Negocios y biberones - Portada del libro

Negocios y biberones

Bailey King

Vamos a ello

Peyton dejó escapar un suspiro mientras miraba la pila de papeles que tenía delante. Jamás habría imaginado que sería tan estúpida.

Siempre se había creído respetable y honorable, pero aquí estaba, rebajándose al nivel más bajo posible.

Sabía que Sebastian se había reído en su cara.

La noche anterior, cuando tuvieron sexo, había demostrado ser un verdadero imbécil; por un lado dijo algunas cosas fuera de lugar y por otro lado, cosas bastante significativas. En realidad, hizo lo que tenía que hacer y se fue.

Peyton se sentía muy vulnerable y estúpida, pero ya no había vuelta atrás, ¿verdad? Pasó de mirar la pila de papeles a observar su barriga.

Se la imaginó creciendo y sólo pudo sentir arrepentimiento. ¿Cómo pudo aceptar hacer un trato así con semejante imbécil?

¡Probablemente incluso esté saliendo con alguna chica en este momento!

Aunque ella misma tuvo que reconocer que aquello había sido la mejor experiencia que había tenido en su vida. Había sido una sensación tan real, tan viva…

No parecía que se tratara de un acuerdo. Pero ahora que había recibido por correo una cantidad insana de documentos que resultaban ser el contrato para su «negocio estrictamente relacionado con el bebé», por fin se había dado cuenta hasta qué punto esto iba en serio.

Leyó todos los documentos y era exactamente como él dijo que sería el trato, pero se sentía bloqueada.

Hoy había decidido no ir a trabajar, ya que estaba emocionalmente agotada y sabía que no podría trabajar bien. En su lugar, se quedó en casa y buscó el correo para volver a leerlo todo.

Releyó la última, y por cierto muy innecesaria, parte del contrato, sintiéndose aún incómoda al respecto:

«Durante la duración del contrato, la mujer sólo opinará si se le pregunta, y hará lo que se le diga en todo momento.

Ambas partes convivirán por separado después del matrimonio; hasta entonces tendrán que estar juntos en todo momento.

El año comenzará una vez que el matrimonio se lleve a cabo».

El problema para Peyton era que el acuerdo comenzaría después del matrimonio, y por el momento todavía no tenía idea de cuándo se casarían.

¿Por qué era tan importante esto para Sebastian? Con todos esos pensamientos rondando por su mente, volvió a mirar su estómago.

En ese momento sonó su teléfono. Sin pensarlo, lo cogió.

—¿Ya has firmado el contrato?

Sebastian.

—No, ¿por qué? Por cierto, ¿cuándo nos casaremos? —El silencio reinaba en el teléfono mientras Sebastian miraba los coches que circulaban por las calles desde la ventana de su despacho.

Pronto tendría que hilar más fino todos los detalles.

—¡Sólo firma el maldito papel! —gritó.

Peyton se quedó mirando la mesa, ofendida.

—¿Cómo has conseguido mi número?

De nuevo, silencio. Sebastian sonrió y le indicó a su cliente que entrara en su despacho.

—De la misma manera que te encontré a ti.

Peyton levantó una ceja.

—¿Qué?

Sebastian puso los ojos en blanco mientras servía dos vasos de whisky con hielo.

—Mira, en tres meses, se lo contaré a mis padres y podremos empezar con los preparativos Me encargaré de que todo eso suceda en un margen de dos semanas y luego empezará la cuenta atrás de nuestro año. No es tan difícil.

Peyton oyó un ruido y un susurro y entonces se dio cuenta de que quería que ella colgara, por eso no siguió discutiendo nada más.

—Entonces, ¿tres meses? —preguntó ella, pensando qué pasaría durante esos tres meses. Lo escuchó suspirar.

—No tendremos contacto durante estos tres meses. Me pondré en contacto contigo cuando sea el momento. —Entonces la línea se cortó.

Peyton miró su teléfono, ofendida, antes de dejarlo y firmar el contrato de mala gana.

Cogió su bolsa y las llaves, salió de su apartamento y cerró la puerta.

Mientras caminaba, saludó a la gente que conocía y se desvió de la gente que estaba fumando.

Salió del edificio y empezó a caminar hacia un restaurante. El día anterior alguien le había dejado una gran propina. ¿Por qué no mimarse con una comida de calidad en lugar de recurrir a algo barato?

Entró feliz en el restaurante. Una vez sentada y habiendo pedido, no pudo evitar preguntarse qué iba a ocurrir a partir de ahora.

Después de que Sebastian le colgara el teléfono a Peyton, tuvo que respirar profundamente. Estaba nervioso, agitado; pero tenía a su cliente delante de él; entonces él simplemente se giró para atenderle.

—¿Qué puedo hacer por ti hoy, Malcolm? —El cliente, Malcolm, le sonrió.

—¿Problemas en casa?

Pensándolo un momento, Sebastian se quedó callado antes de asentir con un suspiro.

—Se podría decir que sí.

Sí Sebastian hubiera aceptado lidiar con su padre desde el principio entonces no tendría que pensar en estas tonterías.

Afortunadamente, Sebastian había encontrado una forma de superar las condiciones de su padre y también una forma de hacer que ella callara.

Sebastian aceptaría con gusto cuidar y atender a un bebé llorando a las 3 de la mañana en lugar de aceptar lo que su padre había planeado para él. De ninguna manera podía aceptar las condiciones que le ponía su padre con aquella tipa.

Pero había una mejor parte: ¡la boda estaba prevista para dentro de más de tres meses! No había mejor manera de ponerlaen susitio que diciendo el día de su boda que iba a tener un hijo.

Sebastian deseaba avergonzarlacomo ella lo había avergonzado a él. Nada ni nada le impediría conseguir lo que quería, y así era como quería hacerlo.

Por supuesto, luego estaba su madre que no aprobaría nada de todo esto, pero en cuanto conociera a Peyton, se le pasaría todo y empezaría a aceptar de buena gana la noticia, ya que Peyton era una «buena chica».

Para su madre, Peyton era clásica la esposa perfecta. Para Sebastian, pensar siquiera en ello era repugnante, pero con tal de conseguir lo que quería, estaba dispuesto a hacerlo.

Finalmente, Sebastian salió de su aturdimiento y sonrió a Malcolm mientras sacaba su bloc de notas y encendía su ordenador de sobremesa.

—Vamos a ello, ¿de acuerdo?

Siguiente capítulo
Calificación 4.4 de 5 en la App Store
82.5K Ratings
Galatea logo

Libros ilimitados, experiencias inmersivas.

Facebook de GalateaInstagram de GalateaTikTok de Galatea