Lora De La Cruz
SERENA
Durante las dos semanas siguientes, Serena se acostumbra a la rutina con Amanda. Se levantan a las 4 de la mañana, desayunan en la pequeña cocina de Amanda, charlan sobre la vida y luego se dirigen al campo de entrenamiento a las 5 de la mañana. Pero ahora está preocupada por lo que pasará la semana que viene, cuando empiecen las clases en la universidad. Todas sus clases son presenciales, así que estará en Billings, rodeada de humanos, tres días a la semana.
Esa mañana, mientras se dirigen al entrenamiento, Amanda pregunta: —¿Qué te pasa hoy? Apenas has dicho cinco palabras. No es propio de ti.
Serena se encoge de hombros. —Supongo que he estado perdida en mis pensamientos. Estoy un poco nerviosa por la semana que viene. No estoy acostumbrada a estar rodeada de muchos humanos, y nunca he dado clases universitarias en persona. Me alegro de tenerte conmigo; hará que sea un poco menos aterrador.
Amanda mueve la cabeza en señal de comprensión. —Sí, lo entiendo. Aunque Jeffery también estará allí, y Connor también va a clase un día a la semana. Así que conocerás a más gente además de a mí. Respira hondo y dale una oportunidad. —Un momento después, añade—: Vamos, será mejor que nos pongamos en marcha, he oído que el Alfa va a venir a observar el entrenamiento hoy. Le gusta asegurarse de que papá no se ablanda con nosotros.
Ambos se ríen entre dientes. Serena nunca había hecho tanto ejercicio en su vida.
Cuando Serena y Amanda entran en el campo de entrenamiento, todos los guerreros están ya estirando y calentando. Se unen a ellos, y Milo no tarda en aparecer también, levantando la mano para llamar la atención de todos. El recinto se queda inmediatamente en silencio.
—Bien, chicos —comienza—, tenemos información de que ha habido algunos disturbios en el lado oeste de la montaña, unos cuantos ataques de rebeldes contra la manada Black Mountain. Afortunadamente, no ha habido fallecidos, pero sí algunos heridos. Tenemos que estar preparados, en caso de que los rebeldes lleguen a este lado de la montaña... Es hora de que hagamos un poco de sparring. Voy a emparejaros con alguien que tenga las mismas habilidades que vosotros, y el ganador de cada combate se enfrentará a otro ganador. ¿Está claro?
Todos asienten y él empieza a emparejar guerreros.
Un minuto después, Serena está emparejada con un guerrero al que ha visto entrenar pero al que no conoce realmente. Le tiende la mano, sonriente. —Soy Sean. Y voy a patearte el culo.
Serena sonríe mientras le da la mano y retrocede. Genial, un tipo con ego. Supongo que tendré que enseñarle un par de cosas, piensa.
Después de unos cuantos combates, Milo llama a Serena y Sean al centro del ring y reitera las reglas. Nada de trasformaciones en este combate. Lucha limpia. El primero en claudicar o en ser noqueado es el perdedor. Serena y Sean asienten y retroceden, esperando a que Milo dé la orden.
—A luchar —grita su tío, y la pelea empieza.
Serena rodea a Sean un momento, observando cómo se mueve y buscando su punto débil. Se da cuenta de que siempre parece inclinarse hacia la derecha; ese debe de ser su lado fuerte, así que tendrá que pillarle desprevenido por la izquierda.
Mientras Serena aún lo está evaluando, Sean se lanza hacia ella a toda velocidad, dejándose caer en el último segundo y deslizándose como si el suelo bajo ella fuera una base. Le hace una segada a Serena, que cae al suelo con un ruido sordo. Sin perder tiempo, se pone en pie y da dos volteretas hacia atrás, apartándose de su camino.
Además de ser una gran guerrera, Serena también es toda una gimnasta. Sean está a punto de descubrir cuánta ventaja le da eso.
Se queda pasmado un segundo, luego sacude la cabeza y corre hacia ella de nuevo, intentando no aflojar el ritmo. Esta vez, sin embargo, Serena está preparada. Hace un salto mortal en el aire y le da una patada en la cara al aterrizar. Sean retrocede tambaleándose, con la nariz sangrando a borbotones.
—¿Qué coño? —grita.
Serena sonríe y se agacha cuando él intenta darle un puñetazo en la cara. Ella le da un puñetazo en el costado, pero él sigue rodeándola. Ambos se cansan, pero ninguno cede.
Preparada para poner fin al combate, Serena actúa como si fuera a golpearle en el costado izquierdo. Cuando él se inclina hacia la derecha, ella le agarra el brazo derecho, se lo gira rápidamente por detrás, salta sobre su espalda y le rodea el cuello con el otro brazo. Sean se tambalea hacia atrás y cae al suelo con Serena debajo. Ella gruñe bajo su peso, pero no lo suelta; se da cuenta de que el fuerte chasquido que se produce al caer es la dislocación de su hombro.
Sean deja escapar un leve aullido mientras Serena sigue aplicando presión sobre su cuello, cortándole el oxígeno. Entonces, finalmente, golpea el suelo con su brazo libre, y el combate ha terminado. Serena afloja el brazo de Sean y este rueda hacia un lado, usando su brazo bueno para levantarse.
