Reina inesperada - Portada del libro

Reina inesperada

Sofia Landeiro

Capítulo 2

LEAH

Después del instituto, Jake me lleva a casa y charlamos sobre nuestro día. Al parecer, Sally eligió sentarse a su lado en clase de Historia. Hago lo que puedo para no mostrar mi desaprobación. Siempre finge ser amable conmigo cuando Jake está cerca. Quizá estoy paranoica, pero estoy segura de que se da cuenta de que siento algo por él y coquetea con él solo para burlarse de mí.

Llega a mi puerta y nos despedimos. Mientras lo veo alejarse, siento un nudo en el estómago. Me cuelgo la mochila al hombro y me acerco a mi casa. No es muy grande, pero mi madre la ha convertido en todo un hogar.

Ella y yo siempre hemos estado muy unidas y me encanta nuestra relación. Le llevó mucho tiempo superar la muerte de mi padre. Mi tía vino a vivir con nosotros para poder cuidar de mí cuando mi madre no pudiera con el dolor. Pero yo, por supuesto, lo entendía. Perder a tu pareja es como perder la mitad de tu alma.

—¡Hola, mamá! —grito al entrar en casa.

—¡Estoy en la cocina! —responde ella, y tiro la mochila al suelo antes de entrar en ella. Está en la encimera, amasando, con harina por todas partes.

—Hola, cariño, ¿has tenido un buen día?

Me siento en uno de los taburetes y apoyo los codos en la encimera, recostando la cabeza en las manos. —Bien, supongo —digo, intentando parecer despreocupada.

Mi madre levanta una ceja y me mira con complicidad. —¿Qué te pasa?

—Oh, no sé... Nada especial. No tengo energía para hablar del comportamiento de Sally y de por qué me molesta tanto.

—Vale, lo dejaré pasar, pero dímelo si quieres hablar —responde mi madre. Se quita la harina de las manos y se acerca a la mesa de la cocina. Coge un sobre y me lo da—. Hoy ha llegado esto para ti.

Creo ver un atisbo de tristeza en sus ojos cuando le cojo el sobre. La cubierta es lujosa y mi nombre y dirección están escritos en cursiva.

—¿Qué es esto?

—Ábrelo. —Mi madre me dedica una sonrisa alentadora y tengo la sensación de que ya sabe de qué se trata. La noticia del baile del rey se ha extendido por todo el pueblo.

Abro lentamente el sobre y despliego el papel que contiene. Trago saliva para detener la sensación de inquietud que sigue burbujeando en mi estómago.

—El rey desea anunciarle que le invita a una ocasión especial. Nuestro justo soberano está buscando pareja y exige que todas las hembras mayores de edad que no estén casadas acudan al baile de apareamiento del castillo —leo en voz alta. Con cada palabra, mis náuseas aumentan—. ¿Tengo que ir a esto? Levanto los ojos para mirar a mi madre.

—Sí... por desgracia. Los que se nieguen a asistir serán castigados, y teniendo en cuenta cómo puede ser el rey, probablemente no queramos saber cuál será el castigo. —Vuelve a la encimera y sigue amasando.

—Pero puedes venir, ¿verdad? —le pregunto.

—Sí. Puedes llevar a un familiar, así que iré contigo. —Me dedica una sonrisa tranquilizadora.

—Y si encuentro a mi pareja antes de esto, no tengo que ir, ¿verdad?

—Sí, exactamente. Solo se aplica a las mujeres que no están emparejadas —responde antes de poner la masa en un cuenco y dejarla a un lado para que suba.

Vale, no tengo de qué preocuparme. Si todo va según lo previsto, en cuanto cumpla dieciocho años, Jake y yo sabremos con certeza que somos pareja. Entonces no tendré que ir al castillo a conocer a ese terrible rey.

Me levanto del taburete y le digo a mi madre que voy a subir a mi habitación a terminar los deberes. Subo corriendo y cierro la puerta tras de mí. Dejo la mochila en el suelo junto a mi escritorio justo cuando mi teléfono se ilumina con un mensaje de texto.

María¿Has recibido la invitación?
LeahSí. ¿Has visto la forma en que estaba escrita…? ¿Como si no tuviéramos elección? Vaya gilipollas.
MaríaLOL, sí, pero puede ser un poco divertido ver el castillo. ¿Qué te vas a poner?
LeahNo voy a ir, así que no hace falta que me preocupe por el vestido.
MaríaVale, ya veremos... ¡Hasta mañana!

Me da igual no ver el castillo, a pesar de su magnífica arquitectura y su lujoso mobiliario. Soy feliz aquí, en nuestro pequeño pueblo, con mi madre. Nunca tuvimos mucho dinero, pero mi madre siempre se aseguró de que nunca pasara hambre, y nuestra casita de madera ha sido siempre suficiente para las dos.

Resoplo ante el texto de la carta: Nuestro justo soberano busca pareja y exige que todas las hembras mayores de edad que no estén casadas acudan al baile de apareamiento del castillo. ¡Exige! Qué idiota pomposo. Nació con una cuchara de plata en la boca y cree que puede dar órdenes a todo el mundo.

Dejo el móvil a un lado y me pongo con los deberes, no los termino hasta que llega la hora de dormir. Me pongo una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos y me meto bajo las sábanas. Solo faltan cuatro días para mi cumpleaños, pienso, y apago la luz.

Siento que la oscuridad me abraza y me sumerjo en el mundo de los sueños. Estoy de pie con un largo vestido blanco que fluye con el viento. El bosque que me rodea es aterrador. Miro a través de los árboles y dos ojos oscuros me miran fijamente.

Me pongo la mano en el pecho y contengo la respiración. Veo que los ojos oscuros parpadean y, de repente, la sombra empieza a correr hacia mí. Me doy la vuelta y corro en dirección contraria al monstruo-sombra, esquivando los gruesos troncos de los árboles, con la luz de la luna llena iluminando mi camino.

Jadeo, y el pánico me sube a la garganta cuando oigo que la criatura me alcanza. Justo cuando siento que me ataca, me despierto en mi cama, gritando.

Mi madre abre la puerta de golpe y corre hacia mi cama. —¡Leah! ¿Qué pasa?

Estoy empapada en sudor, mirando a mi alrededor aterrorizada. Tardo un rato en orientarme y ver que estoy en mi habitación y no en un bosque oscuro.

—He tenido una pesadilla —digo entre respiraciones rápidas. Me siento como si acabara de correr una carrera. Mi loba, Sia, está tranquila dentro de mí, y me pregunto cómo demonios no está en modo pánico por lo que acabamos de soñar.

—Perdona si te he asustado, mamá —le digo, tumbándome de nuevo.

Ella se mete en la cama a mi lado. —No te preocupes, cariño. Vuelve a dormirte. —Me acaricia la cabeza y juega con mi pelo mientras el latido de mi corazón se ralentiza poco a poco.

Me duermo en brazos de mi madre, preguntándome si el monstruo volverá a aparecer en mis sueños.

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