enterprises. —Nic —digo, poniendo mi voz firme—. No sé si trabajar aquí. Quiero una carrera, pero yo...

Nic me interrumpe pulsando su interfono. —Mary, ven.

Segundos después, Mary vuelve a entrar por la puerta. Me mira y vuelvo a sonrojarme. Sus ojos se desvían hacia Nic, que sigue abrazándome con fuerza.

—¿Sí, Sr. Peters? —dice ella, quebradiza.

—Quería felicitarte.

—¿Por qué, señor? —pregunta Mary.

—Contrataste a la mejor. La Srta. Miller es en realidad mi novia. No sabía que la habías contratado.

Ahí está esa palabra otra vez: «novia». Nunca estuve de acuerdo con eso. Me gusta cómo suena, es casi dolorosamente tentador. ¡Pero todo esto va tan rápido!

—¿Será un problema, señor? —pregunta Mary, pero sus ojos no se apartan de mí.

—No. Pero me gustaría hacer algunos cambios en su papel.

—¿Qué...? —me interrumpo cuando Nic me aprieta más fuerte.

—La Srta. Miller necesitará su propio despacho junto al mío. Me gustaría que la construcción empezara hoy —Mary asiente, garabateando furiosamente en un bloc de notas mientras Nic habla.

—Su salario se duplicará y necesitará una cuenta de gastos. Consíguele mi tarjeta negra mientras tanto.

—Sí, señor. Es que...

—Eso es todo.

—¡Espera! —la persigo antes de que pueda irse—. No, eso no es todo. Necesito actualizar el contrato —le digo con la mayor firmeza posible.

Mary hace una pausa, mira entre Nic y yo, como si ya no estuviera segura de quién da las órdenes.

—No hay oficina nueva. Todavía no —mi voz gana confianza al recordar que soy una maldita mujer de negocios, y que tomé un montón de clases sobre cómo manejar negociaciones—. Aceptaré un período de prueba de tres semanas, en el trabajo y en la relación.

—Después de esas tres semanas, evaluaremos si este acuerdo sigue siendo mutuamente beneficioso. También necesitaré un acuerdo reconociendo que heredé recientemente un interés mayoritario en Roberts Enterprises.

—¿Tú qué? —disfruto con la cara de sorpresa y desorientación de Nic. Esto es casi tan divertido como excitarlo.

—Tú y yo podemos discutir con más detalle si mi papel en relación con Roberts Enterprises interferirá en mi trabajo. ¿Te parecen aceptables estos términos? —dejo que una pizca de burla se deslice en mi voz.

Parece como si le hubiera pegado con un pez mojado. Pero al cabo de un momento se vuelve hacia Mary. —Ya has oído a la señora. Ponte en contacto con nuestro abogado interno, y trabajaremos para hacer las enmiendas al contrato de trabajo de la señorita Miller.

—Muy bien, señor —Mary sale corriendo de la habitación, y yo me quedo mirando a Nic, desafiante.

—Si tienes alguna objeción a que te doble sobre el escritorio —dice, con la voz grave y ronca—, habla ahora.

—Me parece bien. Señor —digo con una sonrisa.

Gruñendo, me coge por la cintura y me lanza al otro lado de su mesa, como prometió.

Continue to the next chapter of La CEO

Descubre Galatea

Las elegidas 2: UniónEvieCriada entre vampiros 2: Semillas que plantamosHMSA 8: Del caos y la locuraEn las sombras

Últimas publicaciones

Mason - Spin-off: ImpulsoTres. El número perfecto - Bonus: Blanco y doradoEspíritu navideñoEn la cama con el vampiroTruco o trato picante