—Eres más dura de lo que pensaba —le dice, tendiéndole una mano para ayudarla a levantarse—. ¿Cómo te llamas? No te he escuchado antes.
—Gracias. Serena.
Milo se acerca y le dice a Sean que vaya a que le revisen el hombro. Le hace un guiño a Serena y luego ella va por agua a la esquina con Amanda.
Al ver que los ojos de su prima se abren de repente, Serena pregunta: —¿Qué?
Se da la vuelta justo cuando Amanda exclama: —Buenos días, Alfa. ¿Necesita algo, señor?
Serena levanta la vista hacia el Alfa, algo que no hace muy a menudo, ya que la mayoría de los hombres apenas la superan en uno o dos centímetros. Es enorme —al menos 1,90 metros—, y está hecho de puro músculo. Su pelo negro está cortado muy pegado a la cabeza por los lados, pero es más largo por arriba, y parece un poco desordenado, como si se hubiera pasado los dedos por él. Cuando sonríe, Serena se da cuenta de que tiene dos hoyuelos profundos y sus ojos verdes brillan.
Serena es demasiado consciente de que está cubierta de suciedad y sudor y de que su larga melena rubia empieza a soltarse de la trenza.
Hay un incómodo momento de silencio, y entonces Serena se aclara la garganta y extiende la mano. —Mis disculpas, Alfa; creo que no nos conocemos. Soy Serena Black. Gracias por permitirme quedarme en su manada mientras asisto a la universidad en Billings.
Sebastian mira fijamente a Serena durante un segundo y luego le coge la mano. —Bienvenida, Serena. Me alegro de verte luchar como tu tío. ¿Quién te entrenó?
Serena se inquieta hasta que el Alfa le suelta la mano. —En realidad, primero me entrené con mi madre. Ella entrena a todas las lobas hasta los dieciséis años. Después de eso, entrené con los guerreros de la manada y los hijos de nuestro Alfa. Todo lo que siempre quise fue ser una guerrera de la manada, pero parece que mi padre tiene otros planes para mí.
Sebastian levanta una ceja. —Hmm... bueno, desde luego sabes luchar. Derribaste a Sean, y es un guerrero duro. Debes llevarlo en la sangre. —Mira a Milo y luego a Serena—. Parece que te toca luchar de nuevo. Buena suerte.
Mientras el Alfa se marcha, Serena se pregunta por qué su encuentro le pareció un poco frustrante. Tiene que ordenar sus pensamientos antes de su próximo encuentro.
Respira hondo y se dirige de nuevo al campo de entrenamiento. Para su sorpresa, su primo Connor es su oponente.
Suspira. —En serio, ¿por qué tú? El tío Milo debe querer que me pateen el culo.
Ambos se ríen. Serena sabe que su primo es duro; Connor es unos años mayor y lleva entrenando con Milo desde los doce.
Vuelve a respirar hondo, le estrecha la mano y se separan. Milo da la orden y comienza el combate.
JACKSON
Mientras está sentado en las gradas del campo de entrenamiento, su Alfa se acerca a Jackson. Sebastian se sienta tranquilamente a su lado y le pregunta: —¿Qué tal les va hoy a los guerreros? Veo que están entrenando.
Sin apartar la vista del combate en curso, Jackson responde: —Digamos que la sobrina de Milo le está enseñando a Sean un par de cosas.
Desde su periferia, ve a Sebastian observar a la alta rubia dar una doble voltereta hacia atrás para apartarse del camino de su oponente. Está claramente impresionado.
Ambos miran el resto del combate sin decir palabra. Cuando termina, Sebastian se vuelve hacia él. —¿Quién has dicho que es esa chica?
Jackson sonríe. Sabía que Sebastian la encontraría interesante. —La sobrina de Milo. Has visto a su madre varias veces. Trina, la hija mayor de Tim Grey. Se parece mucho a ella, ¿verdad?
Sin responder, Sebastian se levanta y baja por las gradas. Jackson le observa mientras habla con Serena.
Cuando el Alfa vuelve y Serena empieza a pelear con Connor, Jackson dice: —Es dura, ¿verdad? La he estado observando entrenar durante las últimas dos semanas, y no creo haber visto nunca a una hembra con tanta habilidad. Me sorprende que el Alfa John la haya enviado a la universidad. Está desperdiciando un buen talento.
Jackson mira a Sebastian, pero el Alfa se encoge de hombros. —Aparentemente es superinteligente, con un coeficiente por encima de la media o algo así. Eso es lo que me dijo su abuelo cuando me preguntó si podía quedarse aquí mientras iba a la universidad. Supongo que el Alfa John quiere que se haga cargo de algunos negocios de la manada, pero primero necesita que termine la universidad. No lo sé. De cualquier manera, tienes razón, es muy fuerte. Tendremos que vigilarla.
Sebastian se da la vuelta y se aleja justo cuando Connor asesta un sólido golpe en la cara de Serena, aparentemente desinteresado en ver cómo la bella sale herida. Jackson se ríe para sí mismo. —Apuesto a que sí.