Cristina C.
LAURIE
Jeremy dio un paso adelante y, en respuesta, yo retrocedí hasta sentir una pared contra mi espalda. Colocó las manos en la pared junto a mi cabeza.
―¿Qué estás haciendo? ―pregunté nerviosa.
―Nada. No te tocaré con las manos, ¿verdad? ―Dejó escapar una risita baja.
Tragué saliva y volví la vista a la entrada de la gigantesca sala. Estábamos solos Y él estaba a pocos centímetros de mi cara.
Casi podría haber rozado sus labios con los míos si hubiera querido.
―Estaba mirando el cuadro que hay detrás de ti ―dijo con suficiencia, apartándose de la pared e irguiéndose, sin apartar los ojos de los míos.
―Sí, claro ―Sonreí levemente, aún nerviosa por lo cerca que estaba de mí hacía unos segundos.
―Por favor, dime tu apellido ―dijo, casi suplicando.
―Si te digo el mío, ¿me dirás el tuyo? ―pregunté tímidamente.
―Sí, lo prometo ―Sonrió.
―Me apellido Sánchez ―le dije.
―De acuerdo. Gracias por tu honestidad, Laurie.
―¿Y cuál es tu apellido? ―pregunté con curiosidad.
De repente, un hombre nos saludó por detrás.
―Jeremy, siento entrometerme, pero he recibido una llamada de tu padre y es urgente ―dijo el hombre en voz baja.
―Maldita sea, lo siento, Laurie. Tengo que hacer una llamada. A mi madre le acaban de poner un riñón nuevo; a lo mejor pasa algo ―se apresuró a decir con preocupación en los ojos.
―Por supuesto, tus padres son más importantes ―respondí suavemente.
―Te encontraré ―dijo.
Me acarició la mejilla por última vez y se apresuró a volver a la fiesta, desapareciendo entre la multitud. Se me escapó un suspiro y caminé hacia donde Macy había estado antes.
―Hola, niña traviesa. Pensé que ya estarías en un hotel ―Macy me sonrió.
―No, no, no haría eso con una persona que acabo de conocer ―Solté una risita tímida.
―Sí, sí. Ese tío no podía quitarte los ojos de encima ―Sonrió. Me ruboricé―. ¿Sabes quién era ese hombre, Laurie? ―preguntó frunciendo el ceño.
―No, estaba a punto de decirme su apellido cuando tuvo que marcharse. Surgió algo urgente con sus padres.
Macy tenía una amplia sonrisa en la cara.
―¿Qué? ¿Por qué sonríes así? Estás ocultando algo, ¿verdad? ―Me reí.
―Sí. Sé quién es ese hombre misterioso, gracias a Michael ―respondió ella.
―Sé que Michael le ayudó a encontrar su nueva casa. Pero sigo sin saber su apellido ―dije, todavía un poco decepcionada por ello.
―Volverás a verlo, niña, el lunes ―Sonrió con picardía―. Se llama Wells, tonta. Tienes una entrevista en su empresa el lunes ―dijo con una sonrisa traviesa en la cara.
―¡¿Qué?! ―Casi se me escapa un grito. Macy asintió y me sonrió.
―Oh, no. Esto es un desastre. Ahora me juzgará, seguro. Pensará que todo es un montaje, que hoy he estado aquí bailando con él, incluso coqueteando un poco ―exageré un poco.
―Estás exagerando, Laurie. Lo vi mirándote y le gustas. Es muy rico. ¿Lo sabías? ―me dijo mientras me guiñaba un ojo.
―Sí, pero eso no me importa. No puedo trabajar para él. No iré a la entrevista.
―¡¿Qué?! Sí, claro que irás o te obligaré ―me susurró al oído.
―Hola, señoritas. Tengo bebidas ―dijo Michael sonriendo. Miré a Macy, y ella me devolvió la mirada―. Vale, ¿me he perdido algo? ―nos preguntó a las dos con el ceño fruncido.
―¡No! ―espetamos Macy y yo a la vez, molestas.
―De acuerdo, entonces ―murmuró―. Así que, Laurie, tú y Jeremy Wells, ¿eh? ―preguntó en tono juguetón.
―Sí. Bailé con él, eso es todo ―dije, aún irritada por toda la situación.
―Es un gran tipo. Fue mi primer cliente rico. Amigable pero estricto ―dijo Michael.
―Sí, bueno, tengo una entrevista con él el lunes, y ahora pensará que estaba tirándole los trastos para conseguir el trabajo ―dije, irritada, y Macy puso los ojos en blanco.
―A veces eres la reina del drama, Laurie ―Soltó una risita.
―Por favor, Michael, dile algo que la haga cambiar de opinión, porque no quiere ir a la entrevista ―Macy suspiró mientras se pellizcaba el puente de la nariz.
―Jeremy Wells es uno de los mejores del mundo editorial. Ascendió hasta convertirse en director en dos años. De ayudante a director general en solo dos años es una locura.
»Ha trabajado duro para llegar donde está ahora. Abrió su nueva empresa aquí hace unos seis meses, y hay rumores de que abrirá una nueva oficina en otro lugar.
»Así que sí, Laurie, si quieres aprender del mejor, pues él es el mejor, así que yo no me plantearía ir a la entrevista ―aconsejó Michael.
―Sé que tiene un buen nombre en el mundo editorial. Por eso quería tener primero una entrevista con ellos. Ahora, todo se complica.
»Estaba flirteando conmigo, y ahora me juzgará, seguro ―Suspiré y me froté los ojos, sintiéndome cansada de repente.
―Nos vamos a casa, Michael. Gracias por todo ―Macy sonrió cálidamente.
―Vale, os llevaré a vuestro taxi ―dijo.
Le di las gracias a Michael por todo y Macy le dio un rápido beso en la mejilla, ruborizada. Era la primera vez que la veía nerviosa con un hombre.
Nos despedimos y el taxi nos llevó a nuestro nuevo apartamento.
Macy y yo no hablamos mucho en el coche. Disfruté del silencio, pero en el fondo de mi mente, Jeremy Wells seguía presente, sin abandonar mi mente ni un segundo.
«Esta va a ser una noche larga y sin poder dormir, seguro».